Secretos de un Casino
El casino de Madrid, a diferencia del de Ámsterdam, siempre tuvo un ambiente y una estética rancia, con espejos y dorados en las paredes, y una gruesa moqueta isabelina. Para nuestra sorpresa, disponían de muchas mesas de ruleta francesa en vez del sistema americano, más rentable y rápido.
A medida que nos integramos, desarrollamos relaciones con crupieres y clientes habituales. Los casinos suelen pagar parte del sueldo con las propinas, lo que puede llevar a los crupieres a ser hoscos si no reciben un porcentaje de las apuestas. Como jugadores profesionales, no podíamos permitirnos esas turbulencias, así que dejamos de dar propina, lo que generó hostilidades y comentarios despectivos.
Comentarios Despectivos
- “Son niños de papá que vienen a hacerse los interesantes.”
- “No le puedo cambiar las fichas ahora, hay mucha gente.”
- “Seguro que esas pulseras y collares no los ha ganado trabajando.”
- “Querrán que nos fijemos en ellos.”
Solo en Inglaterra o Australia, donde la propina no es obligatoria, nos trataron con normalidad. También hicimos amistad con crupieres más amables y conocimos mejor a los empleados, a quienes Cristian asignó motes para identificarlos.
Personal Directivo
El personal directivo parecía ocupado con carreras, llamadas y reuniones, pero su función real era difícil de precisar. Nos observaban con aire de superioridad, como si pudieran otorgarnos perdón o compasión. En ocasiones, mostraban descompostura ante nuestras ganancias.
Clientes Habituales
La relación con los clientes habituales era variopinta. Aprendimos mucho de ellos, ya que cada uno tenía su sistema de juego. Desde el sistema del espejo hasta apostar al color contrario tras una racha, todos compartían sus teorías mientras nosotros disimulábamos.
Encontramos algunos profesionales con sistemas inteligentes, como el “método de balística” de un esloveno que calculaba dónde caería la bola. También conocimos contadores de cartas y jugadores de póquer.
Organización y Estrategia
Organizamos nuestro trabajo en rotas, con jornadas de ocho horas y un día de descanso, adaptándonos al horario del casino. Cristian aprendió las técnicas de manejo de fichas de los crupieres, lo que nos facilitó el trabajo y le dio fama entre las empleadas.
Código de Conducta
Establecimos un código de conducta: no jugar fuera de la jornada laboral, no revelar el sistema, aparentar pérdidas y evitar conflictos. No nos prohibimos las relaciones personales, lo que llevó a situaciones que modificaron la dinámica del grupo.