La Segunda República (1931-1936)
La Segunda República (1931-1936) surgió en las elecciones municipales (12 de abril de 1931). Los resultados favorables a la Coalición Republicano-Socialista provocaron la salida del Rey y la proclamación del nuevo régimen el 14 de abril.
El Gobierno provisional, presidido por Alcalá-Zamora, se enfrentó con problemas acuciantes, iniciando un programa reformista mediante decretos ministeriales. Convocaron elecciones generales el 28 de junio, mediante sufragio universal masculino, que dieron el triunfo a la coalición Republicano-Socialista.
La redacción de una nueva Constitución fue la primera tarea de las nuevas Cortes. La aprobación de los artículos 26 y 27, relativos a la cuestión religiosa, provocó la dimisión de Alcalá-Zamora y Miguel Maura (ministro de Gobernación), poniendo al frente del Gobierno a Azaña. Aprobada el 9 de diciembre de 1931, al día siguiente Alcalá-Zamora es elegido presidente de la República y confirmaba a Azaña al frente del Gobierno.
La Constitución de 1931, de talante progresista, configuraba un régimen democrático, parlamentario y laico moderno, descentralizado y en el que se recogía la función social de la propiedad.
Establece la soberanía popular. División de poderes: el legislativo unicameral, en el Congreso de los Diputados; el ejecutivo: la Jefatura del Estado corresponde al presidente de la República elegido cada seis años, este nombra al Jefe de Gobierno y, a propuesta de este, a los ministros, pero ratificados por las Cortes; en el poder judicial se establecerá el Tribunal de Garantías Constitucionales. Amplia declaración de derechos y libertades: asociación, reunión, expresión… En materia religiosa libertad de cultos y la aconfesionalidad del Estado, separando Iglesia-Estado. Por primera vez el sufragio universal masculino y femenino. Se contempla la aprobación de estatutos de autonomía para las regiones, y la formación de cabildos en Canarias y Baleares.
El Bienio Reformista (1931-1933)
El primer gabinete constitucional presidido por Azaña se inició con la salida de los miembros radicales (Martínez Barrio y Lerroux).
Durante los años 1932 y 1933, el Gobierno profundizó en el programa reformista, iniciado durante el Gobierno provisional, que consideraba indispensable para modernizar la sociedad y el Estado:
Reforma agraria
Se promulgó la Ley de Reforma Agraria (septiembre de 1932), pretendía una redistribución de la propiedad agraria, autorizando la expropiación con indemnización de las fincas no cultivadas y las deficientemente cultivadas, siendo el IRA el encargado de la expropiación y reparto.
Reforma educativa
Marcada por la influencia de la Institución Libre de Enseñanza. Su objetivo era crear un sistema educativo unificado, laico, público y gratuito en primaria.
Se implantó la coeducación, se prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas y se disolvió la Compañía de Jesús. Se invirtió en la construcción de escuelas e institutos, aumentaron las becas, y crearon las Misiones Pedagógicas para divulgar la cultura en el ámbito rural. En la difusión cultural colaboraron sindicatos de profesores (FETE) y de estudiantes como la Unión Federal de Estudiantes Hispanos que organizó La Barraca.
Reforma militar
Con el fin de modernizar el Ejército, se redujo el número. Se derogó la Ley de Jurisdicciones, y se suprimieron los tribunales de honor, el Consejo Supremo de Guerra y Marina, y la Academia Militar de Zaragoza. Se creó una fuerza leal, la Guardia de Asalto.
Reforma laboral
Dirigida por Largo Caballero, con leyes como Ley de Contratos de Trabajo, Ley de Jurados Mixtos y Ley de Términos Municipales. Apoyada por la UGT, la CNT prefirió la acción y presión al Gobierno.
Cuestión autonómica
El 9 de septiembre de 1932 se aprobó el Estatuto de Cataluña con Maciá como presidente; el vasco, aprobado en noviembre de 1933, fue bloqueado por los gobiernos de centro-derecha.
Azaña se enfrentó a la derecha antiliberal que protagonizó el fallido golpe de Estado liderado por Sanjurjo (Sanjurjada – agosto de 1932); y a la ofensiva sindical de la CNT con sucesos como los de Casas Viejas (Cádiz).
La derecha católica se organizó en torno a la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas – 1933), liderada por Gil Robles; los ultramonárquicos fundan Renovación Española, liderada por Calvo Sotelo; José Antonio Primo de Rivera Falange Española, y el carlismo Comunión Tradicionalista.
La crisis del Gobierno de Azaña quedó patente al perder las elecciones municipales (abril de 1933). Las dimisiones en la coalición llevaron a la destitución de Azaña por Lerroux, y convocar elecciones (noviembre de 1933). La victoria de la CEDA y el Partido Radical de Lerroux, dio inicio al Bienio radical-cedista (1933-1936).