Posbarroquismo – A comienzos del siglo predomina una literatura heredada de la tradición barroca. Los poetas imitan a Góngora pero no tienen su genio creador, movimiento denominado rococó.
Neoclasicismo – Es el estilo que mejor define la literatura ilustrada y supone una vuelta al mundo clásico griego y latino. Leandro Fernández de Moratín y José Cadalso son los autores más destacados.
Prerromanticismo – Aparecen manifestaciones literarias que rechazan la normativa neoclásica y ensalzan los sentimientos sobre la razón. Algunos autores ilustrados como Jovellanos y Cadalso siguen cultivando la poesía, aunque no es el género más apropiado para expresar el espíritu ilustrado. También se cultivan el informe político y el científico. El teatro, debido a su carácter didáctico, se convierte en uno de los géneros más populares.
La poesía
El ambiente general del siglo no favorece una creación poética emotiva y original. Destacan:
- La anacreóntica y los idilios de carácter pastoril, influenciados por el Renacimiento.
- La sátira, la epístola y las odas, propias de una poesía de carácter social.
- La fábula, que responde a la preocupación didáctica del siglo. Los protagonistas son animales, los representantes Tomás Iriarte y Samaniego.
Autores y tendencias poéticas
Imitan a Góngora y Quevedo, destacan: Álvarez de Toledo, Torres Villarroel, Gerardo Lobo y Juan Luis Valdés, el poeta más destacado de la época. Sus obras se desarrollan en parajes repletos de arroyos, grutas, bosques, etc.
La prosa
La prosa es una de las formas expresivas más cultivadas en la literatura del siglo. En la primera parte del siglo aparecen vidas de santos, siendo el autor más destacado Diego de Torres Villarroel con ‘Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la corte’, en la que utiliza una sátira mordaz e innumerables juegos conceptistas. Hacia la mitad del siglo destacan el ensayo y la crítica.
a) El ensayo – Con estructura libre y lenguaje moderno, divulga reflexiones sobre asuntos muy diversos: la decadencia del país, la educación, la situación social y cultural de las mujeres. Se pueden distinguir dos tipos: didácticos y enciclopédicos, en los que se exponen problemas sociales, científicos o religiosos con el fin de erradicarlos de la sociedad, y humanísticos y pedagógicos, que versan sobre sociología y derecho. El primer ensayista es el monje benedictino Feijoo, quien luchó por la modernización de la mentalidad española. Sus obras más conocidas son ‘Teatro crítico universal’ y ‘Cartas eruditas y curiosas’, donde expone problemas y defiende la religión frente a las falsas supersiones.
b) La crítica – Fue muy utilizada en la época para satirizar vicios o costumbres. Uno de los máximos representantes es José Cadalso, quien escribió las conocidas ‘Cartas marruecas’. Otro vínculo transmisor de la cultura y las ideas ilustradas fue el artículo periodístico. La prensa, nacida en el siglo, se convierte en un medio imprescindible de la sociedad. ‘La Gaceta de Madrid’ marca el inicio de la prensa polémica, con artículos que responden a la necesidad divulgativa. Publicaciones como ‘El Censor’ de Luis García del Cañuelo o ‘El Pensador’ de Clavijo y Fajardo son algunas de las más representativas. La prosa de ficción tuvo menos acogida en el siglo, ya que solo se podía cultivar si tenía un fin didáctico. En las últimas décadas del siglo se inicia una corriente renovadora en la que los autores escriben una prosa más sensible, que se desarrolla en un ambiente idealizado y melancólico. Destaca la obra de Cadalso ‘Noches lúgubres’.
Teatro
Neoclasicismo – Características: total separación de géneros para evitar confusión, sometimiento a la regla clásica de las tres unidades (una sola acción, que se desarrolla en un solo lugar en 24 horas), finalidad didáctica empleando temas útiles para la sociedad con un planteamiento de enseñanza práctica. Planteamiento verosímil acorde con lo apreciado a la realidad, estructuración de la obra en tres actos. Los géneros más representados en el teatro son la tragedia y la comedia. La tragedia neoclásica toma como modelo la griega o la francesa más cercana, abordando temas de la antigüedad clásica o la historia nacional e intenta crear una tradición basada en héroes nacionales. Como muestra: ‘Hormesinda’ de Nicolás Fernández de Moratín. El autor más conocido trágico es Vicente García de la Huerta y su obra ‘La Raquel’. La comedia es el género teatral típicamente ilustrado. Nicolás Fernández de Moratín con ‘La petimetra’ e Iriarte con ‘El señorito mimado’ hicieron incursiones en la comedia neoclásica, pero sobre todo destaca Leandro Fernández de Moratín con su obra ‘El sí de las niñas’. En esta misma época se desarrolla también un teatro de carácter popular: los sainetes, cuyo autor es Ramón de la Cruz y los conocidos ‘La plaza mayor por la Navidad’ y ‘Manolo’.
Prerromanticismo – En la década de los setenta llega al teatro español ecos de una comedia de origen francés llamada ‘Lacrimosa’, que apunta aspectos prerrománticos en el tono, el tema y los personajes. Jovellanos incurre en este género con ‘El delincuente honrado’.