Los Reinos Cristianos en la Reconquista: Origen y Expansión

Los Reinos Cristianos en la Reconquista

Origen de los Reinos Cristianos

Tras la conquista musulmana de la Península Ibérica, un reducto entre Asturias y el País Vasco permaneció sin conquistar, liderado por Don Pelayo, vencedor de la batalla de Covadonga en 722. Este primer núcleo de resistencia se amplió poco a poco al este y oeste. En la segunda mitad del siglo IX, con Alfonso III, ocupaba el norte del valle del Duero, trasladando la capital a León (910).

En el Pirineo, los intereses de la aristocracia local y los carolingios por marcar una frontera con el islam impulsaron nuevos núcleos de resistencia. La derrota de Carlomagno en Roncesvalles le llevó al Pirineo oriental, donde creó los Condados Catalanes (Marca Hispánica), autónomos desde finales del siglo IX con Wifredo el Velloso. En el Pirineo occidental, los señores locales crearon el Reino de Pamplona y el Condado de Aragón, anexionado por matrimonio a Navarra por Sancho Garcés.

El Avance de la Reconquista

Desde mitad del siglo X, la progresión de los reinos se detuvo por las necesidades de asentar las conquistas, fortificar los territorios, repoblarlos y por la amenaza de Almanzor.

La Reconquista comenzó realmente en el siglo XI, aprovechando la división musulmana en los Reinos de Taifas y espoleados por las tierras, el botín, el ideal de cruzada y la “restitución” del reino visigodo de Toledo. A la muerte de Sancho III el Mayor, rey de Navarra, se formaron los reinos de León (con Galicia, Asturias y el Condado de Castilla), Navarra (con País Vasco y La Rioja), Aragón y los Condados Catalanes.

Con la toma de Toledo en 1085 se conquistó el valle del Tajo y parte del Ebro, provocando la llegada de los almorávides, que recuperaron Valencia y vencieron en Sagrajas (1086) y Uclés (1108). Sin embargo, no impidieron que los cristianos se recuperaran y tomaran Zaragoza y Lisboa, formándose los tres grandes reinos de la península: Portugal (1139), Aragón y los Condados Catalanes (1137) y León y Castilla (no se unirán definitivamente hasta 1230). En el siglo XII se progresó por el valle del Guadiana con ayuda de las órdenes militares (Calatrava, Santiago, Alcántara, Montesa…), que recibieron a cambio grandes lotes de tierras.

La llegada de los almohades en 1146 frenó el avance cristiano, pero su derrota en las Navas de Tolosa, en 1212, abrió la llave de Andalucía, Murcia y Extremadura a los cristianos, que caerán con Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, mientras Jaime I el Conquistador toma para Aragón las Baleares y Valencia entre 1213 y 1250. Portugal llega a Faro en 1249, completando su conquista. El reino vasallo de Granada sobrevivirá hasta 1492, cuando caiga bajo los Reyes Católicos la ciudad de Granada.

La Repoblación

La repoblación de los territorios conquistados por los cristianos se hizo entre los siglos XI y XIII. La población pasó de uno a cinco millones de habitantes y se crearon los marcos físico, político y eclesiástico de la sociedad cristiana peninsular.

Repoblación hasta el siglo XI

Hasta el siglo XI se repobló la zona al norte del Duero y el Ebro por parte de campesinos libres, mediante el sistema de presura, por el que el rey legitimaba con su firma la apropiación de tierras por parte de los campesinos-guerreros de una aldea. Posteriormente, estos territorios sufrieron un proceso de feudalización a manos de nobles y monasterios. A mediados del siglo XI se repueblan tierras al sur del Duero por el sistema de repoblación concejil, en el que la iniciativa parte del concejo, que ocupa el alfoz que le ha sido asignado por los fueros y privilegios concedidos por el rey (cartas puebla). Además, el concejo arma una milicia propia para defenderse. La caída de Toledo provocó la emigración musulmana hacia el sur.

Repoblación en el siglo XII

En el siglo XII se ocupa el valle del Ebro, muchas veces por capitulaciones, por lo que se mantiene a la población musulmana –los mudéjares-. En Teruel y La Mancha se reparten grandes latifundios para el ganado entre las órdenes militares y monasterios, que establecerán encomiendas con los campesinos. Lo mismo pasó en Extremadura, formándose grandes poblaciones en torno a castillos sede de estas órdenes.

Repoblación en el siglo XIII

Con el hundimiento del poder almohade en el siglo XIII, los cristianos ocupan el valle del Guadalquivir y Murcia, repartiendo tierras entre la nobleza, los monasterios y las milicias, sufriendo también un proceso de feudalización. La población mudéjar fue expulsada tras las revueltas de 1264 en contra de las duras condiciones impuestas. Los grandes latifundios señoriales conforman aún hoy la estructura básica de la propiedad de la tierra en el sur peninsular. En Valencia y Baleares los repartimientos fueron la norma y la población mudéjar permaneció en sus lugares de origen.