La Romanización de Hispania: Conquista, Administración y Legado Cultural

Proceso de Romanización: La Conquista Romana

Para compensar su derrota frente a los romanos en Sicilia y Cerdeña durante la Primera Guerra Púnica, Cartago trató de afianzar su presencia en la Península Ibérica. Asdrúbal estableció una base de operaciones en Cartago Nova y firmó con los romanos un tratado que fijaba el río Ebro como límite norte del dominio cartaginés. Aníbal, sucesor de Asdrúbal, no respetó los términos del acuerdo y decidió continuar su avance hacia el norte, conquistando la costa oriental hasta el Ebro. El asedio de Sagunto en el año 219 a.C. desencadenó la Segunda Guerra Púnica y la intervención de los romanos en la Península.

Conquista del Litoral Mediterráneo

Los romanos conquistaron las zonas que habían vivido en contacto con los colonizadores fenicios y griegos. La campaña, dirigida por Publio Cornelio Escipión, cubrió sus objetivos al conquistar Cartagena, dominar el valle del Guadalquivir y Cádiz.

Conquista de la Meseta y el Norte Peninsular

Tres fueron los conflictos principales: la guerra lusitana, la guerra celtibérica y las guerras cántabras. Los lusitanos, que contaban con un gran caudillo, Viriato, mantuvieron su lucha contra Roma hasta que su jefe fue asesinado. Se concretó en la resistencia de la ciudad arevaca de Numancia hasta que fue arrasada por Escipión Emiliano. Los pequeños pueblos de las montañas del norte peninsular se unieron para enfrentarse a los romanos. Las guerras cántabras empezaron en el año 29 a.C. y terminaron 10 años después. La conquista la realizó el emperador Octavio Augusto.

Romanización

Desde los primeros días de la conquista, la Península comenzó a asimilar las formas de organización romanas. Este proceso produjo una transformación en los pueblos sometidos, que se incorporaron a la civilización romana a través de nuevas estructuras económicas y sociales, el uso de una nueva lengua y la inclusión en unas instituciones alentadas por el derecho romano. Fue la ciudad y el desarrollo de la vida urbana el marco básico en el que se produjo la romanización. Fue más rápida y más profunda en las tierras del sur y del levante que habían sido las primeras zonas conquistadas y las que habían mantenido más contacto con pueblos colonizadores. Por el contrario, las tierras de la comarca cántabra recibieron muy lentamente la acción de Roma.

Administración

Hispania fue dividida en provincias para su mejor control. Al frente de cada una existía un pretor. Su número creció conforme aumentaba el control romano de Hispania. Augusto la dividió en tres provincias: la Bética, con capital en Corduba, la Lusitania, con capital en Emerita Augusta, y la Tarraconense, con capital en Tarraco. Al final del imperio, las provincias fueron seis: Gallaecia, Bética, Carthaginensi, Tarraconensis y Balearica.

Las ciudades representaron la esencia de la civilización romana. La Península vio crecer ciudades como Emerita Augusta, Caesaraugusta, Barcino, Tarraco, Hispalis, o Lucus Augustus. La ciudad romana se trazaba conforme a un modelo urbanístico, con una plaza central o foro en la que se cruzaban las vías principales creando un plano en forma de damero. Era un lugar de intercambio de mercancías y un centro de poder político que, a través de la institución del municipio, organizaba el territorio de su entorno rural y la vida de la urbe. También, era el escenario principal de desarrollo de la vida social y del ejercicio de la ciudadanía.

Organización Social

En la sociedad existió una radical diferencia entre hombres libres y esclavos. Los hombres libres eran quienes poseían el derecho a la ciudadanía. Ocuparon diferentes posiciones sociales según su capacidad económica. Los miembros del orden senatorial tenían el más elevado rango social, fundamentado en la posesión de inmensas riquezas o propiedades de tierras. Lo formaban familias procedentes de Roma y su vida giraba más en torno a la vida de la capital que a la de Hispania. El orden ecuestre absorbió a la aristocracia de los pueblos sometidos que ocupó importantes magistraturas provinciales y municipales en la propia Península. Los decuriones formaron una oligarquía urbana que controló la dirección de los municipios. La plebe eran artesanos, pequeños propietarios rurales o desheredados y marginados que recibían alimentos y dinero de los poderosos. Los esclavos eran los habitantes de las ciudades sometidas que, tras haber sido ocupadas por los romanos, se habían sublevado contra ellos. Los altos funcionarios los vendían a los mercaderes y estos los enviaban a los mercados de esclavos.

La Explotación Económica

El destino de las producciones era, de un lado, el abastecimiento de la población peninsular, de otro, el aprovisionamiento de la ciudad romana. De la Península Ibérica se exportaban productos agrícolas. A cambio, los hispanos pudientes importaban de Roma numerosos objetos manufacturados y productos de lujo. El oro se extraía de los montes de Sierra Morena y del noroeste: las Médulas. La plata se extraía en la región de Cartagena, el cobre se explotaba de Riotinto, el estaño de tierras de Gallaecia y norte de Lusitania, y el cinabrio en Almadén.

La agricultura se basaba en la triada mediterránea de secano: trigo, vid y olivo. El aceite de oliva fue el producto agrícola estrella de Hispania. Los fenicios y griegos habían extendido sus plantaciones por las regiones orientales y meridionales. Con los romanos fueron ocupando el valle del Ebro y muchas comarcas situadas al sur del sistema central. La producción agrícola se generaba, en buena medida, en los grandes latifundios trabajados por esclavos. En ellos, empezaron a surgir residencias campestres: las villas. Junto a la agricultura de secano, se dio también la de regadío. Los regadíos se utilizaron más para el cultivo del lino que para el de las hortalizas.

La artesanía desarrollada en talleres urbanos, se basó en la producción de tejidos de lino, lana, esparto y armas. Además de la producción del aceite, se elaboraron salsas y salazones para la exportación. El denario romano de plata y sus divisiones en moneda de cobre se convirtieron en la unidad monetaria.

Los romanos mejoraron las rutas existentes convirtiendo muchas de ellas en calzadas. Las pavimentaron, lo que las hizo aptas para el tráfico de carreteras, y construyeron numerosos puentes. Con objetivos comerciales, militares y administrativos, la red de comunicaciones se propuso no solo relacionar las regiones de Hispania, sino también empalmar aquellas con la Galia, por vía terrestre, y con Italia, por vía marítima. Los itinerarios fundamentales fueron: la Vía Augusta, que recorría toda la costa mediterránea, la Vía de la Plata, que atravesaba la Península de norte a sur entre Astorga y Mérida y Sevilla, y la Vía de Astorga a Burdeos, donde se confirmó el camino de Santiago.

Desarrollo Cultural

Los grandes pensadores procedían de la Bética y pertenecían a la clase senatorial, es el caso de Séneca y el de su sobrino Lucano. La romanización supuso la adopción de muchos elementos de la cultura romana. Esos elementos son fundamentalmente tres: el latín, el derecho romano y la religión cristiana.

El triunfo del latín supuso la desaparición de las lenguas prerromanas, de las que solo subsistió el vascuence. El latín sirvió de vehículo de expresión de las creaciones de los intelectuales hispanos y constituyó el sustrato de los idiomas romances. El derecho romano formó el instrumento jurídico fundamental para las relaciones de tipo público entre los habitantes del imperio y el estado.

El desarrollo urbano propició el de las obras públicas. Los puentes fueron un complemento de las calzadas, mientras los acueductos abastecieron de agua a las ciudades. Entre los arcos triunfales destaca el de Trajano de Bara. Se construyeron teatros, anfiteatros y circos. La pintura, y más concretamente el mosaico, sirvió como expresión de la ostentación y riqueza de la clase noble.

Otro de los elementos que han pervivido hasta nuestros días a causa de la romanización es la religión cristiana. Durante los primeros siglos de dominio romano, las autoridades respetaron los cultos de los pueblos indígenas de Hispania. La tolerancia de las autoridades en materia religiosa exigía a cambio el culto al emperador como elemento de cohesión de los habitantes del imperio. La nueva religión, que era monoteísta, se oponía tanto a los dioses de los pueblos prerromanos como al culto al emperador, lo que motivó su persecución por parte del estado. El cristianismo debió llegar a la Península Ibérica a mediados del siglo II. Pero fue después de que el Edicto de Milán del año 313 autorizara a la Iglesia a realizar un culto público, cuando los cristianos hispanos dieron muestras de actividad.

Crisis del Siglo III

:durante la segunda mitad del siglo III,el imperio romano se vio afectado por una profunda crisis:las fronteras se convirtieron en puntos de inseguridad,lo k facilito las primeras invasiones de los pueblos germanos en la peninsula iberica.ademas,con la dinastia de los severos comenzo el nombramiento de emprendedores por las legiones.por esta causa la autoridad se debilito y las guerras civiles fueron casi permanentes.poco a poco en la economia fue fortaleciendose el sector rural y las ciudades se vieron incapaces de competir con los grandes propietarios agricolas.el gran propietario,desde su villa,dirigia la vida dell latifundioa atrayendo hacia el a los colonos,a pekeños propietarios y a esclavos k lograban liberarse de su condicion,movidos todos ellos por una permanente situacion de inseguridad que requeria proteccion.