Sociolectos y Variedades Situacionales de la Lengua Española

Sociolectales

Cuando hablamos de sociolectos, nos referimos a las variedades de lengua relacionadas con la distribución y la estratificación social de los hablantes.

Todo grupo de hablantes situado geográficamente lo está socialmente por las relaciones que mantienen con la comunidad. Un ejemplo es el dialecto de cada individuo, concepto que tiene el hablante del código que utiliza a diario, producto de su procedencia geográfica y de sus condicionamientos sociales.

La diversificación de los sociolectos de una lengua viene determinada por factores sociales y culturales. Los más relevantes son:

  • a) El entorno:
    • El lenguaje rural es más relajado en la entonación, menos cuidado en la pronunciación y más conservado en el léxico.
    • El lenguaje urbano es más renovador porque está influido por las modas lingüísticas, que evolucionan periódicamente.
  • b) La edad:
    • Este factor mostrará la capacidad de adaptación a los cambios lingüísticos según el estrato cronológico del hablante. Los jóvenes suelen ser más receptivos a los cambios y los mayores más conservadores.
  • c) El sexo:
    • Las posibles diferencias entre la forma de hablar de hombres y mujeres están marcadas por la sociedad. En la actualidad, esas diferencias no son tan marcadas.
  • d) La profesión:
    • Las diversas profesiones contribuyen a diferenciar el uso de la lengua en el nivel léxico-semántico fundamentalmente.
  • e) El nivel sociocultural:
    • Es el factor que más contribuye a un uso distinto de la lengua. Claro está que la relación cultura / clase social no es matemática, pero es evidente que las posibilidades se ven a veces limitadas por su situación socioeconómica.

Niveles de uso lingüístico

Es muy complejo establecer una división de las hablas sociales. Podemos distinguir tres niveles:

  • a) Nivel culto (código elaborado): Es el de quienes utilizan la lengua con todas sus posibilidades, cuidando todos sus planos. Sus rasgos son:
    • Fonológico: dominio de la entonación, no se admiten relajaciones fonéticas; no se abusa de frases interjectivas…
    • Morfosintáctico: construcciones sintácticas adecuadas, riqueza en el uso de tiempos verbales, se respetan las concordancias…
    • Léxico: El vocabulario es rico, variado; se emplean tecnicismos; abundan los términos abstractos; se emplean voces cultas…
  • b) Nivel medio o estándar:
    • Se trata de un nivel estándar que adopta las exigencias normativas del idioma, aunque es menos rígido que el nivel culto. De hecho, encontramos en él rasgos ocultos, coloquiales e incluso errores lingüísticos de los que el hablante medio no suele ser consciente: uso incorrecto de proposiciones (“Hay asuntos a tratar”), discordancias (“De esta agua no beberé”), supresión inadecuada del artículo (“Corre por banda derecha”), empleo del relativo (“Es por eso que no he llegado”), del infinitivo (“Callaros”), del gerundio de posterioridad (“Cayó del andamio rompiéndose una pierna”), de los comparativos (“Es más mayor que yo”). Su uso más frecuente se da en los medios de comunicación.
  • c) Nivel vulgar:
    • Es el uso menos cuidado de la lengua. Se considera que un hablante está en este nivel cuando no es capaz de cambiar de registro a otros niveles. El hablante descuida la lengua por falta de instrucción. El rasgo de este nivel es la alteración de las normas de la lengua utilizando vulgarismos. Los rasgos más característicos son:
      • Fónicos: relajación de consonantes intervocálicas y finales (sentao, comio, verdá…); relajación vocálica que conduce a un cambio de vocal, a diptongación o a supresión de diptongos (Ugenio por Eugenio); cambio en el orden de los fonemas (Grabiel por Gabriel); cambios en las consonantes (Celipe por Felipe) o supresión (poblema por problema…); acortamiento de palabras (analis por análisis); cambio de b en g y viceversa (gueno) y una g ante el diptongo ue (güevo).
      • Morfosintácticos: desorden en el uso de pronombres (me se cayó por se me cayó…); utilización incorrecta de los pronombres (la pegué); uso incorrecto de los tiempos verbales (Te lo compremos el jueves); sustitución de unos verbos por otros (No coge por no cabe…); repeticiones innecesarias de complementos (La vi a ella…); frases inacabadas; uso muy escaso y repetitivo de nexos (Y fuimos y se lo dijimos); uso incorrecto de los relativos (Antonia, que la vimos ayer por a la que vimos ayer…); uso incorrecto de las preposiciones (Contra más viejo se hace); empleo de doble comparativo (más mayor)…
      • Léxicos: formas verbales arcaizantes (semos); vocabulario muy reducido, no se emplean sinónimos, se emplean muletillas; términos erróneos; uso de tacos y expresiones malsonantes.

Las jergas

Existen formas marginales de la lengua. Estos lenguajes especiales se caracterizan por emplear un léxico específico y corresponden a determinados grupos sociales. Sus usuarios los emplean para comunicarse con miembros de su grupo.

Situacionales

Están condicionadas por la situación comunicativa y el propósito de la comunicación. El hablante puede y debe saber escoger el nivel de habla que convenga en cada momento. Se denomina registro al conjunto de características lingüísticas de adaptación de uso de la lengua por un hablante a una situación comunicativa. El uso individual que el hablante hace de su lengua puede tomar un registro u otro, según las circunstancias en las que se produzca la comunicación.

Estas variedades vienen determinadas por una serie de factores:

  • El medio de expresión utilizado, según el cual es distinta la lengua hablada de la escrita.
  • El tema sobre el que versa la comunicación (es indiferente un comentario político que las noticias deportivas).
  • La situación comunicativa en la que se produce la comunicación y el grado de relación entre emisor y receptor.
  • Además, interviene la propia personalidad del que habla: algunos hablantes son incapaces de cambiar de registro por su limitada competencia lingüística. Otros pueden elegir porque su destreza idiomática es mayor.

Variedades relacionadas con el canal de comunicación

La lengua oral permite una comunicación más directa, más espontánea. La lengua escrita es permanente, más cuidada porque permite pensar mejor y elegir las palabras adecuadas con mayor corrección.

Variedades relacionadas con el nivel de la lengua

El lenguaje formal y el informal también son dos clases de registros idiomáticos. El registro formal se caracteriza por un vocabulario muy correcto, pensado para comunicaciones oficiales, trabajo, administración, etc. En estas situaciones priman la eficacia sobre la emotividad y la distancia entre los interlocutores. Aquí pertenece un uso del lenguaje más o menos culto, sin incorrecciones y con tecnicismos. En cambio, el registro informal es parecido a la expresión coloquial, es más propio del lenguaje oral. Se permiten algunas incorrecciones, se utilizan vocabulario y unas expresiones más coloquiales.

Expresión o registro coloquial

En ocasiones se confunden lengua popular y expresión coloquial. La lengua popular pertenece a una variedad según el nivel sociocultural del hablante, mientras que la expresión coloquial alude a una situación comunicativa concreta, independientemente del conocimiento que posee el hablante.

La expresión coloquial es la propia de la comunicación entre amigos o en familia, es espontánea y algo descuidada.

Las principales características de esta variedad coloquial pueden ser identificadas con los rasgos señalados en el nivel del lenguaje popular.

  • Fónico: relajación de consonantes intervocálicas o finales; entonación marcada por la expresividad; intervenciones y frases interjectivas (“¡Arrea!”).
  • Morfosintácticos: oraciones cortas, simples o coordinadas; yuxtaposición; empleo reducido de nexos; abundancia de diminutivos, aumentativos y despectivos (“Pequeñín”, “grandote”, “mujerona”).
  • Léxicos: escaso empleo de sinónimos; repeticiones innecesarias; construcciones pleonásticas (“sube arriba”); uso limitado de adverbios y adjetivos; abundancia de expresiones de tipo afectivo, comparaciones y metáforas exageradas (“estoy hecho polvo”); empleo de refranes y frases hechas (“haz lo que quieras, pero quien mal anda…”); empleo de muletillas (“o sea”).
  • Rasgos propios de la función apelativa y emotiva de la lengua: afirmaciones, negaciones y mandatos (“ni hablar”); apelaciones al interlocutor para pedirle que muestre su acuerdo con lo que se dice (“¿te das cuenta?”); uso de vocativos…

Refranes

Un refrán es un enunciado que expresa un pensamiento a manera de juicio moral o didáctico. Son muy útiles cuando no se tienen recursos suficientes de un modo personal.

Años cuarenta

La producción durante la Guerra Civil es escasa y tendenciosa, al servicio de los intereses de cada bando. Son obras de escasa calidad. La contienda provoca un corte muy profundo con la tradición anterior: al acabar la guerra, buena parte de los intelectuales españoles marchan al exilio o han muerto. Los novelistas jóvenes, al inicio de los años 40, se encontraron con un ambiente absolutamente empobrecido. No hay que olvidar la censura, no solo para los jóvenes creadores, sino para cualquier otra obra del pasado o presente.

En estas circunstancias se desenvuelven los primeros novelistas de la posguerra.

La novela de los años 40

Podemos constatar distintas tendencias en la narrativa de estos años:

  • a) Nacionalista:
    • En la inmediata posguerra, hay que hablar de la novela nacionalista. Los novelistas quieren dejar constancia de la victoria como una gesta heroica y salvadora. Se han ocupado El kilómetro seis de Cecilio Benítez Castro, La mascarada trágica de Enrique Noguera y Checas de Madrid de Tomás Borrás.
  • b) Tremendismo:
    • Camilo José Cela inicia la corriente llamada tremendismo, que se caracteriza por los siguientes rasgos:
      • Los temas son la incertidumbre del destino humano y la dificultad de comunicación personal.
      • La acción presenta situaciones de gran dureza. El destino del hombre se resuelve en una violencia extrema.
      • Los personajes son seres marginados, violentos y oprimidos.
      • Frecuentemente se mueven en un espacio limitado.
      • Predomina la primera persona: el personaje cuenta su vida evocando el pasado.
      • Se utiliza un lenguaje duro.
    • La obra que más sobresale es La familia de Pascual Duarte, en la que se desarrolla la autobiografía de Pascual, un campesino violento y analfabeto que, desde la cárcel, relata su vida poco antes de ser ajusticiado por el asesinato de su madre.
  • c) Realismo existencial:
    • Se desarrolla paralelamente al tremendismo. Las novelas giran en torno a la incertidumbre del destino humano y la ausencia o dificultad de comunicación personal.
    • Sus temas son la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte…
    • Las pueblan personajes marginales, desarraigados, desorientados, angustiados.
    • Es un malestar social desde la perspectiva existencial.
    • En cuanto a los aspectos técnicos, tienden a la reducción del espacio, los personajes sufren presiones insoportables en un ámbito enrarecido, irrespirable. Los narradores prescinden de los artificios estilísticos. La mayoría de los autores derivan luego hacia un enfoque social. Obra clave es Nada de Carmen Laforet.
    • Ganó el primer Premio Nadal en 1945 y se considera una de las obras más importantes de este periodo. Nos muestra la Barcelona de posguerra, el doloroso descubrimiento del mundo de una joven que intenta encontrar su camino.
    • Algunos de los rasgos característicos son:
      • Relato autobiográfico: la narración en primera persona desde la óptica del personaje protagonista.
      • Espacio cerrado: el espacio en el que se va a desarrollar la acción, el piso, es un espacio cerrado y opresivo, símbolo de un mundo hostil en el que la protagonista tendrá que sobrevivir.
      • Personajes: el mundo interior de la protagonista se convierte en el centro de la narración.
      • Sencillez: la autora emplea un lenguaje sencillo.
    • Nada es la primera novela que presenta el ambiente real de la situación generada en la inmediata posguerra. En primera persona, cuenta la historia de una muchacha que ha ido a estudiar a Barcelona, donde vive con sus familiares, en un ambiente de ilusiones fracasadas. Se constata, a través de la protagonista, un estado de miseria material y moral, con un tono triste.