La Revolución de 1868 y el Gobierno Provisional
Los partidos progresistas (Prim), demócratas y la Unión Liberal (Serrano) se unieron y firmaron el Pacto de Ostende en 1866 con el objetivo de derrocar a Isabel II. La Revolución de 1868 (la Gloriosa) se inició con el pronunciamiento del Almirante Topete en Cádiz, al que se unieron Serrano y Prim. Derrotaron al ejército de Isabel II en Alcolea, e Isabel II huyó a Francia. Al mismo tiempo, surgían juntas revolucionarias que representaban la ideología más radical y republicana. Los firmantes del Pacto de Ostende dominaron el proceso revolucionario y disolvieron las juntas revolucionarias, estableciendo la Regencia del General Serrano para la elaboración de una nueva constitución.
La Constitución de 1869 y la Monarquía de Amadeo I
La Constitución de 1869 definía a España como una monarquía democrática con sufragio universal masculino, una avanzada declaración de derechos individuales y establecía la soberanía nacional. Había que buscar un rey con talante democrático. Prim se inclinó por Amadeo I de Saboya (1871-1873), elegido en el parlamento. Marcado por la inestabilidad política, su reinado tuvo una fuerte crisis con los conflictos de la independencia de Cuba y una nueva Guerra Carlista (1872). Prim fue asesinado.
La monarquía saboyista era, para quienes la impulsaron, una ficción burguesa que aparentaba crear un estado democrático sin cambios sociales de importancia. Durante el reinado se produjeron dos grandes conflictos del Sexenio: la Tercera Guerra Carlista y la Guerra de Cuba de los Diez Años. La abdicación de Amadeo I supuso el establecimiento de la I República.
La Primera República y la Dictadura de Serrano
La I República se caracterizó por una gran inestabilidad política y desorden. En menos de un año pasaron cuatro presidentes: Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar. El fracaso fue dado por las divisiones internas entre los propios republicanos, el incumplimiento de las promesas iniciales y las guerras en las que se vio envuelta. En 1874, el general Pavía protagonizó un pronunciamiento asaltando el Congreso de los Diputados y disolviendo las Cortes. Se abrió así un periodo de transición, la Dictadura del General Serrano, que daría lugar a la Restauración.
La Restauración Borbónica
Con los carlistas derrotados y la destrucción de las fuerzas políticas republicanas, se abrió paso a la restauración de los Borbones, preparada por Cánovas del Castillo de forma pacífica. El general Martínez Campos precipitó los acontecimientos el 29 de diciembre de 1874, partidario de la restauración de los Borbones. Cánovas contactó con Alfonso XII, exiliado en Gran Bretaña, desde el partido liberal-conservador para restaurar el orden monárquico en España. El 1 de diciembre de 1874, Alfonso XII proclamó el Manifiesto de Sandhurst, donde comunicaba el establecimiento de una monarquía constitucional.
Economía y Sociedad durante el Sexenio Democrático
La Agricultura y las Desamortizaciones
La agricultura dominaba en la España isabelina. El factor más importante era la propiedad de la tierra. El Partido Progresista abogó por las desamortizaciones, la nacionalización y venta de las tierras.
La Desamortización eclesiástica de Mendizábal afectó a los bienes de la Iglesia, con el objetivo de financiar la Guerra Carlista, disminuir la deuda pública que venía aumentando desde el reinado de Carlos IV y que estaban agotando a la hacienda pública. Las tierras fueron compradas por urbanos adinerados que podían pagar con títulos de deuda pública o en metálico.
La Desamortización Civil de Madoz afectó a los territorios de la Iglesia y a los bienes propios y comunales de los municipios, con el objetivo de financiar la red de ferrocarriles que se iban a construir, en la cual solo se permitió el pago en metálico. Gracias a la desamortización se alcanzó un mayor volumen de ventas, pero la desamortización del siglo XIX trajo consigo la aparición de masas de jornaleros miserables. Se llegó a aumentar la superficie cultivada y la producción, pero la productividad agrícola siguió siendo baja a causa de la falta de inversión de los propietarios.
La Industria y el Ferrocarril
La fallida revolución industrial en España se debió a la escasez y dispersión de las materias primas minerales y energéticas. Otra causa fue la carencia de espíritu empresarial, que determinó una dependencia de iniciativas, capitales de inversión y tecnología extranjera. Además, el mercado interior era reducido, pobre y mal articulado, y sobre todo el proteccionismo encarecía los productos. Se observa una sumisión de la industria a las fluctuaciones de la actividad agrícola del país. Por último, las pérdidas causadas por las guerras, tanto a nivel humano como económico, también influyeron.
La excepción fue el desarrollo de la industria textil en Cataluña, que se nutría del algodón cubano y los altos aranceles que ponían a su disposición el mercado español. En la siderurgia, la escasez de carbón barato y la falta de demanda frenaron su desarrollo. La construcción del ferrocarril se desaprovechó para desarrollar la siderurgia nacional porque consumió productos extranjeros. Los primeros intentos de desarrollo siderúrgico se realizaron en Marbella y Asturias. Tras la Tercera Guerra Carlista, despegó la siderurgia vasca.
El despegue de la construcción de ferrocarriles se produjo en el Bienio Progresista con la Ley de Ferrocarriles, que también utilizó material extranjero. La norma de la política comercial era el proteccionismo, que defendía la baja productividad y los altos costes frente a la producción externa. Sin embargo, el proteccionismo perjudicaba a las clases bajas, que debían pagar más caro los productos de primera necesidad. Más adelante se intentó el librecambismo (Arancel Figuerola).
Sociedad de Clases y Movimiento Obrero
La sociedad de clases sustituyó a la sociedad estamental, una sociedad igual ante la ley pero desigual económicamente. Apareció una nueva oligarquía fruto de la alianza entre nobles y burgueses que habían adquirido tierras en las desamortizaciones. Este grupo social conservador intentó dominar el poder. La burguesía periférica fue la que más se acercó a la burguesía industrial europea, pero estaba marginada del poder. Las clases medias eran muy débiles y los campesinos, numerosos, fueron los más perjudicados por la revolución.
Durante el Sexenio Revolucionario se produjo la legalización de las organizaciones obreras. La lucha obrera surge en el siglo XIX como consecuencia de las duras condiciones a las que estaba sometido el proletariado. Unas de las primeras acciones colectivas de los trabajadores fueron destruir fábricas y máquinas (ludismo). Las primeras organizaciones obreras aparecen en Cataluña: las Sociedades de Ayuda Mutua, agrupaciones integradas por trabajadores con la finalidad de ejercer solidaridad entre sus componentes.
En 1840 se crea en Barcelona la Asociación Mutua de Tejedores de Algodón, que organizó las primeras huelgas con el objetivo de obtener subidas de sueldo. En 1843, las asociaciones obreras fueron disueltas hasta que en 1854, con el Bienio Progresista, reaparecen. Ese año se crea la Unión de Clases, que agrupaba a todos los obreros textiles y que reclamaba contratos colectivos y derecho de asociación. En 1855 se produce la primera huelga general en Cataluña en defensa del derecho de asociación. Con el regreso de los moderados al poder desde 1857, pasa a la clandestinidad hasta el final del reinado de Isabel II.
En el periodo del Sexenio Democrático, la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) da a conocer la organización a los obreros y los anima a que se apunten. Liderada por Bakunin, envió a Fanelli para organizar las primeras secciones internacionalistas en Madrid y Barcelona. En 1870, con la restauración de la libertad de asociación, un congreso general de sindicatos reunidos en Barcelona fundaba la Federación Regional Española de la AIT, influida por el anarquismo.
En 1871 llega Lafargue e intenta combatir la influencia anarquista. La ruptura entre marxistas y bakuninistas en la AIT tendrá repercusión en la Federación Regional Española. En 1872 triunfan las tesis anarquistas y, como consecuencia, el grupo madrileño encabezado por Pablo Iglesias fue expulsado, pasando a constituir la Nueva Federación Madrileña. Los socialistas van a predominar, mientras que los anarquistas serán minoritarios.
El Anarquismo
El anarquismo es una ideología política que se basa en la libertad del individuo, la supresión del Estado y la eliminación de la propiedad privada. La educación tiene mucha importancia para ellos. Llega de la mano de Fanelli en 1868 y será el movimiento más importante en España, especialmente en Cataluña y Andalucía. Durante toda la historia será un movimiento revolucionario y radical. El anarcocomunismo, opuesto al anarcosindicalismo o a los pacifistas, protagonizará la estrategia del terrorismo durante la Restauración.
El Marxismo
El marxismo es una doctrina socialista inspirada en las ideas de Marx con la finalidad de la emancipación de la clase obrera de la explotación del sistema capitalista. Se basa en organizarse en partidos políticos independientes con el fin de conquistar el Estado a través de la dictadura del proletariado. Una vez conquistado, se abolirá la propiedad privada y se pasará a una sociedad sin clases. Entra por la influencia de Lafargue en 1871. La primera fundación marxista fue fundada por Pablo Iglesias en Madrid. Estas organizaciones serán ilegalizadas por Serrano en 1874. Durante la Restauración, el marxismo será moderado y reformista.