Desamortizaciones en España: Transformación de la Propiedad Territorial en el Siglo XIX

La novedad de esta desamortización es que los bienes se podían pagar con vales reales. Paralelamente a este proceso, se obliga a reducir el diezmo de la Iglesia, que es sustituido por una nueva contribución (más caudales al Estado). El problema de admitir vales reales al final fue que se venden bienes por valor de 1000 millones, pero se ingresan por caja solamente 100. Con la restauración del Antiguo Régimen, se ordena devolver los bienes a sus antiguos propietarios, sin reintegrarles el dinero.

3ª Desamortización: (1834-1854)

Llamada la desamortización de Mendizábal y Espartero. Tuvo un éxito aparente. En 1833 surgen los problemas de sucesión del rey Fernando VII. Mendizábal ordena la disolución de las órdenes religiosas y consigue vender sus bienes. En 1845 se había conseguido vender ya tres cuartos del patrimonio eclesiástico. Sin embargo, el proceso desamortizador estaba viciado desde el principio. La intención era que hubiera muchos nuevos propietarios de todo tipo. Pero el problema era que se admitió como medio de pago la deuda por su valor nominal y no por el real. Como la deuda estaba notablemente depreciada, los capitalistas consiguen vencer y comprar la gran mayoría de las tierras, en detrimento de los campesinos. Como consecuencia de todo esto, la desamortización no basta para sanear las finanzas públicas, y la deuda en vez de disminuir, aumenta en un tercio. A todo esto hay que sumar el temor de los compradores de que otro cambio de régimen les hiciera devolver las fincas, por lo que los compradores se asientan en posiciones liberales. Los campesinos, al verse perjudicados, se sitúan en posiciones antiliberales. Una gran diferencia con la anterior desamortización fue que en 1823 se exigían los títulos adquisitivos, mientras que en ésta solo se exigen pruebas de propiedad. La supresión del régimen señorial perjudica a los campesinos además por otra vía. Los siervos con tierras se convierten ahora en campesinos libres, pero sin tierras. La aristocracia perdió así sus derechos, pero gana en propiedades. Esto hace que en España se produzca la revolución francesa al revés: son los señores los que implantan el capitalismo en el campo. Los señores son los que apoyan la revolución mientras que los campesinos apoyan la reacción.

4ª Desamortización: (1855-1924)

Se inaugura con la Ley General de 1 de mayo de 1855 o Ley Pascual Madoz y es por duración y volumen de ventas la más importante. Se completa la enajenación de los bienes regulares y seculares y, sobre todo, se declara la venta de los patrimonios de todas las manos muertas. En 1855 los bienes comunes eran intocables, pero se atacan ilegalmente los usos colectivos. Tanto es así que entre 1855 y 1868 la venta de bienes concejales era un medio del total de ventas. Ahora corrigen el error de la anterior desamortización y se exige el pago en metálico o se acepta la deuda a precio de cotización. El destino de la recaudación eran la Hacienda y la construcción del ferrocarril. La deuda negociable se cambia por intransferible endosada a los pueblos. Los municipios se ven muy perjudicados, ya que descienden los recursos financieros locales. Esto provoca una disminución de los servicios públicos y una quiebra de la organización rural española. La desamortización civil coincide con el aumento de la demanda y de los precios. Para producir más se aumentan las roturaciones, con lo que se consiguen más tierras de labor. Los cultivos principales son los cereales y la vid, aunque ya había comenzado antes la expansión de estos cultivos.

La desvinculación de la tierra y las desamortizaciones de Mendizábal en 1836 y la de Madoz en 1855 permitieron que miles de propiedades salieran al mercado y comportaron una profunda modificación de la propiedad territorial. Como resultado, a finales del siglo XIX habían cambiado de dueño miles de edificios y parcelas agrarias, y se habían incrementado y diversificado el número de proveedores. Pero la esperanza del liberalismo progresista de que mediante la desamortización la mayoría de los medianos y pequeños campesinos se convirtieran en propietarios no se consiguió, ya que, a excepción de algunas zonas, compraron tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para adquirirlas. Aunque la desamortización no cumplió las grandes esperanzas de realizar una reforma en profundidad de la estructura de la propiedad, no fue un fracaso del todo, pues cumplió con algunos de sus objetivos. Por tanto, de una forma modesta, se mejoró el rendimiento, más por la expansión del cultivo que por la mejora de las técnicas.