2.1 LA EXPANSIÓN DEL REINO ASTURLEONÉS: LA CORONA DE Castilla
A lo largo del Siglo XI, con Fernando I y Alfonso VI, el reino de Castilla y León consigue un gran avance territorial hacia el sur convirtiendo su reino en la potencia hegemónica peninsular, con capacidad incluso de hacer incursiones militares sobre las taifas musulmanas, y obtener numerosos ingresos económicos en forma de parias (tributos). En el año 1085, Alfonso VI conquista la ciudad de Toledo y extenderá su control territorial hasta el Tajo. Durante el Siglo XII, el reino de Castilla y León ralentiza su expansión debido a la presencia militar de los reinos musulmanes norteafricanos. Además, el reino sufrirá divisiones por la política hereditaria de los monarcas, que repartían su patrimonio entre sus hijos. En este siglo también nacerá un nuevo reino en zona oriental de la península a partir del condado de Portugal. Este proceso se inicia cuando el conde Alfonso Henríquez se autoproclame rey y consiga el reconocimiento por parte del Alfonso VII, naciendo así el reino de Portugal. En el Siglo XIII se le da un impulso definitivo al proceso de conquista. En el año 1212 una alianza de los reinos cristianos peninsulares, apoyados por órdenes militares y caballeros procedentes de Europa, gracias a la bula de cruzada que había hecho el Papa, conformó un poderoso ejército que derrotó a los Almohades en la batalla de las Navas de Tolosa. La victoria cristiana abríó la posibilidad de ocupar todo el sur peninsular. Serán Fernando III el Santo, que bajo su reinado se unificara definitivamente los reinos de Castilla y León, y su hijo Alfonso X el sabio, los que mayor impulso le darán a las conquistas de las taifas musulmanas, incorporando al reino territorios de Extremadura, Andalucía y Murcia. En el mismo periodo, el reino de Portugal alcanzó la costa meridional de la Península.
A lo largo del Siglo XI, con Fernando I y Alfonso VI, el reino de Castilla y León consigue un gran avance territorial hacia el sur convirtiendo su reino en la potencia hegemónica peninsular, con capacidad incluso de hacer incursiones militares sobre las taifas musulmanas, y obtener numerosos ingresos económicos en forma de parias (tributos). En el año 1085, Alfonso VI conquista la ciudad de Toledo y extenderá su control territorial hasta el Tajo. Durante el Siglo XII, el reino de Castilla y León ralentiza su expansión debido a la presencia militar de los reinos musulmanes norteafricanos. Además, el reino sufrirá divisiones por la política hereditaria de los monarcas, que repartían su patrimonio entre sus hijos. En este siglo también nacerá un nuevo reino en zona oriental de la península a partir del condado de Portugal. Este proceso se inicia cuando el conde Alfonso Henríquez se autoproclame rey y consiga el reconocimiento por parte del Alfonso VII, naciendo así el reino de Portugal. En el Siglo XIII se le da un impulso definitivo al proceso de conquista. En el año 1212 una alianza de los reinos cristianos peninsulares, apoyados por órdenes militares y caballeros procedentes de Europa, gracias a la bula de cruzada que había hecho el Papa, conformó un poderoso ejército que derrotó a los Almohades en la batalla de las Navas de Tolosa. La victoria cristiana abríó la posibilidad de ocupar todo el sur peninsular. Serán Fernando III el Santo, que bajo su reinado se unificara definitivamente los reinos de Castilla y León, y su hijo Alfonso X el sabio, los que mayor impulso le darán a las conquistas de las taifas musulmanas, incorporando al reino territorios de Extremadura, Andalucía y Murcia. En el mismo periodo, el reino de Portugal alcanzó la costa meridional de la Península.
2.2 FORMACIÓN Y EXPANSIÓN DE LA CORONA DE ARAGÓN
A lo largo del siglo XII, el reino de Aragón inicia un proceso de expansión territorial tomando Huesca. Un papel destacado en este proceso lo tendrá rey Alfonso I el Batallador, que conquistó la poderosa taifa de Zaragoza (1118) aumentando sus dominios hasta el valle medio del Ebro. Al morir sin descendencia Alfonso I, se dio una crisis sucesoria que fue aprovechada por la alta nobleza Navarra para volver a convertir al reino de Navarra en reino
independiente de Aragón. Navarra, limitada por la expansión de Castilla y Aragón, centrará su atención en Francia con la que establecerá vínculos por medio de una política matrimonial.
En el año 1137 se concertó el matrimonio entre el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV y la heredera del reino de Aragón, Petronila (tenía solo un año). La uníón dinástica de Aragón y los condados catalanes tuvo como resultado una nueva entidad política la corona de Aragón. El mayor poderío de la corona de Aragón, aceleró su expansión territorial a lo largo de la costa mediterránea. Se conquistó Lérida y Teruel, y se colaboró en la batalla de las Navas de Tolosa. En el Siglo XIII, Jaime I el Conquistador arrebataba a los musulmanes las islas Baleares y la taifa de Valencia. Tras siglos de expansión de los reinos cristianos, Al Ándalus habían quedado reducido al reino de Granada gobernado por la dinastía nazarí.
A lo largo del siglo XII, el reino de Aragón inicia un proceso de expansión territorial tomando Huesca. Un papel destacado en este proceso lo tendrá rey Alfonso I el Batallador, que conquistó la poderosa taifa de Zaragoza (1118) aumentando sus dominios hasta el valle medio del Ebro. Al morir sin descendencia Alfonso I, se dio una crisis sucesoria que fue aprovechada por la alta nobleza Navarra para volver a convertir al reino de Navarra en reino
independiente de Aragón. Navarra, limitada por la expansión de Castilla y Aragón, centrará su atención en Francia con la que establecerá vínculos por medio de una política matrimonial.
En el año 1137 se concertó el matrimonio entre el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV y la heredera del reino de Aragón, Petronila (tenía solo un año). La uníón dinástica de Aragón y los condados catalanes tuvo como resultado una nueva entidad política la corona de Aragón. El mayor poderío de la corona de Aragón, aceleró su expansión territorial a lo largo de la costa mediterránea. Se conquistó Lérida y Teruel, y se colaboró en la batalla de las Navas de Tolosa. En el Siglo XIII, Jaime I el Conquistador arrebataba a los musulmanes las islas Baleares y la taifa de Valencia. Tras siglos de expansión de los reinos cristianos, Al Ándalus habían quedado reducido al reino de Granada gobernado por la dinastía nazarí.
3. LOS SISTEMAS DE REPOBLACIÓN
Tras la ocupación militar de territorios musulmanes por parte de los reinos cristianos, era necesario repoblarlos para afianzar las conquistas. Con este objetivo se aplicaron diferentes sistemas de repoblación a lo largo de los siglos conforme se avanzaba hacia el sur: Repoblación por presura. Se aplicó en las primeras tierras conquistadas en el norte. Los campesinos ocupaban tierras sin dueño y las cultivaban; posteriormente, el rey les confirma la propiedad (presura). Este procedimiento también lo practicaron nobles y monasterios. En las tierras conquistadas entre los siglos XI y XIII, en los valles del Ebro y del Tajo, se desarrolló la repoblación concejil o municipal. En ella se establecían núcleos de población que formaban una villa o ciudad con su término municipal en el que abundaban tierras comunales. El rey, para atraer a la población a estos concejos, les otorgaba fueros o catas puebla, que conténían las normas que tenían que seguir, junto con condiciones fiscales y jurídicas ventajosas. La población musulmana en estas zonas era numerosa y, en general a los campesinos se les respetaron sus propiedades, aunque en las ciudades se instalaron en barrios extramuros. En las zonas de Extremadura y La Mancha jugaron un papel muy destacado en su conquista y repoblación las órdenes militares (Calatrava, Alcántara…). Los reyes encomendaron la repoblación de estas zonas a las órdenes militares por ser tierras fronterizas, peligrosas y poco pobladas. A cambio, recibían grandes señoríos territoriales. En las zonas del sur, el levante peninsular y Baleares, se utilizó principalmente la repoblación por medio de repartimiento. Los monarcas dieron grandes extensiones de territorio a la nobleza, a las órdenes militares y a la Iglesia, por su participación en la conquista; y éstos establecieron grandes señoríos. A la numerosa población musulmana se le permitíó permanecer en sus tierras, aunque muchos emigraron hacia Granada o el norte de África.
Tras la ocupación militar de territorios musulmanes por parte de los reinos cristianos, era necesario repoblarlos para afianzar las conquistas. Con este objetivo se aplicaron diferentes sistemas de repoblación a lo largo de los siglos conforme se avanzaba hacia el sur: Repoblación por presura. Se aplicó en las primeras tierras conquistadas en el norte. Los campesinos ocupaban tierras sin dueño y las cultivaban; posteriormente, el rey les confirma la propiedad (presura). Este procedimiento también lo practicaron nobles y monasterios. En las tierras conquistadas entre los siglos XI y XIII, en los valles del Ebro y del Tajo, se desarrolló la repoblación concejil o municipal. En ella se establecían núcleos de población que formaban una villa o ciudad con su término municipal en el que abundaban tierras comunales. El rey, para atraer a la población a estos concejos, les otorgaba fueros o catas puebla, que conténían las normas que tenían que seguir, junto con condiciones fiscales y jurídicas ventajosas. La población musulmana en estas zonas era numerosa y, en general a los campesinos se les respetaron sus propiedades, aunque en las ciudades se instalaron en barrios extramuros. En las zonas de Extremadura y La Mancha jugaron un papel muy destacado en su conquista y repoblación las órdenes militares (Calatrava, Alcántara…). Los reyes encomendaron la repoblación de estas zonas a las órdenes militares por ser tierras fronterizas, peligrosas y poco pobladas. A cambio, recibían grandes señoríos territoriales. En las zonas del sur, el levante peninsular y Baleares, se utilizó principalmente la repoblación por medio de repartimiento. Los monarcas dieron grandes extensiones de territorio a la nobleza, a las órdenes militares y a la Iglesia, por su participación en la conquista; y éstos establecieron grandes señoríos. A la numerosa población musulmana se le permitíó permanecer en sus tierras, aunque muchos emigraron hacia Granada o el norte de África.