El Quattrocento Florentino
El Renacimiento en Florencia
El siglo XV en Florencia representa una fase crucial del Renacimiento, donde los artistas buscaban el dominio de las técnicas artísticas, aún incipientes, para la creación de nuevas formas de expresión. Florencia se convirtió en el epicentro de la innovación, un “laboratorio” donde los artistas experimentaban con la arquitectura, la pintura y la escultura.
Arquitectura
La arquitectura renacentista florentina se inspiraba en las ruinas romanas y en la obra del tratadista romano Vitrubio, De architectura. Filippo Brunelleschi, figura clave de este periodo, incorporó elementos arquitectónicos clásicos como arcos de medio punto, bóvedas de cañón, columnas, pilastras y frontones en sus construcciones. Su obra maestra, la Cúpula de la Catedral de Florencia, inspirada en el Panteón de Roma, se considera la primera gran obra del Renacimiento. Destacan también la Iglesia de San Lorenzo y la Capilla Pazzi. Brunelleschi estableció el modelo de palacio renacentista con almohadillado alla rustica, como en el Palazzo Rucellai.
Leon Battista Alberti, artista, científico y erudito, escribió tratados sobre arquitectura (De re aedificatoria), escultura y pintura. Sus iglesias, como el Templo Malatestiano de Rímini (panteón para la familia Malatesta, con una portada a modo de arco del triunfo) y la Iglesia de Sant’Andrea en Mantua, son la plasmación de sus teorías. Alberti buscaba unificar los elementos clásicos y cristianos en sus “templos”. Como asesor en Pienza, contribuyó a la creación de un modelo ideal de ciudad renacentista, abierta y espaciosa, gracias a sus plazas mayores. Además, renovó la tipología palacial siguiendo las descripciones de Plinio el Viejo. Sus villas, como la Villa Belvedere construida para el Papa Inocencio VIII en el Vaticano, eran construcciones de baja altura integradas en el paisaje.
Escultura
La escultura del Quattrocento florentino tomaba como modelo la escultura clásica. Lorenzo Ghiberti fue pionero en el uso del naturalismo en la escultura florentina con sus Puertas del Baptisterio, llamadas “Puertas del Paraíso” por Miguel Ángel. En escenas como El Sacrificio de Isaac, Las Bodas del Rey Salomón y la Reina de Saba y La Historia de José, Ghiberti empleó la técnica del schiacciato, que crea la ilusión de profundidad mediante la variación del relieve y la inclusión de paisajes de fondo.
Donatello, el escultor más importante del Quattrocento, utilizaba el sistema de proporciones clásico y el schiacciato. Su David (primer desnudo del Renacimiento) y el San Jorge son ejemplos del naturalismo idealizado. Su escultura ecuestre, El Gattamelata, inspirada en la estatua ecuestre de Marco Aurelio, se convirtió en un modelo para la escultura renacentista, ensalzando las virtudes del condottiero italiano.
Pintura
La pintura renacentista se enfrentó al reto de la ausencia de modelos de la antigüedad. La generación experimental de pintores estableció los principios de la pintura moderna. Masaccio introdujo la perspectiva en la pintura, como se ve en El Tributo de la Moneda. Piero della Francesca se centró en los juegos de luces y sombras, y en la representación de las proporciones del cuerpo humano, como en El Bautismo de Cristo. Paolo Uccello exploró la perspectiva y el movimiento, especialmente en La Batalla de San Romano.
Andrea Mantegna, el pintor más completo de la generación experimental, sintetizó los nuevos descubrimientos con la pintura flamenca, sentando las bases de la escuela veneciana del color. Su perspectiva, desde un “punto de vista bajo”, proyecta figuras en un cielo imaginario, como en la cúpula de la Cámara de los Esposos del Palacio Ducal de Mantua. Mantegna también dominaba el escorzo, como se aprecia en El Cristo Muerto.
Otros artistas continuaron la tradición gótica, como Fra Angélico, conocido por sus delicadas vírgenes, aunque también incorporó recursos modernos como la perspectiva, como en el Descendimiento de Cristo.
La generación de pintores de finales del siglo XV, como Ghirlandaio, Signorelli, Filippo Lippi, Perugino y Sandro Botticelli, se centró en la belleza. Botticelli creó un prototipo de belleza femenina que reflejaba el amor platónico de Marsilio Ficino, donde la belleza física es un reflejo de la belleza espiritual, un paso hacia la unión con la idea del Bien, identificada con Dios, como en El Nacimiento de Venus y La Primavera.