Renovación Narrativa del Siglo XX: Unamuno, Baroja, Azorín y Valle-Inclán

La Narrativa de Comienzos del Siglo XX

A comienzos del siglo XX, la estética realista del siglo XIX se prolonga, con autores como Blasco Ibáñez, quien representa la novela realista con influencia del naturalismo francés. Sin embargo, en 1902 surgen cuatro novelas que introducen otras técnicas y estilos narrativos: La voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Miguel de Unamuno, Camino de perfección de Pío Baroja y Sonata de otoño de Valle-Inclán.

La nueva novela presenta las siguientes características:

  • Frente al objetivismo de la novela realista, la nueva novela se centra en el mundo interior del protagonista. Los protagonistas suelen ser inadaptados que se rebelan contra la sociedad y terminan fracasados.
  • Frente al relato lineal de la novela realista, la nueva novela se fragmenta en estampas, es decir, se relatan los momentos más importantes en la vida del protagonista.
  • Se advierte la influencia de la filosofía existencialista, que se refleja por medio de las ideas que cada personaje transmite en sus reflexiones o en los diálogos, como por ejemplo, los que mantiene el protagonista de El árbol de la ciencia y su tío.
  • El estilo se vuelve menos retórico y más preciso que en la novela realista.

Miguel de Unamuno

Para distinguirse de la novela realista del siglo XIX, Unamuno creó el término nivola. Las nivolas se definen por la desnudez narrativa, es decir, se centran exclusivamente en los conflictos interiores de los protagonistas. Los protagonistas se definen como agonistas, es decir, que sufren un drama interior, por ejemplo, entre la fe y la duda en San Manuel Bueno, mártir. La primera nivola se titula Niebla. La novela plantea, ya desde el título, el tema del hombre perdido en un mundo absurdo. El protagonista representa a ese ser humano desorientado. Otra nivola es Abel Sánchez, sobre el tema del odio y la envidia española, y San Manuel Bueno, mártir. En esta última, el autor se esconde tras el protagonista y defiende una idea de santidad y martirio como entrega a los demás, negándose a sí mismo, porque San Manuel enseña a crear aun sin tener fe.

Pío Baroja

La obra de Pío Baroja se clasifica en tres etapas:

Primera etapa (1900-1912): En esta época escribe las novelas que mejor reflejan el espíritu de la Generación del 98, es decir, plantea los temas fundamentales de la crisis existencial y el tema de España. La Generación del 98 surge tras la pérdida de las últimas colonias españolas (Cuba, Filipinas, Puerto Rico), que fue el detonante de una actitud crítica hacia la sociedad española. Los hombres del 98 reflejan la crisis occidental de finales del XIX. La crítica a la religión, es decir, a los valores tradicionales, determina que el hombre busque un nuevo sentido a la vida. De esta época destacan la trilogía La lucha por la vida y la novela El árbol de la ciencia.

Segunda etapa (1913-1936): Continúan los temas de la época anterior y se profundiza en el pasado histórico español, siempre con intención crítica. Destacan las Memorias de un hombre de acción.

Tercera etapa (1937-1956): Hemos de destacar sus memorias personales tituladas Desde la última vuelta del camino.

El árbol de la ciencia

El árbol de la ciencia (1911) refleja la crisis existencial de la sociedad española y europea de finales del siglo XIX y principios del XX, además del espíritu crítico de la Generación del 98 con respecto a los males de España. Es una novela con mucho elemento autobiográfico. La novela se divide en tres partes, cada una con una etapa simétrica y una intermedia de carácter filosófico. El árbol de la ciencia es, ante todo, una novela intelectual que refleja el pesimismo de Pío Baroja. Baroja fue un buen lector de la filosofía alemana y recibió influencia de Schopenhauer, de quien procede la definición de la vida como “una cosa fea, turbia y dolorosa”. Para Baroja, el mundo carece de sentido. No tiene ninguna confianza en el hombre porque es un animal dañino, envidioso y cruel. Otra idea proviene de Darwin: la lucha por la vida, que Pío Baroja traslada de la naturaleza a la sociedad humana. También toma la idea del superhombre de Nietzsche, es decir, de la voluntad que se impone a la circunstancia frente a la moral de los débiles. Pío Baroja prefiere entre sus personajes ideales: 1) el hombre de acción que se rebela contra la sociedad, aunque sin éxito; 2) el hombre de reflexión, cuyo impulso vital está paralizado por la falta de fe en el hombre y en el mundo. El protagonista de El árbol de la ciencia reúne al hombre de acción y al hombre de reflexión. Además de estas dimensiones filosóficas, la novela presenta una vertiente social. El autor nos ofrece una radiografía de la clase social, tanto en la ciudad de Madrid como en el campo. El mundo rural de Alcolea es un mundo inmóvil, presidido por la incultura, la envidia y el caciquismo político. En Madrid, se critica la miseria de las casas de vecinos y las instituciones sanitarias y eclesiásticas. Ante este panorama, el protagonista siente cólera e impotencia porque, para Baroja y para Andrés Hurtado, no hay solución posible. Andrés Hurtado representa el pesimismo absoluto porque la ciencia, en la que confiaba para hacer un mundo mejor y para salvar a su mujer, ha fallado.

Azorín

La vida de Azorín se puede dividir en dos etapas: 1) en la que se nota la influencia de los filósofos alemanes y una conciencia social y crítica con los valores establecidos; 2) durante su madurez, marcada por el conservadurismo. La obra de Azorín se halla más cerca del ensayo que de la novela. En los ensayos Los pueblos y El alma castellana recrea la historia de España, tema de gusto de los autores de la Generación del 98. Sus novelas representan una ruptura con la concepción narrativa del siglo XIX, ya que prescinden casi por completo de la acción y la historia se fragmenta en instantáneas en las que el narrador capta las impresiones que le producen un ambiente social, un paisaje o un personaje. Azorín es un maestro en el análisis de las sensaciones. También es un maestro del estilo. Su lenguaje se define por la claridad, la variedad y precisión de su vocabulario y el empleo de frases sencillas. Sus principales novelas son La voluntad y Doña Inés.

Valle-Inclán

Aunque posee una importante obra teatral, la obra novelística de Valle-Inclán no carece de valor. En sus primeras novelas se nota la influencia del modernismo. La serie de Sonatas (de primavera, de estío, de otoño y de invierno) son consideradas como modelo de la prosa modernista. Están escritas con la forma de unas memorias del protagonista, el marqués de Bradomín. Bradomín representa los valores tradicionales de la nobleza rural y se enfrenta al nacimiento de una sociedad moderna. En su madurez, adoptó una actitud revolucionaria, tanto en su concepción de la literatura como en su posición ante los problemas de la sociedad española. Corresponde a este momento el descubrimiento de una nueva estética, el esperpento, que reúne tragedia y humor grotesco. Tras ensayarlo en su teatro, en la trilogía Martes de carnaval y Luces de bohemia, la aplicará a la novela. Tirano Banderas narra la caída del dictador Santos Banderas, prototipo de los gobernantes hispanoamericanos. El dictador es degradado, conforme a la estética esperpéntica, a la categoría de un animal o de un muñeco. La serie de novelas El ruedo ibérico pretende desenmascarar la corte de la reina Isabel II de España. España se representa como un coso taurino donde se representa el espectáculo eterno.