Comparativa Filosófica: Rousseau, Hume y Descartes

Comparativa Filosófica: Rousseau, Hume y Descartes

Antropología en Rousseau

Rousseau, en su antropología, distingue entre el Estado civil, representado por la sociedad con leyes y gobiernos, y el estado de naturaleza, una concepción primitiva sin sociedades organizadas. Aunque esta última es una hipótesis abstracta, Rousseau imagina al ser humano en su estado natural como feliz, inocente, libre y bueno por naturaleza, guiado por dos impulsos: amor propio y compasión hacia los demás. Este estado es pacífico, marcado solo por amenazas palpables.

La formación de sociedades primitivas se origina en respuesta a las amenazas tangibles, pero los problemas surgen cuando se establece jerarquía, desigualdad o competición por los recursos. Según Rousseau, el origen de males humanos y del Estado civil radica en la introducción de la propiedad privada, las leyes y el Estado.

A pesar de las desigualdades existentes en el estado natural, estas se atribuyen únicamente a condiciones físicas, ya que Rousseau diferencia entre desigualdades físicas y desigualdades políticas. Destaca la libertad natural y la perfectibilidad como aspectos distintivos de la naturaleza humana, y sostiene que la introducción de jerarquías y estructuras políticas en la sociedad marca el inicio de las desgracias humanas.

Ética en Hume

La ética de Hume se fundamenta en el emotivismo, sosteniendo que la moralidad no puede derivarse de la razón, sino que surge de los sentimientos. Hume argumenta que los deseos y las pasiones son los motores que impulsan a los seres humanos, y niega la existencia de la libertad, oponiéndose a la filosofía que postula una naturaleza humana fija.

Para Hume, lo bueno y lo malo están completamente subordinados a los sentimientos pasivos y las emociones que suscitan. Los juicios éticos surgen de la capacidad del individuo para experimentar y sentir ante las acciones de otros. En su perspectiva, la evaluación de acciones debe considerar su utilidad y consecuencia.

Aunque la ética de Hume puede tener un tono egoísta al destacar la importancia de los deseos individuales, sorprendentemente considera como buenas aquellas acciones que contribuyen al bienestar de la sociedad. En su visión, la razón es subordinada a las pasiones, actuando como una “esclava” que justifica y guía las acciones motivadas por los sentimientos.

Dios en Hume

Hume rechaza y critica las concepciones teístas y deístas de Dios, así como la religión natural. Desmonta argumentos que intentan demostrar la existencia de Dios, destacando la incapacidad de las pruebas presentadas. Por ejemplo, refuta la idea de un ser necesario al señalar que todo lo que podemos pensar que existe, también podemos pensar que no existe.

Las vías propuestas por Santo Tomás, basadas en la causalidad, también son objeto de crítica por parte de Hume, quien cuestiona el principio mismo de causalidad. Además, la noción de orden en el universo y la proporcionalidad entre causa y efecto son desafiadas por Hume en su análisis.

Hume desmiente la religión natural, negando la existencia de un sentimiento religioso en todos los individuos.

Hume argumenta que la religión no es inherentemente útil y sugiere que su origen se encuentra en el miedo. Además, critica el monoteísmo al señalar los peligros del fanatismo y la intolerancia asociados con esta creencia.

En resumen, Hume presenta una perspectiva desafiante y rechazante hacia los argumentos tradicionales que buscan justificar la existencia de Dios y desmiente la idea de una religión natural y universal en la humanidad.

Dios en Descartes

En la visión de Descartes, la idea innata de infinitud tiene implicaciones significativas relacionadas con la perfección divina. Según él, el mal es la ausencia de bien, y en lo infinito no hay carencias, lo que implica la perfección. Dios, siendo perfecto, es infinito. Aunque demostrar la existencia de Dios es desafiante, Descartes se apoya en el argumento ontológico de San Anselmo. Este argumenta que si no hay nada mayor que Dios que pueda ser imaginado, entonces Dios no solo reside en el entendimiento, sino que también existe. La existencia de Dios, según esta perspectiva, impide que el entendimiento engañe al hombre.

Para Descartes, la idea de deidad se separa de la fe y se vincula principalmente a la razón. A través de un uso adecuado del entendimiento, se puede obtener certeza sobre lo que se conoce. En su filosofía, el mundo y la extensión se consideran equivalentes. La existencia de Dios, según Descartes, se apoya en argumentos racionales y una comprensión precisa del entendimiento, más que en la fe religiosa.

Antropología en Descartes

Descartes presenta una antropología que separa claramente el alma y el cuerpo en dos conceptos distintos. En su visión, la muerte no implica la separación del alma del cuerpo, sino la detención del funcionamiento del alma. La interacción entre alma y cuerpo se realiza a través de la glándula pineal, utilizando la metáfora de una nave y su piloto para ilustrar esta conexión.

La relación entre alma y cuerpo da lugar a la concepción del pensamiento como voluntad, que involucra el entendimiento pasivo, la imaginación y el sentido común para formar juicios. Descartes sostiene que la imaginación es confusa, mientras que el conocimiento claro de las ideas se obtiene a través del entendimiento.

En el proceso de elección, el entendimiento coloca a la voluntad en un estado de elección contradictoria. La voluntad, entonces, tiene la capacidad de asentir a ideas claras y distintas o de pronunciarse y actuar ante ideas no claras y distintas, teniendo un campo de acción aparentemente infinito.

Descartes destaca que la voluntad, al tomar decisiones, nos asemeja a Dios. En resumen, su antropología se caracteriza por la separación de alma y cuerpo, la interacción a través de la glándula pineal, y la centralidad de la voluntad en la toma de decisiones que nos asemeja a la divinidad.