Teatro de Posguerra en España
Comedia Burguesa
A pesar de la pobreza del momento, en la posguerra se aprovechó la tradición teatral anterior. Este periodo estuvo marcado por la ausencia de figuras de referencia capaces de impulsar un nuevo teatro debido a los asesinatos o el exilio, y por la férrea censura franquista. Así, se usó el teatro como medio de propaganda política o como simple evasión y escapismo de las circunstancias sociales y políticas de la época.
El teatro de propaganda de la ideología de los vencedores cuenta con algunas obras de escasa calidad de Pemán, Torrente Ballester, Marquina o Calvo Sotelo.
Durante los años cuarenta, el teatro se limitó al teatro falangista o nacional-católico, a la comedia burguesa en la línea de la alta comedia benaventina, al teatro del humor y a un tipo de comedias sentimentales cercanas a la literatura rosa, que se caracterizaba por la cuidada construcción, la dosificación de la intriga para mantener el interés en todo momento y la alternancia de escenas humorísticas y sentimentales, que provocaban en los espectadores la risa y el llanto. Todos estos factores hicieron que se le acuñara el término del teatro “bien hecho”.
Los personajes pertenecían a la clase media y se movían en ambientes acomodados e incluso cosmopolitas. Los temas insistían en asuntos matrimoniales, problemas de celos, infidelidades, etc. Todo ello con una ligera y superficial crítica a las costumbres de la burguesía, con un final siempre feliz. Los autores que siguieron esta línea son: Claudio de la Torre, Juan Ignacio Luca de Tena, José María Pemán, José López Rubio, Joaquín Calvo Sotelo o Víctor Ruiz Iriarte.
Algunos de estos autores también escribieron dramas morales o de tesis como La muralla de Calvo Sotelo que, a pesar de levantar mucha polémica, fue una de las más representadas. En esta obra se cuenta la historia de Juan Hontanar, un militar franquista que se apoya en su posición para apoderarse de una hacienda tras la Guerra Civil. Cerca de la muerte se arrepiente y pretende devolver la finca al hijo del propietario. Sus familiares se oponen y Jorge muere sin poder devolverla.
Teatro cómico o comedia del disparate
Durante los años anteriores a la Guerra Civil había cuajado una fórmula dramática denominada comedia del disparate que permaneció unos años más en la posguerra. Las obras clave de esta corriente están cargadas de un humor absurdo, de raíz vanguardista, ajeno a la realidad de la época, casi siempre insustanciales e intrascendentes. Los dos autores más importantes son Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela.
Miguel Mihura (1906-1977)
Mihura nació en Madrid. Años más tarde fundaría y dirigiría la revista de humor gráfico La Codorniz. Estrenará sobre todo en la década de los cincuenta, además será premiado varias veces con el Premio Nacional de Teatro. Ensayó varios mecanismos de comicidad como la acumulación de objetos inútiles, los juegos con el lenguaje o el encadenamiento de situaciones disparatadas.
Su primera obra, Tres sombreros de copa, que conjuga la tradición de la comedia bien hecha y el teatro del humor que, por sus características, se relaciona con el teatro del absurdo, aunque no presenta su valor filosófico existencial, pero sí con el espíritu iconoclasta de las Vanguardias, compuesta en los años treinta, no se representó hasta veinte años después, pese a los intentos de su autor, lo que tuvo una doble consecuencia: impidió que, a partir de ella, se consolidara una línea de renovación del teatro español (la unión de comicidad y vanguardia) y, además, provocó que Mihura no volviera al teatro hasta los años cincuenta con otros textos como Maribel y la extraña familia o Melocotón en almíbar.
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952)
Nació en Madrid e inició sus estudios primarios en la Institución Libre de Enseñanza. Cursó estudios de Filosofía y Letras, pero los abandonó. Tenía un talento innato para el dibujo y un especial sentido de lo cómico. Más tarde se convertiría en un destacado dramaturgo ya antes de la Guerra Civil con obras como Usted tiene ojos de mujer fatal (1932) o Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936). Aunque su ideología era afín a la de los escritores conservadores que triunfan en la época, no sigue los moldes teatrales dominantes y continúa con su afán renovador de la escena española. En su obra ya se apreciarán las nuevas propuestas teatrales con respecto al teatro cómico de Arniches, los Quintero o Muñoz Seca como:
- La incorporación de sucesos inverosímiles o fantásticos.
- La búsqueda de la comicidad basada en situaciones insólitas y agudeza verbal, que llama a la inteligencia del público.
- La eliminación de elementos castizos o costumbristas.
Podemos ver todos estos rasgos en Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada o Los habitantes de la casa deshabitada.