La Crisis del Antiguo Régimen en España (1808-1814)

La Crisis del Antiguo Régimen en España

La Crisis de 1808

A pesar de las reformas de los ilustrados en el periodo de Carlos III, España seguía teniendo la antigua sociedad estamental en la que la nobleza y el clero controlaban el poder político y disfrutaban de leyes y tribunales propios. Las tierras estaban amortizadas y vinculadas al mayorazgo, por lo tanto, se encontraban en manos muertas.

A pesar de todo, este sistema estaba siendo cuestionado por la propiedad privada libre, la liberalización de actividades económicas, el ascenso de la burguesía (que crecía con el poder económico) y las críticas del pensamiento ilustrado.

El Reinado de Carlos IV (1788-1808)

El reinado de Carlos IV se caracterizó por una profunda crisis que se manifestó en diferentes ámbitos:

  • Crisis económica: La caída de la agricultura provocó un gran malestar social, afectó a las manufacturas y dio lugar a la fiebre amarilla.
  • Crisis política: Motivada por los acontecimientos en Francia, supuso el freno de las políticas reformistas de Carlos III, la reactivación de la Inquisición, el fin de los Pactos de Familia y la alianza con el Reino Unido. Con la llegada de los notables, España se reconcilió con Francia, garantizando no agredir a la reciente república. Esta situación conllevó a que el Reino Unido volviera a presionar contra los intereses de España en América y a la derrota de Trafalgar. La política exterior de Carlos IV fue dirigida por Godoy, cuya política profrancesa suscitó una mayor oposición entre los grupos privilegiados, además de la aplicación de la primera desamortización del territorio de la Iglesia.

La Invasión Francesa y la Guerra de la Independencia

La llegada de Napoleón al poder supuso una red de conspiración entre el futuro Fernando VII contra su padre y la invasión, mediante el Tratado de Fontainebleau, de territorio hispano por parte del ejército francés con el objetivo de invadir Portugal. Esta invasión fue una excusa para ocupar la Península. En 1808 tuvo lugar la rebelión de la nobleza en Aranjuez. De este conflicto se produjo la abdicación de Carlos IV en favor de Fernando VII. En abril de ese mismo año, Napoleón convocó a padre e hijo en Bayona y allí se firmaron las abdicaciones, por la cual Fernando abdicó en favor de su padre y este, a su vez, en Napoleón. El 2 de mayo de 1808, ante esta situación, el pueblo de Madrid se rebeló contra las tropas francesas, que fueron reprimidas. Esta rebelión contagió a otras ciudades (como Móstoles, Valencia, Sevilla…). A partir de aquí se empezaron a constituir las Juntas Revolucionarias. Además, durante este periodo se produjeron los sitios o áreas geográficas que resistieron a la invasión francesa (Gerona y Zaragoza).

En 1808, la invasión francesa se plasmó con el Estatuto de Bayona, cuyas directrices fueron redactadas por Napoleón. Era una carta otorgada, en la que el monarca José I remarcaba el carácter católico de España. Establecía tres órganos consultivos (Senado, Consejo y las Cortes), se favorecía la Declaración de los Derechos y una serie de reformas liberales (libertad de comercio, Habeas Corpus). José I era una persona inteligente, preparada e ilustrada, pero su gobierno estuvo sometido a su hermano Napoleón.

La guerra (1808-1814) fue un intento de controlar la Península por parte de Francia, pero la resistencia de las Juntas, de las guerrillas y, sobre todo, de Inglaterra (a través del Duque de Wellington) obligaron de forma paulatina a los franceses a retirarse de la Península. La primera gran derrota francesa fue en Bailén, donde las tropas francesas fueron contrarrestadas por un ejército de 150.000 hombres. A partir de 1810 se produce el periodo francés (1810-1812), en el que las tropas francesas vuelven a ocupar la Península a excepción de Cádiz y Alicante. En 1812, la campaña de Rusia debilitó a las tropas francesas, lo cual fue aprovechado por las tropas angloespañolas para derrotar a los franceses en Arapiles, en Vitoria y en San Marcial. En el Tratado de Valençay de 1813, Fernando VII recuperó el trono.

Desarrollo del Liberalismo durante la Guerra

La Guerra de la Independencia supuso el inicio del desarrollo del liberalismo en España, que se articuló en los siguientes órganos:

  • Las Juntas: Formas de gobierno que estaban a la sombra de la Junta Central, representadas por la burguesía, profesiones liberales, nobleza, clero y antiguos políticos liberales.
  • Las guerrillas: Fueron el embrión de un nuevo ejército compuesto por el pueblo llano. Su número era de 55.000 hombres. Algunos partidos tras la guerra cayeron en el bandolerismo.
  • Cortes: Compuestas por los defensores de las reformas, que optaron por unas Cortes generales elegidas por sufragio universal masculino. Se consideraron representantes de la Nación e impulsaron las Cortes de Cádiz. Por lo general, los partidarios de la reforma se dividieron en liberales reformistas y afrancesados.