El Método Cartesiano: La Búsqueda de la Verdad en la Filosofía y las Matemáticas

El Método Cartesiano: La Búsqueda de la Verdad

La Inspiración del Método

En la segunda parte de su obra El Discurso del método, Descartes se propone indagar el verdadero método que le permita conseguir el conocimiento de todas las cosas de las que su espíritu fuera capaz. Inspirándose en la lógica filosófica, el análisis de los geómetras y el álgebra, se propone dar con un método que, asimilando las ventajas de esos tres, estuviera exento de sus defectos.

Los Cuatro Preceptos del Método Cartesiano

El método cartesiano consiste, fundamentalmente, en orden y consta de cuatro preceptos que, resumidamente, podríamos llamar:

  • La evidencia
  • El análisis
  • La síntesis
  • Enumeraciones generales

Estos preceptos son tan generales que pueden aplicarse a las más diversas ciencias, como la geometría, la física e incluso a la filosofía. Pero como los matemáticos son los únicos que han conseguido establecer un conocimiento cierto, Descartes decide comenzar aplicándolo a las matemáticas. Del análisis geométrico toma la inmediatez de la representación espacial y del álgebra la precisión en la medida y relación entre magnitudes. Una vez transformadas las representaciones entre líneas en ecuaciones algebraicas, el proceso deductivo, o sea, la síntesis, resulta relativamente fácil.

Ventajas del Método en las Matemáticas

Con la aplicación del método a las matemáticas, Descartes obtiene dos ventajas que puede generalizar a cualquier otro tipo de conocimiento:

  • Es un método racional que en todo momento usa sólo la razón.
  • Permite a la mente entender las cosas con más claridad y distinción.

Y como Descartes quiere universalizar su método, tiene que fijarse en una ciencia universal, que necesariamente es la filosofía. Es en esta ciencia donde decide empezar a aplicarlo, lo cual exige la determinación de los principios desde donde se ha de partir. Pero Descartes considera que estos principios no están claros en la filosofía de su tiempo y, como tratar de establecerlos sería una tarea larga y costosa que le acarrearía, además, importantes críticas, resuelve posponerla a una edad más madura.

Aplicación del Método a la Filosofía

La Duda Metódica

En la cuarta parte de su obra, Descartes sigue contando los resultados de su posterior aplicación del método a la filosofía. Y con el fin de llegar a una verdad absolutamente segura, el procedimiento que usa es la duda, aplicada a tres momentos:

  • Duda de la forma como los sentidos nos muestran la realidad.
  • Duda de los razonamientos matemáticos realizados por los hombres.
  • Duda de la realidad, de la existencia del mundo, basándose en la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño.

Pero después advierte que si la duda es una actividad del pensar y él duda, hay algo de lo que no puede dudar y es que está pensando. La verdad que encierra el pienso, luego existo queda establecida como el primer principio de la filosofía que él indagaba.

El Primer Principio y la Existencia de Dios

Tras establecer el punto de partida del método, Descartes realiza la primera deducción, la más evidente: que era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material. Después, reflexiona sobre el criterio de verdad, la claridad y la distinción, para reducirlo al criterio de certeza, es decir, a la seguridad que tiene la mente del conocimiento de la verdad.

A continuación, reflexionando sobre su propio ser que dudaba y, por tanto, no era omniperfecto, pero que comprendía que era una perfección mayor el conocer que el dudar, comenzó a indagar de dónde había aprendido a pensar en alguna cosa más perfecta de lo que él era, comprendiendo que debía ser en virtud de alguna naturaleza que realmente fuese más perfecta, a saber, Dios.

Descartes da tres argumentos fundamentales para la demostración de la existencia de Dios:

  • Dios existe porque es la causa de la idea de Dios que posee en la mente.
  • Considerando, además, la idea de perfecciones que no posee, afirma que tendrá que haber un ser más perfecto que las posea, del cual depende y del cual las ha adquirido.
  • Analizando las verdades matemáticas, no encuentra nada en ellas que le asegure de la existencia de los objetos de que hablan los matemáticos, como triángulos o esferas. En cambio, al examinar la idea de un Ser Perfecto, encuentra que la existencia se halla incluida en esa idea con la misma necesidad que una demostración matemática.

La Existencia del Mundo y la Certeza del Conocimiento

Tras criticar la doctrina escolástica del conocimiento, Descartes pasa a deducir la existencia del mundo, sosteniendo que como Dios es un ser perfecto y veraz, todo lo que proviene de Él, en cuanto nos ha creado, o sea, el mundo y la mente, es verdadero. Y prosigue analizando todo aquello que se fundamenta en la existencia de Dios.

En primer lugar, dice que quienes no crean en las demostraciones anteriores de la existencia de Dios, menos deberían creer en el conocimiento que tienen de las cosas sensibles, de las que sólo cabe una seguridad probable, válida para la vida ordinaria, pero no absoluta. La única forma de justificar la certeza del conocimiento sensible es aceptando la existencia de Dios. En segundo lugar, tampoco es válido el criterio de la claridad y distinción, si no se admite la existencia de Dios que, como ser perfecto, no nos ha podido construir mal.

Todas las ideas de la mente que son verdaderas lo son en cuanto proceden de Dios y por eso son claras y distintas. En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, la existencia de Dios también fundamenta el conocimiento matemático. En cuarto lugar, la existencia de Dios fundamenta la existencia del mundo. Pero Descartes insiste que lo importante para el conocimiento del mundo no es que estemos despiertos o dormidos. Lo importante es que aquello que conocemos se ajuste a la evidencia de la razón. Por tanto, el mundo existe, pero no tal como nos lo ofrecen los sentidos, sino tal y como lo entiende la razón.

Finalmente, Descartes vuelve nuevamente a la contraposición entre vigilia y sueño para concluir que la verdad se encuentra más en los pensamientos que tenemos despiertos que en los pensamientos que tenemos dormidos.