Contexto Internacional
La España de la Restauración coincide con un periodo de paz en Europa conocido como la Belle Époque o Gran Paz. Alemania, tras lograr su unidad política y un gran desarrollo industrial, ejerce un liderazgo en el continente europeo. Su canciller, Otto von Bismarck, consolida este liderazgo a través de un sistema de alianzas con Austria, Rusia e Italia. Mientras tanto, Francia vive los años de la Tercera República y Gran Bretaña los de la era Victoriana.
Europa se lanza a la conquista de África y Asia, y Estados Unidos, superada su guerra de secesión, pone sus ojos en las últimas piezas del imperio español: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. España, que no había conseguido entrar plenamente en el sistema bismarckiano de alianzas, se encontraba aislada internacionalmente y no será capaz de contener el empuje del imperialismo norteamericano. A consecuencia de ello, vivirá una de las crisis más graves de su historia: la crisis del 98.
El Conflicto Cubano
En 1895 se produce en Cuba una insurrección bajo el denominado “Grito de Baire”. Comienza así el levantamiento que llevará a la isla a su independencia en 1898. En 1896, en Filipinas, también se producen movimientos emancipadores dirigidos por José Rizal.
Causas del Levantamiento Cubano
- El incumplimiento por parte de España de lo pactado en el Convenio de Zanjón de 1878 provocó el malestar de los criollos.
- Los criollos consideraban que el atraso económico de España con respecto a otras potencias industriales estaba bloqueando la expansión económica de la isla.
- En España no se había gestionado bien el problema cubano. Un proyecto de autonomía propuesto en 1893 por Antonio Maura fue rechazado al considerar que atentaba contra la unidad nacional. Cuando en 1895 se concedió una ley autonómica, ya era demasiado tarde y los cubanos no la aceptaron; poco después estalló la sublevación.
- El aumento del sentimiento patriótico, tanto en Cuba como en Filipinas, apoyado por los intereses de Estados Unidos.
Desarrollo del Conflicto
El levantamiento cubano fue dirigido por José Martí, quien sublevó la parte oriental de la isla, la más antiespañola. Cánovas del Castillo decidió aplicar una política de reconciliación enviando al general Martínez Campos para negociar e impedir el avance de los sublevados. Al no conseguirlo, fue sustituido por Valeriano Weyler en 1896. Este aplicó una táctica de guerra total: creó las “trochas”, unas líneas fortificadas que dividían el movimiento de las columnas insurgentes; reconcentró a la población campesina en poblados para impedir que prestaran ayuda a los rebeldes; destruyó las edificaciones que pudieran servir de refugio. Estas medidas redujeron las posiciones de los rebeldes, pero no consiguieron doblegarlos.
La prolongación de las operaciones y la dureza de las mismas ocasionaron la protesta de Estados Unidos, cuyo Senado recomendó al presidente reconocer el estado de guerra en Cuba. Poco después, se ofrecieron como mediadores en el conflicto hispano-cubano y pidieron la concesión de una amplia autonomía para Cuba. Cánovas rechazó la propuesta y redactó un memorándum en el que concedía libertades y cierta autonomía a la isla una vez pacificada. Con ello y con su muerte en 1897, la situación no hizo más que empeorar.
El nuevo presidente norteamericano, William McKinley, protestó al gobierno español por la dura actitud de Weyler, exigiendo la pacificación de la isla. Es más, llegó a gestionar con la reina María Cristina su compra por 300 millones de dólares, a lo que la reina y el gobierno español se negaron. Esto, aparte de un deshonor, hubiera supuesto el fin de la monarquía. Pero Estados Unidos, aprovechando la voladura del acorazado Maine el 15 de abril de 1898, declaró la guerra y exigió la independencia de Cuba.
La Guerra Hispanoamericana
Al estallar la guerra, se creía en la posibilidad de ganar a Estados Unidos, pero en realidad, ni se podía ni se estaba preparado para ello. La guerra presentaba una gran dificultad al desarrollarse en dos escenarios muy distantes entre sí: el Pacífico y el Atlántico.
El Frente del Pacífico
Los primeros combates se produjeron en el Pacífico. Nada más declararse la guerra, la escuadra norteamericana puso rumbo a Filipinas. El objetivo era Manila, donde el almirante español Patricio Montojo, jefe de la flota del Pacífico, había refugiado sus barcos. Existía una gran desigualdad: la flota española eran 8 barcos más algunos buques auxiliares con el casco de madera y sin protección, frente a los cruceros acorazados norteamericanos. La batalla naval de Cavite apenas duró unas horas. El 1 de mayo, la flota española fue aniquilada por la estadounidense en la bahía de Manila. Como consecuencia, se rindió Cavite, sublevándose Filipinas al frente de Emilio Aguinaldo.
El Frente del Atlántico
En el Atlántico, se ordenó a la escuadra española que operaba cerca de las Islas Canarias su traslado a Puerto Rico para proteger esta isla y Cuba. Pero cuando repostaban carbón en Santiago de Cuba, quedó bloqueada por la escuadra estadounidense. Aprovechando estas circunstancias, las tropas de Estados Unidos desembarcaron en Cuba, tomaron Caney y la loma de San Juan, y atacaron a la escuadra española en el puerto. La flota española salió del puerto el 3 de julio y fue totalmente aniquilada. Poco después capitulaba Santiago y los norteamericanos entraban en Puerto Rico y en Manila. La guerra había terminado.
El Tratado de París y sus Consecuencias
En diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París. España reconoció la independencia de Cuba y cedió Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos. El resto de las posesiones en el Pacífico (Islas Marianas, Carolinas y Palaos) fueron vendidas a Alemania al año siguiente por 25 millones de pesetas.
Por el Tratado de París, España perdía su imperio ultramarino. Cuando en 1902, cumplidos los 16 años, inicia Alfonso XIII su reinado, lo hará bajo el influjo de un enorme cambio: el impacto sufrido en la conciencia de los españoles por el “desastre del 98”.
El Regeneracionismo
A principios del siglo XX, el sistema de la Restauración había entrado en crisis. Se llegó a imputar toda la responsabilidad a los hechos acontecidos en 1898. Se consideraba la necesidad de regenerar la sociedad, la economía, la educación y el sistema político. A principios de siglo, el regeneracionismo era el tema central para muchos, desde políticos a economistas, intelectuales y eclesiásticos. Con ellos se ensalzan los escritores de la llamada Generación del 98, interesados en una labor de cambio y modernización de España.
El sistema canovista entró en un proceso de deterioro desde 1898 que alcanzaría sus momentos más álgidos en los sucesos de los años 1917 y 1923. Es más, la crisis se hizo irreversible al afectar al propio turnismo de los partidos conservador y liberal.