1. Manifiesto de Sandhurst
A Antonio Cánovas se le han atribuido los defectos y virtudes del régimen político de 1875. Es, por excelencia, la España de Cánovas.
La mejor síntesis del proyecto canovista de la Restauración Alfonsina la constituye el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas y remitido por el joven Alfonso el 1 de diciembre de 1874, como respuesta a las numerosas felicitaciones recibidas por su cumpleaños.
Es un texto propagandístico, síntesis perfecta de los principios inspiradores del nuevo régimen.
Cuando Cánovas afirma su jefatura política, tiene que ejercer la difícil función de arbitraje entre los moderados y los alfonsinos.
Los pasos a llevar a cabo durante los primeros años de la Restauración son la constitucionalización y consolidación política, y unas pacificaciones civiles y militares en el norte de la Península y Cuba.
Para su logro, utiliza dos instrumentos básicos: un nuevo partido liberal-conservador y un rey-soldado.
También se dedicó a contentar a los moderados para atraérselos a su proyecto con una serie de medidas como el control de la prensa y el orden público, y la recuperación de la posición de la Iglesia.
La pugna moderados-canovistas se centra, durante la transición política, en tres cuestiones:
- El retorno de Isabel II
- Restablecer la Constitución de 1845
- Restablecer la unidad católica
2. La Constitución de 1876 y el Nuevo Orden Político
Después de elaborar unas bases por las que pasaba la definición y consolidación política del nuevo régimen, se pasó a elegir unas Cortes que aprobaran la nueva Constitución. Este proceso se desarrolló de acuerdo a los planes y directrices de Cánovas, pero con fuertes resistencias de los moderados que no querían esa Constitución. Este proceso también sirvió para configurar definitivamente el nuevo partido liberal-conservador sobre el partido moderado, que sería el pilar fundamental del nuevo régimen y, para Cánovas, el principal objetivo de la transición política.
El Manifiesto de los Notables, redactado por una comisión de 39 notables, fue un manifiesto preelectoral que hacía un nuevo llamamiento al consenso. En las elecciones (con intervenciones fraudulentas) salió ganando con la mayoría de votos el nuevo partido conservador, que aprobaría, desarrollaría y aplicaría la nueva Constitución.
La Constitución de 1876 es la más destacada en la historia del constitucionalismo español y la mejor expresión del proyecto canovista: pragmático, flexible, ecléctico y ambiguo. La consideraban como una mezcla de la Constitución de 1845 (moderada) y la de 1868 (liberal radical).
La nueva Constitución asume los derechos y libertades de la de 1869, aunque algunos derechos serían regulados más tarde, y también recogía la base doctrinaria moderada de la de 1845.
Estos son los dos puntos más novedosos que mejor expresan el pacto conciliador: la regulación de la tolerancia de cultos y la composición del Senado.
2.1 La política de los conservadores
Se tenían que solucionar dos problemas para arreglar la debilidad política del país.
– La Segunda Guerra Carlista: La resistencia carlista tenía dos focos geográficos de distinta importancia.
- En la liquidación de la resistencia del centro (Castilla-La Mancha, Aragón) tuvo un papel importante la declaración del general Cabrera, reconociendo la legitimidad de Alfonso XII.
- La liquidación de la resistencia de Cataluña se realizó en enero de 1875, cuando Martínez Campos tomó el mando de la campaña. La toma de Olot y Seo de Urgel (plazas donde se encontraba la clave de la resistencia militar) marcó el fin de la guerra en Cataluña.
- La campaña del norte (País Vasco y Navarra) fue la más larga. Había dos ejércitos regulares frente a frente, el equilibrio de fuerzas llegó a ser de cuatro a uno a favor de los liberales. El mando supremo del ejército lo tuvo Alfonso XII, aspecto que sirvió para afianzar la figura del joven rey como rey-soldado y supremo jefe del ejército. La entrada de Alfonso XII en San Sebastián y en Pamplona marca el final de la guerra y el regreso triunfal de Alfonso XII a Madrid.
– Orden público: Cánovas aplicó la represión y el control de las libertades con un carácter selectivo, sin revanchismo, y sin impedir la actividad política de los grupos desgastados.
La ley del 10 de enero de 1877 supuso el final de la dictadura de Cánovas y el inicio de la regulación de las libertades, entre ellas la de libertad de imprenta, una de las más polémicas en el siglo XIX.
2.2 El turno de los partidos políticos
La prueba de fuego de la consolidación del régimen la constituía el ejercicio efectivo del turno o acceso alternativo al poder por fuerzas políticas distintas. Ello implicaba previamente la existencia de dos partidos distintos, pero fieles en lo esencial a las bases constitucionales de la Monarquía constitucional y los canovistas.
– El Partido Conservador: se fue configurando durante el Sexenio Revolucionario. Aun así, su consolidación no estuvo fuera de las fuertes tensiones entre los moderados y canovistas.
– El Partido Liberal: tardó más en configurarse, por eso llegó más tarde al Gobierno. Era un partido heterogéneo, poco cohesionado, a juicio de Cánovas y los conservadores, que se resistían a ceder al poder. Esa heterogeneidad contenía garantías de respetar la Constitución y abortar cualquier tentación revolucionaria.
Durante el segundo semestre se presionó al rey para que encargara a los liberales la formación de un gobierno, cosa que sucedió después de la dimisión de Cánovas y el encargo que recibió Sagasta. Las rivalidades y dificultades entre familias se manifestaron cuando se tenían que distribuir los cargos políticos. Sagasta, para mantener el equilibrio entre tendencias, favoreció electoralmente a grupos de su derecha por encima de su verdadera representación inicial en el partido.
La variedad de familias (desde el punto de vista ideológico) se dividía en dos bloques bastante incompatibles: los demócratas y las facciones derechistas. Esta división haría difícil el desarrollo de un programa liberal coherente.