Historia de España: Del Paleolítico a la Monarquía Borbónica

1.1 Sociedad y Economía en el Paleolítico y el Neolítico. La Pintura Rupestre

El Paleolítico (Atapuerca 800.000 a. C.) se caracteriza por los primeros pobladores de la Península Ibérica, quienes destacaban por tener una sociedad nómada e igualitaria, conformada por grupos pequeños con economía depredadora. En el Neolítico (5.000 a. C.), estos pobladores se convierten en productores mediante la agricultura, la ganadería y la artesanía, lo que los llevó a una sociedad sedentaria y con diversas clases sociales. Además, se distinguen dos tipos de arte rupestre: el arte cantábrico del Paleolítico Superior, que presenta animales representados gracias al relieve de las rocas, y el arte levantino del Epipaleolítico, que muestra narraciones a través de figuras humanas y animales.

1.3 Conquista y Romanización de la Península Ibérica

Los romanos conquistaron totalmente la Península Ibérica, logrando la romanización, dividiendo el territorio en provincias, implantando el latín (base de las lenguas romances), expandiendo el cristianismo y el derecho romano. Para cumplir su objetivo, tuvieron un proceso de conquista en el que se distinguen tres etapas: la ocupación litoral mediterráneo y los valles del Guadalquivir y Ebro, donde se logra la entrada romana en la península; la penetración a la meseta, donde los pueblos indígenas se resisten, creando las guerras celtibéricas y las guerras lusitanas; y, finalmente, la sumisión de la franja cantábrica.

2.3 Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura

Al-Ándalus se insertó en el mundo económico del Islam, basando su economía en la agricultura y el comercio. Cultivaban la trilogía mediterránea (trigo, olivo y vid), además de otros productos (arroz, cítricos, etcétera). Producían cerámica, armas, vidrio, marroquinería y orfebrería. La sociedad se dividía en musulmanes, mozárabes y judíos. Los árabes tenían la posición más alta en la sociedad, y aun así, en Al-Ándalus había una gran tolerancia por las religiones diferentes a la musulmana. La cultura tenía un gran prestigio, especialmente durante el califato, pues en él destacaban las matemáticas, la astronomía, la botánica, la medicina, la historia, la geografía y la literatura.

3.1 Los Reyes Católicos: Unión Dinástica e Instituciones de Gobierno

El matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469) dio origen a la Monarquía Hispánica, en la que se ve la unión dinástica entre las dos coronas: Castilla y Aragón. Se consolidó un estado plural en que cada reino siguió rigiéndose por sus leyes e instituciones, y sus territorios (Castilla, Aragón, Cataluña y Valencia) solo compartían la misma monarquía. Para afirmar la autoridad, se disminuyó el poder político de los privilegiados, se crearon organismos e instituciones comunes como el corregidor, las Cortes y las Audiencias, se generalizó la Inquisición, expulsaron a los judíos (1492) y lograron la unificación territorial de la península: conquista del Reino Nazarí (1492) y Reino de Navarra (1512).

3.6 Los Austrias del Siglo XVII: El Gobierno de Válidos. La Crisis de 1640

En el siglo XVII se dio un aumento del absolutismo, y los reyes dejaban sus responsabilidades totalmente a cargo de los válidos (personas de confianza del rey). Con el rey Felipe III gobernaron para su beneficio el Duque de Lerma y su hijo. Se logró la expulsión de los moriscos, que agravó la crisis de Castilla (1609). Con Felipe IV gobernó el Conde Duque de Olivares, que luchó por superar la crisis de Castilla. Se generó el levantamiento de Cataluña (Corpus de Sang, 1640) que, tras 12 años de rebelión, llegó a un acuerdo con Felipe IV. Portugal obtuvo su independencia en 1668, y así todas las reformas de Olivares fracasaron. Carlos II y sus válidos se centraron en las medidas políticas y económicas.

4.2 La Nueva Monarquía Borbónica. Los Decretos de Nueva Planta

La nueva dinastía de los Borbones centró sus esfuerzos en renovar el país y recuperar el prestigio del mismo. Se iniciaron una serie de reformas para establecer una monarquía absoluta, centralizada y unificada, y se dieron por medio de: 1) reformas en la administración y el gobierno; 2) el control de la Iglesia (regalismo); 3) intervención del Estado en la economía (mercantilismo). Felipe V aplicó los Decretos de Nueva Planta, que derogaban los fueros y privilegios e introdujo las instituciones castellanas en todos los reinos. El territorio peninsular se dividió en 11 provincias que, al frente, tenían las capitanías generales. Se mantuvieron las audiencias, se suprimieron los consejos (menos el de Castilla), se crearon Cortes únicas y la nueva dinastía intensificó la política regalista (Concordato con la Santa Sede en 1753).