1- LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840):
Al ser la futura Isabel II una niña, tuvo que tomar las riendas del Estado su madre, Mª Cristina, que se enfrentó a los partidarios de Carlos, el hermano de Fernando VII. Ante la amenaza carlista, los cristinos tuvieron que pactar con los liberales, lo que obligó a una ligera apertura política. No obstante, el Estatuto Real, que era una carta otorgada, tenía un carácter claramente conservador, con dos cámaras, la de Próceres (designados por la Corona) y la de Procuradores, con carácter electivo indirecto. Los objetivos del Estatuto Real eran congregar en torno a la defensa de Isabel II a los sectores socioeconómicos más pudientes y dinámicos del país. A cambio, la Corona prometía reformas graduales. Nombró como presidente del Consejo de Ministros a Martínez de la Rosa, un liberal, que intentó un acercamiento entre los sectores más reformistas del absolutismo y los más moderados del liberalismo. Las reformas no tuvieron éxito debido a la extensión de la Guerra Carlista, la debilidad e intransigencia de la Corona y de su entorno y la frustración de las esperanzas liberales. Esto quebró la alianza política entre el reformismo absolutista y el liberalismo y la consiguiente crisis del régimen del Estatuto. De los gobiernos de Mendizábal y Istúriz destacan las leyes de desamortización del clero regular y el inicio de la reforma del Estatuto Real. El Motín de la Granja, de 1836, forzó la ruptura definitiva con el absolutismo y la regente se vio obligada a firmar la Constitución de 1812. A partir de entonces, la dirección del cambio político estuvo en manos del liberalismo
1.1- EL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL DE 1837:
El resultado más relevante del motín de la Granja fue la elaboración de un nuevo texto constitucional y el desmantelamiento definitivo de la estructura socioeconómica del Antiguo Régimen. La Constitución de 1837 rompía tanto con el absolutismo como con el liberalismo de 1812. Se reforzó el poder de la Corona, inaugurando el principio de soberanía compartida, la Corona tenía el derecho de veto absoluto y de disolución de las Cortes. Se modificó la estructura del Parlamento, que tendrá dos cámaras: Congreso de los Diputados y Senado. El sistema electoral sería directo y censitario y se pusieron en práctica las leyes de libertad de comercio e industria, abolición de los señoríos y del diezmo y desamortización, procedentes de las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal.Entre 1837 y 1840 los gobiernos moderados se vieron condicionados por el poder militar, la marcha de la guerra carlista y la deuda económica. El poder militar estaba protagonizado por los generales más prestigiosos: Narváez en el liberalismo moderado, y Espartero, en el progresista. La firma del Convenio de Vergara en agosto de 1839 provocó un motín progresista en Madrid. Finalmente, la reina nombra a Espartero como presidente y renuncia a la regencia el 12 de octubre.
1.1.2- LA 1ª GUERRA CARLISTA (1833-1839):
A partir de 1834, la insurrección carlista, que había estallado a la muerte de Fernando VII, se convirtió en una guerra civil abierta. El Carlismo se caracterizó por un antiliberalismo militante (¡Dios, patria y rey!), defensa del sistema foral, apoyo al autoproclamado Carlos VI y vuelta desde el punto político y social al Antiguo Régimen. Contó con el apoyo de grupos dirigentes de la Iglesia, pequeña nobleza local, sectores amplios del artesanado y del campesinado, y desde el punto de vista geográfico el País Vasco y Navarra. En el Convenio de Vergara (abrazo entre Espartero y el general carlista Maroto), se dio por finalizada la guerra civil a favor del bando cristino, pero el carlismo no desapareció. Al acabar la guerra carlista, los moderados iniciaron una ofensiva política a gran escala para recuperar las riendas del proceso revolucionario. El núcleo de la ofensiva fue el control de los ayuntamientos, baluartes de progresistas y radicales. En 1840, el héroe popular era Espartero, progresista y considerado el principal artífice de la victoria sobre el carlismo. El pulso entre Espartero y María Cristina se saldó con la derrota de ésta y de los moderados. La insurrección ciudadana, progresista y radical coloca a la Corona en una situación insostenible políticamente, y la María Cristina renuncia a la regencia. Espartero asume el cargo de regente.
1.2- LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843):
Tras el final de la guerra carlista se inició una etapa conocida como régimen de los generales. Destacan tres figuras: Espartero, Narváez y ODonnell.
Los orígenes humildes de Espartero y la forma en que había alcanzado el poder durante la crisis de 1840 parecía ejemplarizar el triunfo de la soberanía nacional sobre el poder real. Era también, sin embargo, la demostración palpable del poder político alcanzado por los militares. Espartero era el líder de la corriente progresista dentro del liberalismo. La regencia estuvo marcada por una serie de conflictos políticos diversos que acabaron aislando políticamente a Espartero, ya que se enfrentó sucesivamente con los moderados, con un sector de los progresistas y con el liberalismo radical.
Desde el punto de vista económico, su labor de gobierno se basó en la venta de bienes del clero secular. Esta medida se tomó en una etapa en la que las relaciones con Roma eran nulas, pues, como consecuencia de las leyes desamortizadoras y las exclaustraciones, la santa Sede se mostró más favorable a la causa carlista y rompió relaciones con España.
Otro de los aspectos del gobierno de Espartero fue su clara apuesta por el librecambismo. Los productos importados solo pagaban un 15% del valor declarado, lo que equivalía a una política librecambista, muy extendida en toda. Europa. Se acusó a Espartero de haberse vendido a los ingleses.La crisis de la regencia se produjo por el escaso apoyo parlamentario, sin embargo Espartero tenía una gran influencia en el ejército y las clases medias y populares. La pérdida de popularidad comenzó tras los sucesos de Barcelona. Los dueños de fábricas y comercios del textil catalán se vieron amenazados por la política librecambista que permitía la entrada de tejidos británicos más baratos y de mayor calidad, a lo que se sumó el contrabando de tejidos. El propio Espartero se ocupó de la represión del motín y ordenó el bombardeo de Barcelona. Salustiano Olózaga, diputado progresista opositor a Espartero, llegó a decir ¡Dios salve al país y a la reina!. Progresistas y moderados, con el apoyo del general Narváez se enfrentaron al ejército de Espartero en Torrejón de Ardoz. La derrota de las tropas esparteristas, frente a las del insurrecto general Ramón María Narváez, ligado al bando moderado, supuso el fin de la regencia, lo que obligó a adelantar la mayoría de edad de la reina, con tan solo 13 años.
2- FRAGMENTACIÓN DE LIBERALISMO:
La división del liberalismo, fraguada durante su lucha contra el absolutismo, acabó confluyendo en la formación de los dos grandes partidos políticos del segundo tercio del siglo XIX: el partido moderado y el partido progresista. A la izquierda de estos últimos comenzaron a formarse los primeros grupos de demócratas y de republicanos, quedaron marginados por el pacto constitucional de 1837. No se trataba de formaciones políticas como las del siglo XX, sino de incipientes partidos de notables, cuyos miembros se aglutinaban en torno a un grupo parlamentario, ciertos órganos de prensa, algunas personalidades ilustres y determinados principios básicos, todo ello con un alto grado de flexibilidad.
2.1- LOS MODERADOS:Los moderados defendían un régimen que reforzaba el poder de la Corona y restringía el sufragio en función de la riqueza y la ilustración. Incidieron en los principios de autoridad y de orden, y desconfiaban de la excesiva participación popular en los ámbitos local y provincial. 2.2- LOS PROGRESISTAS: Frente a los moderados, insistían en el principio de soberanía nacional, buscaban garantizar las libertades individuales, pero no defendían la democracia ni el sufragio universal masculino. Propugnaban la formación de una cultura y de una sociedad laica.
3.3- LIBERALISMO RADICAL:
Pese a su heterogeneidad, defendían la soberanía nacional plena, desconfiaban de la corona, sufragio universal masculino, desconfiaban de la Corona, abolición de los señoríos a favor de los pueblos, creación de la Milicia Nacional, autonomía y participación populares en el poder local y provincial. Su peso estaba en las clases populares urbanas, así como entre los primeros obreros fabriles.
4- LA DÉCADA MODERADA (1844-1854):
Esta época supuso la consolidación definitiva del régimen libera en España y la hegemonía política del liberalismo moderado. Durante el reinado de Isabel II, la excesiva identificación de la Corona con el moderantismo y la marginación y represión del resto de las corrientes liberales, fueron debilitando el régimen y desprestigiando a la monarquía. La incapacidad de la reina y de los políticos moderados para ampliar la participación política provocó la crisis del reinado en 1868.
4.1- BASES DE LA MONARQUÍA CONSTITUCIONAL MODERADA:
El poder moderado se consolidó gracias a un conjunto de medidas políticas y represivas, siguiendo el principio de orden público como autoridad completa del Estado sobre la sociedad civil.
Los partidos políticos del siglo XIX eran básicamente agrupaciones de personas influyentes y poderosas (notables), con un fuerte componente individualista, lo que les llevaba a la división interna y al enfrentamiento entre sus líderes. Además estaban muy unidos a la prensa afín, lo que hacía de esta un instrumento al servicio de los intereses del partido. La práctica electoral, sometida a la corrupción y el arreglo, la prensa política y la oratoria parlamentaria eran los medios por los que se traducían ideas y programas en praxis de gobierno. Estos partidos, organizados desde arriba, apenas tenían contacto con la realidad social a la que ignoraban. La escasa participación en las elecciones hacía del pueblo mero espectador de la vida política. La mayor parte del país era analfabeto y malvivía de su trabajo. La maquinaria electoral estuvo siempre al servicio de los intereses del gobierno, gracias a las leyes electorales, que daban mayor poder a los jefes políticos y a los notables locales (llamados luego caciques), que negociaban los resultados a cambio de favores mediante la creación de una densa red clientelar de fidelidades. Cinco grandes partidos controlaban el espectro político. De izquierda a derecha: el demócrata, el progresista, la Unión Liberal, el moderado y el carlista. Dentro de las tendencias moderadas, destacamos dos grupos de opinión: – Los Vilumistas: Es el ala más reaccionaria del régimen moderado.- Los Puritanos: Más ligados al espíritu de la Constitución de 1837 y por reconciliación con los progresistas. Fueron el núcleo inspirador de la Unión Liberal. Dentro de los excluidos del sistema: -Los Progresistas y los Demócratas: Optaron por la no participación, como forma de protesta política, e incluso la insurrección violenta. Defendían la defensa de las libertades y derechos individuales, la Milicia Nacional y la ampliación del sistema electoral a los sectores de las clases medias. El partido demócrata defendió la radicalización de los presupuestos políticos del progresismo: Soberanía nacional, sufragio universal masculino, abolición de los fueros, tolerancia religiosa, enseñanza primaria gratuita.
4.2- LA CONSTITUCIÓN DE 1845:
Monarquía constitucional conservadora, soberanía compartida entre las Cortes y el rey, fortalecimiento de los poderes de la Corona, Senado designado libremente por la reina, Congreso a través de sufragio censitario muy restringido, que se combinó con la intervención sistemática de gobierno en las elecciones y la consiguiente corrupción electoral. Los moderados defendían un modelo de estado muy centralizado y jerarquizado. Uno de sus objetivos era eliminar la autonomía de los ayuntamientos, restringiendo su carácter de órganos de representación popular y recortar sus amplias atribuciones. El espíritu de esta constitución chocaba frontalmente también con el mantenimiento de los fueros del País Vasco y Navarra. La nueva legislación administrativa lleva consigo un nuevo entramado legal, centralizado y uniforme, presidido por los principios de la igualdad ante la ley, protección de la propiedad y libertad económica. El proyecto político moderado se sustentaba en el apoyo de la Corona y de la mayoría del ejército. Otros mecanismos fueron la manipulación electoral, la limitación de la libertad de expresión, la supresión de la Milicia Nacional y la creación, en 1844, de la Guardia Civil. El apoyo mayoritario del ejército, dirigido por el general conservador Ramón Narváez, fue decisivo para imponer el proyecto moderado. A medio plazo, se fortaleció la convicción de que el ejército, como institución, era absolutamente necesario en la política. Los cambios que se produjeron en este período en materia legislativa permitieron la creación de una nueva administración más compleja, con mayor número de funcionarios, lo que introdujo la práctica de las cesantías (situación del funcionario que perdía su trabajo cuando cambiaba el gobierno). Gobiernos de Narváez y de Juan Bravo Murillo. Discrepancias dentro del sistema moderado clásico. Reformas: Conformar una fuerte burocracia estatal moderna y someter definitivamente el Parlamento al gobierno. Durante esta etapa hubo que hacer frente a los efectos de la revolución parisina de febrero de 1848 en España, lo que agudizó el tono autoritario del gobierno presidido por Narváez, convertido ya en dictador. A los problemas sociales hay que añadir la Segunda Guerra Carlista.
4.3- BRAVO MURILLO Y EL MODERANTISMO TECNOCRÁTICO:
Desde enero de 1851 hasta diciembre de 1852, Juan Bravo Murillo presidió el gobierno y fue ministro de Hacienda. Dentro de su labor de gobierno destacar las prerrogativas a favor de la iglesia. La amplia oposición al proyecto autoritario de Bravo Murillo provocó su dimisión. A partir de entonces, se agudizó la descomposición interna del moderantismo, que abrió el camino para la crisis de 1854, que puso fin a la década moderada. El monopolio del poder por grupos cada vez más reaccionarios y minoritarios dentro del partido moderado bloqueó la renovación política y el crecimiento económico. Durante la segunda mitad del reinado de Isabel II se ensayaron diversas soluciones para ampliar la participación política, liberalizar el régimen e impulsar una legislación acorde con las perspectivas de desarrollo económico. Sin embargo, el bloqueo de esas reformas precipitó el final del reinado.
5- EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1868):
La revolución de 1854 fue producto de tres acontecimientos: Un pronunciamiento militar moderado, la actividad insurreccional de progresistas y demócratas y la movilización popular. El fracaso del levantamiento militar del general Leopoldo ODonnell en Vicálvaro (Vicalvarada), hizo que sus líderes publicaran el Manifiesto de Manzanares, redactado por Antonio Cánovas del Castillo: Este manifiesto proponía: Garantizar el respeto al trono, legalidad constitucional, rebaja de impuestos, remodelación de las leyes electorales y de imprenta, restauración de la Milicia Nacional y descentralización de los poderes locales. Dentro del progresismo se abrirá una brecha entre los Legales o Resellados (partidarios consolidar la coalición a través de un nuevo partido de centro) y los Progresistas puros (propiciaban una alianza con los demócratas, siempre que éstos respetasen el principio monárquico). El resultado fue un régimen inestable, con vigilancia mutua entre Espartero y ODonnell. Se redactó una constitución non nata en 1854, ya que no llegó a promulgarse. El nuevo régimen tuvo muchas dificultades para controlar la conflictividad social, como la huelga general en Barcelona en 1855. A partir de esa fecha los progresistas dejaron de ser el grupo político de referencia para las reivindicaciones populares y su lugar fue ocupado por los demorrepublicanos y por las primeras formulaciones del socialismo.
Dentro de la legislación económica, destacó la desamortización de Pascual Madoz y leyes sobre proyectos de ferrocarriles, bancos, minas, sociedades anónimas, etc. Estas leyes ampliaron el marco de participación de las diversas élites del país y del capital extranjero. Esta legislación se completó con la liberalización del mercado de tierras y capitales, constituyendo el marco a partir del cual se produjo el auge inversor en ferrocarriles y obras públicas. La otra gran cuestión era la deuda pública, que impedía al Estado pagar a los funcionarios y militares. Al descontento de estos se sumó el de las clases populares por el elevado costo de la vida. La crisis del bienio progresista sobrevino por la creciente conflictividad social, la hostilidad de la Corona y de los círculos moderados, la heterogeneidad de la coalición gobernante y la quiebre interna del progresismo. En este contexto se gestó la reorientación del moderantismo clásico, que dio lugar a la Unión Liberal, formada durante esta etapa y consolidándose con el acceso a la presidencia del gobierno de ODonnell en 1856. Su perfil político era de centro entre progresistas y moderados. El malestar social provocado por los impuestos de consumo y las quintas, provocaba el final del bienio progresista y comenzaba otra etapa de hegemonía moderada con predominio de la Unión Liberal de ODonnell.
6- LA HEGEMONÍA DE LA UNIÓN LIBERAL (1856-1863):
La última etapa del reinado de Isabel II se caracterizó por el retorno del moderantismo al poder de la mano de su sector más centrista, representado por la Unión Liberal y el desmantelamiento de toda la labor política y legislativa del bienio. Los unionistas, bajo la jefatura del general Leopoldo O Donnell, lograron la estabilidad gubernamental más larga de la primera mitad del siglo XIX. Su programa de gobierno quiso responder a una triple problemática: Tendencia del partido moderado a la oligarquización extrema, necesidad de ofrecer vías de participación legales al progresismo para evitar el recurso a la violencia extraparlamentaria, urgencia de estabilizar el régimen liberal. La Unión Liberal intentó convertirse en partido único, para lo cual no dudó en manipular los procesos electorales. El largo gobierno de la Unión Liberal coincidió con una expansión sin precedentes, que consolidó la evolución de la economía española dentro del dinamismo económico de Europa occidental. Factores: Ley de desamortización, liberalización del mercado de la propiedad y el subsuelo, política estatal de obras públicas, transportes y comunicaciones. La expansión industrial en Asturias, País Vasco, Zonas de Andalucía y Cataluña, la creciente urbanización y el inicio del proceso de unión de élites burguesas y aristocráticas. Destaca también la Ley de Instrucción Pública, o ley Moyano, que reguló el sistema educativo en las tres etapas conocidas hasta hoy: primera, segunda y superior. La ley creaba institutos de enseñanza media. Respecto a la política exterior, dentro del esquema imperialista de la época, España intervino en Indochina y Méjico, pero sobre todo en Marruecos. Pese el centrismo de la Unión liberal, se mantuvieron leyes progresistas, como la de imprenta, la de desamortización o la de ayuntamientos, lo que motivó su destitución por la reina para nombrar un gobierno claramente moderado presidido de nuevo por Narváez.
7- FIN DEL REINADO DE ISABEL II: CRISIS DEL LIBERALISMO (1863-1868):
Este período se caracteriza por la tendencia a la división interna de los partidos y la constante injerencia de la reina en los asuntos políticos.
La política unionista era una política de notables, asentada sobre el consenso de personalidades individuales de prestigio público, respaldada tibiamente por la Corona y dependiente de una frágil coalición entre puritanos y progresistas templados. Sus limitaciones provocaron el final de esta experiencia en el poder y la crisis del reinado de Isabel II. A pesar de su nombre, la Unión Liberal no significó una síntesis positiva de las posiciones moderada y progresista, sino una reformulación del moderantismo en clave puritana. Su práctica política seguía negando la posibilidad de alternancia en el poder. La escasa sensibilidad social del régimen le granjeó la hostilidad abierta de demócratas y republicanos, que tuvo su más destacada expresión en la sublevación de Loja (Granada) en 1861. En 1863 ODonnell se vio obligado a dimitir. La crisis agraria y financiera de 1866 incrementó las manifestaciones políticas de descontento. En 1868, una revolución autodenominada La Gloriosa acabó con el reinado de Isabel II y con el primer ensayo de estabilización conservadora del régimen liberal. Entre 1863 y 1865 se sucedieron gobiernos inestables e ineficaces. En esta coyuntura Isabel recurrió de nuevo a los viejos espadones y en 1864 encargaba por sexta vez formar gobierno a Narváez. En estos años de desgaste progresivo del régimen isabelino no se pudo poner en práctica la alternancia en el poder e integrar a los progresistas en el juego político. Además, los progresistas estaban cada vez más cerca de los demócratas.
Problemas:.Primero fue la actitud de la diplomacia española ante la cuestión romana, surgida de la unificación de Italia y el rechazo del Papa a que Roma fuera integrada en el nuevo reino. España estaba con el nuevo Estado italiano.La reina quedaba en el centro de la polémica política, cada vez más desprestigiada, sobre todo por su conducta privada y amorosa. El 10 de abril de 1865 tuvieron los sucesos conocidos como noche de San Daniel, en la que el ejército reprime de forma sangrienta a los estudiantes de la Universidad central de Madrid que realizaban un serenata en la Puerta del Sol de apoyo al rector de la misma, que había sido depuesto por no haber destituido varios catedráticos, entre ellos a Emilio Castelar y Nicolás Salmerón. En 1866 se produjo una sublevación contra el gobierno protagonizada por el general Prim. ·Ese mismo año hubo un nuevo pronunciamiento militar en el cuartel de San Gil. Dos meses más tarde se firmaba el Pacto de Ostende, en Bélgica, entre el partido progresista y el demócrata para desalojar del trono a Isabel II. En este camino errático de la monarquía, la reina encargó de nuevo gobierno a Narváez, que fallecía en abril de 1868 en el ejercicio del poder. ODonnell había desaparecido pocos meses antes.
7.1- CRISIS ECONÓMICA Y REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE:
La crisis económica de 1866 afectó a todos los sectores productivos y a las finanzas, golpeadas por la burbuja especulativa en torno a la construcción ferroviaria. A esta crisis financiera e industrial se sumó la crisis de subsistencias. Prim vio en este clima un peligro de revolución social, que dirigirían los demócratas, por lo que optó por entrar en la conspiración junto a otros militares progresistas como Serrano.
En los primeros días de septiembre de 1868 se preparó el pronunciamiento, que debía tener lugar en Cádiz. El almirante Juan Bautista Topete se sublevaba en Cádiz con la escuadra a su mando y el manifiesto dado a conocer finalizaba con el grito ¡Viva España con honra!, que sería un símbolo unido a esta revolución de septiembre de 1868, conocida también como La Gloriosa.
Isabel II se vio obligada a exiliarse, con lo que acabó el reinado de Isabel II.