La poesía épica ha existido en todos los tiempos y lugares, ya que desde siempre los pueblos han necesitado exaltar a sus héroes para estimular a los guerreros o afianzar el sentimiento nacional.
Los cantares de gesta
La épica románica medieval está constituida por los llamados cantares de gesta. Entre los cantares de gesta franceses destaca la Chanson de Roland, basado en la figura histórica de Roland, caballero de la corte de Carlomagno. De los cantares de gesta castellanos se conservan pocos textos, como un fragmento del Cantar de Roncesvalles y el Cantar de Mio Cid.
El Cantar de Mio Cid
Único poema épico castellano conservado casi en su totalidad, el Cantar de Mio Cid está basado en los últimos años de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. El poema exalta la figura del Cid como un noble de menor linaje, valorando su lealtad y esfuerzo.
Nivel de la historia
Las acciones narradas en el Cantar se articulan en torno a dos asuntos: un problema público de honra y otro privado de honor.
Recuperación de la honra
El Cid, caballero de la corte de Alfonso VI, es desterrado por el rey debido a falsas acusaciones. Para recuperar la honra perdida, Rodrigo lleva a cabo una serie de hazañas.
Recuperación del honor
El Cid sufre una ofensa personal cuando sus yernos, los Infantes de Carrión, maltratan y abandonan a sus hijas. El Cid consigue una segunda reposición de su honor haciendo uso del riepto, obteniendo la victoria sobre los infantes y acordando un nuevo matrimonio para sus hijas.
Nivel del discurso
El poema presenta una métrica irregular, dividida en dos hemistiquios de desigual número de sílabas. La rima es asonante y se emplean abundantes fórmulas y epítetos épicos.
El Mester de Clerecía
El Mester de Clerecía surge en el siglo XIII y comprende una serie de obras narrativas de carácter religioso o heroico, con intención moral o didáctica. Estas obras están escritas en versos y emplean una métrica regular, como la cuaderna vía.
Obras anónimas del siglo XIII
Un grupo de obras del Mester de Clerecía son anónimas, entre ellas destacan el Libro de Alexandre y los Poemas de Debate.
Gonzalo de Berceo
Gonzalo de Berceo, primer poeta castellano, abandona el anonimato propio de la épica y proclama orgulloso su nombre. Sus textos responden a un plan de la Iglesia, reflejando la necesidad de un cambio en la educación tanto de clérigos como de laicos.