Guerra de la Independencia: Comienzos
Mientras se desarrollaban los eventos de Bayona, se inició en España el levantamiento popular. El 2 de mayo, el pueblo de Madrid se alzó de forma espontánea contra la presencia francesa. Aunque fue duramente reprimido por el ejército francés, el ejemplo se extendió por todo el país, y la población se levantó contra el invasor en un movimiento de resistencia popular.
Causas
Las causas de la Guerra se sitúan dentro del proceso general de crisis del Antiguo Régimen, con el fin del reinado de Carlos IV y el gobierno de Godoy. Esta crisis se aceleró con la invasión de España por tropas napoleónicas, en virtud del Tratado de Fontainebleau, y las humillantes abdicaciones de Bayona (de Carlos IV y Fernando VII), que dejaron el trono de España en manos de José Bonaparte. Esta situación se alcanzó tras la política de alianzas con Francia, promovida por Godoy, después de la derrota que sufrió España, junto a otras monarquías absolutistas en coalición, frente a la Francia revolucionaria.
Consecuencias
Las consecuencias de la guerra fueron devastadoras:
- Pérdidas demográficas: con más de un millón de muertos (10% de la población).
- Pérdidas económicas y destrucción: abandono de tierras, destrucción de caminos, puentes…
- Expólio y destrucción del patrimonio histórico-artístico.
- Consecuencias morales y psicológicas: crueldad, venganzas… Surge un nuevo tipo de militar y guerrillero, decisivo en el futuro acontecer político.
- Consecuencias políticas: una auténtica revolución, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, el enfrentamiento entre liberales y absolutistas, la descomposición del Antiguo Régimen y el estímulo a la emancipación de las colonias americanas.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Las abdicaciones de Bayona habían creado un vacío de autoridad en la España ocupada. A pesar de que los Borbones habían ordenado a las autoridades que obedecieran al nuevo rey José I, muchos españoles se negaron, al considerarla una autoridad ilegítima. Para llenar ese vacío y organizar la insurrección contra los franceses, se organizaron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía. Estas juntas sintieron la necesidad de coordinarse, y en septiembre de 1808, se constituyó la Junta Central que, en ausencia del rey legítimo, asumió la totalidad de los poderes soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno. La Junta Central convocó la reunión de Cortes extraordinarias en Cádiz, iniciando el proceso revolucionario. En enero de 1810, la Junta cedió el poder a una Regencia, sin paralizar la convocatoria de Cortes. La celebración de las elecciones en situación de guerra propició que se reunieran unas Cortes con preponderancia de elementos burgueses y cultos, procedentes de las ciudades comerciales del litoral. Las sesiones comenzaron en septiembre de 1810, formándose dos grupos de diputados enfrentados:
- Liberales: partidarios de reformas revolucionarias, inspiradas en los principios de la Revolución Francesa.
- Absolutistas o “serviles”: partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, sociedad estamental, economía mercantilista).
La mayoría liberal, aprovechando la ausencia del rey, inició la primera revolución liberal burguesa en España, con dos objetivos: adoptar reformas para acabar con las estructuras del Antiguo Régimen y aprobar una Constitución. Las principales reformas fueron:
- Libertad de imprenta (1810).
- Abolición del régimen señorial: supresión de los señoríos jurisdiccionales. Sin embargo, la nobleza mantuvo la propiedad de casi todas sus tierras.
- Supresión de la Inquisición (1813).
- Abolición de los gremios. Libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación (1813).
- Tímida desamortización de algunos bienes de la Iglesia.
El Reinado de Fernando VII
Durante el reinado de Fernando VII se plantearon muchos de los problemas que arrastraría España durante el siglo XIX. El conflicto entre el Antiguo Régimen y el Liberalismo se agravó a su muerte, provocando la I Guerra Carlista (1833-1840). El reinado se divide en tres períodos:
Sexenio Absolutista (1814-1820)
Fernando VII fue aclamado como “el Deseado” al entrar en España el 24 de marzo de 1814. Un sector de la nobleza le presentó el Manifiesto de los Persas (Valencia, 12 de abril de 1814), pidiendo la vuelta del Antiguo Régimen. El rey firmó un decreto el 4 de mayo de 1814, derogando la obra legislativa de las Cortes de Cádiz y restaurando el absolutismo. La situación de España era dramática: un país empobrecido por la guerra, con infraestructuras y economía destruidas, y una grave crisis demográfica.
Trienio Liberal (1820-1823)
Riego se pronunció el 1 de enero de 1820 con el ejército que debía embarcar para sofocar la revuelta americana. Fernando VII juró la Constitución de 1812 el 10 de marzo. Surgieron divisiones entre moderados (doceañistas) y exaltados (veinteañistas).
La Década Ominosa (1823-1833)
Fernando VII inició una política errática, apoyándose en diferentes grupos políticos. La sociedad seguía en crisis, con baja renta per cápita y atraso en agricultura, industria y comercio.
El Reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)
Amadeo I de Saboya fue designado Rey de España el 16 de noviembre de 1870. El asesinato de Prim antes de su llegada marcó la inestabilidad política. El reinado se caracterizó por seis gabinetes en dos años. Republicanos, demócratas, isabelinos y carlistas se opusieron al nuevo monarca.
La Guerra Civil Española (1936-1939)
Tras las elecciones municipales de 1931, Alfonso XIII abandonó el país, instaurándose la Segunda República. En 1936, España estaba en un ambiente de inestabilidad social. El 18 de julio, el general Franco se sublevó contra la República. La guerra tuvo repercusión internacional, con apoyo de Alemania e Italia a los sublevados y de la URSS a la República. En 1939, la República fue derrotada, instaurándose una dictadura liderada por Franco hasta 1975.