A/ EL TEATRO EN LOS AÑOS 40
Condicionado por el franquismo y su ideología, el teatro comercial presenta obras que falsifican la realidad y formalmente muy convencionales. Desde el punto de vista de la representación son varias las corrientes:
- Teatro cómico heredero del sainete y de la astracanada, con tópicos y chistes lingüísticos.
- Teatro histórico-político, que olvidaba la realidad inmediata y evocaba el pasado imperial español.
Desde el punto de vista de la creación dramática, dos líneas sobresalen:
- El drama burgués o alta comedia, continuación de la comedia benaventina, que defiende valores conservadores y gozó de grandes éxitos en la época. Sus autores fueron Calvo-Sotelo, López Rubio, Edgar Neville o el propio Benavente.
- El teatro de humor, que fue lo más interesante del periodo, con dos autores interesantísimos: Enrique Jardiel Poncela, que intentará una comicidad nueva rompiendo con el humor tradicional y empleando con mucha libertad la técnica y el espacio escénicos, en obras como “Eloísa está debajo de un almendro”; y Miguel Mihura, con “Tres sombreros de copa”, que suponía un humor cercano al absurdo muy novedoso y tardó veinte años en representarla, por lo cual se dedicó a escribir teatro más comercial como “Maribel y la extraña familia”.
B/ EL TEATRO REALISTA DE PROTESTA Y DENUNCIA EN LOS AÑOS 50
Dadas las circunstancias de la época los autores se ven ante dos opciones:
- El posibilismo, propuesto por Buero Vallejo, mediante la crítica indirecta para superar la censura; y el imposibilismo, defendido por Alfonso Sastre, que elige escribir con libertad a sabiendas de que las obras serán censuradas.
Los temas abordan problemas de desigualdad social y falta de humanidad, a través de obreros y personajes humildes. Muchas piezas no llegaron a representarse (teatro soterrado) y sus autores tuvieron que cambiar sus conceptos o silenciarse. La técnica predominante es un realismo que imita espacios, rasgos y lenguajes populares.
Los autores y obras principales fueron Alfonso Sastre, que emplea formas y temas diversos, como la denuncia de la censura en “La mordaza” o el rechazo al militarismo en “Escuadra hacia la muerte”; Lauro Olmo, con “La camisa”, drama proletario con elementos de sainete; o José Martín Recuerda, con “Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca”, etc.
C/ NUEVAS FORMAS DE EXPRESIÓN DRAMÁTICA EN LOS AÑOS 60
Se produce un mayor alejamiento del teatro comercial y la busca de nuevas formas y técnicas, de manera que los autores renovadores del periodo se enfrentaron a los mismos obstáculos que los anteriores, sus obras continuaron siendo muy críticas y sus novedades estéticas no fueron bien recibidas por público y crítica muy conservadores.
También su producción supuso un teatro soterrado o subterráneo, y sus principales representantes fueron: Francisco Nieva, creador del llamado “teatro furioso”, lleno de símbolos y elementos oníricos, como en “La carroza de plomo candente”; y Fernando Arrabal, de mucho éxito en el exilio francés y creador del “teatro pánico”, de tono provocador y rebelde, con elementos de la vanguardia y del absurdo. Solo a partir del 77 se conocieron títulos como “Pic-Nic”, “Fando y Lis” o “El cementerio de automóviles”.
Ya a finales de la década surgieron los grupos de teatro independiente, colectivos renovadores al margen del circuito oficial. Los más conocidos fueron Els Joglars, Tábano, Los Goliardos y el Teatro Experimental Independiente (TEI). Características suyas son:
- Creación colectiva de la obra sin un texto escrito previo, donde todo el grupo aporta ideas y la improvisación es decisiva.
- Escasa importancia del texto, al contrario que en el teatro convencional, porque importa el espectáculo: expresión corporal, maquillajes, danza, mimo, música, etc., inspirados en técnicas de cabaret, revista de variedades o circo.
- Enfoque crítico más allá de la denuncia, mediante la burla, el humor o la caricatura.
- Ruptura de convenciones escénicas, como la disposición del teatro en el centro del patio de butacas o la actuación desde una butaca o la invitación a un espectador a participar.
D/ ANTONIO BUERO VALLEJO
Antonio Buero Vallejo (1916-2000) estudió Bellas Artes y luchó en las filas republicanas. Al acabar la guerra fue encarcelado y condenado a muerte pero le conmutaron la pena. Fue académico y Premio Cervantes.
Su obra puede clasificarse genéricamente en tres etapas: existencial, desde 1949, con piezas entre realistas y neosimbolistas; social, a partir de 1958, con innovaciones técnicas de diverso calado; y su teatro último, desde los 70, con un mayor propósito experimental.
En 1949 estrena “Historia de una escalera”, que abrirá nuevos caminos. Su teatro es un compromiso con los temas humanos universales de tipo existencial o social. Algunas de las características de este teatro son:
- Su género preferido es la tragedia para producir la catarsis del espectador; por lo tanto es un teatro problemático que presenta problemas y no ofrece soluciones sino interrogantes que cada individuo deberá resolver para actuar en consecuencia.
- El diálogo ocupa un lugar central, y el lenguaje de los protagonistas se caracteriza por su densidad, hondura y precisión.
- Como espectáculo también tiene mucha importancia. El espacio escénico es minucioso porque todo tiene un significado concreto. En “El tragaluz” se dan varios espacios simultáneos. El gesto y movimiento de actores responde a motivaciones internas. Música y luz no son gratuitos: son elementos del significado global. Las acotaciones suelen ser muy minuciosas.
- En relación con la técnica destacan los llamados “efectos de inmersión”: se trata de hacer partícipe al espectador. Así, si los personajes son ciegos (como en “La ardiente oscuridad”), o sordos (como Goya en “El sueño de la razón”), el escenario se oscurece o no se oye hablar a los actores, para que el espectador experimente dichas limitaciones.
Entre sus obras destacan los dramas históricos, como “Un soñador para un pueblo” (1958), que sirven como modelo de hechos actuales, o “Las Meninas”, sobre Velázquez. También son frecuentes los dramas de personajes con problemas físicos, que simbolizan limitaciones humanas para enfrentarse con la realidad. “El concierto de San Ovidio” (1962), “La Fundación” (1974); o “La tejedora de sueños”, de corte simbólico, son algunos de estos dramas.