Propiedades de un texto y tipos de textos

¿Qué es un texto?

El texto es una unidad de comunicación global el cual tiene un propósito comunicativo y un carácter intencional. Con el texto pretendemos informar, convencer, dar instrucciones el cual lo hacemos dentro de un contexto. Un texto se conforma de estas tres propiedades: la coherencia, la cohesión y la adecuación.

Coherencia

Es la propiedad la cual se establece una relación lógica entre las partes de un texto, es decir que todas se retiren al mismo tema y todas están relacionadas entre sí. También tiene una progresión de ideas lógicas, una unidad temática, información suficiente y sin contradicciones.

Cohesión

Es la propiedad textual de constituida por el conjunto de procedimientos lingüísticos que permiten la articulación de los elementos que integran un texto, es decir, se clasifican en referencia y conexión.

  • Referencia (sinonimia, metáforas, perífrasis, campos semánticos)
  • Conexión (establece relaciones entre ideas y le da una configuración lógica) (marcadores textuales, conectores..)

Adecuación

Es la propiedad del texto por la que se ajusta al tema, al receptor, al propósito, al canal y a la situación comunicativa. (registro informal/coloquial o formal). Partes de la adecuación (el receptor, el tema, el propósito, la situación y el canal de transmisión).

Tipos de textos

  • Narrativo (relata hechos)
  • Descriptivo (describe o representa con palabras cómo es)
  • Conversacional (intercambia ideas, opiniones…)
  • Expositivo (explica un tema)
  • Argumentativo (defiende su opinión)
  • Instructivo (indica cómo debe hacerse algo, aconseja u ordena paso a paso)
  • Predictivo (informa o anticipa un hecho)
  • Retórico (pretende impresionar, persuadir…)

Instrucciones para abrazar.

Póngase el sujeto frente al otro sujeto susceptible de ser ‘sujeto’ a continuación. Es recomendable hacer algún tipo de estiramiento antes de ejecutar el ejercicio, o como mínimo ir aumentando paulatinamente la intensidad del abrazo. Puede resultar dañino un excesivo énfasis, así como poco efectiva una aplicación laxa. En estos casos es vital ser precisos. Acérquese a la persona que se pretende abrazar de frente (por la espalda sólo se suelen dar cuando existe intimidad entre los participantes. De otra forma, crea desconcierto o se puede interpretar como una amenaza). Coloque su pecho lo más cerca posible del pecho ajeno. Una vez realizado este acercamiento, pase sus brazos alrededor del cuerpo del abrazado hasta encontrarse el uno con el complementario en la espalda que no resulte ser la suya. Es el momento de ejercer presión, que conviene que vaya “in crescendo”.

Manténgase así el tiempo necesario, según el propósito deseado al iniciar el ejercicio: hasta calmar al abrazado, si el motivo es tristeza, o hasta que mágicamente las prendas de ropa se separen educadamente del cuerpo que las sostiene si el propósito es el contrario (o no) a la calma. En este caso las manos cobran evidente protagonismo, al igual que los besos. Si el abrazo se realiza por la espalda con fines amorosos, puede usted convertir este acto en algo especialmente reseñable si besa la nuca del sujeto, ahora sujeto. También se aceptará con agrado alguna palabra susurrada al oído

Opción 2

Si bien abrazar puede parecer una acción fácil, no muchos de nosotros lo sabe hacer bien. Sólo se necesitan dos cosas: primero, es tener en cuenta las intenciones con las que se va a ejecutar la acción; y segundo, contar con otro sujeto (y se requiere de uno, puesto que no sería elocuente si lo hiciera con usted mismo). Antes que nada, colóquese en una posición cómoda (sugerencia: los hombros caídos y las piernas a una abertura al mismo nivel que éstos, ligeramente flexionadas). La cabeza debe estar erguida pero el cuello relajado. Tiene dos alternativas: si el sujeto al que va a abrazar es más alto que usted, entonces fije la vista hacia arriba sin mover la cabeza para calcular medianamente la distancia entre sus brazos y el tronco del sujeto, y de ser necesario colóquese en puntillas

(recordatorio: se trata de un abrazo, no se le ocurra disponer sus brazos en el cuello del sujeto como si fuera a guindarse, ni siquiera si se tratara de un abrazo simpático y cariñoso). Si el sujeto es más bajo que usted, entonces proceda a bajar ligeramente la vista, de manera que el sujeto no note que usted está evaluado su altura, y de seguido calcule qué tanto debe inclinarse. Una vez hecho los cálculos, mire al sujeto por 7 segundos y luego sonría o haga pucheros (dependiendo de la intención). Estire los brazos, pero no demasiado, mantenga los codos un poco doblados y traspáselos a través de la abertura entre los brazos y el tronco del sujeto, luego los sostiene sobre su espalda, de manera que envuelva todo su tronco (o lo que pueda usted abarcar) contra el suyo. No apriete demasiado. Acerque su cuerpo al del sujeto. Relaje el pecho y recueste la cabeza. Ahora está usted abrazando. Entréguese lo más posible vaciando su mente de las preocupaciones y concéntrese en la textura de la tela de la camisa, si es algodón o lana, o si prefiere puede concentrarse en el cabello, si es liso o crespo, si es caoba o castaño cobrizo. No hable durante el abrazo. Puede llevar mentalmente el tiempo de duración, aproximándose a unos veinte segundos o hasta que usted lo considere necesario. Suelte los brazos y retírelos, aleje el cuerpo y retome su posición inicial; ahora es necesario que usted sonría para así expresar su regocijo ante el acto en cuestión.