Análisis Estilístico y Narrativo de Los Santos Inocentes
El Estilo de los Inocentes
El estilo de Los Santos Inocentes responde al punto de vista adoptado por el autor, quien se sitúa del lado de los personajes inocentes y nos revela su mundo mediante un registro lingüístico que coincide con el habla de tales personajes. El narrador adopta el lenguaje de base oral, pero, por otro lado, percibimos la presencia de un escritor que domina la lengua culta, el uso literario de la lengua, y que intercala en el discurso oral numerosos fragmentos elaborados literariamente. El resultado es un libro lleno de precisión, verosimilitud y belleza. En cuanto a la novela, predominan la narración y el diálogo, pero el autor intercala en la narración fragmentos descriptivos, que es donde hallamos los signos más claros de elaboración literaria.
En los Fragmentos Narrativos
Destaca la abundancia de nexos conjuntivos, sobre todo de “y”, que da al texto un tono de oralidad, resalta la ligación entre las acciones y nos transmite un efecto de agilidad narrativa y detallismo. También es reseñable la sencillez formal, con predominio de proposiciones coordinadas, produciéndose la impresión de que interesa, sobre todo, la concatenación de episodios; el discurso gana así en viveza expresiva. Estos dos rasgos se pueden ver en: “…y al oír, el Azarías perdía la noción del tiempo, la conciencia de sí mismo, y rompía a correr enloquecido…”. Donde mejor se observa el tono oral del discurso es en la extraordinaria flexibilidad con que se construye cada periodo narrativo. Sus rasgos son: la ruptura del orden lógico de los elementos en la oración (“Ae, la niña chica es”); las frecuentes enumeraciones y repeticiones; las numerosas elipsis; y su peculiar utilización de la partícula “que”.
En el Diálogo
Los diálogos alcanzan en esta novela una enorme importancia, tanto cuantitativa como cualitativa. Están basados en el habla viva, coloquial, con la intención de mantener fidelidad absoluta a los personajes a quienes se les atribuyen. Se utiliza el estilo directo. Estos aspectos confieren a la novela verosimilitud, ausencia de artificio y una fuerte impresión de realidad. A través de los diálogos conocemos el punto de vista de los personajes.
Para analizar el lenguaje de base oral del diálogo, hay que tener en cuenta:
- Las formas de iniciarlo, con excitantes de atención que se utilizan para establecer contacto con el interlocutor: uso de pronombres personales (“Paco, tú ya sabes cómo las gasto”), vocativos expresivos de simpatía (“Milana bonita”) o de antipatía (“Ceferino, maricón…”), imperativos de percepción sensorial (“mira, oye…”), interjecciones (“¡ojo!, ¡vaya, coño!…”).
- La introducción de diálogos como producto de reflexión consciente: “¿De veras…?”
- El tratamiento de la cortesía: el lenguaje cortés se transforma en lenguaje de sumisión (“Aquí estamos de nuevo para lo que guste mandar”).
- Las expresiones afectivas, muy propias del habla coloquial: juramentos, expresiones enfáticas, intensificación afectiva de adjetivos, diminutivos, comparaciones populares.
- La economía y comodidad lingüísticas: en el lenguaje de base oral, el discurso se despoja de elementos que, por estar sobrentendidos por el uso, no le son necesarios. En Los Santos Inocentes son frecuentes las elipsis verbales (tanto de verbos de decir como de sustantivos femeninos) y de preposiciones, sobre todo “a la”.
La Lengua Castellana Rural
Existe una variedad del habla coloquial castellana específicamente rural, que combina recursos del habla familiar y de la lengua vulgar con un léxico y una fraseología ya desaparecidos de la lengua urbana.
- Trueque de pronombres: “para que no se agrieten”
- Nombres de los siervos: Azarías, Régula, Quirce, Rogelio.
- Apodo acompañando el nombre: Paco, el Bajo; Don Pedro, el Périto.
- Anteponer el artículo al nombre: la Charito, el Crespo.
- El humor y la socarronería de algunas expresiones.
Donde más perceptible es la naturaleza rural de la lengua es en el léxico. Muchos términos propios del habla rural son desconocidos para la gente de la ciudad. Estos términos dan riqueza léxica, precisión y claridad al lenguaje. Basta con prestar atención a los términos de cuatro campos léxicos: los accidentes del terreno, la flora, la fauna y los términos de caza. La lengua rural es, en muchos aspectos, más rica y variada que la lengua urbana. Acceder al significado de las palabras significa poder acceder al mundo novelesco de Delibes, para quien este tipo de lenguaje es una de las vías de conocimiento de la naturaleza. Hay también una abundante fraseología propia de las zonas rurales.
El Narrador y los Personajes
Para Delibes son básicos el modo de narrar (la manera en que la historia se transforma en discurso) y el enfoque o punto de vista desde el que se cuenta la historia. El autor transcribió el habla de los personajes en estilo directo, pero incorporándolo al discurso del narrador. Para diferenciarlos, introdujo un salto de línea y un sangrado de la primera línea de cada parlamento directo. Esto afectaba a la puntuación, por lo que suprimió el punto en el cuerpo textual de los diálogos y lo reservó para el cierre, sustituyéndolo por la coma y el punto y coma.
El Narrador Omnisciente
El narrador está fuera de la acción, pero muestra una gran cercanía al mundo que narra y un conocimiento detallado del marco en el que sitúa los hechos. El autor se presenta como un observador de los acontecimientos, lo que se puede ver en la utilización de la tercera persona narrativa. Esto implica distanciamiento, pero, a la vez, la minuciosidad y el detallismo de la narración muestran su presencia. El narrador se acerca a ciertos personajes de la novela, concretamente a los humildes, adoptando el mismo registro idiomático, salvo en los fragmentos descriptivos. En el resto, presenta un tono de realidad muy característico. La identificación del autor con los humildes se transforma en compasión; se compromete con sus personajes. El narrador no se limita a contar objetivamente los hechos, sino que se sitúa en una posición de simpatía con los personajes humildes.
Las Voces de los Personajes
Delibes demuestra originalidad y acierto al interiorizar el punto de vista narrativo en los personajes, quienes expresan, desde su particular perspectiva, cómo viven la realidad por medio del lenguaje.
Cada uno de los mundos enfrentados manifiesta, a través de su lenguaje, el punto de vista desde el que contempla la vida y los rasgos más sobresalientes de su carácter. El diálogo aporta matices importantes sobre los personajes, y el ritmo narrativo y el sentido de la novela dependen mucho de los diálogos.
Entre los humildes, por ejemplo, Azarías manifiesta su falta de raciocinio con frases breves, su ternura y sencillez con el estribillo “Milana bonita”, y se comunica con los animales con la imitación de sus sonidos. Paco, el Bajo, muestra con sus palabras un carácter sumiso y su saber popular. La Régula comienza sus respuestas con “ae”, que expresa resignación. Entre los amos, el señorito Iván muestra su desprecio con apelativos como “marido” o con frases hechas. La señorita Marquesa muestra en sus gestos sentirse dueña. Sin embargo, la señorita Miriam manifiesta en sus palabras sensibilidad hacia los humildes. Don Pedro es un personaje lleno de gestos, llamando a su esposa “cacho zorra”. De los gestos de su esposa se transmite su frivolidad y arrogancia.