El problema del ser en los primeros filósofos
Los primeros filósofos buscaban el fundamento último de lo real diferenciando entre lo que tiene una existencia meramente aparente y lo que tiene una existencia real. También buscaron el principio (arjé) de dónde todo surge y lo denominaron esencia (eidos). La esencia es lo que una cosa es a pesar de sus posibles cambios de apariencia o estado. De esta manera los griegos distinguieron lo que hay de permanente en las cosas frente a lo cambiante. Lo permanente en las cosas constituye su esencia (lo que las cosas verdaderamente son) frente a su apariencia (lo que las cosas parecen ser). Por último esta manera de ser constante, la esencia, es lo que hay de idéntico o común entre seres que muestran apariencias diferentes. Por ello la esencia es el fundamento de las cosas frente a la multiplicidad de sus apariencias y frente a la multiplicidad de los individuos que la comparten. Según esto conocer las cosas será conocer su esencia, es decir, lo que tienen de común y permanente.
Parménides y el problema del ser
El ser (= esencia) sólo puede ser identificado por la razón, no por los sentidos. Los sentidos nos muestran una realidad cambiante y múltiple, es decir nos obligan a pensar que el ser no es y que el no-ser es. Pero la razón no admite la contradicción y nos obliga a pensar que el ser es y que el no-ser no es. Esta tesis se presenta a Parménides como absolutamente verdadera, una afirmación que no puede dejar de afirmarse. De ella se derivan las siguientes afirmaciones:
a) El ser no tiene origen: el no-ser no existe porque antes del ser no pudo haber no-ser. Entonces lo que hubo antes del ser fue el mismo ser.
b) El ser es indivisible y homogéneo: si hubiera podido dividirse tendría que haber algo que separara una parte del ser de la otra. Este algo tendría que ser, o bien ser, o bien no-ser; si fuera el ser no separaría sino que uniría y, por lo tanto, el ser no sería divisible; si fuera el no-ser, habría que admitir que existe el no-ser, pero esto es imposible. Luego el ser es indivisible.
c) El ser es inmóvil e inmutable: el ser no puede moverse, ni cambiar, puesto que todo cambio o movimiento implica el paso del ser al no-ser, pero el no ser es impensable. Luego el movimiento y el cambio no existen. Son ilusiones de nuestros sentidos.
d) El ser es único. Sólo puede haber un ser, siempre el mismo y en el mismo lugar, pues si hubiera más de un ser habría alguna diferencia entre ellos. Ahora bien, si entre ellos hay alguna diferencia, lo que es en uno, “no es” en el otro, con lo que estaría obligado a admitir alguna forma de no-ser, lo cual es, como ya vimos, una imposibilidad.
La metafísica platónica: el ser y la esencia
Parménides influye a Platón en dos aspectos importantes:
Platón, como Parménides, está convencido de que el único camino de la metafísica es el del pensamiento (nous) y no el de la percepción sensible.
La teoría de los dos mundos: el mundo sensible y el inteligible. Ya que la percepción sensible no sirve para descubrir el verdadero ser, sino que éste es descubierto por la razón, entonces, el mundo sensible es una simple apariencia y frente a él está el otro mundo de las puras verdades existentes.
De Sócrates, hereda Platón, el convencimiento de que existen conceptos y definiciones mediante las cuales expresamos la verdadera esencia de las cosas. Para hallar este concepto, Sócrates parte del examen de los casos particulares del mundo sensible en los que aparecen con claridad unos rasgos comunes a todos ellos. Estos rasgos comunes constituyen su esencia y se expresan mediante el concepto, creando así una unidad frente a la multiplicidad de los casos particulares del mundo sensible. Pues bien, uniendo la idea de concepto de Sócrates con la idea de ser de Parménides, elabora Platón su solución al problema metafísico: la Teoría de las Ideas.
Platón estaba seguro de la existencia de esos conceptos, pero él pensaba, diferenciándose así de su maestro (Aristóteles), que tales conceptos no podían proceder del mundo sensible (que está en cambio permanente) y por ello les dio una existencia real y separada del mundo sensible y los denominó Ideas. Las ideas son las esencias de las cosas del mundo sensible. Ahora bien, estas esencias no pueden existir en el mundo sensible, puesto que el mundo sensible está en continuo cambio y la esencia es lo permanente. Por lo tanto, estas esencias de las cosas del mundo sensible existen en otro mundo, que Platón denomina mundo inteligible o mundo de las Ideas. El mundo de las Ideas, que existe realmente, separado del mundo sensible: es el mundo de la realidad; el mundo sensible no es más que una copia del mundo de las ideas, una apariencia. Abre así Platón, un dualismo entre el mundo de las ideas y el mundo sensible que va a impregnar todo su pensamiento filosófico.
Crítica de Aristóteles a la teoría de las ideas de Platón
Las objeciones que Aristóteles a la filosofía de su maestro Platón se dirigen contra el núcleo de la filosofía de Platón (la teoría de las Ideas) y las podemos resumir así:
a) Intentando explicar este mundo, Platón lo duplica, y entonces tiene que explicar dos mundos.
b) No consigue explicar la relación de las Ideas con las cosas sensibles, por lo que no sirven para explicar nada del mundo sensible. Platón dice al respecto que las ideas son paradigmas o modelos, y que las cosas participan de ellas; para Aristóteles no es sino pronunciar palabras vacías y construir metáforas poéticas.
c) Según Aristóteles las ideas platónicas no pueden explicar el origen del mundo sensible: las Ideas no son causa en ningún sentido.
d) El aspecto que más rechaza de la filosofía platónica es la tesis de la existencia separada de las ideas. Para Aristóteles esto significa separar la esencia de las cosas de las cosas mismas. Esta objeción es decisiva porque en ella se halla el rasgo más general de la filosofía de Aristóteles: el esfuerzo por traer las ideas platónicas del lugar celeste en que Platón las había puesto, y fundirlas dentro de la realidad sensible y de las cosas.
La metafísica de Aristóteles: las categorías y modos de ser
Para Aristóteles, “ser” se enuncia de varias maneras, tiene muchos sentidos, es análogo. Sin embargo, pese a la pluralidad de maneras de nombrar lo que existe (que Aristóteles denomina categorías: altos, bajos, rubios, morenos, de derechas, de izquierdas…), todas se refieren a un mismo término, al “ser” propiamente dicho: la substancia.
Sustancia primera y sustancias segundas
- La sustancia primera es el individuo concreto compuesto de materia y forma (hile-mórfico). Es la entidad realmente existente.
- La sustancia segunda es la forma esencial de un ser, su estructura característica, esto es, lo que responde a la pregunta por el qué de la cosa, o sea su género y especie, es decir, su esencia. Puesto que las especies y los géneros, son también algo real, no meros conceptos, también deben ser consideradas sustancias, aunque no existen separadas de la sustancia primera (de los individuos), sino en ella (en los individuos concretos).
La sustancia y los accidentes
Mientras la sustancia es un ser por sí mismo, el accidente es un ser que necesita de otro para existir. Los accidentes (lo cambiante) existen sobre una base proporcionada por la sustancia: no existe el color blanco en abstracto, sino mesas blancas, papel blanco, pintura blanca, etc.
Teoría hilemórfica: la materia y la forma
La sustancia individual sensible es un compuesto de materia y forma. Materia es, por ejemplo, el bronce o la madera. A estas cosas le llama Aristóteles materia segunda, perceptible por los sentidos. Pero habla también de una materia primera absolutamente indeterminada, carente de forma, cualidades o extensión, incapaz de existir independientemente. Forma es la esencia de la cosa, la sustancia segunda, la especie, y es eterna. Pero sólo existe en la materia. La forma es el elemento más universal de las cosas, algo intrínseco a ellas. Ha logrado Aristóteles destruir la dualidad del mundo sensible y el inteligible de Platón; Aristóteles funde estos dos mundos en el concepto de substancia.
Entidades físicas y objetos ideales: El problema de los universales
Los universales no son otra cosa que conceptos. Todos los seres humanos formamos conceptos. Platón, como hemos visto, concedió existencia extramental (fuera de la mente) a estos conceptos, que él denominaba Ideas y que existían en aquel Mundo de las Ideas opuesto al mundo sensible. Aristóteles no estaba de acuerdo con Platón en torno a la existencia del Mundo de las Ideas, pero tampoco escapa del dualismo, ya que formula su teoría hile-mórfica, siendo la forma el concepto universal (el género) que nos permite clasificar todas las sustancias primeras (la materia de las cosas).
El problema de los universales en la Edad Media
En la Edad Media el problema del ser adquiere implicaciones teológicas, debido a la importancia de las religiones monoteístas, especialmente la religión cristiana. La existencia o no existencia de los universales (=conceptos), se formulan dos respuestas principales: un realismo apoyará la filosofía de Platón, y la segunda, la de Aristóteles.
- Realismo exagerado: esta posición sostiene, como pensaba Platón, que los universales existen, fuera de las cosas y la mente.
- Realismo moderado: esta posición es aristotélica y sostiene que los universales existen pero en las las cosas (las formas sustanciales de Aristóteles) y el pensamiento puede unificarlos y/o clasificarlos.
- Nominalismo: no existen los universales, sólo existen seres individuales y, según su semejanza les damos arbitrariamente un nombre (es decir, que se escoge al azar, aleatoriamente). Solo existe el significado que es producido por la mente humana. Por eso los universales solo tienen existencia en la mente del individuo.
Apariencia y realidad
Los filósofos a lo largo de la historia de la filosofía han intentado dar una explicación sobre el origen del cambio en el cosmos. Parménides explicó la existencia única del ser (y que el no-ser por tanto, no podía existir).
El mundo de las Ideas, decía Platón, es el mundo de la verdadera realidad, las Ideas constituyen el verdadero ser de las cosas y están fuera de las cosas, fuera del mundo sensible, en un mundo, el mundo de las Ideas o mundo inteligible. Daba, además, a la Ideas los rasgos del ser de Parménides: las Ideas son únicas, inmutables, eternas, inmóviles… Por su parte, el mundo sensible es una apariencia, pues es una copia o imitación de la auténtica realidad, del mundo de las Ideas. Así, el auténtico conocimiento es el conocimiento del mundo de las Ideas, proporcionado por la razón. Por su parte, el conocimiento del mundo sensible, a través de los sentidos, no es conocimiento verdadero, sino mera opinión.
Ontologías: monistas, dualistas y pluralistas
Ontologías monistas
Las teorías monistas consideran que todo lo real puede ser reducido en último lugar a una sola entidad: materia, espíritu, energía…Recordemos a pensadores presocráticos como Tales, Anaxímenes, Anaximandro que entienden que existe un solo principio del universo (del cosmos).El monismo en metafísica afirma, pues, que solo hay una especie de realidad.
Ontologías dualistas
Existencia de dos principios originarios. Pitágoras y la Escuela Pitagórica pusieron especial atención en la estructura matemática del universo. Observaron que múltiples propiedades de los seres reales pueden ser formuladas matemáticamente y supusieron que todos los seres del universo son formulables matemáticamente. En definitiva, los números, son también los principios del cosmos. Ahora bien, como los números son muchos los pitagóricos se preguntaron por su principios, afirmando que los números proceden de lo par y lo impar, que, por lo tanto serán los dos principios constitutivos del universo (ES DECIR, LO PAR Y LO IMPAR ES PARA ELLOS EL ORIGEN DEL UNIVERSO. DE LO PAR Y LO IMPAR SURGE LA REALIDAD TAL Y COMO LA CONOCEMOS).
Ontologías pluralistas
Las teorías pluralistas sostienen que existen varios principios constitutivos de la realidad. Fue importante la aportación de Demócrito, que entiende que los principios del cosmos son los átomos, esto es, elementos indivisibles e infinitos que se mueven en el vacío y de cuyas diversas combinaciones surgen las diversas cosas que componen el universo.
El ser y el devenir
Heráclito de Éfeso piensa que el ser es el devenir (el cambio). Heráclito pone especial acento en el movimiento continuo de la naturaleza. Este devenir no es caótico e irracional sino que se realiza conforme a una ley universal que denomina logos y que dota al universo de armonía (de orden). Esta ley que rige el universo es la lucha de contrarios.
Para Aristóteles, el movimiento o cambio es un hecho innegable y entiende por cambio o movimiento, en general, el paso de un estado o modo de ser a otro. Aristóteles distingue entre cambios sustanciales y cambios accidentales (teoría hilemórfica). Los principios del movimiento para Aristóteles son:
- El sujeto del devenir, que es una sustancia individual. Es lo que permanece a través del cambio y en el cual se produce el cambio (ej: un hombre).
- La forma: Es lo que aparece tras el cambio. (músico).
- Privación: lo que desaparece tras el cambio (no-músico).
El movimiento tendría lugar cuando la falta de una forma determinada en la materia-sujeto es sustituida por la presencia de esa forma en la materia-sujeto. (ES DECIR, UNA MATERIA, QUE ES UN SUJETO, UNA PERSONA, SUFRE UN CAMBIO, ADQUIRIENDO ASÍ UNA NUEVA FORMA: EN EL EJEMPLO, UN HOMBRE QUE ANTES NO ERA MÚSICO SUFRE UN CAMBIO Y AHORA ES MÚSICO.
Estos principios permiten a Aristóteles proporcionarnos una definición del movimiento. Para ello utiliza términos los términos de ser en potencia y ser en acto. Estas nociones son paralelas a las de materia, forma y privación. El no-ser como privación es el ser en potencia (ES DECIR QUE PUEDE SER, SUFRIR UNA CAMBIO Y TENER UNA NUEVA FORMA). Podemos definir la potencia como la posibilidad o capacidad de recibir una nueva forma o determinación (por ejemplo, los ladrillos y la mezcla están en potencia de ser una casa) El ser en acto, es el ser en el que se actualiza una forma determinada. Es decir, el acto es la posibilidad, la capacidad, la potencialidad hecha real (la casa definitivamente construida). De acuerdo con esto Aristóteles define el movimiento como el proceso que está en medio entre el estar o ser en potencia y el ser o estar en acto.
Determinismo y libertad
Determinismo
El determinismo, se basa en el principio de causalidad, según el cual todo lo que sucede tiene una causa y toda causa determinada, produce un efecto determinado. Por lo tanto, según el determinismo no hay lugar para el azar, el caos y la libertad. Podemos señalar dos tipos:
- Determinismo metafísico: es una explicación acerca del mundo y de los sucesos que ocurren en él. Explica que todos los sucesos tienen causas que los determinan.
- Determinismo epistemológico: es una explicación acerca de nuestro conocimiento del mundo, de cuándo y cómo sucederán las cosas en él. En este sentido, determinismo significa capacidad de predecir con total exactitud los sucesos futuros a partir de los datos del pasado y del presente.
Se pueden distinguir al menos cuatro tipos de determinismo según las causas que identifican:
- Determinismo teológico: En el Dios determina el destino de las personas. Todo depende de la voluntad de un Dios omnipotente (que todo lo puede) y omnisciente (que todo lo conoce), que sabe desde el momento de la creación todo lo que va a ocurrir.
- Determinismo biológico: niega la libertad recurriendo exclusivamente a causas naturales – físicas, biológicas o genéticas- que determinan las acciones humanas.
- El determinismo económico: afirma que las condiciones de vida de los grupos sociales están determinadas por la estructura económica, El marxismo, sostiene que en cada tiempo histórico las estructuras sociales (la cultura, la religión, etc.) están determinadas por la estructura económica del momento, de forma que un cambio en la estructura económica inevitablemente provoca un cambio en todo lo demás.
- El determinismo físico o científico: toda la realidad, incluida la vida de los humanos, consiste en materia y movimiento; la materia y el movimientos se rigen por leyes universales, de manera que, si pudiésemos conocer todos los estados de la materia y todas las leyes de la naturaleza se podría conocer con exactitud qué ocurrirá en el futuro.
La libertad
A. Libertad «de», se entiende que nada impide que un movimiento o una conducta siga su curso natural. Por ello la privación de libertad es un castigo. Hay distintos tipos particulares de libertad: libertad política, libertad religiosa, de prensa…Sin embargo, no dejan de tener cierta vinculación con ese sentido básico del que hemos hablado, la ausencia de obstáculos. Este sentido de “libertad de” no excluye la necesidad o el determinismo.
B. Libertad «para» o libre albedrío está relacionada con la autonomía de la persona, esto es, con el ser dueño de sí mismo para organizar su vida como quiera, tomar decisiones propias y ser responsable de sus actos. En definitiva, es la capacidad de elegir que posee un individuo cuando se le presentan varias alternativas.
En este sentido conjugar libertad y determinismo es más complicado y entorno a él existen diferentes propuestas:
Se puede sostener que libre albedrío y determinismo son incompatibles (incompatibilismo). A su vez dentro del incompatibilismo podemos encontrarnos con defensores del incompatibilismo estricto, que rechazan, por lo tanto, la existencia del libre albedrío y sostienen que la conducta humana está estrictamente determinada. Pero también podemos encontrarnos aquellos que defienden el libertarismo, es decir la existencia del libre albedrío y por ello la negación del determinismo. Las dos posiciones presentan argumentos poderosos, como veremos. Se puede sostener que libre albedrío y determinismo son compatibles (compatibilismo). Los argumentos que presenta determinismo estricto ya los hemos examinado en el apartado anterior , baste recordar el mencionado demonio de Laplace: Si un ser de gran intelecto —decía Laplace— conociera la posición y velocidad de las partículas de materia del universo y comprendiera todas las fuerzas a las que están sometidas, podría calcular su posición y velocidad en cualquier momento del pasado o del futuro.
La divinidad
Concepciones de la divinidad
A. Animismo
El animismo supone la creencia en la existencia de una fuerza vital (animus/alma) presente en todos los seres animados. La mayoría de los sistemas de creencias animistas sostienen que existe un alma que sobrevive la muerte del cuerpo.
B. Panteísmo
Literalmente significa “Dios es todo” y “todo es Dios”. El panteísmo es la creencia de que el mundo y Dios son lo mismo.
C. Teísmo
La creencia en la existencia de un Dios o dioses personales, creadores del mundo, que influyen en él y sobre la vida de los hombres. Los dioses son inmanentes en el universo, pero lo trascienden. Dentro del teísmo se puede distinguir entre:
- Monoteísmo: sólo existe un dios.
- Politeísmo: existen varios dioses.
Muchos autores han intentado definir y demostrar la existencia de Dios. Tres han sido los tipos de argumentaciones más importantes que se han dado:
- Argumento ontológico: Pensamos a Dios como ser perfecto. Por lo tanto, tiene que tener todas las perfecciones que podamos pensar, por tanto, Dios al ser perfecto, tiene que existir.
- Argumento cosmológico: el cosmos, el universo y todos sus seres son finitos, no tienen la causa en sí mismos, sino que proceden de otros seres anteriores. Debe de haber, por tanto, un Ser, que sea causa de sí mismo, que no proceda de nadie anterior y que fuera la causa del universo y de sus primeras criaturas.
- Argumento teleológico: el mundo es demasiado complejo como para que pueda haber surgido por azar o causalidad. Todos los seres del universo y el universo en su totalidad mantienen un orden tal, que es imposible que no haya sido diseñado por un ser infinitamente omnipotente y sabio: Dios.
D. Deísmo
La creencia de que Dios existe y creó el universo físico, pero no interfiere con él. Por ello no toma posición sobre lo que hace Dios fuera del universo, en contraste con las tres grandes religiones monoteístas: cristianismo, islamismo y judaísmo, que sostienen que Dios interviene de múltiples maneras en el mundo y en la vida de los hombres.
La negación de la existencia de Dios
Las posturas críticas contra el teísmo y deísmo son fundamentalmente dos: agnosticismo y ateísmo.
Agnosticismo: considera inaccesible para el ser humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende o va más allá de lo experimentado o experimentable, basándose en las observaciones y experiencias, y por lo tanto, declara imposible por parte de la razón humana ir más allá de la experimentación o comprobación empírica.
Ateísmo: niega la existencia de un dios como ente sobrenatural en el que se concentra lo divino y permite creer en fenómenos sobrenaturales.