Impacto de la Segunda Guerra Mundial en España
Franco declaró la neutralidad de España al inicio de la Segunda Guerra Mundial, a pesar del apoyo de la Falange, liderada por Serrano Suñer, a la ofensiva alemana. Aunque Franco buscó una alianza con las potencias fascistas para obtener territorios en África, la precaria situación interna y el rechazo de Hitler a las demandas españolas llevaron a la neutralidad oficial. Sin embargo, bajo presión de Mussolini, España se declaró “no beligerante”, ofreciendo apoyo logístico al Eje. La invasión de la URSS fue celebrada por el régimen, que envió la División Azul para apoyar a las tropas alemanas, evidenciando el respaldo tácito a las potencias del Eje.
En 1943, ante el cambio en el curso de la guerra, España volvió a la neutralidad y retiró la División Azul, aunque continuó suministrando wolframio a Alemania. Al finalizar la guerra, el régimen se distanció del fascismo, presentándolo como una estrategia de Franco para resistir las presiones externas.
La presión internacional obligó a Franco a apartar a la Falange del gobierno y acercarse a sectores católicos para mejorar la imagen exterior. Se eliminaron símbolos fascistas y se promulgó una ley para dar una apariencia democrática al régimen. Sin embargo, las críticas internacionales continuaron, destacando el Manifiesto de Lausana de Don Juan de Borbón, que pedía la restauración de la monarquía constitucional, y la condena de la ONU, que aisló a España. Solo Portugal y Argentina mantuvieron su apoyo. El régimen atribuyó la condena a una conspiración judeo-masónica-marxista, pero la Guerra Fría y el anticomunismo de Estados Unidos resultaron cruciales para la supervivencia del franquismo.
Exilio, Represión y Oposición Interna
Con la derrota republicana, miles de españoles se exiliaron en Francia, donde fueron recluidos en campos de concentración. Tras la invasión nazi, muchos se unieron a la resistencia francesa, mientras otros emigraron a América Latina, especialmente a México.
La Ley de Responsabilidades Políticas, promulgada al final de la guerra, criminalizó a los opositores al régimen. Hubo miles de encarcelados, muchos de ellos víctimas de denuncias falsas, y más de 30,000 ejecutados. Se utilizaron cárceles improvisadas en plazas de toros, cines y conventos, en condiciones inhumanas. Además, se depuró la administración pública, especialmente en la educación. El miedo se instaló en la sociedad, y Franco fomentó la división entre “las dos Españas”, premiando a sus seguidores y persiguiendo a los disidentes.
Resistencia Armada y Oposición Política
Tras la Segunda Guerra Mundial, comunistas y anarquistas organizaron guerrillas (maquis) contra el régimen, especialmente en zonas rurales y montañosas. Sin embargo, la falta de apoyo popular y la represión del régimen limitaron su impacto.
Los partidos políticos en el exilio intentaron infiltrarse en ámbitos universitarios, sindicales y laborales. A partir de los años 40, las huelgas y protestas universitarias se convirtieron en la forma más efectiva de oposición al régimen.