3. El reconocimiento internacional de la dictadura. 1953-1959
A comienzos de los años cincuenta la situación comenzó a cambiar. El primer síntoma de los nuevos tiempos fue la revocación por parte de la ONU del aislamiento internacional impuesto en 1946, lo cual facilitó el restablecimiento de relaciones diplomáticas con los países occidentales.
El panorama internacional favorable
El panorama internacional se volvió más favorable para el régimen a consecuencia del enfrentamiento ideológico y estratégico de EEUU y la URSS, cuyo máximo exponente era en aquel momento la Guerra de Corea. Tres acontecimientos diplomáticos vinieron a poner fin definitivo al aislamiento al que estaba sometido España:
Firma del Concordato con la Santa Sede en agosto de 1953. Su importancia diplomática fue máxima porque suponía el reconocimiento internacional del régimen franquista por parte de una potencia muy influyente entre los países mayoritariamente católicos. Aquel acuerdo dejaba en manos de la Iglesia el control de la educación, la censura y las costumbres.
Firma del Acuerdo Hispano-Norteamericano en septiembre de 1953. La Guerra Fría y la división del mundo en dos bloques, con la consiguiente tensión entre los EEUU y la URSS, reforzó el valor estratégico de España, tanto por su posición geográfica, como por constituir una ampliación de la retaguardia occidental frente al bloque soviético. A comienzos de 1951, España y EEUU intercambiaron embajadores, pero desde el punto de vista político fue la firma de los Acuerdos Hispánico Norteamericanos los que más contribuyeron a romper el aislamiento de la dictadura y a vincular para el futuro del país a los objetivos militares y políticos de Occidente. Por el tratado con los EEUU, España cedía a los norteamericanos varias bases aéreas y navales. A cambio España obtenía ayuda económica y militar.
Ingreso de España en las Naciones Unidas en 1955. Tras la revocación por la ONU del aislamiento internacional, a finales de 1950, España pudo ingresar en algunas de sus agencias (FAO, UNESCO…), pero el ingreso efectivo de España en la ONU, representó el definitivo reconocimiento internacional de la dictadura. España había restablecido relaciones diplomáticas con los Estados de la Europa Occidental y América, así como con Japón, desde los años cincuenta. Los países comunistas y México siguieron sin reconocer a la dictadura. En los años siguientes España se fue incorporando a la mayoría de los organismos internacionales. No obstante, los intentos de España de incorporarse al proceso de unidad europea fracasaron rotundamente, dado el carácter dictatorial del régimen franquista.
La situación económica. 1939-1959
Los primeros años de los años de la dictadura se caracterizaron por la necesidad de reconstruir las infraestructuras destruidas durante la Guerra Civil. Los planes de reconstrucción pasaban por la autarquía, es decir, apoyarse exclusivamente en los recursos propios para reducir la dependencia del exterior. Al mismo tiempo se impuso un control estatal sobre los sectores considerados estratégicos: ferrocarriles, energía, industria siderúrgica, química, armamento, naval. La intervención estatal en la economía se realizaba por medio del Instituto Nacional de Industria (INI), fundado en 1941. Tanto la autarquía como el intervencionismo hispano se inspiraron en la doctrina económica fascista, imperante en los años treinta y cuarenta en Italia, según la cual la economía debía estar subordinada a los intereses generales del Estado, y por tanto, debía ser el que determinara los grandes objetivos económicos.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial no ayudó a mejorar la actividad económica, puesto que el comercio mundial se paralizó y las exportaciones españolas se redujeron. El bloqueo internacional a partir de 1946, acentuó las tendencias autárquicas, pero los resultados de dicha política fueron catastróficos, disminuyó la producción agrícola, provocando escasez y racionamiento de alimentos, disminuyó la producción industrial, siendo en 1950 equivalente a la que había en 1935.
Con la economía estancada y sometida a un riguroso bloqueo internacional, España conoció su etapa más difícil.
A partir de 1953, la situación mejoró algo gracias a la ayuda norteamericana y a la apertura de algunos mercados internacionales. No obstante, la situación seguía siendo muy difícil. Aunque se había mejorado algo, la autarquía estaba conduciendo al país a la bancarrota, situación a la que se llega en 1957.
Para salir del marasmo económico, se dio un giro radical con el Plan de Estabilización de 1959, que implicó el abandono de la autarquía, la liberalización de la economía y la devaluación de la peseta. Con ello se facilitó la llegada de inversiones extranjeras que contribuyeron a reactivar la actividad económica. El objetivo era vincular la economía española a la occidental. El éxito del Plan de Estabilización condujo al crecimiento económico de los años sesenta.
Lo más destacado fue el empobrecimiento general de la sociedad española. El desabastecimiento alimenticio sumió a los españoles en el hambre. La destrucción de infraestructuras, unidos a la carencia de recursos y la desmovilización de contendientes, incrementó el número de desempleados.