La Alienación en el Sistema Capitalista
Según Marx, en la sociedad capitalista el hombre se encuentra alienado en diversos aspectos:
Hombre-Fuerza de Trabajo
En la sociedad capitalista, el hombre se ve obligado a vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. El trabajo deja de pertenecerle y pasa a ser propiedad del patrono. Pierde el control para utilizar libremente su trabajo: deja de ser un medio de realización personal y se convierte en un simple medio de subsistencia.
Hombre-Producto de su Trabajo
Al vender su fuerza de trabajo, el hombre también vende los objetos que produce. Los productos ya no le pertenecen, son algo extraño para él, ya que no son suyos y no le producen satisfacción. Además, estos productos sirven para aumentar la riqueza del capitalista y su poder sobre el trabajador.
Hombre-Naturaleza
En las circunstancias del sistema capitalista, la transformación que el hombre realiza sobre la naturaleza en su trabajo no es libre, voluntaria ni creativa. Por lo tanto, el resultado no lo puede considerar como una prolongación de sí mismo con la que sentirse identificado.
Hombre-Resto de Hombres
En las condiciones en las que se ven obligados a trabajar, es imposible que los hombres se vean unos a otros como seres humanos (fines en sí mismos). Se ven como meros instrumentos para satisfacer los intereses propios y egoístas. La cooperación se ve sustituida por la competitividad, y el amor y la confianza por el comercio e intercambio (especialmente entre obreros y patronos).
Las Alienaciones Secundarias
Además de las alienaciones principales, Marx identifica otras alienaciones secundarias:
Alienación Religiosa
Marx considera que la creencia en Dios y en una vida posterior es una mentira, un invento de la clase dominante para someter a los pobres y evitar que se rebelen contra las injusticias. La religión manda y hay que obedecerla, resignarse y soportar el sufrimiento en esta vida para alcanzar la otra, que es la auténtica y verdadera. Marx considera que la religión es el opio del pueblo.
Alienación Filosófica
Marx critica la creencia de que a través de la pura teoría de las ideas podemos modificar la realidad. Considera que esto es falso, ya que los que hacen la historia son los trabajadores que luchan para satisfacer sus necesidades y sus condiciones de vida, y modifican la realidad y cambian la historia. Se expresa así: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero se trata de transformarlo”.
Alienación Política
Marx critica la creencia de que el Estado está al servicio de los trabajadores. Considera que esto es falso, ya que el Estado es un instrumento de la clase dominante para imponer sus intereses con leyes que les favorezcan.
Alienación Ideológica
Marx critica la justificación por parte del trabajador de la apropiación de la plusvalía por parte del capitalista. Considera que la idea de que el capitalista tiene derecho a apropiarse del trabajo y el producto es una forma de disfrazar los intereses del capitalista y explotador. El objetivo es que los explotados consideren naturales y justificables sus condiciones de vida.
El Materialismo Histórico
El materialismo histórico es la teoría que explica la concepción de Marx de la sociedad y de la historia. Se basa en cuatro ideas principales:
- La infraestructura (llamada base económica y material) se compone de fuerzas productivas (incluyen los agentes de producción y los medios de producción) y relaciones de producción (los propietarios de los medios y los trabajadores). A lo largo de la historia se han dado las siguientes relaciones de producción: Primitiva (no propiedad privada) – igualdad; Esclavista – amo/esclavo; Feudal – señor/vasallo; Capitalista – obreros/patronos (conflictivas y antagónicas).
- Las superestructuras están formadas por valores, ideas, leyes, arte, religión y la moral.
- Que la infraestructura condicione la superestructura quiere decir que el derecho, la forma de gobierno, la religión, etc. de la sociedad en un momento determinado son instrumentos de la clase dominante (la propietaria de los medios) para justificar y defender sus intereses. Según sea el sistema económico y productivo, así será su ideología.
- La historia es un proceso dialéctico: cambia por las propias contradicciones de las sociedades clasistas. Surgen por el desarrollo normal de las fuerzas productivas. Por ejemplo, para explicar el paso de la sociedad feudal a la capitalista se hace así: Los descubrimientos geográficos abren nuevos mercados y aumenta la demanda de productos. No puede satisfacerse con el sistema productivo medieval. Aparece entonces la manufactura y después (con la máquina de vapor) la producción industrial. Esto hace que cambien las relaciones de producción: No es igual una relación entre maestro/aprendiz en los gremios que una relación patrono/obrero en la industria. Esto cambia la superestructura: la ideología teocéntrica da paso a la antropocéntrica. Las contradicciones del capitalismo acabarán con él y darán paso al comunismo: El aumento de desigualdades entre ricos y pobres (plusvalía) y las crisis periódicas de superproducción se agudizarán hasta que los trabajadores inicien una revolución para arrebatar los medios de producción a la burguesía. El nuevo sistema será el comunismo (suprime la propiedad privada – origen de los males), pero antes habrá un periodo de transición con un gobierno de obreros: la dictadura del proletariado. La idea central del comunismo es: “de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades”.
Marx recoge de Feuerbach el concepto de alienación religiosa: Dios es una invención del hombre con autonomía, independencia y realidad respecto a su creador, y que consigue dominar al hombre. La diferencia respecto a Feuerbach es que para Marx acabar con la alienación religiosa no solo necesita que seamos conscientes de ella. El hombre necesita un ser que le sirva de refugio para sus desconsuelos, de explicaciones a su ignorancia y de esperanza para la felicidad que le niega este mundo. La clase dominante se sirve de la religión para defender sus intereses, manteniendo a los trabajadores sumisos con la promesa de justicia en la otra vida. Por eso, Marx considera la religión como el opio del pueblo.