El Teatro Español de 1939 a Finales del Siglo XX: Un Recorrido por la Transformación Escénica

El Teatro Español de 1939 a Finales del Siglo XX

1. El Teatro en los Años 40

La situación del teatro español de la posguerra está condicionada por el férreo control de la censura, que hace imposible la aparición de un teatro que refleje con fidelidad la realidad del país o reflexione críticamente sobre ella. Como consecuencia, el teatro de esta década tiene preferencia por la comedia y la evasión.

1.1 Comedia Burguesa

Está dirigida a un público burgués y toma como modelo las obras de Jacinto Benavente. Es un teatro estéticamente convencional e ideológicamente conservador que pretende entretener al público y en el que apenas hay menciones ni a la Guerra ni a la situación social o política del momento.

Tema principal: búsqueda de la felicidad. Otros motivos recurrentes son la infidelidad y los celos, la oposición entre lo español y lo extranjero, el triunfo de los buenos sentimientos. Siempre tratados con humor y fina ironía.

Los personajes, elegantes y distinguidos, están caracterizados con escasa profundidad psicológica. Sus principales representantes, además de Benavente, son Juan Ignacio Luca de Tena y Edgar Neville (dramaturgo y director de cine), autor de El baile, una obra que combina ternura y humor, que se mantuvo en cartel durante 7 años.

1.2 Comedia del Disparate

Esta fórmula dramática, que ya se había iniciado antes de la Guerra Civil, cultiva un humor absurdo, de raíz vanguardista, ajeno a la realidad de la época.

  • Miguel Mihura, fundador de la revista de humor La Codorniz, es el autor de Tres sombreros de copa. El protagonista, un hombre gris, pasa la noche previa a su boda en un hotel y allí se enamora de una mujer que trabaja en un circo. Se debate entre el mundo respetable y burgués de su novia y el mundo errante y libre del circo. El autor emplea diferentes mecanismos de comicidad: los juegos con el lenguaje, la acumulación de objetos, el encadenamiento de situaciones disparatadas e ilógicas. Estos recursos aparecen también en obras posteriores como Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.
  • Enrique Jardiel Poncela rompe los límites de la comicidad tradicional, basada en asuntos verosímiles. Sus obras parten de una premisa inverosímil a la que se van encadenando situaciones igualmente absurdas. Su humor es de tipo intelectual, basado en diálogos brillantes e ingeniosos. Sus personajes se reconocen por su excentricidad en el comportamiento o la forma de hablar. Eloísa está debajo de un almendro es una comedia de enredo en la que unos personajes se ven envueltos en una misteriosa desaparición con crimen incluido.

2. El Teatro en el Exilio

Grandes dramaturgos españoles en el exilio son:

  • Rafael Alberti: Su drama Noche de guerra en el Museo del Prado es un ejemplo de teatro político. Durante los bombardeos sobre Madrid, en el sótano del museo, los personajes de los cuadros de Goya cobran vida para luchar contra las tropas de Napoleón, metáfora de los sitiadores franquistas.
  • Max Aub: El argumento de San Juan transcurre en un carguero en el que viajan judíos huyendo de los nazis en busca de un puerto donde desembarcar. No los aceptan en ningún lado. La obra denuncia la pasividad de las potencias occidentales ante la tragedia de los desterrados.
  • Alejandro Casona: Durante la República dirigió el Teatro del Pueblo, compañía que, como La Barraca de Lorca, tenía el propósito de difundir el teatro clásico. A diferencia de otros autores, la guerra y el exilio no alteran la temática ni la estética de sus obras anteriores. Su teatro, cargado de poesía y misterio, se aleja de la realidad de la época como la comedia burguesa o la del disparate. Algunas de sus obras plantean un conflicto entre fantasía y realidad: La sirena varada, Los árboles mueren de pie. En la que se considera su obra maestra, La dama del alba, aparecen personajes alegóricos como la muerte.

3. Los Años 50: El Teatro Comprometido

3.1 Antonio Buero Vallejo

Antonio Buero Vallejo inaugura con Historia de una escalera la corriente de teatro existencial, que pretende que el espectador reflexione sobre la trágica condición del ser humano, su lucha por realizar sus ilusiones y la frustración. Estas obras permiten también una lectura en clave social: se hace una crítica de la realidad española, marcada por la miseria, la ignorancia, la falta de libertad, la censura y la cautela de los empresarios.

En algunas de sus obras, Buero se sirve de personajes históricos que fracasan en su empeño por construir una sociedad más justa y libre, para reflexionar sobre el presente: Velázquez en Las meninas o Esquilache en Un soñador para un pueblo. Aparecen elementos simbólicos como la ceguera de En la ardiente oscuridad, que es expresión de la dolorosa condición humana que algunos de los personajes se niegan a asumir.

Un recurso muy innovador que emplea Buero es el efecto de inmersión, que sitúa al espectador en la conciencia de los personajes. Así, en El concierto de San Ovidio y En la ardiente oscuridad, protagonizadas por ciegos, la escena…