La Guerra Civil Española puede explicarse como un enfrentamiento de dos concepciones presentes en los resultados de las elecciones celebradas en febrero de 1936, que supusieron el triunfo de la coalición de izquierdas agrupadas en el Frente Popular. Fue desde el principio una guerra que dividió al grupo en dos. Como expuso el historiador Raymond Carr: “Llegado aquel preciso momento, los españoles ya no se aguantaban los unos a los otros”.
Problemas de la España Contemporánea
Los problemas fundamentales de la España contemporánea que la II República intentó resolver para lograr la modernización y democratización real del país fueron los siguientes:
- El problema social y laboral: para el que la República dio leyes protectoras del trabajo.
- El problema religioso: que se concentró en el intento de establecer un Estado laico y que provocó la reacción de amplios sectores de la Iglesia.
- El problema educativo: con más de un 50% de analfabetismo.
- El problema de la organización del Estado: que se resolvió mediante los Estatutos de Autonomía y fue motivo de oposición por parte de la derecha españolista y unitarista, sobre todo el ejército.
Causas Próximas de la Guerra Civil
Entre las causas próximas podemos señalar:
- La recesión económica ligada a la crisis mundial que desde 1929 venía empeorando las condiciones de vida de gran parte de la población.
- El clima político en Europa, interesados en impedir el desarrollo de movimientos revolucionarios y el surgimiento de Frentes Populares para oponerse al fascismo.
- El desarrollo de una vasta conspiración a partir de 1933 con elementos militares, falangistas, carlistas y alfonsinos que se preparaba para un levantamiento armado.
El Inicio del Conflicto
El comienzo del Glorioso Alzamiento Nacional tuvo efecto en Melilla el día 17 de julio, que se hace pocas horas después con Tetuán y Ceuta. El general Franco, una vez asegurado el control de las Islas Canarias, partió desde allí en una avioneta privada a Tetuán, Marruecos, el día 18 de julio. Pero esa sublevación fracasó en las principales ciudades del país. De esta manera, ni el gobierno ni los rebeldes controlaban la totalidad del país, por lo que la incapacidad de ambos bandos por derrotarse convirtió al golpe militar en una larga Guerra Civil. El mapa inicial dejaba en manos de los sublevados la mayor parte de Castilla la Vieja, León, Galicia, Cáceres, parte de Andalucía, oeste de Aragón, Navarra, Baleares y Canarias.
La Derecha en el Poder (1933-1936)
Tras su victoria en las elecciones generales de noviembre de 1933, la derechista CEDA y el centrista Partido Radical iniciaron una colaboración parlamentaria y gubernamental, cuyo evidente propósito consistía en rectificar la labor del gobierno anterior y detener las reformas iniciadas. En este sentido, durante los dos años de gobierno radical-cedista se adoptaron decisiones de tono ciertamente reaccionario:
- Aprobación de una Ley de Amnistía que favoreció a los militares y monárquicos encarcelados por participar en el fallido golpe de Estado del general Sanjurjo.
- Puesta en marcha de una auténtica contrarreforma agraria que significó el bloqueo del proceso iniciado por el gobierno precedente.
- Mantenimiento económico del clero católico en zonas rurales en contra de lo que establecía la Constitución al respecto.
- Ralentización del programa de construcción de escuelas públicas.
- Suspensión del Estatuto de Autonomía de Cataluña tras los sucesos de octubre de 1934.
La Revolución de Octubre de 1934
Efectivamente, durante el mes de octubre de 1934 se produjo un intento de conquista del poder por medio de una insurrección armada. En su preparación y realización intervinieron unidos comunistas, anarquistas y socialistas, aunque fueron estos últimos los verdaderos protagonistas. Las fuerzas proletarias contemplaron la victoria electoral de las derechas en 1933 como el fin de la República democrática y optaron por el recurso a la rebelión violenta. Esta revolución desorganizada e improvisada comenzó a principios del mes de octubre con una huelga general en numerosas ciudades. Todo el País Vasco y Madrid quedaron paralizados durante casi una semana, teniendo lugar algunos tiroteos entre obreros insurrectos y fuerzas de orden público. Sin embargo, fue en Cataluña y Asturias donde la revolución adquirió mayor fuerza.
- Cataluña: Los sectores nacionalistas e independentistas se unieron a la acción revolucionaria proletaria, de manera que Companys, presidente del gobierno autónomo, reaccionó contra los intentos del gobierno radical-cedista de obstaculizar el desarrollo autonómico y proclamó el Estado catalán. El general Batet, al frente del Ejército, liquidó con rapidez la intentona y Companys fue encarcelado.
- Asturias: Millares de obreros y mineros bien armados se adueñaron de extensas zonas de la provincia, pero el levantamiento fue brutalmente reprimido por tropas trasladadas desde África y dirigidas por Franco. 2.000 muertos y 30.000 presos. La revolución había fracasado.
El Nuevo Régimen y el Panorama Político
El nuevo régimen fue recibido por la población española con entusiasmo y alegría generalizados, pues miles de personas abarrotaron las calles de todas las ciudades para celebrar el nacimiento de la II República. Con el Pacto de San Sebastián, la oposición derechista e izquierdista a la Monarquía llegó a una coincidencia de propósitos formulados por Azaña. Los elementos fundamentales del sistema político republicano son los partidos y la Constitución de 1931.
Las Fuerzas Políticas
El panorama aparece complicado por el gran número de partidos políticos de todo signo que existieron durante este periodo. Así, tenemos:
- Grupos fascistas: como las JONS, dirigida por Redondo y Ledesma, y la Falange de José Antonio Primo de Rivera. Ambos grupos se unieron en 1934.
- Fuerzas políticas de derecha: como los carlistas, que se negaban a aceptar el régimen republicano; Renovación Española, cuyo dirigente era José Calvo Sotelo, que dirigía a los monárquicos alfonsinos y cuya voluntad era acabar con la República recurriendo a un golpe de fuerza, rechazo de la democracia y del sufragio universal; CEDA, como principal partido derechista, cuyo programa político se basaba en el conservadurismo, la defensa de la Iglesia católica, la educación religiosa, el Ejército y la familia. Este grupo político fue numéricamente muy poderoso, y constaba de 700.000 afiliados, y liderado por el enérgico y autoritario Gil Robles.
- Centro político: destaca el partido republicano radical, con un programa basado en la defensa del orden, el temor al movimiento obrero revolucionario y la voluntad de frenar cualquier reforma socioeconómica excesiva; el líder Lerroux, que llegó a ser jefe del gobierno varias veces durante el bienio derechista.
- Grupos de izquierdas: encontramos a Acción Republicana, un partido progresista y pacifista que alcanzó acuerdos políticos con el PSOE para impulsar los programas de reformas; su principal dirigente era Manuel Azaña, alma de la II República, actuó como jefe de gobierno en 1931 y 1933 y como presidente de la República en 1936.
- Partidos proletariados: aparece el PSOE, tras obtener en las sucesivas elecciones un elevado número de diputados. Debido a ello, los partidos se dividieron en dos tendencias: los seguidores de Largo Caballero, próximos a la tesis comunista y revolucionaria, y los seguidores de Besteiro, posibilistas en el sentido de consensuar posturas para hacer viable a la II República.
- Partido Comunista de España: de ideología revolucionaria y prosoviética.
- Anarquistas de Durruti: encontramos una indiferencia a la legalidad democrática republicana, la insurrección revolucionaria y el enfrentamiento contra los derechistas.
- Partidos nacionalistas: destacan el PNV, de ideología conservadora y católica; el Partido Galleguista, de ideología izquierdista, cuya cabeza visible era Companys, de ideología nacionalista e izquierdista, y dominador de la escena política catalana.
La Constitución de 1931
En las elecciones a Cortes Constituyentes celebradas por el sufragio universal masculino, en las urnas triunfaron de modo mayoritario los republicanos de izquierda y los socialistas. El reconocimiento del derecho de la mujer aún ni siquiera había sido reconocido en países como Francia. En el tema económico, se incluía una fórmula para posibilitar las autonomías regionales con carácter particular y no general. En la Carta Magna se fijaban tres pasos para el establecimiento para la autonomía regional: la iniciativa municipal, el plebiscito del voto y la aprobación definitiva de las Cortes. Respecto del judicial, por primera vez se creó un Tribunal de Garantías Constitucionales, cuya función era decidir sobre la inconstitucionalidad de las leyes.