Lengua

El poema “me busco y no me encuentro” corresponde al género lírico por el tema íntimo que expresa la poetisa: ésta se encuentra en un momento de desasosiego espiritual, en el que se busca y no logra encontrar la paz ni la satisfacción personal.Este poema forma parte de su tercer poemario Marzo incompleto (1968), que incluye poemas escritos entre 1930 y 1936. Se trata de un libro íntimo, aunque con un tono más trágico que los anteriores. Se plantean en él temas como el paso del tiempo, la memoria, la evocación, los interrogantes sobre el misterio de la vida, la soledad y el desasosiego.
El tema del poema expresa el desarraigo de sí misma.
La autora busca un sentido a la vida y se siente perdida, rodeada de oscuridad, se interroga constantemente y no halla la respuesta que busca. Un sentimiento de insatisfacción consigo misma es el motivo que la impulsa a expresar de un modo tan trágico su estado personal. El tema viene expresado, de forma reiterativa, en el título y en los versos uno y cinco. El momento vital que experimenta la poetisa en la época de este poema y de este libro es cuando siente frustrados sus deseos maternales.


No pudo tener hijos y este hecho marcó un momento decisivo en su creación, que llegó a ser una constante en este Marzo incompleto.
Esta frustración personal la vemos reflejada en versos como “Rondo por las oscuras paredes de mí misma”; o en los versos 8 y 9: “yo no pude ser tierra, ni esencia, ni armónía, que son fruto, sonido, creación, universo”.Se trata de una preocupación de carácter existencial, la poetisa se siente frustrada por su incapacidad de ser mujer, entendida como mujer portadora de vida, creadora de vida y de permanencia en el tiempo. Y este tema 5 lo continúa hasta el final, de forma obsesiva, lo que nos da idea de la terrible angustia que debíó sentir en ese momento de su vida. 
En cuanto a la estructura del texto, ésta no presenta una división clara y contundente, ni desde el punto de vista del contenido ni desde el punto de vista oracional ni gramatical. La autora presenta el tema en los cinco primeros versos (la búsqueda de sí misma), y va repitiendo la misma idea a lo largo del poema. Vemos, eso sí, a partir de ahí una distribución en párrafos, marcados por el uso del punto.


La autora parte de una situación de presente (“ahora”), con un paréntesis de mirada al pasado (“y no pude ser tierra”) para volver al presente, y así hasta el final, a la espera de su propio descubrimiento. Métricamente, se trata de un poema de 13 versos, en los que se combinan versos de 7 (heptasílabos) con versos de catorce sílabas. Los heptasílabos sólo son dos versos (1 y 5); el resto responde al verso alejandrino. La rima es consonante en los versos 2 y 5, y asonante en aquellos versos que tienen rima, pues hay cinco versos que aparecen sueltos dentro del conjunto. El esquema métrico es el siguiente: 7a, 14B,14-, 14- 7b, 14-, 14B, 14B, 14a, 14-, 14B, 14B, 14-. Vemos, por tanto, que el poema no responde a ninguna estrofa conocida, aunque los cinco primeros versos nos recuerdan a la lira, por su combinación de heptasílabos con endecasílabos. No debe sorprendernos esta experimentación con las estrofas clásicas, muy en consonancia con los ismos de vanguardia, tan caros a Josefina. El eclecticismo de la autora se deja ver además en la preferencia por la regularidad en la medida frente a una mayor libertad en la rima. El espacio es una constante intrínseca en el poema, pero se trata de un espacio interior, metafísico.


La autora realiza una búsqueda metafórica de su yo más íntimo por las esquinas, las paredes de su ser, tanteando, rondando entre la oscuridad, sin hallar aquello que busca. Se trata de un espacio vacío, que pudo ser real y contundente como la tierra y sus frutos, o cósmico como el universo, lo cual evidencia su profundo anhelo y consecuente frustración. 
El poema viene marcado por numerosos recursos estilísticos, La aliteración de la consonante r dota de especial sonoridad estos versos iniciales.El empleo del adverbio ahora, con los gerundios que insisten en la permanencia de la desazón: tanteando, esperando y con el verbo en pasado no pude que abre la enumeración polisindética (y metafórica) tierra, ni esencia, ni armónía que son fruto, sonido, creación, universo parecen evocar la reivindicación del hijo anhelado. 
en cuanto Al aspecto morfosintáctico, Los sustantivos son de carácter abstracto la mayoría, los cuales ayudan a Josefina a potenciar el desasosiego que le supone su mundo interior.Podemos observar el uso de sugerentes epítetos: “oscuras paredes”, “torpe vacío”, “desalentado y lento desgranarse”, “sordas paredes”.


Todos ellos con claras connotaciones de soledad, frustración y tristeza. Frecuentes son también las anáforas: “y”, “no”, “que”, realzando de nuevo la búsqueda incesante de sí misma. En cuanto al plano léxico-semántico, podemos decir que no se trata de un léxico rebuscado, sino sencillo, sin complicación; un léxico que se sitúa en un nivel estándar de la lengua. El valor connotativo del lenguaje es alto, el léxico fluye cargado de significaciones metafóricas que giran en torno a un mundo de pesadumbre, dolor, angustia, desasosiego e, incluso, misterio. Son recurrentes figuras estilísticas como la personificación, “interrogo al silencio” , “tanteando la noche”, la metáfora, “oscuras paredes”, “torpe vacío”, “eco de mis incertidumbres”, “la noche de todas las esquinas”, “sordas paredes”, “sombra”, “herida”, el símil, “…Voy como dormida en las tinieblas”, una antítesis, “me busco y no me encuentro”. 


En mi opinión, Es importante resaltar el título del poema “me busco y no me encuentro”, de la Torre por el hecho de no ser madre no sabe quién es, se siente perdida y sola. Es muy normal preguntarnos quienes somos, sobre todo cuando se nos presenta la situación de ser padres, nos evaluamos a nosotros mismos para ver qué clase de educación vamos a inculcar a nuestros hijos. En conclusión, debemos valorar el regalo que es tener un hijo y aunque no sea deseado, no por ello se debe acabar con su vida, ya que hay más opciones para que la persona salga adelante.