Las Cortes de Cádiz
Las Cortes de Cádiz estuvieron integradas por representantes de todas las provincias europeas y americanas. Como hubo diputados a los que les fue imposible trasladarse a Cádiz, se recurrió a la figura del diputado suplente: personas en Cádiz con la misma procedencia de aquellos que no podían acudir.
Los diputados fueron en gran parte eclesiásticos (37%), pero también altos funcionarios del Estado y personas con un nivel socioeconómico medio. Los diputados se podían dividir en serviles, reformistas, liberales y americanos.
Los liberales impusieron su criterio en el concepto de Estado gracias a que eran muy activos y contaban con grandes oradores como el conde de Toreno, el sacerdote Muñoz-Torrero y Agustín Argüelles.
Según Cornellas, la actividad de las Cortes de Cádiz se puede dividir en tres periodos:
- De 1810 a 1812 (predominan las reformas políticas)
- De 1812 a 1813 (las sociales)
- De 1813 a 1814 (las económicas)
Los liberales impusieron medidas para acabar con el Antiguo Régimen como:
- Libertad de imprenta
- Fin de los señoríos jurisdiccionales
- Derogación de los gremios
- Supresión de la Mesta
- Abolición de la Inquisición
- Desamortización de las tierras municipales y del clero regular
La Constitución de 1812
La Pepa, promulgada en 1812, es la obra más importante de las Cortes de Cádiz. Sus 384 artículos resumen las ideas del liberalismo español en su primera época. Pese a estar elaborada por gente que luchaba contra los franceses, la Constitución se inspiró en muchos principios franceses.
Fue redactada por una Comisión en la que destacó Antonio Ranz Romanillos, quien había participado en la elaboración del Estatuto de Bayona. Aunque, sin Muñoz-Torrero, desde el punto de vista ideológico, y Argüelles, desde el parlamento, la Constitución no habría visto la luz. Sus principales ideas son:
- Art. 1: Define como españoles a los ciudadanos de ambos hemisferios.
- Art. 3: Corresponde a la nación el derecho a establecer las leyes por las que regirse.
- Art. 12: Proclama la catolicidad del Estado y no establece la libertad religiosa.
- Art. 15, 16, 17: Establecen la división de poderes.
- Art. 172: Limita el poder de la monarquía.
- Art. 248: Igualdad jurídica, en derechos y deberes, de los ciudadanos españoles.
- Art. 259: Establece un Supremo Tribunal de Justicia.
- Art. 339: Sistema fiscal unificado para todo el territorio, sin privilegios para ningún estamento.
- Art. 341: Creación del Presupuesto Nacional para controlar los ingresos y gastos del Estado.
- Art. 354: Supresión de las aduanas interiores.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El 1 de enero de 1820 se pronunció el teniente coronel Rafael del Riego, en las Cabezas de San Juan, esperando embarcar hacia América para sofocar la sublevación de los independentistas hispanoamericanos. Al cabo de dos meses de este levantamiento antiabsolutista, recibió el apoyo de otras guarniciones militares y de juntas liberales surgidas en diversas ciudades. Fernando VII, incapaz de hacer frente al golpe, nombró un gobierno de liberales moderados y juró la Constitución de Cádiz.
El nuevo gobierno volvió a suprimir la Inquisición y los señoríos jurisdiccionales, repuso el sistema de impuestos de las Cortes de Cádiz, expulsó a los jesuitas y restableció los derechos de los ciudadanos, pero era débil: tenía poderosos enemigos, escaso apoyo popular y una crisis económica que solucionar, y era incapaz de frenar el independentismo hispanoamericano y su propia división interna en moderados o doceañistas y exaltados o veinteañistas. Hubo gran agitación política: se formaron sociedades patrióticas, se publicaron periódicos de propaganda política y se creó un cuerpo de voluntarios liberales armados, mientras que la oposición organizó grupos armados, que serían derrotados por las tropas del Gobierno dirigido entonces por los exaltados. Finalizó en abril de 1823 con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis.
Al recuperar la soberanía, Fernando VII anuló la Constitución y la obra legislativa del Trienio. Se crearon Juntas de Fe, tribunales eclesiásticos que cogieron su testigo persiguiendo a los liberales.
La Década Ominosa (1823-1833)
En 1824 se pierden las posesiones americanas, salvo Cuba y Puerto Rico, mientras que en el interior la situación económica era catastrófica. El rey se vio obligado a adoptar algunas medidas cercanas al liberalismo y a apoyarse en antiguos liberales. Este viraje supuso que a la oposición liberal, se sumase la oposición de los absolutistas más clericales y reaccionarios, que se sentían traicionados y se identificaban cada vez más con Carlos María Isidro.
El problema se agravó en 1830, cuando al quedarse en cinta su cuarta esposa, María Cristina, el rey promulgó la Pragmática Sanción de Carlos IV, que anulaba la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres. El nacimiento de sus dos hijas cerró las puertas al trono a Carlos y abrió un periodo de enemistad entre Fernando VII y su hermano.
El rey nombró Secretario de Estado a Cea Bermúdez y regente a María Cristina, pues sabía que de ellos podía depender que reinase su hija Isabel.
El Carlismo
Los carlistas defendían la monarquía absoluta, el catolicismo y el foralismo. Predominaban en el País Vasco, Navarra, norte de Cataluña y el Maestrazgo. Hubo tres guerras carlistas:
- La primera de 1833 a 1840
- La segunda del 46 al 49
- La tercera del 72 al 76
Primera Guerra Carlista (1833-1840)
- Primera fase (1833-1835): El ejército carlista dominó gran parte del País Vasco y Navarra, pero su muerte en el asedio de Bilbao decantó la guerra del lado liberal.
- Segunda fase (1835-1837): Expediciones carlistas de nulas consecuencias y éxito liberal.
- Tercera fase (1837-1840): Ante la imposibilidad de vencer, algunos generales carlistas optaron por resistir; el resto acordaron con Espartero su rendición.
Regencia de María Cristina (1833-1840)
Confirmó como primer ministro a Cea Bermúdez. Con la guerra y el descontento militar, llegó al poder Martínez de la Rosa. La guerra forzó el acercamiento a los progresistas y se nombró jefe de Gobierno a Mendizábal, que liquidó la deuda pública, reformó el Estatuto Real y la Milicia Nacional.
Regencia de Espartero (1841-1843)
Su carácter autoritario provocó la ruptura con el ala civil de su partido. La crisis económica y su política librecambista ocasionaron protestas en Barcelona. Derrotado política y militarmente por moderados y progresistas, Espartero renunció.
Bienio Progresista (1854-1856)
En 1854, el viraje muy reaccionario del gobierno de Bravo Murillo produjo el pronunciamiento de los generales Dulce y O’Donnell. Cánovas del Castillo movilizó a los progresistas en las ciudades, produciéndose una revolución. La reina entregó el gobierno a Espartero, que amplió las libertades y aprobó la Ley General de Caminos de Hierro y la desamortización de Madoz.