Análisis de la Constitución Española de 1869
Clasificación y Encuadre
Se trata de una selección de artículos de la Constitución de 1869, aprobada/promulgada el 1 de junio de dicho año y considerada como la primera Constitución democrática de España.
El autor, como en toda Constitución, es una comisión de juristas y políticos que se encargan de la redacción del texto constitucional, que deberá ser aprobado por las Cortes.
El destinatario es público: el pueblo español.
Es una fuente primaria y directa, de naturaleza jurídica o legal y temática política, esencial para el conocimiento de la evolución política de España en ese período. Consta de un preámbulo, 112 artículos distribuidos en 11 títulos y 2 disposiciones transitorias (extensión media).
Se enmarca históricamente en el inicio del Sexenio Democrático. Tras la revolución de 1868 y el exilio de la reina Isabel II, el general Serrano, presidente del gobierno provisional, convoca elecciones a Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino.
Esta Constitución tendrá vigencia desde su aprobación en 1869 hasta el final del Sexenio Democrático, tras el golpe de Estado del general Pavía (enero de 1874).
Análisis
Es una Constitución claramente liberal y democrática. Como manifiesta en el encabezamiento, esta Constitución está aprobada por unas Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal (masculino) que actúa en nombre de la Nación española. Se recoge así el principio de soberanía popular.
Esto significa el triunfo de los sectores más progresistas del arco parlamentario.
Los artículos 16, 17 y 21 recogen una amplia declaración de los derechos y libertades de los ciudadanos, la más extensa hasta entonces. Dentro de la ideología liberal, se pretende establecer un marco apropiado para el desarrollo de la libertad de los ciudadanos, evitando situaciones de autoritarismo gubernamental, como las ocurridas en la época de los gobiernos moderados de Isabel II.
Contexto Histórico
El éxito de la Revolución de 1868 (la “Gloriosa”) daría lugar al destronamiento de Isabel II y su exilio a Francia, y al nacimiento de una nueva constitución. En octubre de 1868 se constituyó un gobierno provisional, con la exclusión de los demócratas, bajo la presidencia de Serrano y con destacados progresistas (Prim, Ruiz Zorrilla, Sagasta) al frente de varios ministerios. Este gobierno convocó poco después elecciones a Cortes constituyentes por sufragio universal masculino. El proceso fue relativamente limpio, votó el 70% del electorado y triunfó la coalición gubernamental, dominando así los debates y las votaciones en las Cortes que elaboraron la Constitución, la primera democrática de España. Dicha Constitución, de ideología liberal y democrática, establece como régimen la monarquía democrática.
Una vez aprobada, y teniendo en cuenta que se mantenía la institución monárquica, el general Serrano fue elegido regente provisionalmente y el general Prim, jefe del gobierno. La búsqueda de un nuevo monarca para España fue la primera y principal tarea que afrontó este gobierno.
Como la elección de rey se complicaba y Prim se oponía a que ningún Borbón ocupase el trono (recordemos el Pacto de Ostende en 1866), las Cortes escogieron finalmente a Amadeo de Saboya.
Conclusión
Como toda fuente primaria, el documento tiene gran importancia para el conocimiento del momento histórico (Sexenio Democrático o Revolucionario) y, especialmente en este caso, ya que se trata de la primera Constitución democrática española y la más liberal de todas las redactadas hasta entonces.
El objetivo de esta Constitución fue construir el entramado legal para que en España se consolidase un auténtico régimen democrático bajo la forma de monarquía (liberalismo radical frente al doctrinario de la época anterior).
Su defensa de la monarquía no satisfizo a amplios sectores republicanos; el descontento popular produjo una fuerte conflictividad social, que se mantuvo a lo largo de todo el Sexenio. La elección de Amadeo de Saboya como nuevo rey fue rechazada por ciertos sectores del ejército.
La renuncia de Amadeo de Saboya (11 de febrero de 1873) ante las dificultades para consolidar el sistema, abrió paso a la proclamación de la Primera República, que iniciaría la elaboración de un nuevo texto constitucional de acuerdo con el nuevo sistema político, aunque la Constitución de 1869 continuaría en vigor al no llegar a ser aprobado el proyecto republicano.
La debilidad de las fuerzas políticas democráticas, el acoso de fuerzas antiliberales como el carlismo, la falta de apoyo de la burguesía (partidaria en su mayoría del liberalismo censitario) y la decepción de las clases populares, que exigían la satisfacción de sus necesidades básicas (derechos sociales, salarios, trabajo…), acabaron por provocar su fracaso y, con él, el fin del Sexenio Revolucionario.