Josefina de la torre establecíó estrechos vínculos con la corriente vanguardista hispánica de la primera mitad del Siglo XX, y con la obra algunos de los poetas más representativos de la Generación del 27 También, dejo contagiar sus versos del aliento isleño de grandes poetas grancanarios, como los modernistas Alonso Quesada y Saulo Torón. Además, esta poetisa representa la nostalgia de una tierra canaria de la que se alejó, en distintas ocasiones, para participar en proyectos culturales en Madrid y en París. Josefina de la Torre Entre sus obras destacan El poema corresponde al género lírico ya que la autora transmite sentimientos y emociones referentes a su estado anímico, se sirve de la métrica y la rima para darle ritmo, aparecen numerosas figuras literarias que le otorgan belleza y por lo tanto la principal función es la poética y la estética. Este poema forma parte de su tercer libro Marzo incompleto (1968), que incluye poemas escritos entre 1930 y 1936. Se trata de un libro íntimo, aunque con un tono más trágico que los anteriores. Se plantean en él temas como el paso del tiempo, la memoria, la evocación, los interrogantes sobre el misterio de vida, la soledad y el desasosiego. El tema principal del poema es la búsqueda existencial a partir de la imposibilidad de la maternidad manifiesta sus deseos frustrados de ser madre, ya que no pudo tener hijos. En lo que se refiere a la estructura externa, se compone de una estrofa de trece versos, en su mayoría alejandrinos, salvo dos versos heptasílabos. Todo el poema carece de rima, salvo al repetirse la palabra “misma”,En lo que concierne a la estructura interna, se observa que se divide en tres partes: los primeros siete versos, conforman la primera parte, en donde la autora, describe la búsqueda interior a la que se somete sin ningún resultado. Nos presenta su problema (“Me y describe su estado, en el que se nos presenta como un ente que vaga en la nocturnidad de ese misterio que la obsesiona y no la deja en paz (“eco de mis incertidumbres”). La segunda parte, abarca los dos versos siguientes, hace alusión a la imposibilidad de su maternidad, aclarando que ese es uno de los motivos por los que indaga y se plantea esa búsqueda. Finalmente, la tercera parte consiste en los versos restantes, en donde se vuelve a insistir en la idea del principio, es decir, se potencia el dolor por no llegar a una respuesta, aunque en esta ocasión aparece una pequeña esperanza con la alusión a encontrar una solución mediante “descubrir mi sombra”.
En lo que se refiere al nivel léxico semántico se aprecia el contraste de ideas que la atormenta en todo el poema mediante los antónimos (“busco” / “encuentro”, “silencio” / “eco”), aunque abundan los sinónimos en cuanto a su connotación negativa que expresan sus emociones pesimistas (“tinieblas”, “noche”, “oscuras”, para referirse a la idea dramática). Además, podemos señalar dos campos semánticos: por un lado, el de la noche (“tinieblas”, “oscuras”, “sombras”) y, por otro lado, la creación y la vida (“universo”, “fruto”, “tierra”).
En lo que respecta al nivel morfosintáctico, se puede observar que durante todo el poema presenta los verbos en presente en primera persona (“busco”, “encuentro”, “convierte”) y en gerundio (“rondo”, “esperando”), porque está expresando lo que siente en este preciso momento. Es por ello, un poema subjetivo, ya que refleja las opiniones de la autora. Cabe resaltar que aparece solo un verbo en pasado, “pude”, para referirse a un hecho que nunca sucederá ni sucede, la maternidad. Por otro lado, predominan a los sustantivos abstractos (“incertidumbres”, “vacío”, “silencio”) que dan un tono subjetivo y que aluden al pesimismo. Para conseguir este efecto, se ayuda también de una adjetivación negativa (“lento”, “oscuras”, “torpe”). No obstante, aparecen escasos sustantivos con una connotación positiva (“creación”, “armónía”, “sonido”), para referirse exclusivamente a la maternidad, pero que pierden ese optimismo porque ella los acompaña de un adverbio de negación (“no”), enfatizando de este modo el motivo de su dolor. Se aprovecha del adverbio de negación en diferentes ocasiones a lo largo del poema para destacar la imposibilidad y, también recurre al uso de los determinantes y pronombres posesivos (“me”, “mi “) para intensificar su situación. Las conjunciones (“ni”,” y”) sabe utilizarlas para profundizar en el dramatismo
En cuanto a las carácterísticas estilísticas, podemos encontrar que todo el poema es muy metafórico, aportando un fuerte carácter connotativo. Tiene un tono confesional . Podemos apreciar la antítesis que la autora nos presenta al principio (“Me busco y no me encuentro”), y más adelante, en el quinto verso con el pleonasmo (“No me encuentro a mi misma”) de la necesidad de querer hallar la respuesta. En el segundo, utiliza la metáfora para insistir en ese sentimiento triste y tenebroso, (“oscuras paredes de mí misma”). Posteriormente, hace alusión a la soledad que siente con la personificación (“interrogo al silencio y a este torpe vacío”),. A continuación, nos detalla en los versos ocho y nueve la causa que le motiva esa búsqueda, la imposibilidad de la maternidad, mediante una enumeración (“Y no pude ser tierra, ni esencia, ni armónía/ que son fruto, sonido, creación, universo”). ;.. En el noveno y décimo verso, vuelve a describir cómo se siente mediante las metáforas (“desalentado y lento desgranarse/convierte en preguntas todo cuanto es herida”), ya que se plantea por qué no pudo ser y hace un análisis para encontrar alguna explicación sin conseguirlo. Finalmente, vuelve a la misma idea del principio En definitiva, nos encontramos ante un poema donde la autora expresa con gran intensidad unos temas que le preocupan y le caracterizan como la búsqueda del ser, la imposibilidad de la maternidad y la soledad elaborando una poesía humanizada que trata temas que no se daban hasta ese momento y la trasmite con una influencia modernista al tratar un léxico sencillo