Introducción
La Dictadura de Primo de Rivera se extendió desde 1923 hasta finales de 1930. Se divide en dos etapas:
- Directorio Militar (1923-1925)
- Directorio Civil (1925-1930)
Primo de Rivera dio el golpe de estado argumentando la inestabilidad social y política existente en el país, aunque en realidad pretendía ocultar las responsabilidades que el Rey tenía en el problema marroquí (Expediente Picasso). En un principio, el golpe y la dictadura estuvieron apoyados por el Rey, hasta que a finales de 1930 le retiró el apoyo. Esta complicidad del Rey con el dictador le costaría la Corona. En abril de 1931 se instaura la II República.
El Golpe Militar
En un contexto de crisis política y social, el 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera se pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el Estado de Guerra y exigió al monarca la transferencia del poder a los militares. Alfonso XIII aceptó un Directorio Militar presidido por Primo de Rivera, quien suspendió el régimen parlamentario constitucional.
Causas del Golpe Militar
Primo de Rivera fue apoyado por el rey Alfonso XIII, militares, políticos cercanos a la monarquía y parte de las clases dirigentes. Tanto él, como sus apoyos, defendieron su actuación con el argumento de solucionar la fuerte crisis política y social que vivía el país. Además, Primo de Rivera, planeó el golpe para evitar que las Cortes pidieran responsabilidades por los hechos de la Guerra de Marruecos.
Los golpistas expusieron las siguientes razones para el cambio:
- Inestabilidad y bloqueo del sistema político parlamentario.
- Desprestigio, auspiciado por el fraude electoral.
- Miedo a una revolución social debido a la conflictividad obrera y campesina.
- Aumento de la influencia del republicanismo y de los nacionalismos.
- Descontento del ejército tras el desastre de Annual.
Con un discurso populista, regeneracionista y moralista, el dictador justificó el golpe militar criticando la “vieja política”. En su manifiesto inaugural, Primo de Rivera anunció su voluntad de acabar con los caciques, con las trampas políticas, la indisciplina social y las amenazas a la unidad nacional.
Reorganización del Estado
La dictadura de Primo de Rivera, atravesó dos fases sucesivas. Hasta 1925, gobernó el Directorio Militar, cuyos miembros eran militares. A partir de ese año, el gobierno dictatorial incluyó a personalidades civiles: José Calvo Sotelo (Hacienda) y Eduardo Aunós (Ministerio de Trabajo). Durante el Directorio Civil, el peso de los militares siguió siendo grande y el régimen mantuvo su estilo autoritario.
Las primeras medidas del Directorio Militar fueron:
- Suspensión del régimen constitucional.
- Disolución de las cámaras legislativas.
- Cese de las autoridades civiles.
- Prohibición de las actividades civiles.
- Prohibición de las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos.
Estas medidas estuvieron acompañadas por la militarización del orden público y por una represión del obrerismo más radical. Para eliminar el caciquismo, se elaboró un Estatuto Municipal y otro Provincial. Se disolvieron los ayuntamientos, que fueron sustituidos por juntas de vocales (mayores contribuyentes de la localidad), nombrados por los gobernadores civiles. La regeneración prometida fue una mentira, ya que se suspendieron las elecciones y los caciques fueron sustituidos por otras personas que desempeñaron las mismas funciones.
Durante la primera etapa de la dictadura, el conflicto de Marruecos centró el interés de Primo de Rivera (asumió el cargo de Alto Comisionado de Marruecos en 1924). En 1925 (junto con Francia), se realizó el desembarco de Alhucemas, que fue un gran éxito. Tras varias derrotas, Abd el-Krim se rindió entregándose a Francia. En 1927, España dio por terminada la ocupación del Protectorado de Marruecos.
Desde 1926, se abandonó la idea de volver al régimen constitucional. La dictadura dejó de ser transitoria y Primo de Rivera pretendió institucionalizar su régimen (siguiendo el modelo italiano). El camino hacia un régimen autoritario comenzó con la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva (1927). Esta tendría un carácter corporativo (sufragio no contemplado), ya que sus miembros serían elegidos por designación entre ciudadanos de instituciones públicas (municipios, universidades, administradores, patronales y representantes obreros).
Para ganar adeptos, se creó un único partido, la Unión Patriótica. Era un partido del gobierno (seguía las directrices del poder), sin programa definido, que pretendía dar apoyo social a la dictadura. Los afiliados procedían del catolicismo, de las administraciones y del caciquismo rural. Además, se reactivó la institución Somatén (ciudadanos armados voluntarios), para colaborar con el orden público.
Política Económica y Social
La dictadura se benefició de la buena coyuntura económica internacional (felices años 20). El régimen puso en marcha un programa que fomentó la economía española a través de la industria y de las infraestructuras (obras públicas, ferrocarriles, carreteras, planes hidroeléctricos). El régimen no se ocupó del problema agrario. La intervención estatal aumentó y se canalizó a través de algunos sectores de la economía.
El gobierno aprobó el Decreto de Protección de la Industria Nacional, que otorgaba ayudas a las empresas que no podían competir en el exterior. Además, se concedieron grandes monopolios: el de la telefonía a la Compañía Telefónica Nacional de España; y la exclusividad en la importación, refinado, distribución y venta de petróleo a la compañía arrendataria Campsa.
Todo esto se financió con los Presupuestos Extraordinarios. Aunque el Presupuesto Ordinario del Estado aparecía equilibrado, se fue acumulando una gran deuda extraordinaria. El mundo agrario siguió en manos de grandes propietarios, y aunque no se hicieron reformas, se promovió el regadío a través de las Confederaciones Hidrográficas, que pretendían el mayor aprovechamiento de los recursos hidráulicos españoles.
En el terreno social, la dictadura puso en marcha un modelo de regulación de los conflictos laborales basado en la intervención del Estado, la integración de los sectores moderados del movimiento obrero y la represión de las organizaciones más radicales. Para eliminar los conflictos se creó la Organización Corporativa Nacional, que agrupaba a obreros y patronos en grandes corporaciones y regulaba los conflictos laborales a través de los Comités Paritarios (igual número de obreros que de patronos). Su misión era reglamentar los salarios y las condiciones de trabajo, así como mediar en caso de conflicto. Este sistema fue bien visto por la UGT, ya que pudo desenvolverse con comodidad, mientras que los anarcosindicalistas y comunistas se vieron obligados a permanecer en la clandestinidad.
La Caída de Primo de Rivera
La oposición a Primo de Rivera creció cuando el rey y su camarilla se percataron de que la dictadura era un peligro para la permanencia de la monarquía. El rey retiró su confianza a Primo de Rivera, quien dimitió el 30 de enero de 1930. El general Berenguer le sustituyó con la misión de celebrar unas elecciones que permitieran retornar a la normalidad constitucional (dictablanda).
La oposición se organizó. Los catalanistas de izquierdas y el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), un programa para presentarse a las elecciones y constituir un comité revolucionario que debería convertirse en el gobierno provisional de la futura República. Berenguer fue incapaz de preparar las elecciones y, en febrero de 1931, fue sustituido por el Almirante Aznar, quien puso en marcha unos comicios a nivel municipal, provincial y legislativo.
El gobierno convocó primero las elecciones municipales (se consideraban menos peligrosas para la monarquía) para el 12 de abril de 1931. Se intentaba volver a la normalidad, pero Alfonso XIII se había comprometido demasiado con la dictadura y las elecciones acabaron siendo un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. Con una alta participación, las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en las grandes ciudades. El electorado había apostado por un cambio de signo. El 14 de abril de 1931 se proclamó la República.