Comparación entre Protágoras y el Método Socrático
Protágoras
Entendía que el origen de nuestro conocimiento eran los sentidos y que el conocimiento sensible era subjetivo, particular y cambiante. Consideraba que solo puede haber opinión, no verdad objetiva, universal y permanente. Esta postura se denomina relativismo gnoseológico y se extiende a todas las áreas del conocimiento.
Método Socrático
- La verdad es posible alcanzarla y se encuentra dentro de uno mismo.
- El maestro no enseña, sino que guía hacia el conocimiento; la relación entre el discípulo y el maestro es el diálogo.
- Los pasos que sigue son la erística (mediante preguntas busca el reconocimiento de la ignorancia) y la mayéutica (se induce al discípulo al descubrimiento del concepto de algo, de lo particular a lo esencial).
La Dialéctica de Platón
La teoría de la reminiscencia parece que fue abandonada por Platón. En los siguientes diálogos, Platón desarrolla una nueva explicación del conocimiento humano, especialmente en República, en el que se hace referencia tanto al conocimiento como a la teoría de las Ideas, aunque el tema central es el desarrollo de su Estado ideal.
Un texto clave de esta nueva teoría es el del mito de la caverna, contenido en República, en el que se expresa la condición de aquellos que no poseen educación (sobreviven en la ignorancia) y de los que la poseen (alcanzan la sabiduría), de los que se mantienen en el mundo sensible y de los que se elevan al mundo inteligible (dualismo ontológico). Platón resume de forma intuitiva su teoría del hombre, la situación de éste en relación con el conocimiento y el problema de la doble realidad. En una caverna subterránea, que tiene una abertura a la luz, hay unos hombres encadenados desde niños de cara a la pared del fondo. En la caverna existen dos zonas separadas por un tabique detrás del cual arde un fuego. Entre el fuego y los encadenados hay un camino por el que unos hombres transportan toda clase de objetos que proyectan su sombra sobre la pared del fondo de la cueva. Y los hombres encadenados, no conociendo nada diferente de estas sombras, creen que ésa es la realidad. Si, un día, uno de ellos es desatado y obligado a mirar hacia la luz del fuego, tendría que hacer un esfuerzo para habituarse a esa luz. Y si se le obligara a salir de la caverna y mirar las cosas de fuera y luego directamente al Sol, quedaría deslumbrado. Pero al cabo de un tiempo comprendería que el Sol produce las estaciones y de alguna manera todas las cosas que se ven. Pero si a este hombre se le hiciera volver a la cueva, con el tiempo aprendería a apreciar con mayor nitidez las sombras al reconocer en ellas el modelo del cual son copias imperfectas. De este modo sería el más capacitado para gobernar a los “prisioneros” de la “caverna”.
El símil muestra algunas de las ideas esenciales de esta nueva teoría denominada Dialéctica:
- El conocimiento es la ascensión del mundo sensible al mundo inteligible.
- Tal ascensión es todo un proceso educativo que consiste en liberarse del encadenamiento al mundo material (situación de ignorancia = esclavitud) donde la inteligencia sólo se interesa por el mundo sensible y práctico, y elevarse al mundo inteligible donde la inteligencia alcanza la contemplación de las Ideas, conocimiento teórico.
- La educación debe comenzar desde niño y debe atravesar por el entrenamiento de la inteligencia en la abstracción trabajando largamente las disciplinas preparatorias o propedéuticas (aritmética, geometría, astronomía, y música).
- Sólo una minoría sería capaz de este largo camino para el que se necesita capacidad intelectual, enorme esfuerzo y pasión por el conocimiento.
- Se establecen los niveles de esta ascensión (jerarquía de niveles de conocimiento en paralelo con los niveles de realidad)
Se distinguen dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. No es una novedad: tal distinción se encontraba ya en Parménides, por ejemplo. La opinión es el conocimiento sensible de las cosas del Mundo visible, mundo de lo que se engendra (génesis, generación) y del devenir. La ciencia sólo puede versar acerca del «Mundo inteligible» de las Ideas, es decir, acerca del Ser (ousía) eterno e inmutable. La Imaginación -grado inferior del conocimiento- se alimenta de los objetos sensibles percibidos por la creencia -segundo grado-, y estudiados por la Física. Esta última, por tanto, no fue considerada por Platón como verdadera «ciencia», pues versa sobre objetos móviles. Los dos últimos grados de conocimiento son llamados diánoia y nóesis, aunque Platón se muestra bastante fluctuante en estas denominaciones, y tampoco está claro cómo hay que traducirlas. Diánoia es la razón discursiva del matemático, y nóesis es la inteligencia propia del dialéctico, que supone el verdadero conocimiento (noús) de las Ideas. Y Platón señala la diferencia radical entre el método matemático y dialéctico. Las matemáticas emplean un método discursivo descendente: parten de una hipótesis y deducen conclusiones, ayudándose de imágenes visibles (dibujos de figuras geométricas). En cambio, la dialéctica emplea un método discursivo ascendente: las hipótesis son peldaños (algo supuesto, puesto debajo) en que el dialéctico se apoya para llegar a un principio no hipotético». Y para ello no recurre en absoluto a imágenes.
¿Cómo entender esta diferencia entre la dialéctica y las matemáticas? El matemático partiría de alguna Idea matemática -por ejemplo, el Cuadrado- y la da por «supuesta», es decir, procede como si la conociera […] y fuera evidente a todos. Traza entonces su representación visual y sobre ella – aunque pensando en la Idea correspondiente- pasa a hacer demostraciones deductivas. Platón describe aquí el modo como procedían los matemáticos de su época. El dialéctico no recurre en absoluto a imágenes. Parte de una Idea y asciende hasta la Idea suprema, reflexionando en abstracto sobre ellas, buscando comprender la semejanza y oposición entre ellas (dialéctica). Ello supone que el Mundo de las Ideas se encuentra jerarquizado, y que la Idea suprema es el primer «principio» cuyo conocimiento hace verdaderamente inteligibles las demás Ideas. En la República esta Idea es la Idea del Bien (la cual es, así, el sol del mundo inteligible). Finalmente, el dialéctico emprende el camino inverso: desciende desde la Idea suprema encadenando con ella todas las demás Ideas. De este modo, el dialéctico consigue establecer la comunicación (koinonía) y trabazón (symploké) entre las Ideas, adquiriendo una visión sinóptica (en conjunto, global, integral) del Mundo inteligible.
En realidad, Platón no nos dice cómo se llega a conocer las Ideas. Únicamente dice que el alma tiene capacidad para ello, y que se trata de aprender a mirar en la buena dirección. Y si hay que prepararse para una ascensión, las matemáticas son el preludio (introducción) que hay que aprender, porque elevan el alma hacia la región superior, ya que la arrancan del devenir y la introducen en la contemplación (conocimiento) de los objetos inteligibles. Sin embargo el matemático todavía está atado a las imágenes sensibles. Abandonarlas y penetrar en el mundo de las Ideas, ésa es la tarea del dialéctico, es decir, del filósofo.
La Sustancia en Aristóteles
La sustancia es la noción central de la metafísica de Aristóteles. ¿Cómo se introduce esta noción? El texto lo muestra con claridad: de los múltiples sentidos en que cabe entender la palabra ser, hay uno que constituye su sentido primigenio: el ser como sustancia. Aristóteles parte del ser individual, concreto, el que existe. Al observar directamente los seres particulares ve en ellos un hecho claro: todo ser cambia. Por ejemplo, el agua se calienta, se enfría, se hace hielo; y sin embargo, en todos estos cambios permanece siempre la misma agua. Es decir, en todo cambio hay un sustrato, algo que permanece a través del cambio. La sustancia es justamente lo que está debajo de, lo que permanece detrás de toda mutación. Esta sustancia es la physis o naturaleza o principio fundamental del ser. Dice Aristóteles: Hay muchas acepciones del ser, pero todas ellas se refieren a un término. Podemos hablar de muchas maneras de ser, pero todas ellas se refieren a una forma primordial: la sustancia. Cierto que hay muchos seres, pero a todos denominamos substancias. Por eso, la pregunta metafísica por el ser se convierte en la pregunta por la sustancia.
Substancia y accidentes
Todas las demás formas de ser no son más que modificaciones o accidentes de la substancia. La sustancia tiene realidad por sí misma y en ella se sustentan, se apoyan, todas las demás cosas que cambian, todos los accidentes. El agua es sustancia, lo que cambia es su color, el temperatura, etc.
Las sustancias, pues, sirven de apoyo a los accidentes para que existan. La mesa es blanca, pero la blancura no es posible sin la mesa. Los accidentes dependen de la sustancia para poder existir: son ens in alio, en tanto que la sustancia es ens in se, ésta es un ser en sí, existe por sí misma, sin necesidad de apoyarse en otra cosa para ser, y aquéllos son realidades o formas de ser que necesitan de la sustancia para existir (se dicen seres en cuanto se refieren a la sustancia).
Substancia primera y substancia segunda
Hay dos tipos de substancias: substancia primera (el individuo concreto: Sócrates) y substancias segundas (la especie y el género: hombre, animal). Substancia primera es lo particular (esta mesa, ese árbol, Juan); substancia segunda es aquello que hay de universal en lo particular (mueble, vegetal, hombre). Cualquier ser, pues, debe explicarse desde la substancia primera y desde la segunda, desde lo particular y desde lo general: Pedro (realidad particular) es hombre (especie) y animal (género). Esto no significa volver al dualismo platónico, porque las especies y los géneros no están fuera de las cosas concretas sino en ellas. Así, en Pedro, podemos hallar lo que tiene de la especie hombre y del género animal. Ahora bien, la substancia primera es lo auténticamente real, porque las especies y los géneros tienen su existencia en ella. La necesidad de que existan substancias segundas proviene de la exigencia de la ciencia como conocimiento de lo universal e inmutable: las sustancias primeras cambian continuamente por lo que no pueden ser objeto de la ciencia; esta sólo puede obtenerse de la especie y del género: los individuos cambian y perecen pero las especies y los géneros subsisten -aunque en otros individuos, por supuesto-. Este problema de si las substancias segundas son o no realidades, -en Aristóteles parece que sí-, o son simplemente conceptos que están en nuestra mente, dará pie a la controversia medieval de los universales.
La Substancia como compuesto de materia y forma: la teoría hilemórfica
Las sustancias individuales, es decir, los individuos concretos, constan, según Aristóteles, de materia y forma. Esta teoría se conoce tradicionalmente como hilemorfismo o teoría hilemórfica.
Tienen materia y forma la casa, el hombre, el mármol, pero no la alegría o la felicidad: materia y forma existen en los seres materiales pero no en los espirituales.
Ejemplo: La estatua de David, de Miguel Ángel, es un todo, compuesto de materia, el mármol, y de forma, David.
Ni la materia ni la forma sola constituyen la substancia primera, sino que éste es el compuesto (synolon) de las dos realidades. No se trata de la suma de dos elementos yuxtapuestos, sino de la totalidad de un ser, de manera que no se pueden separar (no se trata de una separación física sino lógica, por aplicación del entendimiento), como son inseparables el mármol y la figura de David, en el ejemplo anterior.