El Elsinor de Cunqueiro
Antes de que empiece la historia en sí, Cunqueiro hace una preciosísima descripción de Elsinor, el castillo del reino de Dinamarca, que es de por sí solo ya un cuento: una floresta salvaje que entra mar adelante, sometido a tormentas que quiebran el reino en islas. No hay flores, ni rosas ni pájaros, sólo tierras bajas, llenas de lama y barro donde tan sólo vuelan patos salvajes. Elsinor es más ciudad que castillo, tiene un puerto, un mercado, iglesia… leguas de corredores y miles de escaleras que van y vienen, suben y bajan formando lo que es propiamente el castillo.
Los Hardrada
Reinan en Dinamarca los Hardrada: son mercuriales, perezosos, maliciosos, desconfiados: no hay un Hardrada que no tenga visto un fantasma ni descubierto una conspiración. El primer rey, Guda, dispuso que el trono e incluso la cama nupcial tuviera forma de nave, y siempre tenía gente para que lo mecieran cuando se sentaba o acostaba para no perder la costumbre del mecerse en aguas libres. Pero estas gentes eran tan avaras que para que no saliera el dinero de las arcas comenzaron a casar entre ellos, y así vino la flaqueza a la sangre.
La caída de los Hardrada
Cuando el rey Olaf declaró la guerra a Bohemia, todos en el reino pensaron que volvían los viejos tiempos; era un rey justo que bajaba al muelle para mirar las naves llevando de la mano al príncipe Hamlet. Pero de repente vino la caída de la estirpe de los Hardrada por culpa de un crimen.
El Coro y Hamlet
Se abre el telón y el Coro nos dice que es Elsinor un lugar de tanto viento que todo tiene que estar dentro: gentes, ganado, jardines… Es por culpa del viento que nunca pueden salir, es por esa razón que en Elsinor son todos de pálida piel. Pero ocurre también que entre las paredes de Elsinor están todos demasiado juntos, demasiado apretados: un hombre es él mismo y a la vez una muchedumbre que arrastra por los corredores sus propios sentimientos, los sueños, las inquietudes, la ira, ambición o lujuria, también el miedo.
El Coro se presenta a Hamlet cuando éste pregunta quién es. Y fiel a su propia definición, el Coro comienza en seguida encizañando a Hamlet, haciéndole ver que todo el tiempo ha sido un puñal en brazos de su padre, el rey, que siempre ha sospechado de la infidelidad de la reina Gerda con Halmar. Sentaba el rey a Hamlet en sus rodillas, le pasaba la mano sobre la cabeza, lo cogía por la barbilla… dice Laertes, y el Coro sigue encizañando. Llegado el momento matará, sí, matará porque el otro está también en su camino.
Los cómicos de Italia
Llegan los cómicos de Italia a los que Hamlet encomienda una especial representación: una historia de amor.
Un punto de humor de Cunqueiro en la escena en la que los actores aparecen ensayando la obra y Arlequín dice: “A saber si esta historia es verdadera y no un romance”.
Los cómicos siguen con sus ensayos y los diálogos se vuelven tan íntimos y suben tanto de tono que en determinado momento Pantalone, llega a decir que no podrían representarse en las tablas de Italia.
Hamlet y la reina Gerda
Los diálogos entre Hamlet y la reina Gerda son preciosos, cuando la reina acepta que hubo de escoger entre dos amores, el rey o su hermano Halmar, que eligió a Halmar, y ahora, también sin Halmar, nada impide su relación con Hamlet por cuanto la historia de Dinamarca no reconoce incesto en el matrimonio de una madre y su hijo. Hamlet le promete que no la dejará envejecer, que todo cuanto precise para evitarlo él se lo dará, de cuerpo y de alma. Pero tienen que pensar, quizá la gente de Dinamarca no recuerde ya cuando la madre se casaba con el hijo, la hermana con el hermano…
El final de Hamlet
Hamlet alcanza el puñal que oculta, lo desenvaina y se lo clava a la reina. Y la reina resbala hasta el suelo… Y para resumir el final, Hamlet, ungido rey con su propia sangre, y con un último recuerdo para Ofelia, sube por la escalera de caracol y se cuelga del cuello utilizando una áspera soga de Tarragona. Son sus últimas palabras: “¡Fan agora tan ásperos espartos!”. Y Hamlet muerte, en palabras de Cunqueiro, sin estrenarse como rey ni como hombre.
La visión de Cunqueiro
Con este Don Hamlet no pretende Cunqueiro rehacer, modernizar ni dilucidar el mito de Hamlet. Por razones que no quiere explicar, se hizo unas preguntas para las que prefirió las respuestas de su cosecha, de su propia imaginación… En una nota final de esta edición, Cunqueiro reconoce que lo que más le dolió/molestó cuando se publicó esta pieza en 1959 fue que más de uno considerase su Don Hamlet una simple parodia del Hamlet de Shakespeare, cuando lo cierto es que él, desde muy joven, tiene como libro de cabecera las obras del gran dramaturgo. Además de que deberían haberse dado cuenta de quién es él, Cunqueiro, como escritor y como poeta.