Ética: Una Reflexión Filosófica sobre la Moral

¿De qué se ocupa la ética?

Hemos visto que la moral está formada por un conjunto de normas individuales de conducta que pueden variar de una persona a otra. La moral tiene que ver con lo que nos parece correcto o incorrecto. La ética, en cambio, es una parte de la filosofía que se hace preguntas acerca de la moral. La ética se ocupa de la reflexión filosófica sobre la moral.

Cuando alguien nos explica cuál es, según su opinión, un buen o mal comportamiento, lo que hace es hablarnos de su moral individual. Sin embargo, si a esta persona le pedimos que nos explique las razones en las que se basa para sostener esas ideas, entonces entramos en el terreno de la ética. La ética se pregunta por qué ciertas cosas son buenas o son malas tratando de encontrar el fundamento de nuestros juicios morales. Por eso la ética es una parte de la filosofía, ya que trata de encontrar respuestas racionales sobre las preguntas que surgen al cuestionarnos la moral.

¿En qué debe basarse la ética?

El debate en torno a la base de la ética ha dividido a los filósofos durante siglos. La disputa surgió al tratar de responder la siguiente pregunta: ¿en qué se basan nuestros juicios morales?

Algunos autores creen que la razón es la base de la moral. Según estos filósofos, para saber lo que está bien y lo que está mal lo que tenemos que hacer es usar la inteligencia. La ética es una cuestión racional íntimamente ligada al conocimiento, aunque se trata de una racionalización práctica y no teórica, ya que tiene que ver con las acciones que llevamos a cabo y que pueden afectar a los demás. Esta posición se denomina intelectualismo moral. Sócrates, Platón y Kant son ejemplos de filósofos que han defendido el intelectualismo ético.

La posición opuesta es el emotivismo moral. Para David Hume y otros emotivistas, la base de nuestros juicios morales no está en la razón sino en los sentimientos. Son nuestros sentimientos y nuestras emociones las que nos ayudan a determinar lo que es bueno y lo que es malo. Cuando decimos que una opción es incorrecta porque debemos evitarla, en realidad lo que estamos expresando es la sensación de rechazo que ese comportamiento nos provoca. De acuerdo con estos autores, la moral no tiene que ver con la razón porque en ocasiones puede ser muy racional actuar de manera inmoral.

Contenido de la ética

Todos los filósofos aceptan que la ética es una reflexión filosófica sobre la moral. La discrepancia surge cuando se plantea la cuestión del contenido específico del que debe ocuparse esta disciplina.

Algunos autores piensan que la tarea de la ética consiste en encontrar cuáles son los fines a los que debemos aspirar los seres humanos. De acuerdo con esta visión, la ética tiene un contenido material porque se ocupa de algo concreto, como determinar los bienes que debemos alcanzar. El filósofo Epicuro nos proporciona un buen ejemplo de esta visión de la ética centrada en un contenido material concreto. Según Epicuro, la ética debe orientarnos para alcanzar la felicidad, que se consigue buscando el placer y evitando el dolor. Si aceptamos esta visión, el contenido de la Ética es la búsqueda de un propósito determinado que, en este caso, es el placer.

Otros autores creen, por el contrario, que la ética no debe proponer ningún contenido material concreto. Hacerlo significaría limitar la libertad del individuo, que debe tener toda la autonomía para proponerse él mismo los fines que le parezcan más apropiados. Así, la ética no puede ocuparse de la materia de los juicios morales, sino únicamente de su forma. Eso quiere decir que la ética no nos puede decir lo que tenemos que hacer, tan solo puede aspirar a decir cuál es la forma que deben tener las normas que nosotros mismos elijamos de acuerdo con nuestro propio fin. Kant es un buen ejemplo de esta visión porque produce una ética formal que carece por completo de contenido material específico.

La legitimidad del poder político

En ocasiones, el poder político puede imponerse mediante la fuerza a pesar de no ser reconocido como legítimo por la población. Sin embargo, para que el ejercicio del poder pueda mantenerse y perdurar es mucho más eficaz contar con la aprobación y reconocimiento de los demás. Por eso, para el poder resulta tan importante encontrar una forma de legitimación que justifique su dominio sobre los demás.

Según Max Weber, a lo largo de la historia ha habido tres formas diferentes de legitimación del poder político:

  • La legitimación tradicional se basa en el prestigio de las costumbres que se han mantenido inalterables con el transcurso del tiempo.
  • La legitimación carismática se asocia a un individuo excepcional que, por su personalidad extraordinaria, suscita la admiración y respeto de los demás.
  • La legitimación racional-legal se apoya en la existencia de leyes y reglas racionales que regulan el ejercicio del poder.

El contractualismo de la Edad Moderna

El filósofo inglés Thomas Hobbes consideraba que el ser humano en estado de naturaleza es egoísta y vive en guerra con los demás hombres por su supervivencia. En estas condiciones, la vida humana es “precaria, breve, solitaria, insegura”. Por eso surgió la necesidad de superar esta situación mediante un acuerdo que garantizase la paz y la tranquilidad de las personas. Según Hobbes, el pacto social fue posible cuando todos los individuos renunciaron a la guerra de unos contra otros y aceptaron someterse a un único poder supremo capaz de poner fin a la continua inseguridad del estado de naturaleza. Este poder supremo es lo que caracteriza al soberano, que es quien crea las leyes y las hace cumplir. De acuerdo con la teoría de Hobbes, el soberano está por encima de las leyes porque él es quien posee el poder absoluto. Por eso esta propuesta política justifica la legitimidad de la monarquía absoluta. Sin embargo, la autoridad del soberano se basa en su capacidad para proporcionar seguridad a sus súbditos.

Frente a la teoría de Hobbes, John Locke creía que el ser humano está dotado de una serie de derechos que son válidos incluso en el estado de naturaleza. Todos tienen derecho a disfrutar plenamente de la vida, la libertad y la propiedad. Sin embargo, en el estado de naturaleza estos derechos no siempre eran respetados. Por eso fue necesario establecer un acuerdo para organizar la vida en común.