El Franquismo: Ideología, Bases Sociales y Evolución Política (1939-1975)

El Franquismo (1939-1975)

1. Fundamentos ideológicos del Estado franquista

La dictadura de Franco no fue una dictadura fascista, ni militar, ni totalitaria en sentido estricto, sino una dictadura de carácter personal con rasgos de cada una de las anteriores. En la dictadura franquista no hubo un partido político, como en las fascistas, que impusiera su dominio total, sino que existían distintas familias políticas, ante las cuales el dictador ejercía de juez y árbitro supremo. De hecho, el poder se manifestó siempre en tres vertientes: civil, militar y eclesiástica. Franco, o el franquismo, tampoco disponía de un cuerpo ideológico claro y definido. Era un militar con escasa formación, con unas pocas ideas políticas simples y maniqueas. Fueron las distintas “familias” políticas las que aportaron el bagaje ideológico, lo que se denomina pluralismo limitado. La preponderancia de unas “familias” u otras variaba con las circunstancias políticas. El franquismo, pues, tuvo unas fuentes ideológicas plurales procedentes de la totalidad de la derecha y que fueron sucesivas en su influencia. Sin embargo, hay que mencionar la extraordinaria capacidad del régimen para adaptarse a circunstancias políticas y económicas internacionales muy cambiantes.

a) Principios ideológicos del franquismo

  • Nacional-militarismo: Franco fue ante todo un militar y atribuyó a los militares los principales ministerios, sobre todo en la década de 1940. También fueron militares todos los vicepresidentes y los Gobernadores Civiles. Ello se fundamenta en la idea del Nacional–militarismo, es decir, la idea de que el ejército representaba la esencia de la nación y de las virtudes frente a los políticos profesionales (a los que consideraba –como buen militar educado en los pronunciamientos– negativos para el país).
  • Nacional-patriotismo: Se trata de una visión heroica del pasado imperial. La unidad de la patria es considerada un valor sagrado y para ello se resaltan el papel de la Reconquista, el gobierno de los Reyes Católicos (de cuyo escudo Franco tomó el águila de San Juan, las flechas y el yugo) o de Carlos V. Frente a ello, Franco rechazaba las autonomías y las lenguas de las nacionalidades históricas. Por ejemplo, Cataluña permaneció bajo ocupación militar varios meses después de terminada la Guerra Civil.
  • Nacional-sindicalismo: En el inicio de la formación del Estado franquista, Franco optó por el fascismo italiano como modelo y, por tanto, la Falange, el partido fascista español, aportó un gran bagaje ideológico. Suyas son ideas como el hipernacionalismo o nacionalismo exacerbado, la ética de la violencia y represión, el machismo (nunca se sentó una mujer en el Consejo de Ministros con Franco), la idea de España como un Imperio, la exaltación del líder, la dirección paternalista de la sociedad, la organización sindical en sindicatos verticales, el adoctrinamiento político de la juventud (OJE) y la mujer (Sección Femenina), etc.
  • Nacional-catolicismo: El nacional-catolicismo se traduce en la defensa de la religión y de la moral católica en sus versiones más tradicionales, como algo consustancial a la propia España. El catolicismo conservador es, quizás, la fuente ideológica que más surtió al franquismo. De ahí provino la moral, el tradicionalismo, el anticomunismo y el antiliberalismo. En la forma de vestir, de salir, de relacionarse, de casarse, de la educación o las relaciones sexuales se impuso la moral católica más conservadora. Este catolicismo ultraconservador buscó su legitimación histórica en el ambiente místico e inquisitorial del Imperio y en la Iglesia de la Contrarreforma.
  • Exaltación del líder carismático: Siguiendo la tradición de los regímenes totalitarios, Franco era presentado como un «caudillo» enviado por la providencia divina para salvar al pueblo español. El propio Franco se consideraba a sí mismo “el centinela que velaba por el bien del país”. En las monedas aparecía la leyenda “Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios”, mientras que los estatutos de la Falange afirmaban que el Jefe “sólo responde ante Dios y ante la Historia”. El grito de ¡Franco, Franco, Franco! era obligatorio en cualquier acto público.

b) Principios ideológicos rechazados

  • Rechazo de la República: Franco, y por tanto el régimen franquista, rechaza los partidos políticos, la democracia, las autonomías regionales, las libertades individuales y el laicismo (inicialmente no todos los sublevados estaban en contra de una república, sí de la Segunda República Española y su desorden).
  • Rechazo del Liberalismo: Tanto los militares como la Iglesia, la Falange o los carlistas culpaban al sistema liberal de la república de los males por los que había pasado España. Optan, por tanto, por un sistema sin partidos políticos, sin elecciones, sin división de poderes, sin parlamento y sin las instituciones y características de un sistema liberal.
  • Rechazo del Comunismo en sentido amplio: El régimen rechazaba y perseguía a todos los considerados como “rojos”, que abarcaba desde la extrema izquierda revolucionaria hasta la burguesía democrática (todo el que no aceptaba la ideología del Régimen). La obsesión y fobia que Franco sentía sobre el judaísmo, la masonería y el comunismo se debía a que eran introductores de los dos “grandes males” de los siglos XIX y XX: la democracia y la lucha de clases. Se trata de perseguir la llamada “conspiración judeo-masónica”. Como alternativa se propone la dictadura autoritaria y los sindicatos verticales.

c) ¿Fue la dictadura franquista una dictadura fascista?

Según algunos historiadores, el franquismo no fue una dictadura fascista como la italiana o alemana, sino una “dictadura no totalitaria” en la línea del populismo del argentino Perón o la dictadura chilena de Pinochet. Sus rasgos definitorios serían:

  • Fue una dictadura personal del propio Franco, no de un partido o del ejército.
  • El papel secundario del partido único. Por contra, en los fascismos europeos el Partido fue siempre el núcleo básico, caso del Partido Fascista italiano o el Partido Nazi alemán.
  • La represión franquista fue superior a la de la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini o el Portugal de Salazar: millares de ejecuciones en la posguerra y más de 45.000 presos políticos. Ello se explica porque fue la única nacida de una guerra civil. Por contra, Mussolini y Hitler accedieron al poder por la vía legal, aunque no hay que olvidar el exterminio judío llevado a cabo por los nazis.

Para otros historiadores, el franquismo sí responde al fascismo europeo, ya que fue una reacción de las clases dominantes ante el ascenso del movimiento obrero y de los partidos socialistas y comunistas. Además, se produce el predominio del poder ejecutivo sobre el poder legislativo, ya que se mantuvieron las Cortes, pero solo para dar relevancia a las grandes decisiones tomadas por el propio Franco. También se suprimen las libertades esenciales, entre ellas la libertad sindical y de prensa. Igualmente, Franco desarrolló una política exterior imperialista al estilo de Hitler mediante el control del norte de África. Además, debido a su filiación fascista, España sería una nación aislada de los organismos internacionales (de la OTAN, la ONU, la CEE…), aunque fue reconocida internacionalmente en los años 50 al convertirse en un importante aliado de EEUU en el contexto de la Guerra Fría.

2. Bases sociales del régimen franquista

El apoyo social del franquismo procede de varios elementos: ejército, iglesia, capital y clases medias. Sus principales apoyos fueron los vencedores de la Guerra Civil. Se suele hablar de distintas “familias políticas” o grupos ideológicos con enorme fuerza, sobre todo en la primera década del franquismo. Durante todo el régimen, el dictador intentó compensar a cada una de ellas dándole una parcela de poder.

a) Los militares

El ejército fue el principal sostén del régimen y el artífice de la victoria sobre la República. El ejército estuvo siempre firmemente controlado por Franco y subordinado a su persona, por ello nunca fue un grupo de presión. Los militares siempre estuvieron presentes en el gobierno, destacando sobre todo la presencia del almirante Luis Carrero Blanco. Solían ocupar las carteras ministeriales de Gobernación, Defensa, Ejército o Marina.

b) Los falangistas

Poseían una ideología cercana a la de los fascismos europeos: aspiraban a un régimen totalitario controlado por un partido único, el Movimiento Nacional. Su líder en los primeros años 40 fue Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, quien fue presidente de FET y de las JONS y principal ministro hasta 1942. Mantuvo entrevistas con Hitler y Mussolini para la participación de España en la II Guerra Mundial y fue el principal artífice del estado franquista de la década de 1940. Los falangistas perdieron fuerza tras la derrota de los fascistas en la Guerra Mundial. Ocupaban generalmente los ministerios de Trabajo, Agricultura y Sindicatos.

c) Carlistas o Tradicionalistas

Mantuvieron sus señas de identidad seculares, pero se integraron en el partido único. Durante casi toda la dictadura ocuparon el Ministerio de Justicia.

d) Monárquicos alfonsinos o juanistas

Defendían la restauración monárquica en don Juan de Borbón (Alfonso XIII abdicó en favor de su hijo Juan en enero de 1941, falleciendo el 28 de febrero), pero inicialmente apoyaron a Franco. Tras el Manifiesto de Lausana, firmado por don Juan de Borbón en 1945, en el que éste pedía el fin del régimen y la instauración de una monarquía constitucional en España, la relación con Franco fue muy complicada.

e) Católicos

Apoyaron masivamente a Franco:

  • Muchos habían militado en la CEDA durante la República. Otros muchos pertenecían a la «Asociación Católica Nacional de Propagandistas», fundada en 1909 para difundir el pensamiento católico y la obligatoriedad de la enseñanza católica. Debido a ello ocuparon durante mucho tiempo el Ministerio de Educación.
  • Más tarde, destaca el apoyo del Opus Dei, institución fundada por José María Escrivá de Balaguer en 1928, aunque no fue aprobada por el Vaticano hasta 1950. Se basaba en la búsqueda de la santificación personal, aplicando los valores cristianos en el lugar de trabajo, desde una óptica muy conservadora. Desde la década de 1950, los miembros del Opus Dei ocuparon los principales ministerios, sobre todo económicos, como Hacienda, Obras Públicas, Industria o Comercio. Fueron los denominados tecnócratas. Muchos obispos participaron en las Cortes franquistas y en el Consejo del Reino. Sólo a raíz del Concilio Vaticano II (1962–1965) se produjo cierto distanciamiento entre Franco y la jerarquía eclesiástica.

En términos de clases sociales que apoyaban al régimen, el tema es bastante más complejo. Franco contó con el apoyo de un importante porcentaje de la sociedad española. A ello hay que añadir dos precisiones. En la autarquía, sobre todo hasta 1948, la represión fue tan feroz que la oposición existente desapareció física y/o presencialmente, bien fuera por su eliminación o su paso a la sociedad pasiva. Franco intentó y consiguió la “despolitización” de la inmensa mayoría de los españoles. La segunda matización es que a partir de los años sesenta aparecen grupos sociales muy dinámicos que se oponen a la dictadura de Franco, como los estudiantes, los obreros o un sector de la Iglesia, influido por las ideas del Concilio Vaticano II.

No obstante lo anterior, los apoyos mayoritarios provinieron de la oligarquía terrateniente, financiera e industrial, sin olvidar el peso del pequeño propietario agrícola de la mitad norte y la masa de funcionarios y beneficiados por el régimen. Las clases medias, que conocieron su eclosión a partir de la década desarrollista, fluctuaron en su apoyo y rechazo al régimen, aunque presentaban un matiz conservador bastante fuerte, al contrario de lo que había sucedido en España en el siglo XIX y primera mitad del XX. Todos ellos presentaban unos rasgos comunes: mentalidad conservadora, defensora de la familia, la propiedad privada, la religión católica y la nostalgia del orden público: la necesidad de eliminar la conflictividad laboral e interclasista por la vía de la fuerza. Por contra, su respaldo fue casi nulo entre los jornaleros, el proletariado industrial y buena parte de las clases medias urbanas.

3. Bases legales del franquismo: La institucionalización del régimen

La institucionalización del régimen franquista se prolongó en el tiempo y se fundamentó en la aprobación de una serie de leyes entre los años 1938 y 1966. Franco no desarrolló un texto legal alternativo a una constitución, sino que simplemente fue aprobando Leyes Fundamentales, muchas veces en función de la situación interior o exterior.

Durante la guerra, en 1938, se aprueba el Fuero del Trabajo, donde se organizan las bases legales sobre temas económicos, sociales, laborales, etc. En esta ley se anulan los sindicatos y se establece el sindicato único o vertical. Paralelamente, la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) procede a una dura depuración de funcionarios, y la Ley de Represión de la Masonería y del Comunismo (1942) persigue a los opositores.

En la posguerra habrá que esperar a 1942, cuando el régimen intuye que la II Guerra Mundial la van a ganar las democracias, para que legisle de tal manera que se intente dar a éste una apariencia democrática, acercándose a los posibles vencedores. A finales de 1942 se aprueba la Ley Constitutiva de las Cortes, donde se establecen las atribuciones de este organismo y el modo de acceder a ellas, basado en el no reconocimiento del sufragio universal y en la articulación del acceso a las mismas a través de la familia, el municipio y el sindicato. El régimen denomina a esto democracia orgánica.

En 1945 se aprueba el Fuero de los Españoles, donde se recogen los deberes y derechos de los mismos, pero que no pueden contradecir a los del Estado. En este año se aprueba también la Ley del Referéndum Nacional, para establecer consultas al pueblo y que éste otorgue poder al Estado para aprobar leyes, etc. Además, una Ley de Referéndum (1945) planteaba la posibilidad de someter a plebiscito algunas leyes que el régimen propusiera, pero siempre acordes con éste.

En 1947, cuando el régimen comienza a ser reconocido por las democracias, se aprueba la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, por la que Franco nombra ya a su sucesor. Con esta ley, además, se crean el Consejo de Regencia, institución que se hace cargo del país en caso de incapacidad, y el Consejo del Reino, que es el que tomaría juramento al rey. Legalmente, el reino de España debería haber pasado a D. Juan de Borbón. Sin embargo, al apoyar éste soluciones democráticas, es excluido por Franco, delegando en su hijo D. Juan Carlos en los años 60.

En 1958 se aprueba la Ley de Principios del Movimiento Nacional, que resume la legislación anterior y es considerada una especie de falsa constitución. En 1966, la Ley Orgánica del Estado, que intentaba garantizar la supervivencia del régimen una vez desapareciese el dictador. Del mismo modo, Franco firmaba el Concordato con la Santa Sede (1953), garantizando la confesionalidad del Estado y el papel de la Iglesia católica en la educación y la moral de los españoles.

4. A modo de conclusión: Evolución política del franquismo

Para poder entender totalmente los fundamentos ideológicos, las bases sociales y la institucionalización del régimen, convendría en este momento hacer un breve repaso de la evolución política del franquismo.

Políticamente, se podría dividir el régimen franquista (1939-1975) en las siguientes etapas:

  • Instauración del Régimen durante la Guerra Civil (1936-1939): Queda definida desde el Decreto de Unificación de 1937, en el que Franco asume la dirección de Falange, y a la que utiliza “para llevar al pueblo español el pensamiento del Estado”. Se completa con el Fuero de los Trabajadores (1938).
  • Etapa azul (1939-1945): Es la etapa del dominio falangista. Coincide con la II Guerra Mundial y el apoyo inicial de Franco a las potencias del Eje. Al principio se intenta construir un Estado totalitario a imitación de la Italia de Mussolini, e incluso se negocia la entrada en la guerra al lado de Alemania e Italia. Cuando la victoria aliada se ve clara, los falangistas ven reducida su cuota de poder, con la intención de que el régimen no sea identificado con sus antiguos aliados nazis y fascistas. Es una etapa de dura represión, como se advierte en la Ley de Represión de la Masonería y del Comunismo y la Ley de Responsabilidades Políticas. Económicamente, esta etapa es la de la autarquía, que continuará en el periodo siguiente del nacionalcatolicismo.
  • Nacional-catolicismo (1945-1957): La derrota de las potencias del Eje suponía una amenaza para la supervivencia de la dictadura. Por ello, Franco pensó en un cambio de imagen del Régimen. Primero, ofreciendo una imagen de éste como una Democracia orgánica: el Fuero de los Españoles. Franco siguió contando con las mismas familias políticas, pero dándole predominio a los católicos, a la vez que modificaba la orientación política del régimen mediante cambios institucionales y una ofensiva diplomática apoyada por la Iglesia. A su vez, se renueva el Concordato con la Santa Sede (1953), garantizando la confesionalidad del Estado español y el papel de la Iglesia en el control de la educación y de la moral. La obsesión del régimen en esta etapa es conseguir el reconocimiento internacional. A partir de la década de los cincuenta, las circunstancias internacionales de la Guerra Fría (recordemos: Franco es anticomunista) posibilitan la alianza con Estados Unidos (Acuerdos de 1953) y llevan a la legitimación internacional (entrada en la ONU y organismos dependientes de ella) y con ello la supervivencia de su régimen.
  • Tecnocracia (1957-1969): Desde finales de los años 50, España sufre dos cambios fundamentales: el desarrollo económico y la transformación social. El tercero, el político, no se produjo pese a ciertas transformaciones sufridas. Esta etapa va a estar marcada por los intentos de preparar el régimen para el futuro. El régimen, cara al exterior, consideraba consolidadas sus bases fundamentales como “inmutables” (Ley de Principios Fundamentales del Movimiento), pero desde dentro la realidad era otra: así, temas como un cierto pluralismo político (Ley de prensa de Fraga, de 1966, que permite publicaciones sin censura previa) y la sucesión de Franco (Proclamación del príncipe Juan Carlos de Borbón en 1969) se van a convertir en el eje del periodo, ante los que aparecen dentro de las familias del régimen posturas diferenciadas. Pese al dominio de los tecnócratas, apareció una corriente proveniente del Movimiento, que era partidaria de un mayor aperturismo. Esta lucha entre tecnócratas y aperturistas va a ser otra de las claves del periodo. En este periodo va a aumentar la conflictividad política dirigida por la oposición clandestina. Económicamente, esta etapa está marcada por el Plan de Estabilización de 1959, que corrige los problemas de la maltrecha economía española y pone las bases del desarrollismo de los años 60, que produce un extraordinario crecimiento económico basado en el turismo, la industrialización de varias zonas del país y las remesas enviadas por los más de 2 millones de españoles que emigraron a trabajar a otros países europeos.
  • Crisis del franquismo (1969-1975): A este periodo también se le denomina la crisis del franquismo. Asistimos a una doble crisis: política y económica. La crisis política viene dada por la incapacidad física de Franco de controlar la situación y el intento de las distintas familias del régimen de prepararse para la nueva etapa que se avecinaba, con las consiguientes disputas entre ellos. A ello hay que unirle el papel de la oposición, que en estos momentos ya es más fuerte y está mejor organizada. La crisis económica aparecerá en 1973 tras la crisis del petróleo. La confluencia de ambas crisis va a ser el contexto en el que se produzca la Transición española hacia la democracia.