El Bienio Radical-Cedista (1933-1935)
Introducción
En las elecciones de 1933, la CEDA de Gil Robles se convirtió en el partido más votado, pero sin obtener la mayoría absoluta. Esto obligó a la CEDA a aliarse con el Partido Radical de Lerroux para formar gobierno. Las discrepancias internas entre ambos partidos provocarían una gran inestabilidad gubernamental durante este periodo. Lerroux ocupó el cargo de jefe de gobierno entre 1933 y 1934, ya que Alcalá Zamora, presidente de la República, se resistía a entregar el poder a la CEDA, un partido que no reconocía plenamente la legitimidad de la República. Finalmente, la CEDA entró en el gobierno en 1934, dando inicio al bienio radical-cedista, una coalición que se mantuvo en el poder hasta 1935. Este periodo se caracterizó por un marcado conservadurismo y la anulación de las reformas sociales, económicas y autonómicas impulsadas durante el primer bienio republicano.
Revisión de las Reformas Progresistas
Durante el bienio radical-cedista, se implementaron una serie de medidas que revirtieron las reformas progresistas del periodo anterior:
- Se aprobó una Ley de Amnistía para los sublevados con Sanjurjo en 1932, incluyendo a militares implicados en la intentona golpista.
- Se aprobó un presupuesto para el clero católico y se derogó la Ley de Congregaciones, favoreciendo la influencia de la Iglesia.
- Se revisó la reforma agraria, anulando las expropiaciones, suprimiendo las mejoras salariales y laborales de los campesinos, y recortando el presupuesto destinado a su aplicación.
- El gobierno se enfrentó a la Generalitat de Cataluña, declarando inconstitucional la Ley de Contratos de Cultivo y oponiéndose a la aprobación del Estatuto Vasco.
En contraste con estas medidas regresivas, se pueden destacar tres actuaciones positivas del bienio:
- La aprobación de la ley de arrendamientos rústicos.
- La promoción de viviendas de alquiler.
- La implementación de una política de obras públicas.
Radicalización Sociopolítica: La Revolución de Octubre de 1934
La paralización de las reformas y las consecuencias de la crisis económica internacional favorecieron un aumento de la agitación social en España. La política agraria del gobierno desencadenó numerosas huelgas campesinas que fueron duramente reprimidas. En Cataluña y el País Vasco, la actitud antiautonómica del gobierno provocó un aumento de la tensión política y social.
En este ambiente de agitación, la entrada de la CEDA en el gobierno en 1934 fue el detonante de una huelga general convocada por la mayor parte de las organizaciones obreras para el 5 de octubre de 1934. En la UGT, las tesis de Largo Caballero, favorables a la vía insurreccional y contrarias a la colaboración con la izquierda burguesa, cobraban fuerza. Los comunistas, por su parte, se integraron en la Alianza Obrera (comités conjuntos UGT-CNT) y se acercaron a los socialistas.
La huelga tuvo un seguimiento desigual y fue reprimida con dureza por el gobierno, que declaró el estado de guerra. Solo en Cataluña y Asturias la insurrección triunfó momentáneamente.
- En Cataluña, Lluís Companys proclamó el Estado Catalán dentro de una República Federal Española. Los miembros del gobierno autónomo fueron encarcelados y el Estatuto de Autonomía, suspendido.
- En Asturias, la huelga se convirtió en una auténtica revolución. Miles de obreros armados ocuparon la mayor parte de la región y organizaron comités revolucionarios. La intervención del ejército y la Legión, al mando del general Franco, aplastó el movimiento tras una encarnizada lucha.
La Crisis del Gobierno Radical-Cedista
La dura represión de la Revolución de Octubre de 1934 generó una reacción en la opinión pública favorable a la izquierda. La actitud impune de la patronal, que se oponía a las reformas sociales, acentuó la tendencia a la unión entre las organizaciones obreras para defender sus derechos.
Durante 1935, la política del gobierno se volvió aún más reaccionaria, paralizando la reforma agraria y reduciendo el presupuesto de educación. El enfrentamiento entre la derecha y la izquierda provocó una creciente polarización social y política en España, influida también por la situación internacional y el auge de los fascismos en Europa.
La extrema derecha se fortaleció, con organizaciones como el Bloque Nacional y la Falange Española de la JONS que se oponían a la CEDA por considerarla demasiado moderada. La violencia política se adueñó de las calles, protagonizada especialmente por las organizaciones juveniles de estos grupos.
En este clima de tensión, el gobierno conservador se vio envuelto en una grave crisis de corrupción que afectaba al Partido Radical. Alcalá Zamora nombró jefe de gobierno a Portela Valladares, quien convocó nuevas elecciones.
La Victoria del Frente Popular
Ante la convocatoria electoral, los partidos republicanos de centro-izquierda, los socialistas, los comunistas y los disidentes del POUM suscribieron un pacto para formar el Frente Popular, siguiendo la estrategia que se estaba desarrollando en otros países europeos para frenar el avance del fascismo. La CNT, aunque no se integró en el Frente Popular, recomendó a sus afiliados votar a la coalición.
La derecha, por el contrario, se presentó desunida a las elecciones, con una campaña electoral muy agresiva. El Frente Popular obtuvo la victoria en las elecciones de febrero de 1936 y retomó la tarea reformista iniciada en el primer bienio, pero en un contexto de gran deterioro de la convivencia social.
Continuación del Reformismo
El nuevo gobierno fue presidido por Manuel Azaña. En mayo de 1936, Alcalá Zamora fue destituido como Presidente de la República y sustituido por el propio Azaña. Casares Quiroga se encargó de presidir el gobierno.
El gobierno del Frente Popular retomó las reformas del primer bienio:
- Se concedió una amnistía política a los presos de la Revolución de Octubre de 1934.
- Se restituyó la Generalitat de Cataluña y se impulsó la aprobación de otros estatutos de autonomía.
- Se impulsó la reforma de la enseñanza y la reforma agraria.
Conclusión
Pronto surgieron diferencias internas entre los partidos que formaban el Frente Popular. En el PSOE y la UGT se impuso la estrategia revolucionaria defendida por Largo Caballero, mientras que el Partido Comunista abogaba por el apoyo al gobierno republicano. La CNT, por su parte, continuó impulsando la movilización social y las acciones revolucionarias.
El gobierno se mostró incapaz de frenar la espiral de violencia política e imponer medidas de consenso que solucionaran la profunda crisis social que atravesaba España. El equilibrio democrático se desestabilizó rápidamente.
En 1936, la confrontación política se intensificó. La violencia procedía de ambos bandos. Un sector del ejército preparaba una conspiración militar para derrocar al gobierno. El asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo fue vengado por un grupo de compañeros con el asesinato de José Calvo Sotelo, líder de la oposición monárquica. Este acontecimiento fue el detonante del golpe militar del 17 de julio de 1936, que, al fracasar en su intento de tomar el poder rápidamente, desembocó en la Guerra Civil Española.