El Pensamiento Cartesiano: La Duda Metódica, la Existencia de Dios y la Teoría de las Sustancias

C.2 La Primera Verdad y Criterio de Verdad

¿La duda llevaba a este extremo de radicalidad que puede conducir al escepticismo? Esta fue la actitud de Descartes durante un tiempo hasta que por fin encontró una verdad absoluta e inmune a toda duda, por muy radical que esta sea. Se trata de la existencia del propio sujeto que piensa y duda.

Descartes se plantea que, si yo pienso que el mundo existe, tal vez me equivoque en cuanto a que el mundo existe, pero no cabe error en cuanto a que yo pienso. Igualmente puedo dudar de todo menos de que yo dudo. Por tanto, mi existencia como sujeto que piensa, que duda, que se equivoca… está exenta de todo error posible y de toda duda posible. Descartes lo expresa con su célebre frase: Pienso, luego existo.

Pero según él, la existencia como sujeto pensante no es solamente la primera verdad, sino que es también el prototipo de toda verdad. Descartes se plantea por qué la existencia como sujeto pensante es indudable y responde que porque la percibe con claridad y distinción. De ahí deduce su criterio de verdad: todo cuanto perciba con igual claridad y distinción será verdadero y podrá afirmarlo con inquebrantable certeza. Así, el criterio de verdad es la evidencia y sus características son la claridad y la distinción, y su obstáculo, la precipitación y la prevención.

La interpretación del pensamiento en Descartes ha dado lugar a una gran cantidad de discusiones. Para Descartes, pensamiento es todo acto consciente del espíritu: dudar, entender, afirmar, negar…

Y la evidencia solo se da en el interior del sujeto, es decir, lo que es evidente es el acto de pensar que hay pensamiento. Lo pensado, el objeto del pensamiento, ya no es inmediatamente evidente. Pienso, luego existo, no es una deducción, sino una intuición, es decir, una evidencia inmediata y no un razonamiento en el que podría ocultarse algún error.

Descartes parte de los pensamientos que descubre en sí mismo y de ahí llega al yo como un pensamiento que existe, estableciendo una conexión entre el puro pensamiento y la existencia. En el pienso, luego existo se intuye que el yo existe como una sustancia cuya esencia o naturaleza es pensar. De este modo se empieza a construir la filosofía cartesiana a partir de esta primera verdad evidente y utilizando un concepto fundamental, el de sustancia: cosa que existe, de manera que no tiene necesidad sino de sí misma para existir.

B. La Existencia de Dios y del Mundo

Entre las ideas innatas, Descartes descubre la idea de infinito que identifica con Dios. Con argumentos convincentes demuestra que la idea de Dios no es adventicia; no lo es, evidentemente, porque no poseemos experiencia directa de Dios. Y con argumentos menos convincentes, intenta demostrar que tampoco es facticia. Según Descartes, tradicionalmente se ha mantenido que la idea de infinito proviene por negación de los límites de la idea de lo finito.

Descartes invierte esta relación afirmando que la idea de finitud, de delimitación, presupone la idea de infinito. Por tanto, esta no deriva de aquella y no es facticia.

Una vez establecido por Descartes que la idea de Dios como ser infinito es innata, el camino de la deducción queda abierto. Descartes utiliza varios argumentos para demostrar la existencia de Dios. Primero, la existencia de Dios es demostrada a partir de la idea de Dios. Entre los argumentos utilizados por Descartes pueden destacarse fundamentalmente dos:

  1. En primer lugar, el argumento ontológico de San Anselmo, según el cual todas las personas tienen en su pensamiento la idea de un ser que es imposible pensar otro mayor que él. Si esta idea existe en el pensamiento, este debe existir también en la realidad. Por tanto, Dios existe.
  2. En segundo lugar, usa un argumento basado en la causalidad, aplicado a la idea de Dios. Según Descartes, la realidad objetiva de la idea requiere una causa real, proporcionando luego la idea de un ser infinito. Requiere una causa implícita, por tanto, ha sido causado en mí por un ser infinito, luego ese ser infinito, Dios, existe.

A partir de ahí, la existencia del mundo es demostrada por la existencia de Dios. Descartes dirá que, puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe, luego el mundo existe. Por tanto, Dios aparece como garantía de que nuestras ideas corresponden a una realidad extramental. Sin embargo, para Descartes esto solo garantiza la extensión y el movimiento, que son cualidades primarias, y no cualidades secundarias como los colores, los sonidos…

C. La Estructura de la Realidad: La Teoría de las Tres Sustancias

Descartes diferencia tres esferas o cambios de la realidad: Dios (sustancia infinita), el yo (sustancia pensante) y los cuerpos (sustancia extensa). Descartes establece que sustancia es aquella cosa que existe sin necesidad de ninguna otra cosa para existir. Tomando esto literalmente, es evidente que solo podría existir una sustancia: la sustancia infinita o Dios, ya que los seres finitos, pensantes y extensos, son creados y construidos por él. Descartes mismo reconoce que solo podía aplicarse de un modo absoluto a Dios, aunque puede seguir manteniéndose por la independencia mutua entre la sustancia pensante y la extensa.

El objetivo último del pensamiento cartesiano al afirmar que alma y cuerpo, pensamiento y extensión, son sustancias distintas, es salvaguardar la autonomía del alma con respecto a la materia. La ciencia clásica, cuya concepción de la materia comparte Descartes, imponía una concepción mecanicista y determinista del mundo material en la que no había lugar para la libertad. Esta, y con ella el conjunto de valores espirituales definido por Descartes, solamente podía mantenerse sacando el alma del mundo de la necesidad mecanicista y situándola como una realidad autónoma e independiente de la materia.

La motivación última de la filosofía racionalista de Descartes, por tanto, no es tanto un interés por el conocimiento científico técnico de la realidad como una profunda preocupación por el hombre, por la orientación de la conducta humana, de manera que sea posible una vida plenamente racional. El objetivo que Descartes persigue a través de la filosofía es la solución de un problema antropológico: fundar en la razón el uso de la libertad para que sea posible alcanzar la felicidad y la perfección humana. En ese sentido, Descartes separa el alma del cuerpo de una manera aún más radical que lo hizo el platonismo, considerándolo como sustancia autónoma y autosuficiente.

Mientras que el cuerpo sigue las leyes mecanicistas y, al ser independiente del alma, puede ser estudiado porque no se le considera como algo sagrado, el alma, espiritual e inmortal, debe controlar las pasiones, dejándose guiar por la razón y estableciéndose un progresivo dominio de la razón sobre la conducta humana. Lo que devuelve al hombre el uso del libre albedrío.