El Antiguo Régimen
Durante el Antiguo Régimen, la agricultura era la principal fuente de riqueza. Todas las tierras pertenecían al rey y a la nobleza, quienes las dividían en mansos y las prestaban a cambio de impuestos señoriales (alimentos). La agricultura era de subsistencia, es decir, se producía para sobrevivir. La ganadería era muy escasa debido a la poca disponibilidad de productos agrícolas para alimentar a los animales.
Esta situación provocó un estancamiento de la población. La falta de alimentos provocó un aumento de la mortalidad y una disminución de la natalidad. El trabajo era doméstico y se organizaba en gremios, que eran agrupaciones de trabajadores de un mismo oficio. Los transportes eran escasos.
El Antiguo Régimen se dividía en estamentos: los privilegiados (nobleza y clero) y los no privilegiados (campesinos, burgueses y artesanos).
¿Por qué la burguesía reclama derechos?
La burguesía, a pesar de ser el grupo económico más dinámico de la sociedad, formaba parte del estamento no privilegiado. Por ello, reclamaba sus derechos para acceder al grupo de los privilegiados. La sociedad estamental era rígida, lo que impedía el ascenso social.
El rey tenía el poder absoluto, de carácter divino, y contaba con un consejo de estado cuyos miembros eran nombrados por él. En 1649, tras la Revolución Inglesa, se acaba con la monarquía absoluta y se crea una monarquía parlamentaria, donde el poder del rey es limitado y el parlamento también toma decisiones.
Más adelante, se elimina la sociedad estamental y se crea la sociedad de clases, basada en el patrimonio económico. Este cambio permitió el ascenso social de la burguesía.
La Revolución Industrial
La Revolución Industrial trajo consigo una revolución agrícola que aumentó la producción de alimentos. Se introdujeron nuevas máquinas y métodos de cultivo, como el sistema Norfolk. También se produjo un aumento de la población, con una mayor natalidad y esperanza de vida.
El trabajo artesanal fue sustituido por el sistema fabril, impulsado por la invención de máquinas como la lanzadera volante, nuevas hiladoras, telares mecánicos, la energía hidráulica y la máquina de vapor.
Surgieron nuevas fuentes de energía: el carbón y el hierro. El carbón se utilizó para el transporte y el hierro para las infraestructuras. Los nuevos medios de transporte fueron el ferrocarril, la máquina de vapor y el barco de vapor, lo que provocó un aumento del comercio tanto a nivel nacional como internacional.
Consecuencias de la Revolución Industrial
El crecimiento industrial provocó un aumento de trabajadores en los núcleos urbanos. Muchas personas abandonaron el campo y emigraron a las ciudades para trabajar en las fábricas. La burguesía emigraba a barrios residenciales con mejores condiciones (iluminación, alcantarillado), mientras que la población llana emigraba a barrios obreros sin planificación ni servicios básicos.
Capitalismo y Liberalismo Económico
El liberalismo es el conjunto de transformaciones ideológicas y políticas que se produjeron en Europa y América entre finales del siglo XVIII y el fin del Imperio Napoleónico (1815). Conformó una corriente ideológica y una doctrina política y económica.
En la sociedad, el liberalismo se caracteriza por la igualdad legal, la abolición de privilegios y las libertades individuales. En el ámbito político, el liberalismo defiende el fin del absolutismo, la soberanía nacional y la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial).
La Revolución Francesa
En Francia, a finales del siglo XVIII, se produjo una subida de los precios y un auge de los negocios y la industria. La burguesía obtenía elevados beneficios, pero se enfrentaba a las reglamentaciones que interferían con el libre comercio y la libre producción. La ordenación estamental les impedía acceder al poder político. Animados por las ideas ilustradas, reclamaban cambios políticos.
Frente a la burguesía, una poderosa aristocracia se aferraba al modelo feudal. Los privilegiados se vieron afectados por el aumento de precios, ya que vivían de rentas, y se esforzaron por consolidar sus privilegios.
Una grave crisis económica complicó la situación. Hubo malas cosechas, el alza de los precios agrícolas provocó malestar y hambre en el pueblo, y el cierre de talleres y fábricas elevó el paro. Las finanzas reales estaban en situación de déficit debido a que la aristocracia no pagaba impuestos.
La Restauración
Después de la era napoleónica, las grandes potencias se reunieron en el Congreso de Viena. El objetivo fundamental era volver a la situación anterior a la Revolución Francesa.
El retorno al absolutismo se fundamentó en el rechazo de la revolución y el legitimismo, que reconocía el derecho de las monarquías hereditarias a recuperar el trono. En Francia, Luis XVIII promulgó una carta otorgada que reconocía algunos derechos políticos y el funcionamiento de dos cámaras con atribuciones limitadas.
El Movimiento Obrero
A mediados del siglo XVIII, las libertades de producción permitieron la creación de nuevas manufacturas al margen de la reglamentación gremial, y los antiguos artesanos perdieron sus privilegios. Los artesanos se transformaron en proletarios, carentes de propiedad salvo su fuerza de trabajo, que eran contratados en las fábricas a cambio de un salario.
El trabajo asalariado configuró una nueva clase obrera que se consolidó hacia 1820, con el inicio de la era de la fábrica. Estos cambios provocaron conflictos y surgieron asociaciones de trabajadores (artesanos) en vías de proletarización. La intervención del Estado ante la formación de sociedades obreras adquirió un carácter represivo.
Al mismo tiempo, se desarrollaron movimientos radicales, herederos de la Revolución Francesa, que propugnaban reformas democráticas.
Cerca de Nottingham, el ejército reprimió con violencia una manifestación de trabajadores que se quejaban de la anchura de los telares. Como protesta, fueron quemados 60 telares. La destrucción se asoció al Capitán Ned Ludd, cuyo nombre se utilizó para firmar cartas de amenaza a los propietarios de máquinas. El ludismo se extendió a las regiones industrializadas de Inglaterra y del continente europeo, desde Gran Bretaña hasta Alcoy.
El Socialismo Utópico
Frente a la emergente sociedad capitalista, producto de la Revolución Industrial, surgieron voces críticas que denunciaban las injusticias del nuevo sistema. En el siglo XIX, se formularon propuestas innovadoras que configuraron el socialismo utópico.
Babeuf y Blanqui pensaban que la igualdad social solo podía alcanzarse mediante la acción violenta de una minoría que impusiera una sociedad revolucionaria.
Charles Fourier defendió la creación de falansterios, agrupaciones comunitarias donde la propiedad era colectiva y hombres, mujeres y niños compartían tareas. Étienne Cabet diseñó Icaria, un país donde se realizaba el sueño comunista. Robert Owen defendió la organización de los trabajadores en cooperativas sin propietarios ni salarios.