1. Crisis Económica y Auge del Socialismo
Ante la crisis económica, los países con fuerte arraigo del parlamentarismo consiguieron integrar en el sistema al socialismo emergente, a través del sufragio universal y de la formación de coaliciones políticas amplias.
En el caso de Gran Bretaña, las industrias tradicionales se habían quedado anticuadas, sus productos eran poco competitivos y sus exportaciones se redujeron. Agravó la situación la guerra en Irlanda, donde los católicos se alzaron en armas contra los británicos. El gobierno británico aceptó la participación de Irlanda. Hubo un fuerte enfrentamiento entre católicos y protestantes que se reprimieron en las huelgas obreras. La acción del Partido Laborista permitió canalizar las demandas populares y reconducir la crisis.
En Francia, la situación de crisis fue más tardía, en la década de los años 30, con protestas obreras y movilizaciones de los sectores más radicales de la derecha. Originó una coalición de comunistas y socialistas en el Frente Popular, dentro del marco parlamentario y democrático. En Suiza, Bélgica y Holanda, la estabilidad se logró a partir de la formación de coaliciones gubernamentales de los partidos liberales, mientras que en los países nórdicos la socialdemocracia desempeñó un papel decisivo.
2. Movimiento Obrero Post Primera Guerra Mundial
Durante la Gran Guerra, el nivel de vida de la clase trabajadora había bajado, los salarios eran inferiores a los de 1913. Al finalizar la guerra, las organizaciones obreras intentaron recuperar esas pérdidas del poder adquisitivo.
Esto fue el origen del movimiento huelguístico que presentó objetivos revolucionarios. Los obreros ocuparon numerosas fábricas y se desarrolló un movimiento de ocupación de tierras de los grandes propietarios. Estos movimientos fueron reprimidos, pero el temor a la bolchevización se extendió entre la burguesía.
La monarquía constitucional atravesaba una situación de fuerte inestabilidad. Entre 1919 y 1922 se sucedieron cinco gobiernos distintos. El régimen constitucional se apoyaba en una coalición de partidos liberales que empezó a verse contestada tanto por el Partido Socialista como por el Partido Popular de inspiración católica.
A esto hay que sumarle el nacionalismo exaltado debido a la frustración por el incumplimiento del Tratado de Londres, en el que se decía que a Italia se le devolverían las tierras irredentas después de la guerra.
4. Ascenso del Fascismo en Italia
El Partido Nacional Fascista demostró que contaba con una buena organización en la huelga de agosto de 1922, convocada por todas las fuerzas de izquierda. Los escuadristas mantuvieron en funcionamiento el servicio de correos, trenes y autobuses. Pero el golpe con el que Mussolini llegaría al poder sería con la Marcha sobre Roma en octubre de 1922. Los fascistas anunciaron que, si el gobierno era incapaz de restablecer el orden y la autoridad, ellos reclamarían el poder. Miles de “camisas negras” ocuparon los edificios públicos de la capital. El gobierno quiso proclamar el estado de excepción el 28 de octubre, pero el rey se negó a firmar el decreto y el gobierno dimitió. Víctor Manuel III pidió a Mussolini que constituyese un nuevo ejecutivo. El monarca decidió entregar el gobierno y los militares a Mussolini. La dictadura fascista fue el resultado de la restricción de las libertades. Un gobierno de coalición entre fuerzas políticas mantuvo la vida parlamentaria, la libertad política y sindical. El viraje definitivo hacia la dictadura fue el asesinato de Matteotti, quien había denunciado los crímenes realizados por los escuadras fascistas y el fraude con el que el Partido Nacional Fascista había conseguido ganar las elecciones. Mussolini asumió plenos poderes y silenció a toda la oposición.
5. Consolidación del Régimen Fascista
Mussolini, el Duce, inició un régimen totalitario. Una ley nombró a Mussolini jefe de Gobierno y le otorgó todos los poderes: nombraba y revocaba a los ministros, legislaba decretos y controlaba todo el poder ejecutivo. La Ley Rocco prohibió todos los partidos y sindicatos, a excepción de los fascistas.
En 1928, el Parlamento pasó a depender del Gran Consejo Fascista, encargado de elegir a sus miembros, y el Parlamento, en 1929, fue sustituido por un órgano consultivo: la Cámara de los Fasci y de las Corporaciones. También se creó una policía política, la Organización de Vigilancia y Represión de los Antifascistas, en la que se perseguía a los opositores del fascismo.
El régimen totalitario supo atraerse a la Iglesia Católica con la que firmó los Pactos de Letrán, que supusieron el reinicio de las relaciones entre la Iglesia romana y el Estado.
Se promovió la remilitarización y se inició una campaña para recuperar los territorios irredentos. La política fascista implicaba la posesión de territorios coloniales en Europa.
7. Inestabilidad en la República de Weimar
La nueva república fue incapaz de crear un sistema político estable. En los primeros años, la república tuvo que hacer frente a los intentos insurreccionales de la derecha y de la izquierda. En 1919, se produjo la Liga Espartaquista, los comunistas pretendían proclamar un gobierno de consejos obreros. El levantamiento fue duramente reprimido.
En 1920, el auge de grupos nacionalistas acusaban al gobierno de traición por haber firmado el armisticio y haber aceptado las condiciones del Tratado de Versalles.
El golpe de Estado de Kapp contaba con el apoyo de un sector del ejército pero fracasó. En 1923, también fracasa el putsch nacionalista llevado a cabo por Hitler, Ludendorff y Hess.
La situación económica era muy difícil. Las deudas de las guerra y las fuertes reparaciones que Alemania debía pagar originó un aumento de la inflación. Las personas que vivían de capitales fijos se arruinaron y las pequeñas empresas tuvieron que cerrar, provocando subida del desempleo.
8.En las elecciones de 1932, salieron elegidos 196 diputados nazis y 100 comunistas. Ante el resultado, las fuerzas conservadoras prefirieron llegar a un acuerdo con Hitler y éste, en 1933, fue nombrado como Canciller en un gobierno de coalición.
Las razones del éxito de los nazis hay que buscarlas entre el apoyo de las clases medias, los campesinos arruinados y el paro. Su nacionalismo hizo ganar adeptos entre los militares y antiguos combatientes y entre la burguesía, que deseaba un poder fuerte. Hitler era un defensor del orden frente al comunismo, además, Hitler contaba con el apoyo de la industria y de las finanzas. La construcción del Estado autoritario se inició el mismo año cuando Hitler consiguió del presidente Hindenburg disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones. Un decreto del gobierno prohibió la prensa y las reuniones de los opositores. El 27 de marzo se produjo el incendio del Reichstag. El atentado sirvió de excusa para suspender las libertades individuales y para restablecer la pena de muerte. Hitler obtuvo el apoyo de los diputados del Centro Católico para que el Parlamento le concediese plenos poderes. La concentración de poderes en manos de Hitler se completó cuando después de la muerte de Hindenburg, acumuló funciones de canciller y presidente, y se proclamó Führer y canciller del Reich.
9.La principal preocupación del los nazis era convertir a Alemania en una gran potencia mundial. Se implantó un fuerte dirigismo estatal como objetivo de conseguir la autarquía económica. Para ello se elaboró un Plan Cuadrienal de autoabastecimiento económico y fomento de un a industria de sustitución, capaz de producir todas las materia que el Reich no poseía en cantidad suficiente. El Estado pasó a ejercer un fuerte control sobre los precios y los salarios para detener la inflación, realizando fuertes inversiones e iniciando numerosos planes de obras públicas para acabar con el paro. Se dio prioridad a la industria pesada especialmente a la de armamento. En 1939, Alemania se convirtió en la segunda potencia industrial del mundo. Para ello fue necesario mantener unos salarios bajos, la capacidad adquisitiva de los obreros se estancó y unas largas jornadas laborales (10 horas). El comercio exterior se paralizó y el déficit exterior alemán se mantuvo a pesar de la autarquía. La política nazi reafirmó algunos de los rasgos importantes del capitalismo alemán. Así, se aceleró el proceso de concentración de capital y los beneficios de las empresas.