Análisis de la Literatura Española: Modernismo y Vanguardias

Contexto histórico: Tras un golpe de estado que termina con la I República, España se rigió por la Restauración Borbónica. Con la pérdida de las últimas colonias españolas, la crisis se manifestó: a) crisis política b) el gran desarrollo económico de las periferias y los nacionalismos periféricos. c) crisis social, el desarrollo económico, industrial y urbano, luchas sociales. d) el conflicto religioso. e) el problema colonial. Al estamento militar se enfrentaban sectores antimilitaristas. Lo que desembocó en la dictadura del general Primo de Rivera y posterior Segunda República, guerra civil, estado franquista, transición, democracia.

Rasgos característicos de la crisis universal de las letras y del espíritu: a) pérdida de la confianza en el progreso. b) la realidad no es absoluta, depende del punto de vista que se adopte. Todo ello configura un peculiar contexto literario. Los jóvenes artistas de finales del siglo XIX y principios del XX buscan renovar el arte en general y la literatura en particular, tomando como punto de partida la subjetiva mirada del autor sobre el mundo. De ahí la irrupción del modernismo, noventayochismo y vanguardias. Todos tienen en común el rechazo del mundo burgués y la reacción al concepto de arte del movimiento anterior y la apertura de unas nuevas vías expresivas: Modernismo vs Realismo y Naturalismo. Noventayochismo vs Modernismo. Vanguardias vs Realismo, Naturalismo y Modernismo.

Modernismo y Generación del 98.

Ambos movimientos surgen como reacción contra la cultura y las letras del siglo XIX, y revelan la insatisfacción de los escritores ante el mundo, pero con dos talantes diferenciados: un talante más estético, que busca la renovación de la vida y el arte a través de su postura antiburguesa y de la recuperación de la belleza del lenguaje literario (el modernismo) y el otro con un talante político e ideológico, muy preocupado por la realidad política española (la Generación del 98). Modernistas y noventayochistas coinciden en el tiempo, y muchos de los escritores de la época participan de ambas tendencias, como Antonio Machado o el propio Valle-Inclán. El joven Valle-Inclán de finales del siglo XIX cultivó una literatura modernista, de carácter evasivo. Pero los acontecimientos históricos y políticos que vivió la España de principios de siglo marcarán la trayectoria ideológica de este. Valle-Inclán asumió una actitud comprometida con las clases desposeídas, el proletariado y los desheredados. A Valle le correspondió vivir una de las épocas más conflictivas de la historia, lo que supuso un acercamiento a las preocupaciones y sentido crítico propios de la Generación del 98. No obstante, aunque absorbió el inconformismo y malestar por la España del momento común en este grupo, lo barajó con su estilo propio e inimitable.

Noventayochismo

Se trata de una evolución lógica de los logros modernistas, adecuados a la nueva realidad, marcados por la escisión ideológica de la Primera Guerra Mundial (que divide a los artistas en aliadófilos y germanófilos) y que heredan el sentimiento de rebeldía antiburguesa del primer modernismo. A su manera, es un momento que sirve de puente entre el periodo anterior y la eclosión de las vanguardias artísticas que imperarán en la década siguiente. Destacan, en poesía, Juan Ramón Jiménez y en prosa Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala. En este periodo se adscribe el filósofo José Ortega y Gasset, cuyas teorías sobre estética (La deshumanización del arte, 1925) condicionarán los estudios posteriores hechos sobre este complejo periodo.


Vanguardismos

En torno a los años 20 y como consecuencia del desarrollo tecnológico surgen nuevas tendencias artísticas cuyo objetivo es, nuevamente, romper con el arte consagrado en momentos anteriores. Hay que tener en cuenta cuánto supuso el fin de la Primera Guerra Mundial, ya que se clausuraba un momento histórico marcado por el conservadurismo y se iniciaba una nueva época donde el deseo de libertad y las aspiraciones democráticas calarán entre la población. Por otro lado, los nuevos avances tecnológicos harán posible una nueva concepción de la vida y el arte. Es el momento de la aviación, de la música registrada en fonógrafos, del cine como gran espectáculo, del jazz, del automóvil y la velocidad, y la relajación en las costumbres. La Revolución Rusa de 1917 marcará de manera manifiesta no solo el mundo político sino también el cultural. Pionero de los movimientos de vanguardia en España es Ramón Gómez de la Serna, que desde 1910 inicia una serie de manifiestos que cambian por completo la concepción del arte. El término vanguardia está tomado del lenguaje militar y significa avanzadilla. Así, los autores que se adscriben a este gran movimiento se consideran exponentes de una manera nueva de expresar sus inquietudes y dedicarán poemas a la hélice, a la máquina de escribir o a la bombilla. El término Vanguardismo en España engloba una serie de movimientos artísticos que emergen en Europa y que aquí se asumen de manera especial. Los fundamentales son el dadaísmo, el surrealismo, el futurismo, el expresionismo, ultraísmo y creacionismo.

El teatro español desde 1900 a 1936.

El panorama teatral de principios de siglo está dominado por el teatro burgués, con poca o ninguna capacidad autocrítica y condicionado por las exigencias comerciales. Estéticamente es un teatro que se resiste a la renovación que sí triunfará en poesía y novela, de manera que los autores innovadores tendrán muy difícil su acceso a los escenarios. El teatro español del primer tercio del siglo XX se reparte, a grandes rasgos, en dos frentes: el teatro que triunfa y el renovador. a) El teatro que triunfa: ·Comedia burguesa con leves atisbos de crítica social, siempre muy suaves, cuya figura más representativa es Jacinto Benavente. ·Teatro en verso que asume el modernismo triunfante e ideológicamente tradicional, con Eduardo Maqueda y Francisco Villaespesa como exponentes destacados. ·Teatro cómico, fundamentalmente costumbrista: dos vertientes destacadas encontramos dentro de este modelo teatral: a) el sainete costumbrista, con los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. b) el representado por Carlos Arniches: centrado en la llamada tragedia grotesca, cuya mejor muestra es La señorita de Trévelez. b) El teatro renovador: de escaso eco entre el público, el teatro que pretende innovar, sea con nuevas técnicas, sea con nuevos enfoques ideológicos o ambas cosas a la vez. En esa dirección se hallan: ·Las experiencias teatrales de algunos noventayochistas o coetáneos. Destaca Valle-Inclán con su esperpento. ·Los impulsivos renovadores de las vanguardias y de la Generación del 27. Máximo ejemplo es Lorca. ·La renovación del teatro cómico que Jardiel Poncela intenta por los años 30, lo simbólico y también elimina, limita la importancia de la acción en sus conflictos.



La obra de Valle-Inclán y su aportación al panorama teatral: El esperpento.

Evolución de su obra. Valle-Inclán entre el Modernismo y el 98.
La obra de Valle-Inclán es una de las más complejas de las primeras décadas del siglo XX y, por ello, difícil de clasificar o adscribir a los movimientos artísticos en que surgen. Dos aspectos se deben tener en cuenta:
a) Es una obra amplia que aborda todos los géneros (narrativa, teatro y lírica) y todos los subgéneros. En narrativa escribe novelas, cuentos, cuentos breves. También artículos periodísticos (tanto de crítica literaria como pictórica o artículos de opinión sobre temas diversos) así como un ensayo sobre estética que tiene características de manifiesto personal. En poesía se mueve tanto en el terreno espiritual, simbolista como en el marco de la sátira. En teatro cultiva tanto la farsa (La marquesa Rosalinda), como el drama decimonónico (desde El yermo de las almas a El embrujado) e, incluso, textos breves próximos al entremés. Todo ello lo renueva de manera sorprendente con una nueva estética al que da nombre en una de sus obras (Luces de bohemia).
b) Valle-Inclán es un autor en constante renovación estética y formal, que reacciona siempre con las convenciones del arte consolidado y burgués. Su producción, además, difumina el límite de los géneros (en prosa se encuentran muchos rasgos de la lírica y en el teatro, descripciones propias de la novela) y reelabora una y otra vez textos anteriores para introducirlos en obras nuevas. Su lengua siempre plástica y musical (practica esta filiación modernista), impregna toda su producción. En su obra se observa una evolución desde el modernismo a una literatura crítica, basada en una feroz distorsión de la realidad (el esperpento) donde el autor muestra una clara preocupación por los aspectos sociales y los conflictos de la época. Valle asumió una actitud comprometida con las clases populares. Por ello, algunos críticos lo incluyen en la Generación del 98, aunque otros piensan que esto es inexacto ya que por la radical novedad de su estética, como por sus presupuestos ideológicos, estaría alejado de los postulados noventayochistas en su madurez y se acercaría a los artistas más jóvenes, los de la vanguardia literaria. De todas formas, debe evitarse reducir su trayectoria a dos etapas separadas por un corte neto; no hay ruptura sino un lento y coherente proceso evolutivo. Aunque existe un abismo entre las Sonatas (máxima expresión en prosa de su periodo modernista) y los esperpentos de los años 20, hay una línea ininterrumpida: hay esperpentización antes que esperpento. Y además se trata de una evolución que no renuncia a los logros estéticos de la primera.

A) De los comienzos a las Sonatas. Época modernista.

La producción cumbre de esta etapa son las sonatas, cuatro novelas publicadas en este orden: Sonata de Otoño, Sonata de Estío, Sonata de Primavera y Sonata de Invierno. Son las supuestas memorias del marqués de Bradomín. Es la exaltación del mundo decadente, visto con una mirada entre nostálgica y distanciada. Por su estilo suponen para la prosa española lo que la obra de Rubén Darío supuso para la poesía: una prosa rítmica, refinada, rica en efectos sensoriales, bellísima.

b) Entre las Sonatas y los esperpentos. Época de transición.

Destaca el ciclo de las comedias bárbaras: Águila de Blasón y Romance de lobos.


Con estas obras ha iniciado Valle su teatro en libertad. La evolución estilística se acentúa en la trilogía de novelas La guerra carlista, Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño… En 1919 escribe su obra poética La pipa de Kif donde ya se atisban rasgos esperpénticos.

c) La época de los esperpentos.

El año de 1920 es una fecha capital en la trayectoria del autor. En este año publica algunas de sus obras dramáticas decisivas, entre las que destacan: Divinas Palabras y Luces de Bohemia. La deformación esperpéntica está ya presente en estas obras y es, en esta última, la primera donde Valle-Inclán da el nombre de esperpento. Con esta palabra (cuyo significado habitual era persona o cosa extravagante, destinada o absurda) designa el autor a esas obras suyas en las que lo trágico y lo burlesco se mezclan, con una estética que quiere ser una superación del dolor y la risa. Su mejor definición la hallaremos en la escena XII de Luces de Bohemia. Tres son los esperpentos escritos en los años siguientes: Los cuernos de Don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán, recogidos después bajo el título común Martes de carnaval. En ellas se revela una visión ácida y violentamente disconforme con la realidad. El autor se complace en degradar la realidad y agredirla con una carcajada que no perdona a personas, instituciones o mitos, pero que en el fondo, oculta no pocas veces el llanto. Los 4 ciclos: 1·Ciclo modernista: su obra Cenizas dramatiza un tema tópico del teatro decimonónico: el adulterio, visto desde el lado opuesto al tradicional, es decir, desideologizado y tratado con la técnica propia de la literatura decadentista de fin de siglo. En esta técnica está el punto de arranque de la dramaturgia valleinclanesca. También aparece en esta primera pieza la técnica de amplificación poética de las acotaciones. 2·Ciclo mítico: destaca Divinas palabras, obra en la que domina la animalidad humana, los personajes se mueven impulsados por la avaricia y la lujuria. En ellas, además, las acotaciones trascienden la mera funcionalidad técnica por la necesidad que siente el dramaturgo de dar expresión a una visión totalizadora de la realidad dramática. 3·Ciclo de la farsa: Constituyen este ciclo cuatro piezas: Farsa infantil de la cabeza del dragón, La marquesa Rosalinda, Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licenciada de la reina castiza. Valle plasma aquí un espacio escénico fundamentado en el siglo XVIII, versallesco, también ahistórico y tamizado por el modernismo. Las obras de este ciclo se basan en un continuo contraste entre lo sentimental y lo grotesco. La caricatura esperpéntica que aparece en estas piezas anuncia la nueva mirada que Valle va a dirigir sobre la España contemporánea. 4·CICLO esperpéntico: Valle-Inclán denominó así a Luces de Bohemia, Los cuernos de Don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. Estos tres últimos fueron publicados juntos por su autor en 1930 con el título de Martes de carnaval. Con estas obras Valle desmitifica la España contemporánea mostrando las graves deficiencias que imposibilitan que los españoles puedan llevar una vida digna. El esperpento es la mayor aportación de Valle al teatro europeo del primer tercio del siglo XX y constituye un precedente muy importante del nuevo teatro experimental de Bertolt Brecht.



Características del esperpento.

1. Raíces históricas y estéticas del esperpento

La época en la que vive es una de las más revulsivas y dramáticas: la humillación de la derrota en Cuba, la sangría incesante de jóvenes por la guerra del Rif en Marruecos, la Semana Trágica de Barcelona desatada al oponerse los obreros al nuevo envío de tropas al Rif, la Primera Guerra Mundial, la huelga revolucionaria de 1917, las profundas convulsiones, la dictadura de Primo de Rivera, y el atraso y pobreza secular del pueblo español. Ante esta situación, la actitud de Valle fue siempre de compromiso y de denuncia. Y para mostrar profundamente esta realidad, Valle crea el esperpento, nueva estética que distorsiona la imagen que tenemos de la realidad con el objeto de mostrarnos su verdadero rostro: la grotesca y absurda vida española contemporánea. Su crítica es demoledora, no propone soluciones alternativas, no pacta con ninguno de los personajes ni con las ideas que representan. En Luces de Bohemia sostiene Valle del esperpento: es una estética sistemáticamente deformada que sirve para expresar el sentido trágico de la vida española. Según Valle, se trata de ver a los personajes desde un plano superior, como demiurgo o titiritero, y así se convierten en seres inferiores, como enanos y patizambos que juegan una tragedia a los que se observa con indiferencia, ironía, sin implicarse sentimentalmente con ellos. Desde este distanciamiento se puede juzgar críticamente la realidad presentada. La técnica del esperpento no es, por otra parte, totalmente novedosa. Ya está en Quevedo y Goya, pero también en el Guernica de Picasso, la Viridiana de Buñuel, y algunos movimientos estéticos, como el expresionismo alemán, el dadaísmo italiano, las novelas de Kafka.
2. Rasgos esenciales del esperpento.
Valle denomina esperpento a unas obras creadas con una estética personal y renovadora. El esperpento supone una quiebra del sistema lógico de las convenciones sociales y un intento por mostrar lo absurdo y su disconformidad con la vida española de su tiempo. La definición y caracterización de esta estética se produce en la misma obra de Luces de Bohemia. En concreto, en la famosa escena duodécima, donde Max y Don Latino pasean por el callejón del Gato y se detienen ante los espejos que deforman la realidad. Es entonces cuando Max Estrella dice que “El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada” y más adelante: “España es una deformación grotesca de la civilización europea”.


Rasgos del esperpento:

Deformación de las situaciones y de la realidad. Son múltiples las situaciones que se deforman en Luces de Bohemia. Ejemplo destacable es la escena undécima, cuando se produce una carga policial y un niño resulta muerto. Ante los chillidos de la madre, los comerciantes solo piensan en sus negocios, obviando el dolor atroz de la mujer. Como ejemplo, es muy significativo que un parque público con mujerzuelas se transforme en parodia grotesca del jardín de Armida (modelo de jardín modernista). ·Distorsión del lenguaje, a veces vulgar y de argot, pero siempre rico y elaborado. ·Degradación de los personajes, vistos no como héroes épicos y míticos, sino animalizados, (los hombres se transforman en “perros”, “camellos”, “cerdos”, etc. “Don Latino interviene con ese matiz del perro cobarde que da su ladrido entre las piernas del dueño”, escena 2. Los tres visitantes, reunidos “como tres pájaros en una rama” (escena 3) Zaratustra “abichado y giboso” (escena 2) “cosificados” (“Zaratustra… cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente” escena 2. como muñecos grotescos y peleles (“Don Latino guiña el ojo, tuerce la jeta, y desmaya los brazos haciendo el pelele”. esc XV). ·Presencia simultánea de aspectos trágicos y paródicos. Ejemplar es el episodio del velatorio de Max Estrella (esc 13) con Basilio Soulinake empecinado en que el poeta solo sufre una catalepsia. ·Situaciones absurdas e intensificación de los elementos que conforman tales situaciones.
Con estas características, se configura una obra que se convierte en universal porque refleja situaciones que se repiten continuamente. Todos podemos reconocer en distintas escenas de la obra de Valle, acontecimientos que hoy en día suceden a menudo: corrupción política, personajes buitres y parásitos como Don Latino, personajes grotescos… Por ello, la vigencia de la obra es máxima y nos anticipa la sociedad en la que hoy vivimos.


Modernismo y noventayochismo en Luces de Bohemia.

En Luces de Bohemia se ven reflejadas gran parte de las características propias de estos dos grandes movimientos de renovación estética que removieron profundamente los cimientos del arte y la literatura del primer tercio del siglo XX: el modernismo y la Generación del 98. Valle pertenece literalmente al modernismo e ideológicamente al 98. El espíritu de protesta y la subversión que se inicia en el modernismo, se concreta en la Generación del 98, que es ya plenamente una generación crítica. La característica definitoria del modernismo va a ser siempre el estilo, aun cuando el movimiento comporte valores revolucionarios. La característica del 98 será el sentido crítico, aun cuando el 98 comporte también una revolución estilística. Valle, con el esperpento, alcanza a la totalidad de la vida nacional, su condena es absoluta y desesperanzada, su visión del país completamente pesimista. Son muchos los ejemplos en los que Valle muestra su preocupación por España y por su atraso: “País sin remedio cuya única solución sería una hipotética bomba que le destripara como terrón maldito”, escena VI, “en España es un delito el talento… en España se premia todo lo malo”, escena XIII. Pero Valle va más allá, la crítica nacional es crítica de la humanidad. Valle es un descontento del hombre total, aunque refiera siempre su sátira a España. Salvo excepciones -Max Estrella y el Preso, la Madre del Niño muerto por las balas de la policía y el anónimo albañil que condena el hecho- las relaciones humanas que se muestran están presididas por la insolidaridad, el egoísmo, la codicia, la violencia, la lujuria. Valle, como los más destacados modernistas, muestra una consideración al lenguaje literario por sí mismo y no solo como vehículo de expresión. Establece un canon de belleza, de palabra, de estilo. Está empeñado en lo bello que nace del desprecio más absoluto por lo vulgar. Valle inicia, de este modo, la línea del modernismo crítico en su obra: lo pone en prosa y lo vuelve crítico. Él cuenta con un lenguaje revolucionario -el esperpento- mucho más eficaz que el lenguaje modernista. El exquisito cuidado del lenguaje, que en Luces de Bohemia aparece como deformación idiomática característica del esperpento, abre un abismo en relación con el lenguaje preciosista del modernismo. En primer lugar, el uso del lenguaje jergal y ordinario se combina magistralmente con las figuras retóricas más audaces. Además, aparece el empleo de cultismos y retoricismos, herencia de un modernismo trivializado y falso, que están presentes en la parodia del lenguaje pedante. (“como la corza herida” esc 3). Asimismo, destaca la abundancia de citas y las referencias artísticas, algo propio de la literatura modernista. Pues bien, al acercarnos a Luces de Bohemia, nos salta por todas partes esta presencia de la literatura en citas, en recuerdos, en alusiones simuladas en nombres concretos. Se cita a La vida es sueño de Calderón de la Barca. Valle utiliza citas ajenas situadas fuera de contexto que producen un gran efecto cómico y distanciador. Otro aspecto a destacar es la selección intencionada de expresiones características del modernismo que en el contexto de la obra resultan pedantes. Así es decir: HAMLETO (por Hamlet); el divino William (por Shakespeare), la Babilonia londinense (por Londres), dama de luto o ella (por la muerte). El llamar a Max “Genio y Desorden”; o el utilizar una adjetivación enfática. “.. nuestro estelar amigo”. Por otro lado, centrándonos en el propio contenido de la obra, el entronque entre bohemia y modernismo es puesto de manifiesto en numerosos pasajes. Rubén Darío aparece como personaje de la obra, lo que debe considerarse como un tributo a la admiración de Valle por “el vate de Nicaragua”,


que caracteriza como “el índico y profundo Rubén”. Esta admiración es compartida por el personaje Max Estrella que llegará a afirmar: “Muerto yo, el centro de la poesía pasa a ese negro”. Los versos de Rubén se utilizan como salutación “¡Padre y Maestro mágico, salud!” (Darío) o son citados por los personajes “¡juventud! ¡divino tesoro!, como dijo el vate de Nicaragua” (Don Filiberto). En conclusión, Valle, con su invención del esperpento, crea una nueva estética, con un dominio del lenguaje inigualable (herencia del modernismo) elevando a la categoría de arte incluso el lenguaje de la calle, pero poniendo todas las convenciones retóricas a su servicio para ofrecer al público una visión crítica de la España de su tiempo (noventayochismo).


El lenguaje en Luces de Bohemia.

Muy pocos autores contemporáneos pueden igualar la riqueza expresiva de Valle-Inclán. En él confluyen gran cantidad de elementos de diferente procedencia. Por ello, quizás el hecho más fascinante que nos presenta hoy el esperpento, es el de su lengua. Por sus páginas discurre una amplia gama de registros, variantes y recursos que van desde la jerga más populachera hasta las metáforas más audaces.

La lengua de los diálogos.

El diálogo de Luces de Bohemia es de una extraordinaria viveza. En él se ven reflejados los recursos propios de la lengua oral. Se trata de un diálogo de proposición y respuesta breve a la que contribuyen frecuentes elisiones, numerosas interrupciones, el tono exclamativo, la abundancia de imperativos y de fórmulas de insulto, la sentenciosidad, las frases hechas o los juegos de palabras. Todo ello es así, porque en la obra se mezclan muchos niveles de habla y de lenguaje: voces y citas literarias dándose la mano con madrileñismos, vulgarismos, gitanismos; o neologismos creados por el autor. De un lado, en la lengua de los diálogos observamos un lenguaje jergal que refleja la lengua popular. Aparecen gitanismos: “parne”, “chanelo” o “ganchó”. También encontramos vulgarismos: “apegarse” “cuála”. Todo ello en compleja elaboración a partir del habla de los bajos fondos de Madrid arrabalero: “apoquinar”, “vivales”, “pipi”… El lenguaje de la calle, de la taberna, del chulo y del borracho, están ahí, formando y conformando la obra, pero con la finalidad de proyectarse más allá, de sobrepasar el espacio de Madrid y de su tiempo. A este rasgo se suma el empleo de un nivel culto del lenguaje: el de cultismos, retoricismos y neologismos, herencia de un modernismo trivializado y falso, presentes en la parodia del lenguaje pedante: voces griegas y latinas, referencias históricas, referencias literarias; además de expresiones claramente pedantes, donde personajes populares pretenden elevar o enfatizar su lenguaje. Asimismo, hay que señalar la utilización durante los diálogos de muletillas caracterizadoras de un personaje.

La lengua de las acotaciones.

Si habitualmente las acotaciones solo son indicaciones sobre la representación y, por ello, no tienen una función estética o literaria, en el caso de Luces de Bohemia de Valle-Inclán, las acotaciones adquieren un valor literario intrínseco. Para lograr dicho efecto, el autor las enriquece con una serie de recursos expresivos que potencian toda una gama de efectos y recursos estilísticos, poéticos. En general, las acotaciones de la obra evocan más que describen, por medio de las imágenes evocadas se caracterizan los personajes y se describen los ambientes, pero también, Valle coloca comentarios extra-dramáticos, con lo que las acotaciones cumplen la misma función poética que el diálogo y de esta manera, se eliminan las fronteras entre el teatro y la novela. Indican sonido, olores, colores, luces, sombras y claroscuros. Describen rasgos físicos, se refieren al atuendo e indican movimientos y gestos. En las acotaciones encontramos los mismos extremos y contrastes que en la lengua de los diálogos. Junto al miserabilismo, una prosa rítmica plagada de rimas internas, bimembraciones, trimembraciones y enumeraciones.

Recursos estilísticos:

Es frecuente la aparición de metonimias, sinestesias, comparaciones y metáforas. También hallamos imágenes sorprendentes y deslumbradoras: Una ráfaga de emoción mueve caras y actitudes. En estas extraordinarias acotaciones aparecen muchas de las características del esperpento: cosificaciones, animalizaciones, derivados degradatorios, oscuridad de los escenarios y utilización del primer plano cinematográfico gracias al uso de la luz sobre un fondo muy oscuro, y utilización de animales en escena, algo bastante difícil de poder llevar a cabo con exactitud. Y todo ello organizado con una sintaxis descoyuntada que usa magistralmente los recursos de la puntuación, con abundantes incisos, escuetas enumeraciones inconexas, ablativos absolutos, frases nominales, etc. Una prosa, en suma, en la que los rasgos comentados dan al conjunto una sorprendente modernidad, lo que le confiere a la obra su singularidad y peculiaridad.


Cohesión léxica. Piropos.

La cohesión es una propiedad textual que hace referencia a los mecanismos que se emplean para articular las diferentes partes del texto. Es decir, la cohesión nos permite ver aquellos elementos que nos ayudan a concebir el texto como una serie de fragmentos bien articulados. Debemos diferenciar dos tipos de cohesión: la gramatical y la léxica.

Esta última se centra en cómo, por medio de los elementos léxico-semánticos, se pueden percibir la unión de las distintas partes del texto. Para el análisis de este tipo de cohesión, estudiaremos los siguientes elementos: repetición de palabras o recurrencia, relaciones semánticas (sinonimia, antonimia), campos semánticos y figuras léxicas.

En el caso del texto que nos ocupa, “piropos”, podemos observar cómo se repiten algunos vocablos que mantienen el significado del texto y, por consiguiente, su cohesión léxica. Así, destacamos sobre todo la aparición del término que da título al artículo “piropos”. Además de la repetición de este vocablo, el autor también usa sinónimos para referirse al mismo. Estos se caracterizan por tener un significado negativo y menospreciador. Lo observamos en palabras como “barbaridades” (línea 4), “insulto” (línea 11) o “presuntas cortesías” (línea 16). Un sinónimo que también adquiere importancia en el texto es “violencia verbal” (línea 20), ya que el autor considera que quien piropea es un personaje violento, cercano al terrorista.

Junto a las relaciones semánticas como la sinonimia, también ayudan a configurar la cohesión léxica los campos semánticos. En el artículo de Jorge M. Reverte podemos extraer diferentes campos semánticos, como es el caso del referido a la violencia de género: “violencia verbal”, “machista”, “violador”, “acosada”, “violencia física”. Del mismo modo, hay un campo semántico referido al “piropo”, siempre desde un punto de vista negativo: “insulto”, “prácticas machistas”, “presunta cortesía”, “barbaridad”…

Por último, las figuras retóricas también nos permiten mantener la cohesión léxica en el texto, ya que continuamente el escritor nos habla metafóricamente de los sujetos que piropean a las mujeres, degradándolos con las comparaciones que realiza. La más significativa, quizás, es la que vemos en el segundo párrafo, cuando habla de los piropeadores como si fuesen animales: “es un desfogar de gentuza que no sabía cómo expresar su incapacidad para montar contra su voluntad a cualquier hembra que no fuera su madre”. El uso del término “montar” y “hembra” nos remiten al léxico animal, dándoles esa característica a aquellos que usan el piropo frecuentemente.

En definitiva, con el análisis de estos elementos, podemos comprobar que el texto “Piropos” presenta cohesión léxica, lo que nos permite su comprensión de forma clara y sencilla.


Cohesión gramatical. Piropos.

La cohesión es una propiedad textual que hace referencia a los mecanismos que se emplean para articular las diferentes partes del texto. Es decir, la cohesión nos permite ver aquellos elementos que nos ayudan a concebir el texto como una serie de fragmentos bien articulados. Debemos diferenciar dos tipos de cohesión: la gramatical y la léxica.

La primera de ellas, la gramatical, se centra en los elementos puramente lingüísticos que nos sirven para comprobar el adecuado engranaje del texto. Para su análisis hay que comentar los siguientes marcadores: elementos fóricos (anáfora y catafora), deixis (espacial y temporal), elipsis y conectores.

En el caso del texto que nos ocupa, “Piropos”, donde el autor persigue desacreditar a aquellas personas que tienen por costumbre el uso del piropo, podemos observar la presencia de numerosos elementos fóricos, que evitan la excesiva repetición de palabras en el texto (impidiendo así que el artículo se convierta en algo farragoso) y ayudan a cohesionarlo gramaticalmente. De este modo, observamos la aparición de elementos anafóricos ya en el primer párrafo, cuando usa el pronombre personal “le” (línea 3) en referencia a la palabra “chavalilla”, que aparece poco antes. Igual ocurre en el segundo párrafo, con el uso del pronombre relativo “que”, en referencia a “gentuza” (línea 6). Los elementos catafóricos también tienen presencia en el texto, tal como vemos en el último párrafo del artículo. Ahí, usa “le” para referirse a una mujer, que aparece pocas palabras después (líneas 20-21).

Los elementos deícticos, espaciales y temporales, permiten también que hablemos de este texto como cohesionado. En el texto, la deixis espacial se ciñe a “España”, quedando manifiesta esta idea cuando en el primer párrafo hace referencia explícita a nuestro país (línea 2). En cuanto a las referencias temporales, son numerosos los indicadores que nos remiten a la actualidad del texto. Por ejemplo, en la línea 5, cuando el escritor utiliza el adverbio de tiempo “ahora”. También en la línea 14, al decir “anda estos días”.

La elipsis, tal como hemos anunciado al principio, es otro mecanismo de cohesión gramatical que en este artículo se ve de forma frecuente. Desde el principio evidenciamos la ausencia del pronombre personal “yo”, que el autor omite porque se sobreentiende en todo momento que la opinión vertida en el texto es la suya, la de la primera persona. De igual manera, podemos ver elipsis en el quinto párrafo, donde elide “ministro”, que solo nombra al principio del mismo.

Para terminar, es fundamental hacer referencia a los conectores que unen las distintas partes del texto. Si bien el artículo de Reverte no está excesivamente poblado de conectores, sí podemos extraer alguno, como los adverbios “nunca” y “siempre” de la línea 5, que permiten al escritor indicar la evolución del piropo.

En conclusión, con este comentario de estos elementos, podemos afirmar que el artículo “Piropos” mantiene cohesión gramatical y ello nos ayuda a su comprensión y concebirlo como un conjunto de partes bien unidas.


La modalización del texto Frikismo, de Rosa Montero.

La modalización es un aspecto de la adecuación relacionada directamente con la subjetividad del lenguaje. Con su análisis, observamos hasta qué punto aparece el autor y su opinión en el lenguaje. En el caso del artículo que nos ocupa, Frikismo, realizado por la escritora Rosa Montero, nos encontramos, como suele ocurrir con los artículos de opinión, un texto fuertemente modalizado. Para justificar esta opinión, vamos a analizar las marcas modalizadoras existentes, que son aquellas que permiten ver la opinión del emisor en lo que dice. Esas marcas son: deixis personal, léxico valorativo, verbos modales y modos verbales, figuras literarias valorativas y la modalidad oracional.

Comenzando por la deixis personal, esta nos informa de la presencia del emisor en el texto. Así lo comprobamos en el artículo de Rosa Montero desde el principio del mismo: “Me agota la intensidad de este país” o más adelante, cuando dice “me parecen serias otras cosas”. Esos pronombres personales “me”, dejan clara la opinión de la autora y nos señalan contundentemente que ella es la responsable única de lo que va a decir en el artículo.

Otro aspecto que ayuda a la modalización textual es el léxico valorativo. Con él, las palabras transmiten, además de su significado, valores añadidos que ayudan a la opinión y valoración de lo que se dice. Ejemplos de léxico valorativo vemos a lo largo del texto: “apechugar, soponcio, mangoneo,…” son palabras que nos transmiten un significado menospreciador de lo que trata, en este caso, la sociedad española, más centrada en asuntos y temas superficiales que en los verdaderamente importantes. Otros ejemplos de léxico valorativo que encontramos, son los adjetivos “brutal o estrafalaria”, o el mismo título, “frikismo”.

Como complemento a ese léxico que valora lo que se dice en el texto, también podemos resaltar los verbos modales, que expresan con su significado una opinión o pensamiento. También en el texto de Rosa Montero son numerosos. Desde el primer momento con “Me agota”, hasta las líneas finales con “me parecen” o “no sé si morirme de pena o de risa”. Junto a los verbos, observamos que destaca en el texto el modo indicativo, que ayuda a presentar la opinión como algo verdadero, difícil de rebatir o discutir. Los ejemplos los podemos ver en los verbos que hemos extraído anteriormente.

También es fundamental para transmitir la opinión del texto la presencia de recursos o figuras retóricas que dejen ver la opinión del autor o autora. Especialmente, sirven a este fin figuras como la ironía. En el texto vemos la presencia de la misma en el final del artículo, al hablar de un problema importante (la pobreza infantil) como si fuese algo superficial, cuando lo que hace es precisamente lo contrario.

Por último, la opinión también se descubre comentando la modalidad predominante en las oraciones del texto. En el caso de los artículos de opinión, destaca la enunciativa, ya que esta permite presentar al lector las opiniones sin que este pueda tener oportunidad de rechazarlas o discutirlas. El autor las ofrece como verdades absolutas. El texto Frikismo, está dominado por esta modalidad, tal y como hemos visto en oraciones del tipo “España es una total anomalía”.

En definitiva, con este análisis de la modalización textual, podemos afirmar que el texto cumple a la perfección su objetivo de transmitir una opinión,


la de Rosa Montero, que intenta convencernos y que apoyemos ese punto de vista que ha expuesto a lo largo del texto.

La adecuación

Como ya hemos comentado, el texto es una unidad lingüística que se caracteriza por tres propiedades: la coherencia, la cohesión y la adecuación.

La primera de ellas, la hemos estudiado al tratar el resumen, el tema y la estructura. Con la cohesión hemos visto los elementos gramaticales y léxicos que permiten entender el texto como un todo unido y bien estructurado. Por último, con la adecuación, nos centraremos en los mecanismos que nos hablan del encaje del texto en su contexto. El objetivo, como en las propiedades anteriores, es no solo descubrir estos elementos y enumerarlos, sino analizarlos intentando entender lo que aportan al significado del texto. Del mismo modo, nos servirán para saber cómo utilizarlos a la hora de crear nosotros mismos un texto.

La adecuación es la propiedad que explica las relaciones que se establecen entre un texto y su contexto. Abarca la intencionalidad comunicativa del mismo (funciones del lenguaje), la modalidad oracional, la modalización y la situación comunicativa y ámbito de uso del texto. Veamos estos mecanismos que nos permitirán indicar si el discurso que analizamos es adecuado:

El registro lingüístico: son las diferentes formas de usar una lengua teniendo en cuenta el nivel de formación del hablante y su cuidado y preocupación por el idioma. Distinguimos varios niveles:

1.·El alto o culto: variedad social caracterizada por el uso de recursos lingüísticos diversos y elaborados. El hablante culto domina la lengua y la emplea con corrección en todos los ámbitos a los que sabe adecuarse. Eso le permite mayor eficacia comunicativa.

2.·El nivel medio o estándar: el hablante presenta un grado menor en el dominio del idioma y por ello es frecuente que abuse de las muletillas o de expresiones de carácter fático (“sabes?”, “o sea”, “y”, “eh”…).

3.·El nivel vulgar: en este nivel suelen darse graves dificultades en la relación entre lo que se piensa y su expresión, con abundantes titubeos, muletillas, palabras comodín. Generalmente, transgreden las normas lingüísticas que reciben el nombre de vulgarismos.

La finalidad comunicativa: el ser humano siempre que elabora un mensaje lo hace con un fin comunicativo concreto. Dependiendo de cuál sea, distinguiremos seis funciones lingüísticas:

1·Expresiva: centrada en la expresión de los sentimientos del emisor. 2·Apelativa: es aquella que tiene como objetivo llamar la atención del receptor. 3·Referencial: se centra en reflejar un aspecto de la realidad que nos rodea. 4·Poética: con ella, el emisor intenta embellecer el mensaje que realiza adquiriendo la forma del mismo mucha importancia. 5·Fática: simplemente busca comprobar si el canal de comunicación funciona. 6·Metalingüística: la que habla de la propia lengua.

En los textos que veremos (artículos de opinión) siempre veremos las tres primeras funciones y casi siempre la poética, nunca la fática o la metalingüística.