La Romanización de Hispania
Hispania RomanaEn el año 218 a.C. los romanos llegaron a la península ibérica para apoyar a sus aliados de Sagunto en su lucha contra los cartagineses. Tras la derrota cartaginesa en el norte de África, Roma permaneció en Hispania, extendiéndose por los territorios habitados por los pueblos indígenas y enfrentándose a ellos en una serie de campañas en las que destacaron los generales Publio Cornelio Escipión, el Africano, y Publio Cornelio Escipión Emiliano. Ese proceso de conquista se puede dividir en varias etapas.
1ºs Avances Militares
Con la toma de Sagunto y de Cartagena, los romanos ganaron el apoyo de algunos jefes indígenas. En esta fase tuvieron lugar los levantamientos de las tribus de la zona del valle del Ebro al mando de Indíbil y Mandonio.
Lusitanos y Celtíberos
La conquista del centro peninsular se caracterizó por episodios como el de Numancia, ciudad de los Arevacos que se unió a la rebelión lusitana de Viriato y resistió los sucesivos ataques del ejército romano hasta que fue sometida por Escipión Emiliano (133 a.C.).
La Campaña de Ilerda
En el curso de la guerra civil entre Pompeyo y César, el ejército de César consiguió, tras la campaña de Ilerda (49 a.C.), la rendición de las tropas pompeyanas.
Cántabros y Astures
La lucha contra esas tribus fue larga y difícil. Augusto los sometió en el 19 a.C., aunque esta región no estuvo nunca del todo romanizada.
División Territorial de Hispania
En la época republicana, el territorio quedó dividido en 2 grandes provincias: Hispania Citerior con capital en Cartago Nova y en Tarraco, y Hispania Ulterior con capital en Corduba. Con Augusto se reorganizó el territorio y la Hispania Ulterior quedó dividida en Lusitania, con capital en Emerita Augusta, y en Baetica, con sedes en Corduba e Hispalis. La Hispania Citerior fue llamada Tarraconensis por su capital en Tarraco. Durante la época de Diocleciano se reestructuró de nuevo el territorio y se dividió la provincia Tarraconensis en Tarraconensis, Cartaginensis, Gallaecia y Balearica.
La Romanización
Era el proceso mediante el cual se adoptaba la lengua, la cultura y el modo de vida romano. El largo proceso de transformación fue gracias a: el derecho de ciudadanía, la fundación de colonias y el sistema de municipios, el ejército, la lengua y la red de vías de comunicación que facilitó las relaciones de las ciudades y los habitantes de Hispania entre sí y con la metrópolis.
Administración de Provincias
Los núcleos de población más importantes fueron:Las colonias que eran poblaciones de nueva creación y sus órganos de gobierno eran una reproducción a pequeña escala de los de Roma. (Colonias en Tarraco, Barcino, Valentia, Corduba y Caesaraugusta.Los municipios que eran comunidades ya existentes antes de la llegada de los romanos. Tenían cierto grado de autonomía pero dependían del gobernador de la provincia. (Municipios en Pompaelo, Ilerda, Osca, Salamantica, Hispalis, Lucus Augusti.
La Civitas RomanaSer ciudadano romano significaba estar exento de muchas cargas e impuestos y disfrutar de ventajas jurídicas. El proceso de romanización pretendía incluir en los sistemas ideológicos y culturales romanos a los habitantes indígenas para convertirlos en ciudadanos y obtener una mayor cohesión del imperio. La ciudadanía se otorgaba como recompensa por un servicio militar heroico, como medio para atraer a las familias indígenas poderosas o por concesión a un municipio entero. Caracalla extendió la ciudadanía a todos los habitantes del imperio en el año 212 a.C.
El Ejército Romano
La clave de la expansión del Imperio Romano fue su ejército. En sus orígenes, éste no era profesional ni permanente. Todos los ciudadanos entre 17 y 46 años tenían la obligación de acudir cuando se les reclutaba. Este deber estaba hasta tal punto unido a los derechos de ciudadanía que, al perderse la aptitud para las armas, se perdía también la posibilidad de votar. Sólo se luchaba en verano, y en invierno las tropas eran licenciadas sin paga. Servio Tulio reorganizó el ejército según el patrimonio de los ciudadanos: los más ricos formaban la caballería, pues podían permitirse tener caballo, el resto era infantería. Los más pobres no eran aceptados en el ejército. El cónsul Mario realizó una profunda reforma que permitía a los más pobres acceder al ejército. El ejército era su modo de ganarse la vida. Los más ricos dejaron de servir al ejército, salvo si se preparaban para seguir el cursus honorum. El juramento que los soldados prestaban a su general convirtió a las legiones en un instrumento político muy poderoso. En la época imperial, el ejército era ya plenamente profesional y se admitía a libertos e incluso a esclavos, a quienes se concedía la ciudadanía para que pudieran alistarse.
La Legión
Al mando de un cónsul o pretor, la legión estaba constituida por 6000 soldados, distribuidos en las siguientes agrupaciones: Centurias, manípulos, Cohorte y legión (cada legión estaba formada por decurias y rumas) y diez trumas o escuadrones formaban un ala. La Auxilia eran las tropas que funcionaban como refuerzo de las legiones. Estos cuerpos especiales eran reclutados entre los pueblos no itálicos. Las auxilia se agrupaban por nacionalidades y sus mandos eran indígenas. Las principales armas ofensivas de los soldados romanos eran el pilum, o la jabalina, que sustituyó la pesada hasta o lanza y el gladius, la espada ancha de doble filo, corta y puntiaguda, para la lucha cuerpo a cuerpo. Los soldados llevaban un casco de bronce, una coraza de cuero además de un escudo.
Los Mandos
Los mandos intermedios hacían que todo funcionase. En la infantería, el dux (el cónsul) era el general en jefe. Los legati y los cuestores le ayudaban en el mando. Los tribuni militum, que se turnaban en el mando de la legión. Los centuriones, que dirigían cada centuria. En la caballería, el dux, jefe supremo. Los praefecti, que dirigían las turmas. Los decuriones, a cuyo mando estaban las decurias.