Literatura Española del Siglo XIX y XX: Realismo, Naturalismo, Generación del 98, Vanguardias y Posguerra

REALISMO Y NATURALISMO: LA NOVELA, LA POESÍA Y EL TEATRO EN LA SEGUNDA MITAD DEL S. XIX

La filosofía propia de la sociedad burguesa de la segunda mitad del siglo XIX es el positivismo, que se basa en la observación rigurosa de la realidad y en la experiencia. Por otro lado, el darwinismo influye profundamente en el pensamiento de la burguesía y da un giro respecto a lo que se venía pensando hasta el momento. Si a esto agregamos el auge del marxismo, con sus propuestas de transformación del mundo y los movimientos obreros, tenemos una sociedad decimonónica muy distinta a la del principio del siglo.

Postromanticismo: Bécquer y Rosalía de Castro

Antes de adentrarnos en el realismo, cabe mencionar a Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, quienes destacan como grandes poetas del postromanticismo, representando una transición entre el romanticismo y el realismo. Se les reconoce por su capacidad para capturar las ideas originales del romanticismo alemán y expresarlas con sinceridad en sus poemas. Bécquer, en particular, se destaca por su habilidad para culminar la prosa de ficción romántica en España a través de sus Leyendas, que recrean atmósferas maravillosas y describen situaciones misteriosas con una prosa llena de lirismo y precisión.

El Realismo en España

El Realismo llega a España de un modo tardío a causa de nuestras circunstancias históricas como son el reinado de Fernando VII, la I República, la Gloriosa y la Restauración de la monarquía reaccionaria. La literatura realista, más que una escuela, se trata de una serie de escritores que se autodenominan como realistas: Stendhal, Dickens, Balzac, Flaubert, Dostoyesvski, Toldstoi, Galdós, Clarín y Pardo Bazán.

Características del Realismo

El realismo literario concibe el arte como mímesis de la realidad del mundo burgués. El género más cultivado será la novela y la novela por entregas, difundida a través de la prensa. La novela realista no vuelve al pasado como la romántica, sino que se mueve en las coordenadas del aquí y del ahora. Con un estilo sencillo y sobrio, se nos presentan unos personajes que se relacionan problemáticamente con el mundo que les rodea. Se respeta el tiempo lineal de los hechos. El narrador omnisciente maneja por completo los hilos de la historia. Los tres grandes temas de la novela realista serán el amor, la política y lo metafísico. El amor imposible y los triángulos amorosos se tratan en las novelas más representativas: La Regenta, de Clarín, Fortunata y Jacinta, de Galdós, Madame Bovary, de Flaubert y Ana Karenina de Tolstoi.

Realistas Españoles

Entre los realistas españoles, tenemos que destacar al grupo de los liberales: Galdós, Clarín y Pardo Bazán, que, además de describir la realidad para mostrar su degradación, la critican y denuncian la pervivencia de la mentalidad conservadora.

Benito Pérez Galdós

Benito Pérez Galdós es sin duda el mayor novelista del siglo XIX en España, y uno de los más destacados de Europa. Con el pasar de los años su estilo literario permanece hasta convertirse en maestro de los novelistas posteriores. Autor de más de un centenar de novelas, que se pueden dividir entre Los Episodios nacionales y las Novelas españolas contemporáneas.

Los Episodios nacionales, constituidos por 46 novelas, pretenden reconstruir de forma novelada la historia del siglo XIX español, con la intención de comprender los conflictos que dividían nuestra sociedad.

Con las Novelas españolas contemporáneas, Galdós recrea una cosmogonía para pintar un fresco de la sociedad española de su tiempo, como hicieron Balzac y Zola en Francia. Hay personajes secundarios que van pasando de una novela a otra. Eso demuestra que Galdós imaginó un universo completo y complejo.

Sus obras se caracterizaron por la descripción de los ambientes ya que era un novelista integral. Fue un poderoso creador de ambientes y para ello se encargaba de cuidar la documentación de las costumbres. Otra de sus grandezas es que sus personajes siempre tuvieron una verdad que llegaba a la intuición del corazón humano y a la capacidad de comprensión con una lucidez muy exigente. Sus pinturas se basaban en la técnica del retrato, con pinceladas sueltas sobre los rasgos físicos o morales.

La novela más importante de Galdós es Fortunata y Jacinta. En ella el autor despliega sus mejores artes narrativas: minuciosa captación de ambientes, uso magistral de los diálogos, empleo de novedosos monólogos interiores, narrador omnisciente, el estilo indirecto libre.

Leopoldo Alas, Clarín

Leopoldo Alas, Clarín, fue el principal crítico literario de su época pero también cultivó la narrativa de ficción. Su obra maestra es La Regenta que narra la tensión existente entre Ana y los hombres que la rodean: un marido que la quiere sólo como una hija, un galán donjuanesco sin valor ni dignidad y un sacerdote lleno de ambición. La trama principal se enriquece con un soberbio retrato de la opresiva e intolerante vida de las provincias.

Emilia Pardo Bazán

Emilia Pardo Bazán fue una mujer acomodada que destaca por una abundante producción de narrativa donde sobresale Los pazos de Ulloa, un retrato inolvidable del mundo rural gallego.

El Teatro Realista

Los dramaturgos realistas pronto se hartaron del teatro romántico, repleto de efectismos, sangre y tragedia. Buscaron fórmulas nuevas para reflejar la sociedad contemporánea. Los temas favoritos dejaron de ser temas idealizados para hacer énfasis en la actualidad, con un lenguaje menos retórico, sin tantas exclamaciones y, en definitiva, más cercano a lo real. Destacamos a Tamayo y Baus, miembro de la Real Academia de la Lengua, y creador de un teatro dirigido a la alta burguesía. Por otro lado nos encontramos a Joaquín Dicenta, autor de dramas sociales como El señor feudal.

El Naturalismo

Se conoce como Naturalismo a una corriente literaria que se desarrolló en Francia durante el último tercio del siglo XIX. Su principal impulsor fue Émile Zola. Escribió un ciclo de 20 novelas donde pretende convertir la literatura en otra ciencia más para estudiar el medio social. La estética naturalista analiza el comportamiento humano, siguiendo los principios del positivismo y llega a la conclusión de que los hombres están condicionados por su genética y el ambiente social en el que se mueven.

GENERACIÓN DEL 98 Y MODERNISMO. LA NOVELA Y EL TEATRO ANTERIOR AL 36

Al despuntar el siglo XX, España es un país rural con salarios muy bajos. El desarrollo industrial es insuficiente y depende del extranjero. La oligarquía y la burguesía se niegan ante cualquier cambio progresista.

El Modernismo

El modernismo es una corriente literaria específicamente hispánica que se inicia en Hispanoamérica y refleja la mentalidad hispana ante la crisis de fin de siglo. El precursor del modernismo fue el poeta cubano José Martí y su pontífice será Rubén Darío, que exportó el modernismo a España.

Los modernistas tienen una actitud vital de rebeldía y rechazo a las normas sociales y morales. Desprecian la vulgaridad y la mediocridad. Los géneros literarios más cultivados son la poesía y la prosa poética. Las influencias modernistas son muy diversas: romanticismo, prerrafaelismo, simbolismo, decadentismo… Sus temas favoritos son el erotismo, la religión, la muerte, la noche, la soledad, la insatisfacción, los sueños, el recuerdo, la belleza… Utilizan símbolos como el cisne, el jardín, la mitología o la torre de márfil. El lenguaje modernista es sensorial y plástico, con abundante adjetivación y cultismos. Cultivan los sonetos con versos alejandrinos o dodecasílabos. Los poemarios más destacados son Azul y Prosas profanas, ambos de Rubén Darío.

La Generación del 98

En 1898, España sufre una derrota militar por EEUU y pierde los restos de su antiguo imperio. Este hecho se ha conocido como el “desastre del 98”. Tal acontecimiento afectará a toda la sociedad española pero especialmente al pueblo llano que será obligado a ir al frente.

Se conoce como Generación del 98 a un grupo de escritores que en su juventud expresaron su profundo desagrado ante la sociedad del momento y proclamaron la necesidad de cambios sociales, culturales y estéticos. Éstos autores son Unamuno, Baroja, Maeztu, Valle Inclán, Benavente y Azorín. El tema de España es constante para ellos y pretenden entender dónde está nuestra identidad, el alma del país. Para ello, la buscan en los paisajes de Castilla. La estética que utilizan es sencilla y cuidada. Los temas más recurrentes son los temas existenciales y cultivan tanto novela como ensayo.

Azorín cultiva un género híbrido de narración, ensayo y poema en prosa.

Unamuno defendió que el novelista debería de dar a luz una obra viva y escribió novelas de ideas, sin apenas descripción, en las que realmente lo que importa es el mundo interior de los personajes, y su desarrollo psicológico, a menudo avocados a luchar con sus contradicciones y dudas. Destacamos San Manuel bueno, mártir.

Pío Baroja explora el pesimismo filosófico y la visión mordaz de la vida española en novelas como Zalacaín el aventurero.

Antonio Machado

Mención a parte, se merece Antonio Machado, porque es un poeta y prosista inclasificable que se ha convertido en un referente de la literatura universal.

En su juventud atraviesa una etapa modernista con el poemario, Soledades, galerías y otros poemas. Posteriormente, en su madurez, toma conciencia crítica y compone Campos de Castilla, cercano al pensamiento de la Generación del 98. Su última etapa poética será más íntima y filosófica.

El Teatro anterior a 1936

El teatro que se cultiva desde 1900 a 1936 se puede clasificar en dos grupos: un teatro comercial y mayoritario y un teatro innovador.

Teatro Comercial

En el teatro comercial destacamos a Jacinto Benavente. Es el creador de la comedia benaventina, como por ejemplo, Los Intereses creados. También dentro de este teatro comercial nos encontramos el teatro cómico, con las comedias costumbristas de los hermanos Quintero y las tragedias grotescas de Arniches o Muñoz Seca y su astracanada. Los hermanos Machados escribirán teatro poético con cierta influencia modernista. La Lola se va a los puertos.

Teatro Renovador

En el teatro renovador destacamos a Valle-Inclán, creador de un nuevo subgénero literario, el esperpento. El teatro de Valle-Inclán evoluciona desde el estilo modernista, embellecedor de la realidad, hacia el esperpento, una estética deformadora y desgarrada que se relaciona con el expresionismo y la vanguardia y que supuso una renovación dramática excepcional. Además refleja una actitud tremendamente crítica ante la realidad española. Destacamos Luces de Bohemia.

Vinculado al novecentismo, Jacinto Graú que triunfó con El señor de Pigmalión. Otro gigante del teatro renovador será Lorca. Entendía el teatro como espectáculo total, ya que cuidaba todos los aspectos: el texto, la música, la escenografía… El lenguaje de su teatro está lleno de recursos poéticos y estilo experimental, ya que se alimenta de múltiples tendencias y estilos como por ejemplo el surrealismo. La mayoría de sus obras son trágicas y el lenguaje está cargado de connotaciones, símbolos y metáforas. Dibuja como nadie el sufrimiento y la angustia femenina, creando así heroínas inolvidables. Pasa por diferentes etapas, pero su etapa de plenitud corresponde a la época en la que mezcla lo popular con la tragedia clásica. Sobresale La casa de Bernarda Alba o Bodas de sangre.

NOVECENTISMO Y GENERACIÓN DEL 14. EL ENSAYO, LA NOVELA NOVECENTISTA Y JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Tras la Primera Guerra Mundial, Europa se hunde en una depresión, que proporcionará el nacimiento y auge de los fascismos. En 1917 tiene lugar un acontecimiento que conmovió al mundo: la revolución bolchevique de Rusia. Su importancia trasciende las fronteras rusas, ya que su objetivo era la revolución socialista mundial.

Durante la Primera Guerra Mundial, España se mantiene neutral, pero la situación política es de pobreza, crisis económica y mucho malestar social. En 1923 comienza la dictadura de Primo de Rivera, inspirada en el fascismo italiano. La incapacidad para resolver los problemas de España por parte del dictador favorecerá la llegada pacífica y democrática de la I República el 14 de abril de 1931 entre el entusiasmo popular.

El Novecentismo

Se conoce como Novecentismo el movimiento cultural español de la segunda década del siglo XX. Utilizan como nombre y bandera el nuevo siglo y esto implica la oposición a todo lo que se considera del siglo anterior “el ochocientos”: romanticismo, realismo, modernismo y generación del 98. Se les denomina también Generación del 14 porque adquieren la madurez en torno a la Primera Guerra Mundial.

Los novecentistas son un grupo de intelectuales liberales, sobre todo ensayistas, que pretenden modernizar la sociedad española y acercarla a Europa. El auge de este movimiento se produce en la década de los años 20 y empieza su declive en 1930, ya que las circunstancias históricas exigen una actitud más comprometida.

Dentro de estos intelectuales, destacamos a pensadores como Ortega y Gasset o Eugenio D’Ors, el escritor Pérez de Ayala y el doctor Gregorio Marañón. Muy cercanos a sus ideas y estética están también los ensayistas Américo Castro, Madariaga, Sánchez Albornoz o el político e intelectual Manuel Azaña y los literarios Juan Ramón Jiménez y Gabriel Miró.

Características del Novecentismo

Los componentes de la Generación del 14 defienden la racionalidad y el rigor intelectual. Propugnan la modernización intelectual del país y desean vincularse con Europa. Son grandes europeístas, que aprovechan la prensa, las instituciones y la política para llegar a la sociedad e influir en ella. Defienden la labor dinamizadora de las minorías cultas. Prefieren la cultura urbana, frente a la rural, propia de la generación del 98. Conciben la obra artística o el arte como un objeto autosuficiente, bello, alejado del sentimentalismo y del realismo. Admiran los modelos clásicos.

Basan sus producciones, bien sean artísticas o científicas en el rigor intelectual, y defienden que el arte debe ser minoritario e intelectualizado. Su literatura es depurada en la forma y en el contenido, contraria a la exaltación. El estilo huye de lo fácil, de la improvisación, de la espontaneidad y apuestan siempre por un lenguaje selectivo, culto y generalmente minoritario.

Géneros del Novecentismo

Los géneros más cultivados son la prosa poética, el ensayo y la poesía.

El Ensayo

Los ensayos novecentistas se detienen en planteamientos reflexivos y con un tono objetivo, de forma que desaparecen de la vehemencia y el subjetivismo. Los temas que tratan son muy variados: científicos, políticos, estéticos, históricos… Con frecuencia publican en los periódicos, colaborando así con la prensa. De esta manera pretenden difundir sus ideas. En el ensayo La rebelión de las masas de Ortega y Gasset, explica que el nuevo arte se caracteriza por ser original, minoritario, antirromántico, antirrealista y deshumanizado.

La Novela

Los narradores novecentistas abandonan la novela realista y experimentan nuevos caminos, a través del lirismo, el humor y la intelectualidad. En este género destacamos a Gabriel Miró y Pérez de Ayala. Miró nunca fue un escritor para el gran público y destacó por su originalidad y su capacidad de renovar la narrativa. Sus novelas están llenas de verdad estética y de verdad ética. Podemos citar Al obispo leproso. Pérez de Ayala encarna a la perfección el renacimiento intelectual y literario del novecentismo como novelista, columnista, político, además de ensayista y crítico literario. Destacamos Tigre Juan. Utiliza la ironía, el sarcasmo, la burla y el humor para manifestar su talante nihilista y pesimista, heredero de los maestros de 98.

Juan Ramón Jiménez

Mención aparte, merece Juan Ramón Jiménez, autor inclasificable por la profundidad de su obra poliédrica y de calado profundo. Tanto es así que se ha convertido en un referente de la literatura universal. Consagró su vida a la poesía que él identifica con la belleza y con la verdad. A través de la creación poética, Juan Ramón alcanza sus anhelos o proyecciones de belleza, de eternidad y de conocimiento. El poeta creía que para conocer el mundo con profundidad sólo había un camino, la poesía.

Su obra constituye una revolución estética, porque crea un nuevo lenguaje poético y por ello se convierte en el maestro de los poetas futuros, como son los poetas de la Generación del 27. Es el propio Juan Ramón quién clasifica su producción artística en tres etapas:

  • Etapa sensitiva o modernista: produce poemas influenciados por Bécquer y los simbolistas. Escribirá poemas íntimos, muy musicales, sencillos y de tono melancólico.
  • Etapa intelectual o de poesía pura: su objetivo es desnudar el lenguaje de los ornamentos y plasmar lo esencial. Abandona el sentimentalismo anterior y pasa a emplear un lenguaje moderno junto con el verso libre. Tiende a la depuración del estilo. Cultiva una poesía difícil, abstracta y metafísica, porque el poeta anhela la esencia de las cosas y se mueve en el terreno de las ideas. Destacamos, Diario de un poeta recién casado.
  • Etapa suficiente o verdadera: ya está escrita desde el exilio y se inspira en cierto modo en las vanguardias. El maestro Octavio Paz consideró su poema Espacio como el mejor poema del siglo XX.

LAS VANGUARDIAS EN EUROPA, ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA

Tras la Primera Guerra Mundial, Europa se hunde en una depresión, que proporcionará el nacimiento y auge de los fascismos. En 1917 tiene lugar un acontecimiento que conmovió al mundo: la revolución bolchevique de Rusia. Su importancia trasciende las fronteras rusas, ya que su objetivo era la revolución socialista mundial.

Las Vanguardias en Europa

Las vanguardias comienzan a despuntar después de la Primera Guerra Mundial en Europa. Son movimientos artísticos que afectan sobre todo a la pintura, aunque también dejan huella en las demás artes. Todas las vanguardias tienen un espíritu común, la ruptura total con la tradición y el deseo de renovación radical de la expresión artística. La originalidad y la obsesión por lo nuevo son valores supremos. La experimentación de nuevas formas va a ser la actividad principal de los escritores de vanguardia. Imágenes insólitas, metáforas sorprendentes, desaparición de la puntuación ortográfica, juegos con las posibilidades visuales y semánticas de las palabras, fragmentación de la escritura y asociaciones ilógicas fueron algunas de las características de esta nueva literatura.

Destacaron el expresionismo, que mostró una visión deformada de la realidad como resultado de la visión trágica del artista; el futurismo, dominado por la fascinación ante las máquinas de la sociedad moderna; el cubismo, corriente principalmente pictórica (Picasso), que en literatura mostró, mediante caligramas, las posibilidades plásticas de la escritura poética; el dadaísmo, movimiento que trató de lograr, mediante el humor desafiante y la ruptura total con cualquier tipo de convención artística, la liberación del espíritu humano, y sobre todos, el surrealismo, que se adentró en los espacios inconscientes del alma humana, sueños e instintos, tratando de rescatar la parte oculta y, para ellos, esencial del hombre. El surrealismo está influido por Freud y el psicoanálisis. Según el psiquiatra, para lograr iluminar la parte oculta del hombre, se pueden utilizar técnicas como la escritura automática, ajena al control de la conciencia y basada en la asociación libre de ideas. Merece una mención especial el Manifiesto Futurista de 1909 ya que constituye un pistoletazo de salida para la autodefinición de las otras vanguardias.

El apogeo del período vanguardista se extendió hasta la década de los años veinte; a partir de entonces, el panorama europeo se vuelve, con el ascenso de los fascismos en Alemania e Italia, sombrío y amenazador. En consecuencia, el arte lúdico y despreocupado dejó paso a posturas más comprometidas donde ya no tenían cabida los juegos vanguardistas.

Las Vanguardias en España

En España, las vanguardias tuvieron una rápida acogida, a través de las tertulias del café Pombo y de las revistas literarias como La gaceta literaria o La revista de Occidente. La vanguardia autóctona española será el ultraísmo.

El Ultraísmo

Este movimiento poético surge de las tertulias en el Café Colonial de Madrid a finales de 1918 y es una reacción contra el amaneramiento del modernismo ya agonizante de Rubén Darío. Será Guillermo de la Torre quien acuñe por primera vez el término “ultraísmo” y de su mano contará con enorme aceptación y participación de otros escritores como Juan Larrea, Pedro Garfias, Cansinos-Asséns, Vicente Huidobro o Jorge Luis Borges. En el Manifiesto ultraísta quedará patente que el ultraísmo es una vanguardia muy conectada con el futurismo y el dadaísmo pero que también se nutre de otros ismos como el cubismo y el expresionismo.

Los rasgos poéticos que sintetizan el movimiento se caracterizan por el uso indiscriminado de imágenes y metáforas insólitas, a menudo incoherentes y dispersas, sin hilazón rítmica. En ellas se enfatiza sobre la seducción por la velocidad, los adelantos técnicos o el cine. Se eliminan los nexos inútiles, suprimiendo adjetivos en favor de los neologismos, los tecnicismos y las palabras esdrújulas, con tendencia a establecer una original disposición tipográfica de tal manera que se fusionen la plástica y la poesía sintética.

Ramón Gómez de la Serna

Ramón Gómez de la Serna fue una figura central del vanguardismo en España por su incesante actividad en los primeros años de las vanguardias. Su actitud vital respondía al modelo vanguardista, marginal y provocador, que lo llevó a pronunciar conferencias montado sobre un elefante o a celebrar un banquete en un quirófano. Dirigió la revista Prometeo, en ella aparecieron los primeros manifiestos vanguardistas. Escribió cuentos, novelas y teatro vanguardista, pero lo más interesante son sus Greguerías, definidas por su creador como la suma de humorismo y metáfora. Son breves e ingeniosas asociaciones que transforman la realidad, por ejemplo, “El platillo es el sol de la orquesta” o “Las gaviotas nacen de los pañuelos que dicen ¡adiós!, en los puertos”. La greguería se basa en una metáfora audaz, inesperada, insólita y humorística. Las greguerías influyeron en las metáforas de los poetas del 27.

El Creacionismo

El creacionismo literario fue un movimiento hispanoamericano que surgió a inicios del siglo XX de la mano de Vicente Huidobro, poeta chileno al que se le considera el padre de este ismo. El creacionismo buscaba crear un nuevo mundo a través de la literatura y, para ello, los poetas creaban imágenes nuevas, así como neologismos que describieran la nueva realidad. Fueron muy diestros en el empleo de recursos literarios como las metáforas, que les permitían crear nuevas imágenes propias de su mundo. Conciben la poesía como una manifestación artística única e independiente, absolutamente autónoma del resto de géneros literarios. Destacamos Altazor, de Huidobro, poemario donde las palabras cobran vida y adquieren una extrema expresividad.

GENERACIÓN DEL 27 Y LA POESÍA DE LORCA

En 1929, la Gran Depresión golpeó la economía mundial, causando una profunda crisis que llevó a un aumento masivo del desempleo y desencadenó sentimientos antiimperialistas. Esto sentó las bases para la Segunda Guerra Mundial. En España, la proclamación de la república en 1931 fue recibida con entusiasmo por una población cansada de la monarquía. Sin embargo, las medidas implementadas durante la República enfrentaron resistencia tanto de la oligarquía como de la izquierda, lo que generó tensiones internas. La crisis internacional y los problemas estructurales e internos previos no favorecieron a la República, y la oposición de sectores conservadores como terratenientes, militares, jerarquía eclesiástica y prensa derechista se intensificó, culminando en el golpe de Estado de julio de 1936 y el inicio de la Guerra Civil Española. Durante la guerra, España quedó dividida en dos zonas: una bajo el gobierno legítimo republicano y otra dirigida por los rebeldes fascistas. Este conflicto prolongado y devastador tuvo consecuencias duraderas en la historia española y mundial.

La Generación del 27

El término Generación del 27 se refiere a un grupo de poetas que surgieron en la década de 1920, coincidiendo con las vanguardias. Sus obras comparten rasgos y constituyen un florecimiento excepcional de la poesía. El nombre Generación del 27 alude al año en que se celebró el homenaje a Góngora, con la participación de casi todos los miembros del grupo. Sus componentes son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda y Rafael Alberti. Menos conocidos son Manuel Altolaguirre y Emilio Prados; algunos estudiosos también incluyen a Miguel Hernández.

A pesar de la fuerte personalidad de cada poeta, desde el principio mostraron inquietudes y gustos comunes que los diferenciaban de los otros escritores del momento. Por ello, se les considera generación o grupo poético.

Rasgos de la Generación del 27

Los rasgos cohesionantes afectan a lo biográfico, a las ideas y a la estética:

  • Todos son de edades similares, tienen una gran cultura literaria, curiosidad intelectual y su origen familiar acomodado les permite dedicarse a la poesía.
  • En conjunto, mantuvieron actitudes liberales en política y, durante la Guerra Civil, apoyaron la República.
  • Trabaron amistad entre ellos sobre todo en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, de la Institución Libre de Enseñanza Krausista. Fue un lugar de amistad y de formación cultural. Allí también estuvieron, entre otros, Juan Ramón Jiménez, el pintor Dalí y el cineasta Luis Buñuel.
  • Participaron en acontecimientos culturales como la celebración del centenario de Góngora en diciembre de 1927, en Sevilla. También colaboraron en las mismas revistas como La gaceta literaria y la Revista de Occidente.
  • Todos comparten un afán de modernizar la poesía y reconocen como maestros a Juan Ramón Jiménez y a Ortega.
  • Crearon un lenguaje generacional, a pesar de las variantes personales.
  • Todos conceden importancia al estilo, cultivan la metáfora y consideran la poesía en su vertiente estética; es decir, como manifestación autosuficiente e intrascendente, y no como medio de expresión de problemas morales, sociales o biográficos.

Comparten su admiración por lo clásico y lo moderno. Ese equilibrio entre lo nuevo y lo antiguo es la característica más original del grupo y la que le da un tono compacto.

Tras la guerra civil, puede considerarse deshecho el grupo, aunque mantuvieron la amistad y crearon obras importantes. La guerra provoca el asesinato de Lorca y el exilio de Salinas, Guillén, Alberti y Cernuda, quienes tratan en numerosas ocasiones el tema del exilio. En España, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego se convierten en el punto de partida de la poesía de posguerra. En conjunto, la poesía de todos ellos tras la guerra civil refleja angustia existencial y preocupaciones éticas y sociales.

El Grupo del 27 aúna lo tradicional y lo renovador, el gusto por lo popular y lo culto, el interés por la literatura hispánica y por las literaturas europeas. Conocen la poesía clásica española y las nuevas corrientes europeas, y asimilan profundamente esas dos influencias en creaciones personales y diferentes.

Influencias de la Generación del 27

De la literatura valoran tanto lo culto como lo popular. Entre los clásicos cultos prefieren a Manrique, Garcilaso, Fray Luis, San Juan de la Cruz, Quevedo, Lope de Vega y, sobre todo, Góngora, el maestro del arte de la metáfora. De la literatura popular aprecian el Cancionero, el Romancero y las cancioncillas tradicionales de Lope y Góngora. En cuanto a la poesía más cercana, tienen interés por Bécquer, Rubén Darío y, sobre todo, Juan Ramón Jiménez. De las vanguardias se toma lo novedoso, lo original y provocador, el juego de ingenio, la ruptura humorística, la total libertad en la métrica, en la puntuación, en los temas y en el uso de imágenes ilógicas. La imagen se convierte en la base expresiva de la poesía. Ello explica la admiración por Góngora y por las vanguardias. Como ellas, crean imágenes en las que no existe una relación lógica entre el término real y el poético: es la imagen irracional.

En la métrica, quedan definitivamente incorporados el verso libre y el versículo, cuyo precedente en solitario había sido Juan Ramón Jiménez. También combinan las estrofas tradicionales con un lenguaje moderno. Destacamos a los poetas Pedro Salinas con La voz a ti debida, Jorge Guillén con Cántico o Gerardo Diego con Manual de espumas.

Federico García Lorca

Creemos que Federico García Lorca merece una mención a parte porque no sólo fue un excelente poeta sino que también fue un gran dramaturgo. Su obra presenta unos temas constantes: el amor, la frustración y el destino trágico. Abundan los seres marginados, abocados al dolor, a la soledad y a la muerte.

La poesía de Lorca es dramática en el doble sentido de la palabra, es decir, es teatral y trágica. Por un lado, es teatral porque el poeta a menudo se expresa a través de personajes, como en el teatro; por otro, es trágica porque refleja fatalismo, pues presenta al ser humano en lucha contra un destino adverso. Junto al tema del destino trágico, aparecen la frustración y el deseo imposible, presentes en composiciones intimistas como Poeta en Nueva York, o encarnados en personajes, por ejemplo, los gitanos del Romancero gitano.

LA LÍRICA Y EL TEATRO POSTERIOR A 1936

En España en 1939 acaba la guerra civil, pero no empieza la paz. La represión asoló al país. El general Franco ostentó el poder de un sistema que se apoyaba en tres pilares: las fuerzas armadas, la falange, y la iglesia. El panorama económico entra en un claro retroceso y un empeoramiento de reparto de la riqueza. La cultura vive también una situación desastrosa. La mayoría de los intelectuales que no han sido asesinados o no estaban encarcelados se marcharon al exilio. Por miedo a la represión, científicos, historiadores, pedagogos, filósofos, músicos, pintores, cineastas y muchos escritores como Juan Ramón Jiménez huyeron de España. Si a este éxodo trágico se le suma la miseria, el miedo, y la censura, no es de extrañar que se hable de un páramo intelectual para referirse a la España de posguerra. Será en 1960 cuando España poco a poco comienza a integrase al capitalismo mundial y empiezan a escucharse las primeras críticas al régimen. Con la muerte del dictador comienza la transición hacia un país democrático.

Miguel Hernández

Antes de que acabe la guerra la figura de Miguel Hernández luce como un símbolo de valentía y resistencia. Su poesía y su teatro, impregnados de sufrimiento y esperanza, encapsulan la lucha por la libertad en medio de la guerra civil española.

La Poesía en la Década de los 40

En la década de los 40 encontramos dos tendencias poéticas. Por un lado, la poesía arraigada de estética neoclásica y escrita por poetas cercanos a la dictadura. Por otro lado, la poesía desarraigada de Dámaso Alonso. Su lírica tiene un tono trágico existencial y manifiesta el disgusto, la angustia y la desesperación del ser humano ante un mundo caótico. Destacamos Hijos de la ira.

El Teatro en la Década de los 40

En el teatro de los años 40 también encontramos dos escuelas diferentes. Por un lado, se escribe comedia de entretenimiento que sigue los pasos de la comedia benaventina y por otro lado, se escribe lo que se ha llamado teatro de humor. Los máximos exponentes de este teatro serán Jardiel Poncela y Miguel Miura. Utilizan un lenguaje vanguardista cercano al de Ramón Gómez de la Serna, y recuerda el teatro del absurdo de Beckett o Ionesco.

La Poesía en la Década de los 50

La poesía en los 50 poco a poco comienza a evolucionar a una poesía social con poetas como Blas de Otero y Gabriel Celaya, que proponen un testimonio de la realidad y manifiestan solidaridad ante el sufrimiento. Para ellos la literatura es un instrumento de transformación, denuncia y solidaridad. Sus antecedentes se encuentran en poetas como Miguel Hernández o Rafael Alberti. Cultivan un estilo sencillo, cercano al lenguaje coloquial, a veces prosaico y siempre muy expresivo. Pretenden llegar a la inmensa mayoría. Lo importante para ellos es el mensaje. Destacamos los poemarios Pido la paz y la palabra de Blas Otero o Cantos íberos de Celaya.

El Teatro en la Década de los 50

En los años 50 nace el teatro realista que responde al conformismo social y al desasosiego existencial.

 

Destacamos a Buero Vallejo,que creía posible realizar una crítica social dentro de la censura. Frente a él, estaba Sastre, defensor de un realismo social de carácter revolucionario.Alguna de las obras más destacadas son Historia de una escalera o El tragaluz de Buero Vallejo./En los años 60, nos encontramos a grupo de poetas que vivieron la guerra en la infancia e iniciaron la edad adulta en la inmediata posguerra. Se les conoce como el Grupo de niños de la guerra: ÁngelGonzález, caballeroBonald, Ángel Valente, Brines, Claudio Rodríguez, Gil de Biedna o José Agustín Goytisolo entre otros. En la poesía de estos autores predominan temas personales e íntimos como la soledad, los recuerdos, el amor, el paso del tiempo, la amistad, sin abandonar lo social. Todos ellos contribuyen a revalorizar la expresión poética. Se expresan mediante un cierto simbolismo y un tono irónico.Aabandonan la rima y las estrofas clásicas, aunque siguen cultivando el endecasílabo y los versos breves. Durante esta década, comenzaron a despuntar un grupo de dramaturgos que pretendían ser una alternativa innovadora al teatro comercial.Sus obras, aunque mantiene una visión crítica de la realidad, presentan una  estética más simbólica, para adentrarse en lo alegórico, lo expresionista o la farsa. Destacamos a Martín Recuerda o Antonio Gala.// En la década de los 70, surge un grupo de poetas que escriben una lírica experimental y minoritaria.Son los Novísimos: Leopoldo Panero, Ana María Boix, Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, entre otros. Son poetas nacidos después de la guerra civil, que han crecido  bajo la influencia del cine, la música, los cómics y la televisión. Están al corriente de los movimientos culturales extranjeros y tienen todos una formación cultural sólida. Escribe una poesía de tono culturalista y combinan el tono grave con el frívolo. Recuperan la influencia del surrealismo y enriquecen el lenguaje poético con la herencia del modernismo,con temas íntimos, con temas sociales, a través de la ironía, el humor y el distanciamiento. El teatro de los 70 está ligado al teatro independiente. Proliferan compañías de actores y directores que se constituyen para crear un teatro concebido como un espectáculo vanguardista y experimental. Recogen la influencia del teatro europeo de Bertol Brecht, Beckett o Ionesco. Este teatro espectáculo da importancia a la escenografía y pierde peso el texto literario. De los numerosos grupos destacamos a los Goliardos. / Con la muerte de Franco en 1975, se abrió un nuevo capítulo en la historia cultural de España. El teatro experimentó una liberación creativa, explorando temas más abiertamente y diversificando su expresión. Las décadas de los 80 y 90 vieron una reflexión profunda sobre la memoria histórica y la identidad. En el siglo XXI, el teatro español ha continuado evolucionando, explorando nuevas formas narrativas y abordando temas contemporáneos como la migración y la tecnología. Destacamos a Juan Mayorga. En la lírica, poetas recientes como Ana Rossetti y Juana Castro han dejado su impronta, reflejando la diversidad y la complejidad de la sociedad actual.


LA NOVELA DE 1939-1975 En 1939, la Guerra Civil Española terminó, pero el país enfrentó una severa represión bajo el gobierno de Franco, respaldado por las fuerzas armadas, la Falange y la Iglesia. La economía y la distribución de la riqueza empeoraron, mientras que la cultura sufrió con la salida de numerosos intelectuales al exilio. España vivió un periodo de aislamiento intelectual y represión hasta alrededor de 1960, cuando comenzó a integrarse en la economía mundial y surgieron las primeras críticas al régimen. Con la muerte de Franco, se inició la transición hacia la democracia en España. // En la inmediata posguerra, la novela quedó reducida a la producción propagandística que hacían los escritores cercanos al nuevo régimen, como Agustín de Foxá o Rafael García Serrano, cuyas novelas sobre la guerra, desde una perspectiva triunfalista, se amoldaban al patrón del realismo decimonónico. // Sin embargo,  se publican tres novelas que dieron testimonio del clima sórdido y opresivo que vivía España. La primera es Nada de Carmen Laforet, la segunda es Javier Mariño de Torrente Ballester, la tercera, La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes//En 1942 Camilo José Cela publica La familia de Pascual Duarte en la que se presenta como narrador a un parricida que justifica su biografía criminal mientras espera ser ejecutado en el garrote vil. El relato de sus condiciones de vida y de sus asesinatos se regodea en los detalles más truculentos, a la vez que lleva a cabo una dura crítica de la situación degradada que ha hecho posible su personalidad deforme. Se advierten en ella claras influencias de la novela picaresca, los romances de ciego, la novela naturalista y de las obras de ambiente rural y primitivo de Valle-Inclán. Es una novela hiperrealista, de un naturalismo desagradable; por eso, la crítica la ha posicionado como novela fundacional de una corriente literaria denominada tremendismo. En la década de los 50 la novela adopta dos expresiones distintas: el neorrealismo y el realismo crítico.// El neorrealismo se caracterizó por su vocación testimonial y su solidaridad con cualquier forma de alineación o sufrimiento humano. Como lo que importa en esta novela es “qué se dice” y no “cómo se dice”, se privilegia una estética realista que raya a veces en la objetividad cronística. La acción se presenta al lector pero no se juzga o comenta, por lo que es frecuente el predominio del diálogo sobre la narración. La prosa suele ser sencilla y funcional, sin alardes estilísticos. Representa esta corriente Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Juan García Hortelano, Jesús Fernández Santos y Ana María Matute y Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama). / El realismo crítico muestra una acentuada intencionalidad política, pues pretende contribuir a la transformación de la sociedad por medio de la denuncia de la injusticia social, que se lleva a cabo convirtiendo la obra literaria en un documento acusatorio. Emplea una técnica objetivista, tiende a utilizar tipos sociales (el obrero, el campesino, el minero, el burgués…) y suele caer en el maniqueísmo. Algunos novelistas de esta corriente fueron Juan Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, Alfonso Grosso, Armando López Salinas y Jesús López Pacheco.  / En 1951 Cela publica su obra maestra La colmena. En ella se advierte una característica de toda su trayectoria novelística: su constante deseo de experimentación de nuevas fórmulas y moldes narrativos.


En la novela se retrata a través de un vasto censo de personajes que pululan como las abejas en una colmena (de ahí el título), el Madrid amedrentado y corrupto de la posguerra. Mediante una técnica caleidoscópica que le permite entrecruzar varias historias y mostrarlas conaparente frialdad, Cela realiza una inequívoca denuncia social. Los aspectos más originales de la novela son 1.el personaje colectivo, solos, perdidos y miserables; 2.la condensación temporal  y 3.su carácter de novela abierta como la vida real (sin argumento ni final), lo que intensifica la incertidumbre de los destinos humanos.. La colmena es una novela social porque es un testimonio de la insolidaridad, la impotencia y la alineación del pueblo en la posguerra; pero también resulta una obra existencial por su tremendo pesimismo y porque refleja el desamparo humano. Esta visión de la sociedad española no implica, sin embargo, que haya en Cela ninguna intención rebelde, sino una distancia escéptica, un concepto negativo del hombre y del mundo./Al comenzar la década de 1960 decae la novela realista social y se defiende la experimentación de nuevas formas narrativas. La renovación de la novela pretende superar el relato realista sencillo y para ello se toman como modelo los novelistas que iniciaron la experimentación desde los años veinte en Europa y Norteamérica: Proust, Joyce, Kafka o FaulKner. /En conjunto, en los años sesenta se tiende a una novela más compleja, experimental y opaca, es decir, de difícil lectura y minoritaria, pues exige la colaboración del lector para interpretarla. La renovación afecta a diversos aspectos del relato: el punto de vista, el tiempo, la estructura y los personajes. El punto de vista: a partir de este momento es habitual encontrar el punto de vista múltiple, y el monólogo interior (que reproduce el pensamiento). El tiempo: el relato no respeta la linealidad tradicional. Sino que a menudo mezcla diferentes tiempos y el flash-back se convierte en un recurso habitual. La estructura del relato: si antes solía dividirse en partes y en capítulos ahora hay novelas formadas por un único párrafo o divididas en múltiples secuencias. Los personajes tienden a desdibujarse, pierden su definición habitual y se crean novelas de personajes colectivos. /Con la publicación de Tiempo de silencio del psiquiatra Luis Martín Santos, comienza la revolución en el ambiente literario por sus innovaciones formales. Durante esta década aparecieron novelas experimentales que alcanzaron gran resonancia pero de todas ellas destacamos Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Formalmente esta novela representa esa experimentación en la narrativa de la que venimos hablando: un peculiar monodiálogo del personaje que revela sus obsesiones, ruptura con la linealidad narrativa, constante reiteración de sucesos, empleo magistral de la ironía, etc. La década de los 70: tenemos que hablar de Juan Benet, que con su primera novela, Volverás a Región, da carpetazo con el realismo costumbrista e inaugura una nueva etapa de la narrativa española. Su producción literaria está influida por los autores del Boom hispanoamericano como García Márquez, pero también por autores como Proust, Joyce, o Faulkner. Es el autor de narrativa de posguerra, más admirado y se convertirá en un maestro para los novelistas posteriores.


LA NOVELA ESPANOLA DESDE 1975 HASTA FINALES DEL SIGLO XX.

No podríamos comenzar a exponer la novela a partir de 1975 en España sin hacer mención a la figura de Juan Benet, narrador que destaca en la década de los setenta y renueva la narrativa española provocando un auténtico cambio en la sensibilidad literaria. También es muy importante el peso de la nueva narrativa hispanoamericana con autores como Rulfo, Vargas Llosa, García Márquez, Carpentier, Sábato, Borges o Cortázar.// En 1975 aparecieron dos autores, Eduardo Mendoza y Juan José Millás, con dos novelas, La verdad sobre el caso Savolta y Cerbero son las sombras, que abrirían el horizonte de lo que hoy puede ser considerado como el espacio narrativo actual. Su impacto será, sin embargo, bastante distinto, pues mientras que la novela del primero fue inmediatamente celebrada por la crítica y el público, la del segundo, Juan José Millás, mal distribuida, si bien gozó del refrendo positivo y unánime de la crítica, apenas alcanzó a darse a conocer entre el público. Con La verdad sobre el caso Savolta la novela española salía del pantano experimentalista. Escrita con una limpieza que la volvía transparente, utilizaba los registros literarios más populares, desde el folletín a la novela policiaca, pasando por la crónica y la novela rosa. El caso Savolta era el reencuentro del público con una novela con una trama bien construida y con una intriga que facilitaba la lectura. Al mismo tiempo su autor sabía evocar un periodo muy concreto de la historia contemporánea: el anarquismo catalán. Esta capacidad para cautivar al lector, para hacerle sonreír, para seducirlo en definitiva, la mantendría Mendoza en sus obras siguientes, El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas, en las que un original cóctel de picaresca y novela negra, sostenido con un lenguaje entre clásico y coloquial, permitía que se cumpliese el primer requisito que el público suele exigir a una novela: que no aburra. Más ambiciosa que las dos novelas citadas sería su siguiente obra La ciudad de los prodigios, en la que Mendoza reconstruye a modo de gran friso, la Barcelona de primeros de siglo. Para muchos esta sigue siendo su novela más lograda. Juan José Millás se daría a conocer al público de manera amplia con Visión del ahogado. El rigor en la construcción, el acercamiento a los problemas de una generación y la delicadeza con que trata temas como la traición, el abandono, el desamor o la atracción erótica hizo que pronto esta novela y su autor se convirtieran en un referente para los escritores más jóvenes. // Entre 1980 y 1985 se conforma un grupo de jóvenes que ha dado lugar a la aparición de lo que se le ha llamado “nueva narrativa española”. Obras y autores como Belver Yin, de Jesús Ferrero, La dama del viento sur, de García Sánchez, El vandido doblemente armado, de Soledad Puértolas, Luna de lobos, de Julio Llamazares, Beatus Ille, de Antonio Muñoz Molina, o la Media distancia, de Alejandro Gándara, componen en aquellos años toda una renovación narrativa que si bien se apoya en algunas de las claves en las que se apoyaban Mendoza y Millás, también aporta una frescura a la novela a la que el público presta interés y otorga beneplácito.


Por primera vez en muchos años la atención del público y los medios de comunicación se centra en los narradores españoles. La fuerza del nuevo fenómeno es tal que pronto demuestra su fuerza expansiva al lograr que bajo este rótulo se integren autores que en principio no coinciden generacionalmente como sus propios precursores Mendoza y Millás y otros, tales como Javier Marías, el autor de una de las mejores novelas, Todas las almas, de las últimas décadas. Otro ejemplo de esta capacidad integradora sería la de Manuel Vázquez Montalbán, el introductor y recreador en España de la novela negra, camino que seguirán Juan Madrid o Andreu Martín, y que también ha sabido recrear los problemas de nuestra sociedad. // La fuerza de la llamada “nueva narrativa”, que como hemos visto algunas veces poco tiene de nueva, ha hecho pensar a muchos que detrás del fenómeno se esconde tan sólo un problema de propaganda. Pero una explicación de este corte es demasiado simple y, por lo tanto, engañosa. La sociedad española ha sufrido en estos últimos años transformaciones profundas que han dado lugar a un cambio de actitud del público frente al hecho literario. De la literatura como cultura o como signo de identidad ideológica se ha pasado a la literatura como espacio de placer, de consumo y de ocio y la nueva narrativa parece haberse puesto, en gran parte, al servicio de esta nueva sensibilidad, ofreciendo al lector obras con contenidos más propicios para la autosatisfacción, lo que explica que muchas veces sea calificada de blanda. La realidad inmediata no está presente en muchas de las novelas de los nuevos narradores, aunque de manera indirecta la mirada sobre la actualidad tampoco está ausente. El espacio de la acción novelesca es a menudo el extranjero, lo exótico. La trama degenera muchas veces en simple tramoya y abundan las novelas escritas en primera persona, en las que el narrador parece desligarse de la realidad a través de un tono escéptico que parece detectar la ausencia de valores que hoy padece nuestra sociedad. Sin embrago, conviene no olvidar que la mayoría utiliza un lenguaje cuidadoso, sugestivo y seductor. //Tampoco conviene olvidar que, no obstante, al lado de obras ligeras, intrascendentales, blandas, han aparecido obras y autores de indudable calidad. Piénsese en obras como las de Millás o Mendoza, en Todas las almas, de Javier Marías, en El diario de un hombre humillado, de Félix de Azúa, en El bobo ilustrado, de Gabriel y Galán, en Los delitos insignificantes, de Álvaro Pombo, en La fuente de la Edad, de Luis Mateo Díez, , en La orilla oscura, de José María Merino, en Amado monstruo, de Javier Tomeo, en La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, en La tierra será un paraíso, de Juan Eduardo Zúñiga, en El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina, en El mecanógrafo, de J. García Sánchez, en Mi hermana Elba, de Cristina Fernández Cubas, en Las edades de Lulú, de Almudena Grandes o en El silencio de las sirenas, de Adelaida García Morales, y podrá comprobarse cómo rechazar de plano la realidad de la nueva narrativa conlleva un grave riesgo de no distinguir suficientemente lo que es mera cantidad de lo que es indudable calidad. Por supuesto que la cantidad nunca es garantía de calidad, pero es indudable que la narrativa española atraviesa un buen momento. Hay lectores, hay autores y nuestros novelistas se traducen con normalidad a otras lenguas.


Bodas de sangre es una tragedia en verso del escritor Federico García Lorca escrita en 1931. Utilizó como inspiración un suceso real ocurrido en un pueblo de Almería. El tema principal que se trata en este drama es la vida y la muerte. Pero de un modo arcano y ancestral, en la que figuran mitos, leyendas y paisajes que introducen al lector en un mundo de sombrías pasiones, que derivan en los celos, la persecución y en el trágico final: la Muerte. //

La obra recoge las costumbres de su tierra, que aún perduran. Y todo ello a través de objetos simbólicos, que anuncian la tragedia. Es constante en la obra de Lorca la obsesión por el puñal, el cuchillo, la luna, el caballo o la navaja, que en Bodas de sangre atraen la fascinación y, a la vez, presagian la muerte.  Lorca utilizó varias fuentes literarias en la construcción de su obra. La presencia de Lope de Vega, Calderón de la Barca y la tradición teatral española. Esta influencia se nota en la aparición del tema del honor.; También se rastrean elementos procedentes del teatro griego: el coro, el destino o el desenlace trágico. Los críticos literarios han señalado que los temas fundamentales de esta obra son la fatalidad,  el destino, la pasión sexual y el amor prohibido. Otro aspecto a destacar es el plano onírico, surrealista y sobrenatural del acto III:  el mundo real desaparece y surge un mundo sobrenatural: el bosque simbólico, con la presencia de personajes alegóricos, como la Luna o la Muerte, etc. // La estructura de la obra es circular y cerrada y se divide en tres actos y siete cuadros. Estas divisiones permiten que la trama tenga un ritmo rápido.  Cuatro son los personajes esenciales de la tragedia: la Madre, la Novia, el Novio y Leonardo, el único que tiene nombre, lo que realza su condición de símbolo trágico. Por lo general, en la obra teatral de Lorca, los personajes femeninos tienen mayor entidad dramática que los masculinos, y así ocurre aquí: no sólo existe una mayor presencia de personajes femeninos, sino que también reproducen caracteres más vigorosos. La Madre del Novio es el prototipo de mujer salvaguarda de las tradiciones primitivas, arcaicas, de la tribu. Posee un ancestral código del honor Lorca la identifica con la fuerza telúrica y primigenia de la vida. Simbólicamente, la Madre es una voz profética, porque vaticina el destino que intenta evitar. La Novia es víctima de un conflicto interior importante. Desea mantenerse dentro del equilibrio social del deber y seguir las normas de la tradición. Pero el instinto puede más que la razón . A diferencia de la Madre y la mujer de Leonardo, ella no acata la autoridad masculina La Novia, por lo tanto, representa la rebeldía posible de la mujer dentro de la sociedad del momento.


// García Lorca alterna en esta pieza la prosa y el verso. El estilo es sobrio, con palabras seleccionadas el habla popular, pero sin dialectalismos. Cuando se trata de subrayar obsesiones, utiliza las repeticiones o las metáforas. Y también abundan las comparaciones y, más ocasionalmente, las antítesis. El recurso más característico es el símbolo. Los silencios tienen una gran relevancia; son los propios del hombre de campo, pero también anuncian la tragedia. Varias veces en la obra se habla del miedo a las palabras, a hablar; también del miedo a pensar y a que hablen mal de uno. Lorca insiste así en uno de sus temas habituales: la maledicencia en los pueblos. Varones y hembras se diferencian en la obra por el uso de las palabras y los silencios: la palabra es el reino de lo femenino, mientras que el silencio es propio de los hombres.  Fue llevada al cine por Carlos Saura en 1981 y en 2015 la directora Paula Ortiz ha hecho una nueva adaptación cinematográfica bajo el título La Novia. 


HISTORIA DE UNA ESCALERA, BUERO VALLEJO. Historia de una escalera fue estrenada en el Teatro Español de Madrid en 1949 con un clamoroso éxito. Los tres actos de la obra se desarrollan en el mismo lugar: un «tramo de escalera con dos rellanos». La crítica considera que la escalera es el elemento central de la obra de Buero; un elemento complejo que se presta a múltiples interpretaciones. Es en este espacio donde tiene lugar toda la acción; en la escalera se comentan los chismes y se escuchan las discusiones; allí se reflejan los proyectos y los sueños de todos los vecinos. Algunos personajes la odian, otros, como Paca, la consideran una vieja compañera. Quizá la escalera sea un símbolo de la inmovilidad social y personal tanto de los personajes como del momento histórico. Buero intenta trasladarnos una visión realista de la vida española de la primera mitad del siglo a través de una imagen amarga del sufrimiento humano. La impotencia, el fracaso y la frustración son el núcleo temático de la obra. En la obra se presenta la vida de tres generaciones en un proceso cerrado y circular. Buero desarrolla, paralelamente, una serie de motivos secundarios que acompañan el tema de la frustración colectiva: la pobreza, la fuerza del destino, la falta de sinceridad, la incomprensión… //La obra de Buero refleja los problemas latentes en la España de 1949. De ahí el carácter social de Historia de una escalera. Los personajes de la historia de Buero han sido incapaces de rebelarse contra el sistema, y acaban instalándose en él definitivamente, sin conquistar ninguno de sus sueños. La mayoría de los críticos opina que la obra de Buero es un trasunto de la realidad social española de los años cuarenta, y que él fue el primero en reflejar su problemática en una pieza teatral. No podemos olvidar que España atravesaba una penosa situación, en todos los órdenes, después de una devastadora guerra civil. La frustración de los personajes de la obra se extendía a una gran parte de la población española. // La estructura externa de Historia de una escalera mantiene la división clásica de los tres actos aunque tal estructura no se corresponda con el esquema clásico o tradicional de planteamiento, nudo y desenlace ya que el argumento  está construido sobre una red de repeticiones, contrastes y paralelismos que le confieren unidad. La continua repetición de hechos, palabras o ideas obliga constantemente al espectador a comparar lo que ve representado en ese momento con lo que ha visto antes. // Buero suele utilizar un diálogo de intervenciones y respuestas breves, que se caracteriza por su tono fuerte, los abundantes insultos y la economía verbal típica del léxico coloquial. El espectador tiene la impresión de presenciar unos hechos que han sido efectivamente extraídos de la realidad. Para conseguir este efecto de verosimilitud, Buero se apoya en el mantenimiento de un lenguaje adecuado a los personajes y a las situaciones. Por otra parte, al reflejar únicamente situaciones cotidianas y triviales dota a su historia de las notas de lentitud y monotonía esenciales para la comprensión de su estilo. // Buero provoca la angustia y la inquietud en el espectador, al plantear una serie de cuestiones para las que no ofrece las correspondientes soluciones.  El público debe reflexionar acerca del modo de evitar los males que los personajes no acertaron a resolver.


La novela que nos hemos leído ha sido Papel Mojado del valenciano Juan José Millás publicada en 1983. En la primera novela de Millás, Cerbero son las sombras(1975), por la que el autor recibió el Premio Sésamo ya encontramos a un novelista capaz de explorar en la intimidad humana con gran profundidad y ese será sólo uno de los rasgos definitorios dela prosa del autor a lo largo de su obra. A partir de este momento el valenciano se convertirá en uno de los exponentes más importantes de la “nueva narrativa española” con títulos como Visión del ahogado, El desorden de tu nombre o La soledad era esto por la que consiguió el Premio Nadal. // Sin embargo, Papel mojado, es una novela aparentemente casual dentro de su trayectoria porque le ofrece al autor la posibilidad de entrar en el mundo de la literatura para jóvenes y de llegar al gran público con una edición de gran tirada. El argumento es arquetípico en la novela de detectives: aparece un cadáver y alguien se encarga de aclarar los hechos que acarrean el que tal desorden se haya producido. Pero Millás introduce algunas variantes al arquetipo: el muerto parece haberse suicidado, el investigador es amigo del anterior, no existen sospechosos concretos, el asesino no será arrestado, la novela es un elemento más de la trama.  Otra variante interesante, que es la clave de todo el relato,  es que el tema que subyace es la diferencia entre lo que se quiere ser y lo que se es, es decir, las relaciones entre la apariencia y la realidad y, por tanto, la razón de ser de la literatura.// En Papel Mojado  aparecen muchos de los ingredientes tradicionales de la novela policiaca como el tono cínico, la violencia, la agilidad de los diálogos, el erotismo, el lenguaje coloquial, las concreciones costumbristas… No obstante, a pesar de que responda a todos estos ingredientes tradicionales de la novela policiaca, es algo más que una novela policiaca en sentido estricto: Al acentuar la tendencia a parodiar el propio género de la novela policiaca se otorga a la novela una dimensión mayor, cercana a la de aquellas narraciones en las que la literatura se refleja en sí misma y cuyo mejor representante es sin duda Jorge Luis Borges. Esta intromisión metaliteraria tiene su primer precedente en Don Quijote de la Mancha de Cervantes; Es una reflexión implícita y explícita sobre el tipo de materiales con que una determinada generación apuntaló su escala de valores y sus modos de comportamiento; Del relato se desprende la teoría del autor sobre los motivos que inducen a la creación literaria. La escritura como desquite de tanta vida inútil. Conviene recordar que Millás ha manifestado en alguna ocasión que entre otras razones escribe porque necesita vengarse de un agravio que nos afecta a todos, el terrorismo de lo cotidiano. // Estas tres cualidades amplían la dimensión y el significado de Papel Mojado más allá del simple relato policiaco para jóvenes. Además como señala Andrés Amorós la maestría compositiva de la novela, la coherencia interna y el rigor con el que Millás va ensamblando las piezas hace que la novela tenga una  precisión matemática. El final circular, al remitir lo  novelado a otra idéntica novela, cierra y abre al mismo tiempo todo el texto.


// Respecto al estilo podemos señalar la multiplicidad de registros que aparecen. De lo paródico, a lo desgarrado, del humor al timbre trágico, de lo lírico a lo cruel… Su lenguaje, aun siendo coloquial, no pierde la precisión, y el diálogo lo invade todo y se convierte en el soporte del relato aportándole agilidad y naturalidad. Aparece también en esta novela una constante de Millás, la reflexión pero en este caso no interfiere en la libertad de juicio del lector. Desde que esta novela fue aparece no ha dejado de ser editada y reeditada convirtiéndose así en un clásico de la literatura española. 


Sinonimia:  La sinonimia es la relación entre dos palabras que tienen significados similares o idénticos. Un sinónimo de “investigación” podría ser “indagación”.

Antonimia : La antonimia es la relación entre dos palabras que tienen significados opuestos. Un antónimo de “víctima” podría ser “victimario” o “agresor”.

Parasintética o derivada 

1: Monema, morfema gramatical , dependiente, derivativo. prefijo 

0: Monema, lexema 

2: Monema, morfema gramatical , dependiente, derivativo. Sufijo 

Verbo : (R: INFINITIVO) : acciones 

Abjetivo: pequeño , grande , linda….

Sustantivo: Nombrar cosas