Si comparamos la casa de los espíritus con otras novelas que la crítica literaria ha considerado unánimemente propias del Realismo mágico:
Cien años de soledad, pero pese a que lo real es más convencional en La casa de los espíritus también encontramos rasgos del Realismo mágico. Isabel Allende narra a lo largo de la novela, los aspectos mágicos y las duras realidades de la vida de tres generaciones de la familia Trueba. Las mujeres de estas tres generaciones tienen una fuerza inusual: Clara es capaz de interactuar con los espíritus y demuestra un dominio cada vez mayor en el desplazamiento de objetos por su fuerza psíquica; Blanca hereda algo de la clarividencia de su madre aunque nunca llega a hablar con los espíritus; Alba también es capaz de llamarlos. Se aprecia en la obra, la mezcla del feminismo con el Realismo mágico: cada una de estas mujeres logra escapar de la opresión machista -ejercida por Esteban Trueba- de una forma única y mágica. Clara, al no poder divorciarse, se escapa ; Blanca estando con el hombre que ama sin importar que fuese enemigo de su padre; y Alba convirtiéndose en una idealista política totalmente contraria a su abuelo. Lo real y lo sobrenatural aparecen frecuentemente mezclados en la historia desde su inicio, y en ocasiones se entrelazan con comportamientos exagerados y motivaciones psicológicas. Esto es lo que le sucede en el caso de Clara: la autopsia de su hermana le provoca un mutismo en el que permanecerá durante nueve años. La técnica del Realismo mágico, consistente en fundir la realidad narrativa con elementos fantásticos se convierte en la casa de los espíritus en un despliegue de apariciones fantasmales, supersticiones, clarividencias y sueños premonitorios que conviven en perfecta armónía con la realidad cotidiana. Esto sucede desde el inicio, en el que se presentará a Rosa como un ser casi de otro mundo, con su piel transparente, sus cabellos verdes y sus ojos amarillos; y, con Barrabás, el perro que no dejaba de crecer. Aunque las capacidades extraordinarias se concentran en las mujeres, también Pedro García es capaz de llevar a cabo acciones que escapan a lógica o al orden natural, como recomponer los huesos de su patrón a pesar, de estar privado de la vista, o acabar con una plaga de hormigas que estaba devastando la hacienda convenciéndolas. Finalmente, es el espíritu de Clara quien interviene para salvar a su nieta del horror que estaba sufriendo al estar secuestrada, torturada y violada por los militares que dieron el Golpe. Alba la había invocado muchas veces para que la ayudara a morir, pero cuando se le aparece es para convencerla de que debe de seguir viviendo y le ofrece la idea de escribir con el pensamiento, lo que le posibilita soportar su situación.El tema del amor, es central en toda la producción. El hecho amoroso se presenta de distintas maneras a lo largo de su obra: el amor fruto del despertar sexual y la pugna religiosa que implica está presente en sus primeros poemas y en Perito en lunas. Después llegará el amor ilusionante que rápidamente se torna en herida dolorosa. Es el momento que culmina en El rayo que no cesa. Son poemas que recogen la lucha interior del autor, dividido entre el amor casto de Josefina Manresa, y las tentaciones de Madrid. En el periodo de su poesía militante el amor como tema poético se funde con lo social y pasa al enfoque de la poesía como arma. Ese tono vigoroso y entusiasta desaparecerá al final de la guerra, y en los poemas que componen El hombre acecha el amor cederá paso al odio y al desgarro, a la desolación y a la pérdida de la esperanza en la humanidad. En el Cancionero y romancero de ausencias presenta un nuevo enfoque para el hecho amoroso, el del amor como única esperanza para la salvación del hombre.
La vida y la muerte son los otros dos temas, que impregnan toda su obra, en sus primeros poemas aparecen el optimismo y el vitalismo propios de la juventud. El rayo que no cesa ya al poeta maduro. Es en este poemario donde se empiezan a sentir las “tres heridas” del autor, en poemas sobre el sentimiento trágico del amor ,, uno de los poemas fúnebres más bellos de nuestras letras, dedicado a su amigo. Con la guerra, la voz poética adquiere un tono combativo en Viento del pueblo. La muerte se convierte en parte de la lucha por la victoria. Pero la solidaridad con los oprimidos y el optimismo libertario derivan en dolor y pesimismo por la crudeza de la guerra y la pérdida de la esperanza en la victoria en El hombre acecha. Obra más trágica se encuentra, en Cancionero y romancero de ausencias. Este poemario es una muestra de la desolación provocada por la muerte de su primer hijo, la derrota en la guerra, el odio de la posguerra, la condena a muerte, la enfermedad y la soledad. Con el desengaño llega la resignación, pero el ciclo de la vida y la muerte se cierra con la vuelta al amor, única forma de redención posible.