En las tres primeras décadas del Siglo XX se observan dos grandes tendencias en el teatro español: el teatro comercial y el teatro renovador.
El teatro comercial va dirigido a un público burgués que busca entretenimiento con obras que reflejan sus problemas y sus formas de vida. Distinguimos tres tipos de obras: La comedia burguesa, el teatro poético y el teatro cómico.
La figura más importante de la comedia burguesa es Jacinto Benavente. En sus obras hay una crítica suave de la burguésía. Su mayor mérito es el dominio del diálogo. Su obra más importante es Los intereses creados, que es una farsa satírica sobre el poder del dinero.
El teatro poético es muy tradicional, de temas históricos, escrito en verso, representa la versión del Modernismo en teatro. Entre sus autores destaca Eduardo Marquina, que escribíó Las hijas del Cid. Los hermanos Machado también escriben en verso obras como La Lola se va a los puertos.
El teatro cómico tuvo mucho éxito. Refleja ambientes populares y utiliza el lenguaje de manera coloquial. En este grupo destaca la obra de Carlos Arniches, creador de la “tragedia grotesca”, donde se denuncia con humor los vicios de la sociedad de su época, como por ejemplo en La señorita TréVélez.
Por otro lado, se escribe un teatro renovador que se aparta de lo tradicional y que busca nuevos temas y nuevas formas. Autores del 98 como Unamuno y Azorín
escribieron un teatro que trata los grandes asuntos de la existencia humana (El otro de Unamuno), y temas relacionados con lo maravilloso (Lo invisible de Azorín). Pero los dos grandes renovadores del teatro del Siglo XX fueron Valle-Inclán y García Lorca.
Valle-Inclán, escribe “Comedias bárbaras”, donde crea un teatro total que refleja un mundo mítico, irracional, violento donde el hombre se deja llevar por la lujuria y la avaricia. Poco después escribe Luces de bohemia en la que explica su teoría sobre el Esperpento.
De entre los dramaturgos de la Generación del 27 destaca Federico García Lorca.
García Lorca no solo compuso obras de teatro sino que también fundó y dirigíó “La Barraca”, compañía de aficionados con los que recorríó los pueblos de España representando a los clásicos. Su primera obra fue El maleficio de la mariposa.
La segunda etapa incluye un teatro vanguardista que nunca se representó. Son obras difíciles como El público.
La tercera etapa va de 1932-36 y a ella pertenecen sus grandes tragedias en las que las fuerzas naturales imponen un destino trágico a los personajes. A esta etapa pertenecen Bodas de sangre (amor frustrado), y su obra maestra La casa de Bernarda Alba.
Este periodo surge tras la Segunda República (1931), y duró hasta que estalla la Guerra Civil (1936-1939).
Aparece la Generación del 27, formada por un grupo de poetas que comparten una ideología liberal y progresista. Todos ellos van a unir en su poesía vanguardia y tradición, y tienen gran admiración a Góngora y a los autores clásicos españoles.
-En sus poemas tratan temas como el destino del hombre y su hábitat, la ciudad como expresión del progreso y la vida moderna, el amor, el compromiso y la muerte.
Integran en sus obras elementos novedosos y tradición literaria, tanto de clásicos como Góngora y Bécquer, como de la generación anterior como Unamuno, Machado o Juan Ramón Jiménez.
-La primera etapa es de 1918 a 1929 con tres tendencias: Vanguardismo, poesía pura y neopopularismo:
Vanguardismo: los poetas muestran interés por la imagen, el caligrama y el Futurismo. Podemos destacar la obra Cal y Canto de Rafael Alberti.
Poesía pura: desvinculada de lo humano y sentimiento, donde destaca la obra Cántico, de Jorge Guillén.
Neopopularismo: Sus poemas muestran sentimientos más profundos y humanos.
Es el caso de poemas como Romancero Gitano, de Lorca.
-La segunda etapa es de 1929 a 1939 con otras tres tendencias: poesía surrealista, neorromanticismo y poesía social y política.
Surrealismo: destacamos Poeta en Nueva York, de Lorca.
Neorromanticismo: Triunfa la pasión amorosa destacan Pedro Salinas con su obra La voz a ti debida.
Poesía social y política: Durante la Guerra Civil, algunos adoptan posturas republicanas como Alberti en su obra Entre el clavel y la espada o tratan el tema de la guerra como Dámaso Alonso en Hijos de la ira.
-Cuando finaliza la Guerra Civil, destacamos una tercera etapa. El grupo se dispersa y la mayoría se exilia. En este momento distinguimos dos tendencias, una poesía arraigada, a la que pertenecen autores como Gerardo Diego, que busca armónía y equilibrio; y otra poesía desarraigada que condena los horrores de la guerra, con autores como Alberti o Dámaso Alonso.
Por último, hay que destacar a Miguel Hernández, quien participó en la Guerra Civil y fallecíó en la cárcel. Entre sus obras destacan El rayo que no cesa o Cancionero.