Reinado de Fernando VII y la Emancipación de América

Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo

El reinado de Fernando VII (1814-1833) se caracterizó por la inestabilidad política y la confrontación entre el absolutismo y el liberalismo. Se pueden distinguir tres etapas:

Sexenio Absolutista (1814-1820)

Al regresar a España tras la caída de Napoleón, Fernando VII anuló la Constitución de 1812 y restauró el absolutismo. Contó con el apoyo de sectores políticos y militares conservadores, como se refleja en el Manifiesto de los Persas. La Santa Alianza, formada por Rusia, Austria, Francia y España, se convirtió en un instrumento de represión contra los movimientos liberales. Durante esta etapa, la crisis económica se agravó por las guerras de independencia en América. Los liberales, organizados en logias masonicas, recurrieron a los pronunciamientos militares para intentar cambiar el régimen.

Trienio Liberal o Constitucional (1820-1823)

El pronunciamiento del teniente coronel Riego en 1820 obligó a Fernando VII a aceptar la Constitución de 1812. Se restableció el régimen liberal, pero la inestabilidad política y económica continuó. La pérdida de las colonias americanas, las malas relaciones con la Iglesia y las medidas desamortizadoras generaron un gran descontento. La intervención de la Santa Alianza con los Cien Mil Hijos de San Luis puso fin al Trienio Liberal.

Década Ominosa (1823-1833)

Tras el regreso al absolutismo, Fernando VII llevó a cabo una dura represión contra los liberales. Ante la grave crisis económica, se implementaron algunas reformas, como la creación de la Bolsa y un proyecto de centralización administrativa. Sin embargo, estas medidas fueron insuficientes y provocaron el rechazo de los sectores más reaccionarios, agrupados en torno a Don Carlos, hermano del rey. La cuestión sucesoria se convirtió en un foco de tensión, especialmente tras la promulgación de la Pragmática Sanción, que permitía la sucesión femenina al trono. El testamento de Fernando VII, favorable a su hija Isabel, desató la división entre carlistas y liberales.

La Emancipación de la América Española

Los orígenes del independentismo americano se remontan al siglo XVIII, impulsados por la política borbónica y la estructura social de la América colonial. La élite criolla, discriminada por el gobierno español, lideró el proceso emancipador. La difusión del ideario liberal y la crisis de la monarquía española tras la invasión napoleónica aceleraron el proceso.

Entre 1808 y 1814, se formaron juntas de gobierno en las principales ciudades americanas. Sin embargo, las divisiones internas entre los líderes criollos permitieron la reacción realista. A partir de 1814, con el regreso al absolutismo en España, se reavivó el movimiento independentista. Chile proclamó su independencia en 1818, seguida por Perú en 1821 y Bolivia poco después. La década de 1820 presenció la consolidación de las nuevas naciones americanas.

La derrota española se debió a la fuerza del independentismo, la debilidad de la monarquía absoluta y el contexto internacional. Las guerras coloniales habían abierto los puertos americanos al comercio internacional, y Gran Bretaña apoyó la independencia de las colonias americanas por intereses comerciales y por su rechazo al absolutismo.