Arte y Arquitectura del Barroco Español: Siglo XVII y XVIII

El Barroco Español: Siglo XVII y XVIII

El siglo XVII, conocido como el Siglo de Oro en España, presenció una paradoja: la decadencia política y económica coincidió con un florecimiento excepcional de la literatura y las artes plásticas. Los últimos reyes de la Casa de Austria vieron disminuir sus posesiones europeas y gobernaron a través de validos, en medio de una grave y persistente crisis económica. Con el fin del siglo, también llegó el fin del reinado de la Casa de Austria en España. El siglo XVIII marcó un cambio político trascendental. La llegada de los Borbones trajo consigo, además de la influencia francesa, un mayor centralismo, la revitalización económica, la internacionalización de la actividad artística y un giro en los gustos hacia el clasicismo.

Arquitectura Barroca Española

Durante el siglo XVII, la actividad constructiva se vio limitada, los presupuestos se redujeron y las obras sufrieron interrupciones frecuentes debido a la falta de fondos. La mayoría de las construcciones del siglo fueron religiosas y de pequeña escala. La escasez de recursos fue una constante. El ladrillo, la mampostería o el tapial se utilizaron en numerosas obras, incluso para la construcción de bóvedas. La piedra se reservó para las fachadas con el objetivo de conferir cierta solemnidad a los edificios.

La influencia del monasterio de El Escorial se extendió al nuevo siglo, dando lugar a una preferencia por los grandes volúmenes, la austeridad ornamental y el uso de pináculos escurialenses, como se puede apreciar en el convento de la Encarnación.

La pobreza de los materiales empleados y el deseo de ocultarla fueron las razones del progresivo desarrollo de la ornamentación, que gradualmente fue ganando terreno a la austeridad escurialense. Esto se observa en la fachada del Hospicio de Madrid o en la de la Universidad de Valladolid.

La evolución del estilo barroco se basó en la acentuación del elemento ornamental, en lugar de la búsqueda del movimiento y la predilección por los materiales nobles característicos del barroco italiano. Este gusto por lo ornamental permite distinguir diferentes focos:

  • Foco castellano: Destacó por la utilización de molduras, baquetones, estípites y vanos ovales. (Ejemplo: Fachada de la Plaza Mayor de Salamanca).
  • Foco andaluz: Predominaron las columnas salomónicas, los cortinajes y una decoración minuciosa y variada que recorre las fachadas. (Ejemplo: Colegio de San Telmo, Sevilla).
  • Foco compostelano: Buscó el efecto ornamental a través de los resaltes de placas y de los recortes en los propios elementos constructivos. (Ejemplo: Fachada de la iglesia de Santa Clara).

Algunos arquitectos también fueron los responsables de diseñar los retablos del interior de las iglesias barrocas. Los retablos buscaban contrarrestar la pobreza de los materiales empleados y mostrar la grandeza de Dios. Benito Churriguera, Fernando de Casas y Novoa o Juan de Berroeta fueron algunos retablistas y arquitectos famosos.

Urbanismo y Palacios

Desde principios del siglo XVII surgió en la Península un interés por la organización de los espacios, como se puede observar en las plazas mayores. Todas ellas se concibieron como amplios espacios rectangulares rodeados por viviendas que se levantan sobre una zona porticada y que se comunican con el resto de la ciudad a través de una serie de arcadas situadas en los extremos. Estos espacios estaban diseñados para servir como lugar de reunión y esparcimiento de los ciudadanos, así como punto de encuentro entre los reyes y su pueblo. En algunos casos, se colocó en el centro la figura ecuestre del monarca, como en la Plaza Mayor de Madrid (Juan Gómez de Mora). La preocupación urbanística fue una constante a lo largo del período.

Lo que realmente caracterizó a la arquitectura civil hispana del siglo XVIII fueron las grandes construcciones palaciegas que la dinastía de los Borbones edificó a su llegada a España.

El primero de ellos fue el palacio de la Granja. Situado en un lugar apartado, fue concebido como lugar de retiro para que el monarca pudiera disfrutar de la naturaleza. En 1734, un incendio destruyó el Alcázar de Madrid, residencia de los monarcas. La reconstrucción fue llevada a cabo por Felipe Juvara. El resultado fue un edificio rectangular organizado en torno a un patio interior. El nuevo Palacio Real muestra un gusto por la policromía, que se logra mediante el juego de materiales y texturas. El más llamativo de los palacios borbónicos es el Palacio de Aranjuez, encargado por Fernando VI. El trazado urbanístico fue obra de Santiago Bonavía y se organizó a partir de dos centros diferenciados: el palacio y la iglesia de San Antonio.